Fresa rellena con crema blanca {Britney +18 formalizado}

Britney le había quitado la camisa, él había intentado detenerla como muchacho responsable que estaba intentando ser pero sus propios deseos le traicionaron. Ella quería hacerlo en ese momento y en ese preciso lugar y él no la iba a dejar por segunda vez con un calentón. Ni siquiera pensó en que no tenía condones o lo que pudiera pasar él sólo tenía dos cosas en mente; darle lo que deseaba sin matarla en el intento. Luego de un tiempo que a Alexander le pareció interminable, por fin tendría a Britney. El pelinegro caminó hacia ella tras cerrar la puerta de la biblioteca, ella se encontraba recostada sobre un escritorio de madera. Se aproximó comenzando a besarla con deseo, sus manos recorrían gustosas la piel de la fémina por dentro y fuera de la tela. En pocos segundos se había deshecho de su camisa y observaba los pechos de Britney como manzanitas por primera vez, hacía poco menos de cuatro meses se hubiera buscado una mujer con pecho exuberantes de la plástico pero a como iban las cosas, todo en ella le parecía simplemente perfecto.

Acostada sobre el escritorio en ropa interior se veía apetecible, le lamió el labio superior, deseoso y no dudo un segundo en comenzar a besar su cuello, daba leves mordisquitos, lamía y succionaba para poder hacerle su marquita personal en la piel blanca de la mestiza. El pelinegro acariciaba sus costados con delicadeza como si se tratara de una reliquia a la cual debe cuidar sus besos fueron bajando por el abdomen de ella y no tardó más de unos segundos en retirar su brasier también. Alexander comenzó a lamer la aureola del pezón derecho de Britney sin tocar el centro para que el contraste de temperatura fuera más placentero; con una mano pellizcaba su otro pezón y con la otra acariciaba su bajo vientre.

Ese dia habia sido un dia lleno de emociones, mi mama habia conocido a mi novio y habia visto por primera vez a mi tio take despues de su supuesta muerte. Estaba segura que ese dia no acabaria sin una emoción mucho mas fuerte por que desde hacia unos dias mi cuerpo deseaba estar entre las manos de Alexander. Cuando la casa de quedó vacia, gracias a que heather se habia llevado a ginny a su casa y barbie estaba perdida, me habia quedado sola con mi Alex. Le hice una seña con la cabeza de que me siguiera, subí hasta la biblioteca y entré dejando la puerta abierta para que entrara. Me recargué en el escritorio y me cruzé de brazos mirandolo con lujuria. Entró y al darse cuenta de mi "mood" cerró la puerta y no tardo mas de un segundo en estar cerca de mi.

Comenzé a besarlo, no era un beso cualquiera, era un beso intenso, caluroso lleno de pasión y deseo. El solo hecho de tener sus labios sobre los mios y sus manos en mi cadera me hacian estremecer, hacian que una corriente recorriera mi espalda dejando mi piel erizada a su paso. Me senté sobre el escritorio jalandolo hacia mi. Coloqué mis manos sobre sus hombros y mis besos bajaron a su cuello. Tenia miedo de provocarlo de más y que mi primera vez fuera un desastre mortal.

Decidí que el que no arriesgaba no ganaba asi que era jugarme todo por el todo. Rodeé su cadera con mis piernas acercando mi intimidad a la de el, por sobre la ropa. Estaba segura que podria sentir el calor sobre su hombria.

Mis manos pasaron de estar sobre sus hombros a colocarse en los primeros botones de su camisa, comenzaron a desbotonarlos hasta dejarlo semidesnudo frente a mi. Sonreí y dejé que exploraran su torso, ese torso tan bien marcado que tanto me gustaba. A consecuencia de mi jugada sus manos comenzaron a retirar mi blusa hasta mostrar mis sostén y mis pechos debajo de este. Sentí mi sangre subir a mi rostro y un calor apoderarse de mis mejillas, estaba sonrojada y con el corazón acelerado.

Me recostó sobre el escritorio y solo pude escuchar un golpe hueco de unos libros caer al suelo. Estaba cuidando su peso para no aplastarme pues podia sentir su piel mas no su peso sobre mi. Me despojó del sostén sin separar sus labios de los mios durante el movimiento. Una corriente de aire fresco se deslizó por mis pechos haciendo que mis pezones se endurecieran bajo el toque de sus manos.

Las sensaciones en mi cuerpo se hacian cada vez mas intensas, a medida que sus besos bajaban mas me humedecia. Enredé mis dedos en su cabello cuando su lengua se posó sobre mis pezones. Comenzó a excitarme y vaya que lo estaba logrando. Estaba muy humeda a consecuencia de sus caricias. -Alex....- el primer gemido escapó de mis labios. Subí mis piernas y las dejé recargadas en su costado casi dejandolo inmovil a nivel de mis pechos. No queria que se detuviera, me gustaba demasiado sentir esas caricias en mis pechos. Mis ojos se cerraron y me dejé envolver por ese placer que estaba experimentando por primera vez al lado de la persona que amaba con locura.

