White snow, cold noses and wonderful smile(: [Zharick]

La nieve caía y, por primera vez en mucho tiempo, tenía frío. Londres, por aquellas fechas, no se parecía en lo más mínimo a Brasil. En su país, la nieve y las bajas temperaturas eran como un mito, siempre hacia calor y sol, a lo sumo lluvia, pero jamás frío y mucho menos nieve. Era todo un fenómeno para Ariel ver como los copos, como huellas dactilares, caían fuera de su ventana sin inmutarse más que en ser.

Sin más espera o anticipo, se vistió con unos simples jeans y una remera blanca de largas mangas que llegaban a sus nudillos tal y como a ella le gustaba, caminó fuera de la habitación por los largos pasillos y escaleras de la mansión, repletas de alfombras antiguas y pinturas de la época en la que ella había nacido, hasta tomar su abrigo junto a la puerta y salir de allí.

Caminar sin rumbo fijo se había vuelto una costumbre para la pequeña rubia, yendo de aquí para allá, perdiéndose en sus pensamientos y en consecuencia también en las calles acabando en lugares que ni sus amigas conocían o siendo atacada por un hibrido. No pregunten.

Así mismo, perdida en sus pensamientos, llegó a un parque y se sentó en una pequeña montaña de tierra cubierta de nieve con una mano en el Frapuccino mocca que quien sabe cuándo había comprado y la otra abierta viendo como los copos de nieve caían en su palma y se quedaban allí, sin deshacerse.

Ah, nieve, nieve y más nieve. En países como Londres, nieve quería decir navidad, fiestas, familias unidas por el espíritu festivo del año nuevo y las tradiciones, problemas para llegar al trabajo, incluso vacaciones para los pequeños niños que tenían problemas para llegar al colegio, pero para Ariel no significaba nada más que un recuerdo de lo que ella viviría toda su vida. Un invierno eterno.

Para la pequeña Half-Blood no habían navidades ni fiestas familiares ya que, a pesar de todo, su padre adoptivo no era de ese estilo. Era más bien de los que te demuestran con afecto y perseverancia que siempre estarán ahí para ti, además, las fiestas le recordaban todo lo que no tenía. Una madre, un padre biológico, una hermana, todos muertos. El calor de un abrazo de mamá al despertar de un mal sueño, un crepúsculo y un amanecer en su vida. No, esas cosas no existían para ella, pero estaba bien. Siempre había coexistido con aquello sin problema, durante más de cuatrocientos años.

Vaciló unos momentos antes de tomar una fotografía a una pareja a orillas del lago. ¿Era esa la razón por la cual la fotografía era su arte? ¿Retratar momentos que ella no tendría? La idea le daba asco, sentir pena por si misma era lo que más odiaba y por ello nunca hablaba sus problemas con la gente. ¿Para qué? Si de todos modos los problemas están ahí, no se solucionaran por contárselos a alguien.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por un golpeteo encantador de un corazón bien conocido por la muchacha. Su pequeño noviecito. Aquel adorable niño lobo que había enternecido su corazón. Lejos de la idea de comerlo, como tenía con la mayoría de los infantes, él le generaba la necesidad de hacerlo feliz y mantener esa sonrisa de querubín preciosa que el poseía.
Sin ton ni son, se acercó a él atrapándolo y dándole un gran beso en la mejilla.

-Miren lo que trajo la nieve! Un bonito lobito!-Pronunció dulcemente, haciéndole cosquillitas.

Soltó una risita enternecida por el pequeño lobito inocente y por como le daba besitos por el rostro. No tenia idea la razón por la cual no le molestaba que el niño la llenara de besos y la abrazara fuertemente, siendo que no era una gran partidaria de la melosidad de los infantes, pero con este era diferente. Le gustaba que el la quiera tanto y ella amaba mimarlo como su bebé, su principito. El pequeño aliviaba un poco la soledad de Ariel, siendo que siempre lo invitaba a jugar a la gran y solitaria mansión Bathory-Grimaldi, o a pasear por las calles de esa hermosa cuidad hablando tonterías o cosas muy importantes como es el tema delicado de la madre de Zha. De cualquier modo, ella odiaba verle triste por lo que intentaba sacarle muchas sonrisas cada que podía.

-Pues, pasaba el rato sacando fotos bellas...-responde llenandole el rostro de pequeños besitos que causaban cosquillas.

- Y tu?...estás solito amor?- preguntó, aunque aquella respuesta fue innecesaria al ver como se acurrucaba en su pecho. Sin dudarlo un segundo, lo abrazó de manera protectora mientras lo cargaba y veía a la adolescente. Alzó una ceja al ver su furia antes de verla de arriba a bajo con asco.

-¿Quién eres?...Supongo que la niñera del pequeño no eres, porque no te veo responsable ni algo semejante-Suelta una risita suave, protegiendo a su niño de la gelides con la que miraba a Frankie-El señor Knightley está en total conocimiento de mi cercanía con el niño, así que no habrá problema con que yo me haga cargo de el durante lo que queda del día. Puede retirarse y ni se le ocurra regañar a Zha-. Advierte la ultima frase con un tono duro y que marcaba superioridad ante ella. Sin importarle replica alguna, alzó la barbilla de Zha con cuidado y una mirada repleta de dulzura.

-¿Qué te parece tirarnos en la nieve?..

# Partida abandonada.