Una nueva amistad o una posible presa -Lenna-

Era su ultimo año de escuela y como tradición, las universidades ligadas a esta ofrecían a los estudiantes la opción de ver las diferentes carreras que estas ofrecían en pleno campo laboral. Esta vez a su curso le había tocado ir de viaje a Egipto, para aquellos interesados en la arqueologia. No era que Lenna estuviese muy interesada, pero le gustaba ampliar sus opciones y como quería ser escritora algún día, la oportunidad de viajar a distintos lugares siempre le agradaba. El lugar donde se irían a hospedar era un hotel no muy lujoso cerca de una de las pequeñas ciudades del Nilo.

Todos sus compañeros se mostraban bastante entusiastas con la idea del viaje, pero ella se mantenía aferrada al nuevo cuaderno que había comprado lista para describir en él todas las cosas interesantes que enontrase.

Como era de costumbre el ultimo año de colegio, varios estudiantes varones estaban como polillas sobre las mujeres queriendo aprovechar la oportunidad del viaje para tener alguna que otra aventura. Algo realmente incomodo para Lenna, ya que como tenía cierta popularidad entre los hombres, estos no dejaban de hacerle preguntas respecto al viaje o lo que tenía planeado hacer con su vida después de la escuela. Tampoco podía descansar de eso con sus amigas, ya que muchas veces los hombres que a ellas le gustaban estaban detrás de Lenna y esa situación se hacía aún más incomoda para ella. Sobre todo por el hecho de que no había aceptado a ningun hombre en todos sus años de estudiante.

Observaba con gran alivio en su habitación las calles de la ciudad en la que se encontraba, alejada por fin de todas las preguntas, chismes de que alguien quiere con una y una quiere con otro. Lo único que quería era que comenzaran las inscurciones. Empero al abrir la ventana de su habitación un viento frío le provoco un escalofrío en la espalda. Algo que más que asustarla, le provoco ganas de hacer una escurción privada por las calles. Y eso fue lo que hizo una vez que todos estuvieron por fin dormidos.


Caminando por varios callejones, vigalada solo por la luna comenzo seguía escribiendo cada detalle que le parecía importante y diferente a lo que acostumbraba a ver en Francia. Era la primera vez que estaba fuera de su país, además de la vez que dejo su país natal, Italia. Simplemente no podía aguantarse la emoción de estar sola sin sus compañeros acosándola por el simple hecho de ser popular e inteligente.

Estaba tan entusiasmada que no podía para de escribir cuantas cosas veía. Hasta que sin previo aviso después de unas horas se vío frente a frente con el gran río Nilo, al cual se suponía mañana harían la escursión. Lo único que le daba rabia de aquel hecho era que no podría presumir aquello con sus compañeros ya que la delatarían y no dejarían participar en el resto de las escurciones.

A penas podía creer que algo de flora naturalmente creciera en ese lugar. Era como un gran oasis en medio del desierto que se extendía a lo largo de este. Sonrío con mucha felicidad y decidió seguir caminando por la orilla del lago. Después de unos metros de caminar comenzo a sentir la soledad del lugar sin llegarse a imaginar un segundo que pocos minutos atrás un hombre habría podido cruzar aquel paraje atrapado en el pasado. Suspiró y tomándose unos segundos para descansar, después de escribir las emociones que sentía en aquel lugar, pudo ver como una ciudad abandonada se avecinaba en el horizonte.

Sin hacer ruido alguno sonrió y comenzo a caminar. – Solo un vistazo y ya – Se dijo así mismo aventurándose por las ruinas, maravillada con los geroglificos que encontraba en las paredes, dibujando con mucha dificultad varios de estos. – Ojalá pudiera leer estos símbolos. Creo que no estaría mal ser arqueologa – Vuelve a decir, mientras sigue escribiendo, ajena a todo el peligro que podía encontrarse cerca de ella.

