Conociendo los que estan a mi alrededor (Harleen)

Ya habían pasado meses desde los que no se había encontrado con Barbara, no es que ya no sintiera nada por ella, en realidad era muy peligroso que se vieran y él no quería esa vida para ella. Inhalo  lentamente  como si su cuerpo necesitara de aire y después exhalo. Se encontraba en lo que era su despacho, su espacio privado, donde solo los de mayor confianza tenían el derecho a entrar.  El castillo era tan grande que a veces encontrarse con su hermano o su familia era muy complicado o lo más probable era que mientras no hubiera motivos para encontrarse cada quien andaba por el pasillo que no diera hasta la otra persona.

Se puso de pie y camino hasta los grandes ventanales que daban directamente a los jardines del castillo abriendo así las cortinas para ver el paisaje y pensar por un rato. A la distancia vio a ciertos vampiros que formaban parte de las filas de su guardia, pero había una chica que no conocía, era una rubia que despertó su interés. Dejo la copa de licor que tenía en sus manos y la coloco sobre su escritorio para salir de ahí, camino a través de los pasillos lentamente con las manos en los bolsillos de su pantalón, pues a pesar de ser un vampiro de más de mil años había aprendido a vestirse a la moda para pasar desapercibido.

A su andar cada guardia con el que se encontraba le hacia una reverencia, como tenía que ser. No tardo mucho en llegar a los jardines caminando directamente a la chica que estaba de espaldas. –Muy hermosa vista- Susurro.

La chica no tardo más de dos segundos en presentarse, era rápida lo cual le sumaba un punto con el rey. El se coloco a lado de ella y juntó sus manos a su espalda, observo detalladamente la escenografía que estaba frente a ellos, era cierto lo que la chica decía. Guardo unos minutos en simple silencio y después se dispuso a hablar. –Me temo que no tenía el placer de conocerla.- Era un vampiro de más de mil años, caballeroso, educado y cruel o mas bien eso era lo que se murmuraba, o lo que murmuraban las chicas con las que el había estado. En ningún momento en el que había hablado se había girado a verla, no necesitaba hacer contacto visual con ella, a vista era hipnotizante pero a eso se le sumaba los numerosos pensamientos de rey. –¿Le apetece dar un paseo conmigo?- giro su rostro para verla y le dedico una sonrisa sutil, no necesitaba más. Dejo que ella empezara la caminata primero y después se emparejo con ella y empezó a caminar. Tenía ya meses que no paseaba ni por los jardines de su castillo, en realidad la última vez que lo había hecho había sido cuando Barbara vivía ahí en el castillo, ella todo el tiempo rondaba por los jardines o al menos lo hacía cuando no estaba intentando seducirlo. Una pequeña sonrisa se dibujo de nuevo pero ahora un poco mas picara todo eso al recordar lo loca que podía llegar a ser la rubia. Los guardias que estaban al jardín se le quedaban viendo a la chica como si esta fuera menos que ellos ¿Acaso todos eran unos machistas? Ciertamente había menos chicas en la guardia pero los hombres siempre querían marcar sus dominios, estúpido para el gusto del rey. –Y dígame ¿hace cuanto pertenece a nuestras filas?- No le interesaba en lo mas mínimo, pero prefería hacer un tema de conversación antes que llegara otro guardia a interrumpirlo con algún quehacer de la realeza.

Su caminata parecía de lo más tranquila, disfrutaba del paisaje y de la compañía, una manera agradable de intentar despejar su mente de los asuntos de ser un rey. Asintió cuando ella hablaba y de modo de respuesta a sus dos preguntas –Cierto- se limito a decir mientras levantaba la mirada hacia los horizontes y observaba como uno de los sargentos de la guardia y uno de sus más fieles servidores se acercaba. Antes que nada hizo una reverencia a Vladimir para luego de una manera descortés ordeno a la rubia que se alejara, Vladimir alzo una ceja y se cruzo de brazos. –Estoy discutiendo unos asuntos privados con Harleen y tuviste el atrevimiento de interrumpir, aléjate antes que me vea obligado a usar la fuerza para hacerlo, Romencko les ha dicho que por el día de hoy no me debían molestar.- Su voz fue en tono de autoridad y de ninguna manera alguien a su servicio podía pasar de aquella orden. Era un rey sin ningún pudor al matar pero siempre antes que nada había sido un caballero y no soportaba la idea del machismo en el siglo XXI, después de todo ya había podido pasar por esa etapa en siglos pasados.

El sargento no tuvo objeción alguna, en realidad no le habían dado oportunidad. Bajo la mirada y se disculpo con su rey y con la rubia que estaba a su lado. No tardo más de segundos para desaparecer de ahí a velocidad vampírica. Vladimir negó levemente con la cabeza e introdujo sus manos de nuevo a sus bolsillos –Disculpa semejante escena.- Giro a verle los ojos a la rubia y sonrió de una manera más seductora que de otra cosa, sin intención, simplemente así había surgido.