La sola idea de tener a aquella tan preciada mujer en sus brazos le hacía estremecer por el deseo pero sabía que su sangre era el más poderoso afrodisíaco y también aquello que marcaba la diferencia entre la vida y la muerte. Alexander no estaba precisamente muy seguro de ello pero ahora que lo pensaba con lógica quizás encontrase consuelo en los fluidos naturales de la Srta Bathory. Alexander en sus años de sexo sin compromiso jamás se había detenido siquiera a especular sobre la virginidad de una victima u otra, de todas formas si no moría en el coito iba a morir tras el orgasmo. En esta ocasión podía sentirse como un virgen desorientado al contacto de una mujer ardiente, porque no importaba si había nacido hacía poco y ahora era una clase de lolita, Britney no era una niñita. Ambos sabían eso.

Las manos de Brit causaban un ligero sentimiento de inocencia en el vampiro. Las mujeres con las que había estado eran del todo tímidas o todas unas fieras; ella no parecía ninguna de las dos en ese preciso momento, su interés era más pasional que sexual y aquello le hacía sentir encantado. Los vellos de su nuca y brazos no abandonaban su posición, al contrario con cada beso y roce de sus entrepiernas -parecían hacerse más constantes- se erguían descontrolados. Y cuando por fin pensaba que el escalofrío iba a cesar se volvía a intensificar, una espiral inacabable de excitación se acrecentaba en sus pantalones.

Hubiera sido perfecto tener una canción ridícula de fondo y que hubiera sido su canción pero en aquellos momentos la única melodía que Alexander podía percibir era la de su corazón. Un tamborileo incesante y ansioso que desperaba en Alaxander su instinto masculino, tomar a la mujer, hacerla suya a como diera lugar. Y allí estaba ya, lamiendo y mordisqueando los pezones de Britney, con una ternura que ni siquiera el sabía que podía poseer. Cambio el pecho de un momento a otro, rozando el pezón a penas con la punta, intentando hacerla sufrir. En pocos segundos la lengua de Alexander descendía a través de su abdomen, jugaba levemente con el elástico durante unos segundos y seguía su camino hacia abajo; arrodillándose frente al escritorio con las piernas de Britney aún sobre sus hombros. Una extraña forma de excitarla comenzando el oral por encima de la pero pasaron unos minutos y no pudo resistirse. Él tenía que saborear su entrada directamente y ella tenía que correrse, mojarse mucho para que él pudiera penetrarla sin querer quitarle la cabeza en un arrebato.

Sus besos desataban placer y deseo dentro de mí, lograban encender mi cuerpo y hacerlo reaccionar como nunca antes lo había hecho. El rozar de su lengua sobre mi pezón me hizo mojarme un poco, haciendo que un gemido escapara de nuevo de mis labios. Se apartó de mis pechos y comenzó a descender por mi vientre con su lengua sobre mi piel. Se detuvo hasta llegar al elástico de mi ropa interior y de ahí hasta mi centro. Su lengua se apoderó de mi intimidad, podía sentirá aun con mi panty puesta, sus movimientos hacían que me mojara cada vez mas.

Sentía como poco a poco me iba relajando mas, caía en sus brazos y no me molestaba hacerlo, mis piernas se detuvieron en sus hombros al sentir como se arrodillaba al final del escritorio. Me retiró la panty y se volvió a apoderar de mi intimidad con su lengua. Sumí mi vientre al sentir como me tocaba, mis piernas temblaban en sus hombros al tiempo que yo me volvía loca con las caricias, mi respiración se volvía más agitada y mi corazón se aceleraba más. –Mmmhmmmm….– gemí de nuevo al sentir como una ola de placer llegaba a mí. Contraje mi intimidad y me corrí en sus labios.

Desde joven disfrutaba las gracias que el sexo podía proporcionar a un hombre, siempre había sido un caballero, complaciente y sutil, sus habilidades para complacerlas solamente se habían intensificado con los años; no se había oxidado en ningún momento y no había forma de que aquello le aburriera. Menos aún cuando la mujer que estaba en sus brazos era nada más y nada menos que la única que había sido capaz, en 314 años, de conquistar su corazón, un corazón que parecía haberse sumido para siempre en la más infinita oscuridad. Alexander tomaba su mano para recordarse que no debía ceder en ningún momento a la tentación que suponía su sangre. Con la otra mano acariciaba la cadera de la fémina y subía con suavidad sobre su tersa acariciaba sus senos con una mano, le hubiera gustado usar las dos pero necesitaba saber que ella era especial. Necesitaba tener una especie de eslabón que le indicara como iban las cosas, que le arrastrara de vuelta si, por alguna razón, perdía el sentido de orientación en sus actos. El olor, se había corrido era el momento. Alexander se puso en pie, se bajó los boxers y dejó a la vista de la pequeña su gran "personalidad" con un curioso lunar, en un curioso lugar.
-Va a doler...-susurró mientras se posicionaba como en el kamasutra y rozaba a penas su entrada, con las piernas de ella a lo largo de su torso. Cogió aire y le tomó ambas manos, cerró los ojos y sin más que esperar le clavó la espada.