Habian transcurrido ya algunos minutos sin parar de escribir cuando siente que necesita un descanso, entonces guarda el cuaderno en su mochila y se sienta contra la pared. Hasta entonces no se había dado cuenta, pero se había internado tanto que ya no tenía ni la menor idea de donde se encontraba. Se tomo su tiempo antes de seguir caminando para recordar el camino de vuelta, pero tan embalsamada en su escritura había estado que le era imposible seguir el camino de vuelta. – ¡Maldición! Ahora tendré que encontrar otro camino – Dijo en voz alta, algo asustada al notar que el lugar estaba mucho más oscuro que cuando entro y comenzaba a sentir frío.

Tras unos minutos comenzó a caminar con algo de dificulta debido a la densa oscuridad de lugar. Se sentía bastante torpe por el lío en el que se había metido, pero era peor si se quedaba quieta ahí hasta el día siguiente en que fuese encontrada por su curso y profesores. Debía encontrar el método de volver por si misma y antes de que todos despertaran.

Llegó por accidente a una sala de entrada bastante pequeña. No podía ver, así que se dirigío a las paredes, buscando alguna fuente de luz y al encontrar una antorcha se sintió bastante torpe al no traer nada para prenderla, así que la dejó ahí. – Al menos esta expedición me servirá como experiencia para las siguientes – Dijo en tono bajo y resignado para volver a la salida y continuó sun camino sin ver con exactitud hacía donde iba.

– Si llegó al hotel juro que no me separó del grupo de nuevo – Dijo de nuevo, llegando a otra entrada por la cual no se atrevió a pasar, sino que se sentó con la espalda apoyada al marco de la puerta y con su mochila sobre su regazo.

Dejó de plasmar su ultimo sentimiento en su cuaderno y tras echar un suspiro débil apoyo su cabeza contra la fría madera que formaba el marco de la puerta. Con algo de esfuerzo se levantó de ahí y decidió entrar al lugar que había llegado. Una suave corriente de viento comenzó a recorrer cerca del suelo, asustándola un poco, como si de un mal presagio se tratase. Se llevó las manos a sus brazos, abrazándose para darse calor así misma y caminó hacía las paredes.

En su rostro se dibujaba una sonrisa resignada cuando comenzó a tantear la pared. Sabía que se había metido en un buen lío, pero ahora lo más importante era llegar al punto de partida. Entonces y de súbito sintió un leve piquete en su dedo indice. Ahogo una exclamación de dolor e ignoró el hecho de que había comenzado a sangrar levemente. – Lo que me faltaba... – Dijo por lo bajo, y luego volvió a palmar lo que parecía un metal, aún más frío que la misma piedra que hace años había sido usada para construir esa casa. Siguió el curso del metal para descubrir que había un tope, y debajo de este un mango cubierto en cuero. – Una daga – Pensó para si misma en voz alta, tomándola entre su mano. Decidió llevarla, estaba asustada y no sabía que cosas más podría encontrar en ese lugar.

– Ojalá encuentre algún guía – Volvió a decir con un hilo de tristeza en su voz, volviendo a caminar por aquellas calles que alguna vez fueron pobladas por algo más que el viento, la osucirad y la luna.

Estaba bastante asustada, era la primera vez que se encontraba en una situación como esa. Lo único que no era nuevo era la oscuridad inquebrantable, recordándole cuando tenía unos siete años y recorría la casa a oscuras, asustándose mucho cuando su tío llega como a las cuatro de la madrugada con un olor apestoso a alcohol y quién sabía qué más. Su corazón palpitaba demasiado rápido, pensando que en cualquier momento podía pillar un fantasma o algo por el estilo. Se estaba volviendo paranoica, algo poco normal en Lenna ya que no era de creer en cosas paranormales, mitos y hasta la religión la hacía a un lado a veces. Suspiró fuertemente al escuchar unos ruidos que no sabía muy bien por donde provenían. La luz aún no alcanzaba a llegar al pasillo donde estaba ella.