El rey decidió retomar su paseo y comenzó a caminar, los pasillos se dirigían al laberinto favorito del rey, en medio había una fuente la cual tenía años intacta aun cuando había sido el ataque de los Volturi ellos no habían entrado a ese laberinto y sabia que pocos vampiros encontraban la salida de manera honesta, todos tenían que saltar para encontrar la forma de salir, patético para su gusto. –¿Que es lo que te hizo unirte a nuestra guardia?- Tomo su mano para enlazar sus brazos y empezar a caminar dentro del laberinto.

El rey escucho atento la respuesta de la chica, era interesante la forma en la que muchos habían llegado a la guardia pero eso no significaba que se pondría a preguntarle a todos sobre sus vidas. Se introdujo más al laberinto con ella en el brazo. –Lo es, es un lugar muy hermoso.- Era cierto que su historia era algo confusa pero no era el momento para pedir que se la explicara o en realidad no le interesaba obtener explicaciones. Al llegar al centro del laberinto, soltó su mano y le indico que tomara asiento con él en aquella banca justo enfrente de la fuente. Se sentó después que lo hiciera ella y se quedo en silencio. Parecía que un hombre como él era muy social y sabia de que hablar siempre pero era todo lo contrario, era muy serio y reservado en sus pensamientos pues cuando se era rey no era necesario quedar bien con nadie, no lo necesitaba. –Me alegro que esos asquerosos italianos no tocaran este lugar, habría sido una pena.- Menciono suavemente con la mirada clavada en aquel ángel que yacía a la mitad del lugar. –Te ha pasado que intentas recordar algo de tu pasado y es realmente imposible?- Se sentía en confianza aun y cuando no conocía a la chica había algo en ella que le indicaba que podía confiar hasta su vida. –Eso me pasa, intento recordar cómo es que llegue hasta este día, como era en mi vida humana, intento recordar a mis padres a mis hermanos si es que los tenia.- hizo una pausa –No es por sentimentalismos, es como si con los años esas cosas dejaron de importarme y mi memoria simplemente las desecho como cosas inútiles.- Era cierto que cuando intentaba aclarar sus ideas, poner en marcha alguna planificación de misión, el rey recurría a aquellos jardines.

Junto sus manos sin dejar de ver a la chica –Sabes, Stefan y yo no siempre fuimos los reyes rumanos, teníamos dos amos, Andriev y Selene era hermanos gemelos y eran los vampiros más temibles de aquellos tiempos, tenían una conexión que jamás había visto, esa conexión los hacía más fuertes que cualquier otro lazo fraternal. –Hizo una pausa. –Creí que jamás volvería a ver a unos hermanos como ellos hasta que conocí a los tontos hermanos Dupont, luego los conocerás, a diferencia de los reyes rumanos los Dupont no saben que tan fuerte es su lazo. Los gemelos rumanos eran excelentes líderes, no cazaban humanos… Selene cazaba animales y Andriev sangre humana pero únicamente de asesinos, su conexión era tan fuerte que el color de sus ojos se combino y era diferente a cualquier otro vampiro en el mundo…- La historia que contaba a la chica no era algo que le debería interesar, simplemente era un poco de historia acerca de la realeza rumana, después de todo siempre era bueno conocer de donde venia tu aquelarre.

El tiempo de un vampiro transcurría mucho más lento que el de cualquier humano o al pasar los años eso se empezaba a sentir, pronto se terminaban los lugares que visitar o las nuevas ciudades que conocer, pronto había pocas cosas que les parecieran interesantes o que les sorprendieran, todo empezaba a convertirse en días aburridos en los cuales no pasaba nada sorprendente.  Llevar la cuenta de su edad no era algo a lo que le diera prioridad, ¿acaso recordaba su edad exacta? ¿Recordaba el día en el que había nacido? Llevo una de sus manos a su barbilla como simple manía, su rostro seguía sin expresiones como si no fuera capaz de expresar algo, como si se tratara de una simple figurada de mármol, fría, perfecta, inmóvil.

-Nadie lleva la cuenta después de pasar los mil años, pero tengo un poco más de dos mil.- Resto importancia  a su comentario, nunca había tratado de creer que su edad era admirable o algo por el estilo a decir verdad estaba de acuerdo con que la edad era un factor importante para formar experiencias y fortalecer por tanto, pero independientemente de eso, solo eran miles de días que al final de cuentas se reducían al mencionar la edad. Antes de agregar algo escucho paciente el comentario de la rubia que tenía toda la razón y parecía que ella sabía mucho de lo que le hablaba lo cual era un punto para ella, le gustaba tener personas eficientes cerca de él. –En todo el mundo hay vampiros con diferente dieta, los que beben sangre humana cuentan con el iris color rojo, los que beben de animales es dorado, bueno en el mundo solo habían dos vampiros que contaban con un color diferente, la perfecta combinación de rojo con dorado. Fueron asesinados por los Vulturi, ellos eran capaces de vencer a cualquiera de la guardia de los italianos hasta que Aro encontró a Jane y Alec, fue un ataque fatal. Si tenían dones…- Hizo una pausa a la larga historia al sentir una gota de agua caer sobre su mano izquierda, parecía que empezaría a llover, nada que no pudiera soportarse.