Noche de caceria -Emma C. Solebur-

Una mujer corria por el muelle aterrorizada, buscando alguna ayuda cerca de ahi. Buscaba refugio en algun barco o alguna bodega donde pudiera encerrarse hasta que pasara el peligro mas esa noche la fortuna no le sonreia. En el cielo la luna llena brilla hermosa, ligeramente rojiza por alguna razon. Creyendo que su perseguidor desaparecio, se detuvo para tomar un poco de aire mas el silencio se rompio por un fuerte aullido hacia la hermosa esfera plateada. Sobre el techo de una bodega la sombra de un enorme ser observaba a la mujer con dos orbes azulados que destellaban sed de sangre y hambre por su carne. Rapido se movio de techo en techo mientras la mujer volvia a correr por su vida.

-Por favor...no me mates...te lo ruego....-murmuraba la mujer notando que la bestia se acercaba mas y mas. En un callejon en medio de dos bodegas, el animal la encajono cortandole la unica via de escape que tenia. Aterrada observo al gigantezco lobo cobrizo relamer sus labios. -No quiero morir...por favor....nooo!!!!! -un grito desesperado escapo de sus labios justo al momento que el animal se avanlanzo sobre ella, acabando con su vida en instantes.

En el callejon no quedaban mas que astillas de hueso manchadas con solo unas gotas de sangre. Densas nubes cubrieron la luna y donde estaba el lobo, lentamente aparecio el cuerpo de un hombre desnudo.

-Me hizo correr casi un dia completo pero valio la pena. Su carne era muy jugoza...-murmuro el hombre de cabello negro, relamiendo la sangre de sus labios mientras corria a gran velocidad, mezclandose con la sombra de la noche en direccion a la ciudad.

-Pe...Pe...El dijo que eres una perra....y ...y... y que su papa gritaba tu nombre en las noches....se burló de mi por no tener papá...- La pequeña soltaba lagrimas contra el pecho de su hermana, quien había fruncido el ceño algo perturbada por lo del padre del niño. Se estremece y abraza mas a su hermana menor, alzándola y pasando los brazos por sus muslos para sostenerla mientras recorría su espalda con mimos lentos. Suspira molesta y besa la mejilla de la enana.

-Prometo que hablaré con los padres de Nathan, ¿si? Pero no vuelvas a golpear a nadie, al menos que este alguien te haga daño físico... ¿Promesa de garrita?-Sonríe de lado, sacandole una sonrisa a su hermana mientras enlazan los meñiques. Abrochando el cinturón de Alice primero, manejó a su casa desde el club de basquet donde iba su hermana, sin mirar el cielo y el asomo de luna que comenzaba a notarse. Al llegar, hizo la comida y mandó a su hermana a dormir luego de cenar. Caminó a su cuarto y cerró los ojos, pensando en que haría con Nathan hasta caer dormida sin notarlo.

[...]

Emma despertó en mitad de una calle poco concurrida en alguna parte de la cuidad, rodeada de huesos rodios y desnuda. Un poco atemorizada, miró al cielo notando que la luna se había ocultado y la boca le sabía a sangre. Había pasado otra vez, una vez más había perdido el control de su lobo y ahora estaba rodeada de carne humana, desnuda e indefensa. 

A esa hora de la noche todo era silencio y quietud. Unas pocas luces del alambrado publico junto con un numero contado de tiendas, iluminaban las calles. Algunos turistas, unos pocos borrachos y un puñado de empresarios eran toda la gente que a esa hora circulaban las calles. Por la avenida venian muy pocos carros y cada uno estaba distanciado por un lapso elevado de tiempo del siguiente, en resumen virtualmente todo estaba desierto. Lo unico que abundaba eran los animales callejeros que aprovechaban esas horas para recorrer con mayor libertad la ciudad pero entre ellos se veia algo muy extraño.

Ignorando las miradas de los pocos sobrios, un hombre descalzo y vestido unicamente con un pantalon casi en harapos, avanzaba en medio de la via. Las pocas luces alcanzaban a iluminar su cuerpo pero no lo suficiente para dejar ver lo que bañaba su piel. Parte de su rostro estaba mojado con la sangre de la mujer que fue su cena mientras que ambas manos goteaban sangre mas fresca, aun tibia de dos delicuentes que trataron de robarlo.

-Supongo que deberia restringirme un poco...-levanto su mano, pasando la punta de su lengua sobre el dorso.- Su sangre es asquerosa...que bueno que no me los comi...

Una vez mas bajo la mano, dejando a su espalda la zona con gente y pasando a la zona mas normal donde solo habian casas e incluso una escuela. Tal como hizo en la zona comercial, olfateo un poco el aire de los suburbios, tomando un aroma muy tenue pero interesante.

-Ok...sigue quieta y dare contigo....

Bufó con exasperación, escaneando con la mirada los comercios de la calle en la que se encontraba. Estaba desnuda y cubierta de sangre, si alguien pasaba por ahí iba a estar en problemas no solo con los Volturi, sino también con la prensa. Podía verlo en su mente, el siguiente titular, "La nueva estrella de la gran pantalla, desnuda y devela su nueva dieta.. ¡HUMANOS!". Casi, casi, le causaba gracia pensarlo. Es decir, se imaginaba a los pequeños siendo alejados por sus madres por temor de que los coma  y una carcajada se le escapaba por la ironía.