Empuñó la daga que había encontrado y siguió caminando en línea recta. A los pocos segundos algo comenzó a molestar su vista... Si, podía ver algo, una luz que se hacía más grande. Sus ojos se abrieron como platos y empuño el arma aún más fuerte. Luego al escuchar unos pasos se asusto tanto que lo único que pudo hacer fue echarse a correr por donde mismo había llegado, con mucha dificultad al respirar ya que nunca había sido muy buena para el deporte y el pánico tampoco le dejaba hacer mucho.

– ¡Quiero irme a casa! – Gritó fuertemente presa de la confusión y el susto mientras se llevaba su mano libre al pecho sintiendo como su corazón latía y con mucha dificultad de sincronizar el ritmo de la respiración con la velocidad de estos.

Lenna se vio obligada a detenerse después de la carrera, estaba algo agotada por tanta adrenalina que se le había subido. Entre el susto y la falta de resistencia física, no pudo hacer más que empuñar con todas sus fuerzas la daga y apoyar una mano contra la fría pared. La luz se había hecho más tenue gracias a la distancia que había recorrido y su vista se había adaptado ya de nuevo a la luz. Entonces pensó que había hecho mal al correr puesto que necesitaba de alguien que le dijera como salir de aquel laberinto y justo tras ese pensamiento un escalofrío recorrió por su espalda cuan cubeta de hielo deslizándose sin su permiso.

Tragó saliva al escuchar una voz masculina y con justa razón después de entender lo que decían las palabras del hombre que a penas llegaban donde ella estaba. El resonar de los pasos en cambio, como si el susto y la oscuridad aumentarán el triple sus sentidos, se hacían escuchar cada vez más y más cerca. “¿Por qué me esta pasando esto? Debí haberme quedado en el hotel...” Pensó para si misma, con la idea de que aquel sujeto probablemente era un desquiciado violador. Se comenzaba a sentir aún más insegura y temerosa, así que comenzó a caminar seguían el mismo camino que antes.

Pensaba para si misma que sus compañeros ebrios y hasta su tío eran más seguros que aquel laberinto y se arrepentía de haber dado aquel paseo como nunca antes se había arrepentido en su vida.

Los pasos parecían seguir acercándose, pero entonces se encontró con la misma habitación en que había encontrado la daga. Decidió usarla como refugio, pensando que el hombre pasaría de largo y entonces estaría a salvo. Así pues, entró y con algo de dificultad uso las paredes para moverse, tratando de hacer el menor ruido posible. Empero, su torpeza no estaba de su lado aquella noche. Un jarrón de cerámica se cruzó en su camino, cayendo al suelo sin romperse, pero provocando un leve estruendo que seguramente su eco llegó a los oídos del hombre. Levantó el jarrón maldiciendo para si misma y luego decidió usarlo como parapeto, ocultándose tras de este.

La voz seguía acercándose por el camino y mi corazón comenzaba a latir cada vez más rápido. Era la primera vez en mi vida que sentía el peligro tan de cerca, a pesar de que el significado de sus palabras mostrase todo lo contrario, el sonido de estas y la situación le contradecían. Lenna pocas veces había estado así de asustada y en el momento que la luz se hizo en la habitación no pudo evitar llevarse una mano al pecho. ¡La habían encontrado!

Normalmente cuando era atrapada en al escuela, Lenna no solía desobedecer una orden cuando era atrapada haciendo algo malo, pero en este caso si salía sabía bien que su vida podía correr peligro y no sabía que hacer. Podía salir y complacer al hombre o quedarse escondida y hacerlo enfurecer más. Necesitaba encontrar otra salida, pero la habitación estaba completamente sellada a excepción de la puerta. Debía hacer algo y debía hacerlo, pero ¡ya!...

Comenzó a pensar en las pocas posibilidades que tenía para salir de esa habitación con vida. Y entonces se le ocurrió una, aunque esta no iba para nada con la actitud normal de Lenna. El jarrón que tenía en frente no era tan pesado y seguramente podría cargarlo. Sabía lo que tenía que hacer, pero decidió esperar unos segundos para armarse de valor y memorizar el plan; lanzar el jarrón hacía el hombre y salir corriendo por la puerta. Si hubiese sabido lo que era aquel hombre...