Encontró lo que buscaba y se quitó un brazo del regazo para luego avanzar dejando un gran charco de sangre tras ella. Con la parte humana que aun tenia en la mano, destrozó el cristal de la puerta de un local, abriendose paso entre los cristales desparramados por el suelo. Olfateó dentro de la tienda, arrugando la nariz por el olor a sexo fresco que provenía de una habitación en la parte trasera, y optó por solo buscar ropa y largarse. Deslizó los dedos por el colgador, tocando cada prenda antes de sacar dos al tiro evaluandolas. Arruga la nariz y las tira por la puerta.

-Deberían ir presos por mal gusto..-murmuró con un estremesimiento antes de rendirse e ir al otro perchero. Oye una voz aproximarse y jadea. La pareja. 

Los suburbios estaban sumidos en una extraña calma. Era el final de la semana, el momento en que la gente salia toda la noche a festejar, liberar estress y demas pero ese dia todo estaba quieto. Su deseo habia sido asustar mas que asesinar a los borrachos pero al parecer la gente sabia que la muerte rondaba sus calles y mantenian a los jovenes en casa, lejos de sus garras. En realidad ya no le interesaba mucho aterrorizar humanos, otra situacion habia tomado su atencion, un giro interesante en la trama de esa noche. Limpiar la sangre no estaba en sus planes pero el clima se confabulo para ponerlo mas presentable cuando una densa lluvia empezo a caer sobre la ciudad, empapando su cuerpo en segundos. Paso a paso un rio carmesi corria a sus pies, cada vez menos denso hasta que solo agua pura mezclada con algo de tierra quedaba como rastro de sus pasos.

-Limpio o algo asi...-quito la tierra de su piel, siguiendo las distintas calles hasta que volvio de nuevo a la zona comercial.

La lluvia adormecia un poco su nariz pero aun asi era capaz de sentir parte de una matanza en el aire. La sangre, el miedo, la euforia de la carne, el ambiente estaba cargado por esas hermosas emociones. Tras el rastro marcho, encontrando retazos de varios cuerpos junto a un rastro de sangre casi borrado por la lluvia que lo llevo a una tienda departamental.

-Ropa...-entro por la puerta, rompiendo los cables de la alarma con un cuchillo en la pretina de su pantalon. Escuchaba las voces de dos personas, hablaban muy aprisa como si desearan ya salir de ese sitio pero jamas lo harian. Tras el relampagos caian en la ciudad, iluminando la tienda con destellos blancos hasta que finalmente uno causo un fallo electrico. No tenia idea cuando era capaz de ver su semejante pero continuo hasta llegar a la puerta trasera.

-Este no es lugar para esas cosas...-miro a las dos personas a medio vestir.- Ustedes se iran calladitos...no contaran a nadie que vieron a un hombre entrar aqui...si alguien pregunta fue un robo pero no vieron a el ladron...-acaricio el contorno del rostro de la mujer.- En especial tu...seria una lastima deformar tus facciones...no lo crees? -corto un poco su mejilla, lamiendo la sangre.- Ahora....largo!!!

Abrio otra puerta en ese mismo cuarto, lanzando a los humanos al callejon empapado. Les dedico una ultima sonrisa acompañada de una mirada espeluznante, cerrando luego la puerta. Giro sobre sus pasos. mas mojado que antes por el agua que salpico cuando abrio la puerta, caminando muy tranquilo en medio de las sombras.

-Hola....-levanto su mano, apareciendo en medio del oscuro almacen cuando un relampago ilumino su cuerpo por detras y un rayo de luna mojo su rostro prendiendo sus ojos salvajes y sus caninos, sedientos de sangre.

Iban a atraparla, estaba segura de ello. La pareja saldría del deposito y la reconocería, sacarían fotos y la llevarían presa. Pasaría las noches en una inmunda sala con gente a la que podría asesinar en segundos una noche de luna llena, su hermanita quedaría sola, desprotegida. No, no, no. Eso no podía pasar, Emma había hecho una promesa a su hermana y a su padre, tenía que hacer algo. Miró el lugar y se alejó un poco mas de la puerta, adentrándose en la oscuridad al ver una figura entrar. Parpadeó, notando el aroma a sangre que llevaba prendido y la esencia a muerte con humanidad combinadas. Sin poder evitar una ligera risita al ver a la pareja huir del hombre, cogió un sobretodo negro del montón y cerró los botones sin dejar de mirar el proceder del hombre lobo.

Dedico a el una mirada analítica, hilando un prospecto de hombre al instante. Al ver sus ojos brillar y sus largos caninos, su loba interna gruñó gustosa haciendo que ruede los ojos y, sin responder al saludo mas que con un asentimiento, pasara por su lado indiferente para detenerse frente a la puerta. 

-Deberías ser más cauto, el niño aquel es hijo del embajador. Un vampiro fotosensible.-Dejó caer la advertencia con voz suave pero fría al fin y al cabo. Sintió la luna llenarla y rugió gustosa a la misma, cambiando sus ojos a un dorado brillante y liquido junto a sus caninos antes de ocultarse. Volteó al hombre y tendió la mano en su dirección. 

-Tu daga. Ahora.