Así pues, tomo el jarrón y lo aventó en contra del hombre. No con mucha fuerza ni mucha habilidad, pero lo hizo y mientras la cerámica volaba hacía él, ella comenzó su carrera desde su posición actual hasta la puerta con una sola intención; salir de ahí con vida, aunque probablemente aquello había sido una sentencia de muerte.

Un escalofrío recorrió la espalda de Lenna en el instante que su paso fue detenido por unas fuertes manos posándose sobre su cintura. Aquello era casi como cuando sus compañeros de escuela intentaban sobrepasarse con ella y como deseaba esta vez que así fuese, pero no lo era. Sino que se trataba de un completo desconocido y eso sumado al lugar y circunstancia de encuentro le aterraba aun más. Susurró bastante cerca de ella y el sonido de sus palabras hacían se estremeciera aun más.

“Eso era justamente lo que quería...” Pensó para si misma, pero no era buena idea provocar al hombre. Podía ser un violador, un vagabundo ebrio o cualquier cosa peligrosa para ella. Tragó saliva por unos segundos y abrió la boca, pero de esta no salió sonido alguno ya que no encontraba la forma de pronunciar palabra alguna. – ¿Quién eres? ¿Qué quieres de mi? – Preguntó mientras se daba vuelta sin soltarse de las manos del hombre ya que comprendió que era mucho mas fuerte que ella. Quizás intentar salvarse era aún más suicida que no hacerlo.

El rostro del hombre se mostraba muy frío y a pesar de todo lo que había pensado Lenna, no tenía la apariencia de un vagabundo, tal vez si la de un violador. Aquello tampoco la dejaba más tranquila. Intentó de retroceder, pero en vano. Solo logró mover un píe hacía atrás y ahí se quedo. No podía despegar la vista de los ojos de su captor así como tampoco podía tomarse las cosas con calma. Quizás que iba a hacerle aquel hombre y lo único que podía hacer ella ahora era tragar saliva y rezar porque no le pasará nada malo.

El hombre luego de tomarla y escuchar sus preguntas acercó sus labios a ella y el pánico se apodero de su cuerpo. Por cuestión de segundos estuvo a punto de ser besada por un desconocido. Y luego, por fin escuchó el nombre de su perseguidor, aunque lo que dijo después si bien respondía a las preguntas que había hecho no la hacían calmarse en lo absoluto, sino que todo lo contrario. ''¿Un cazador?'' Pensó para si misma tras haber visto el arma que portaba. Las cosas no hacían más que empeorar y hasta su tío ebrio le parecía que le daba más seguridad en esos momentos. “¡Bien hecho, Lenna. Tu primera salida al extranjero y ya atraes problemas!” Pensó con ironía y volvió a tragar saliva.

Entonces Drake disparó una flecha que atravesó el muro y se quedo viendo el resultado del impacto con los ojos como plato. Si era capaz de hacer eso con una flecha no quería ni imaginar el daño que causaría en ella. Empuñó la daga que había dejado en su bolsillo nuevamente, aunque sin mostrarla y sin pensarlo dos veces salió corriendo de la habitación. Era lógico pensar que el hombre podría dispararle desde lejos y matarla de un solo tiro, pero también lo era pensar que las posibilidades se reducirían

“¡No vayas a estudiar arqueología!” Pensó para si misma con la idea de que mantenerse encerrada en una biblioteca o en un laboratorio eran trabajos mucho más seguros. Su carrera seguía y agradeció haber tenido dotes de deportista puesto que su resistencia aún no le fallaba, aunque el miedo que sentía no le dejaba las cosas fáciles. Siguió corriendo por el lugar sin dirección alguna, aunque era difícil no chocar contra los muros lograba hacerlo casi que por inercia.