Estaba con la sensibilidad a flor de piel, cualquier roce de su piel con la mia me producia palcer. Cuando me corrí senti como mi interior se contria involuntariamente, me hacia jadear y arquear mi espalda disfrutando cada momento que duraba. No habia sentido que se puso de pie hasta que comenzó a rozar mi entrada. Mi piel se erizó y mis ojos se pocisionaron en los de él, escuché lo que me dijo pero no me importó queria ser suya. Se pocisionó entre mis piernas, las recargué en su torso y sentí como empezó a entrar, abriendose paso en mi centro.

Su entrada comenzó a doler un poco, y mas cuando entró por completo, me contraje y apreté su mano tratando de soportar el dolor. [color= #996699]-Ahh..ah..-[/colo] me quejé ahogada, pero el ligero movimiento de sus caderas hizo que el dolor desapareciera. Cerré mis ojos y me dejé llevar, era suya, era su mujer.

¡Gracias al cielo se había alimentado! Podía olerla, la cantidad de sangre que se produjo al romper su himen, ¡le estaba embriagando! El olor de su sangre pareció tomar posesión de la mente y cuerpo de Alexander durante segundos en los que, si no fuera por el apretón que sintió en su mano, le hubiera costado más que unas cuantas heridas a la pequeña Báthory. Alexander se obligó a controlarse, sintió sus encías adoloridas por el esfuerzo que constituía mantener dentro de sus fauces los colmillos cuando precisamente quería que no salieran. Un escalofrío se sintió en todo su cuerpo, incluso en su miembro erecto que comenzaba a entrar y salir con suavidad mientras que ella se acostumbraba. Sus caderas se verían en adelante ligeramente más anchas, muy poco para ser detectado por humanos pero en ese mismo instante él lo había percibido. Varias penetradas más tarde Alexander comenzaba a aumentar el ritmo haciéndolo cada vez más profundo mientras se dejaba llevar por otro tipo de olor, su olor natural, las feromonas de Britney junto a sus fluidos vaginales le habían capturado, alejando momentáneamente el deseo de tomar su sangre. No pudo más contra sus caninos y estos de deslizaron, alargándose hasta llegar a su punto máximo. De un momento a otro echó la cabeza hacia atrás, una de sus manos se soltó de Britney y se fijó bajo el escritorio como fuente de apoyo.
-Brit..-llegó a gemir en voz grave y masculina, mientras se mordía el labio inferior con tal fuerza que la ponzoña se deslizó garganta abajo, abrió los ojos y le dedicó una mirada cargada de lujuria-. Tus pezones son adorables.
Él y sus comentarios elocuentes y de un momento a otro ¡Gruñó! Gruñía de excitación y placer; gruñía de saberse el hombre más sensual de la tierra con la mujer más hermosa de todas; gruñó, marcando territorio sobre el cuerpo menudo de la Báthory.

Cada que entraba en mi me hacia quererlo más y más dentro, era una sensación increible y muy placentera. El dolor habia cesado ya, habia sido reemplazado por un placer puro que no se encontraba en otra parte. -Oh Alex....- dije extasiada y un ligero gemido se escapó de mis labios. Momentos después un gruñido se escapó de sus labios, era un gruñido de placer, no podia voltear a verlo, yo misma estaba disfrutando tanto de lo que sentia hasta sentia que viaja a otra dimensión. -Me vuelves loca- murmuré complacida, sus penetraciones no se habian detendio, sentí como el llegó al orgasmo dentro de mi no tuve tiempo de preocuparme en ese momento por que un segundo orgasmo me envolvió por completo.

Sentí nuevamente esas contracciones involuntarias en mi interior, aprisionando su mimebro dentro de mi con cada contraida. Estaba exhausta, era una de las pocas veces que sentia que me faltaba el aire. Pasé una mano por mis pechos y bajé mis piernas de su torso -maravilloso- dije con la respiración agitada. Sentia mis piernas temblar, debido a tanto placer que existia en mi cuerpo, logré sentarme en el escritorio, pasé una mano por mi cabello y luego lo miré -Ya soy tu mujer- dije con una sonrisa única. -Soy tuya...- revelé con mis mejillas teñidas de rojo, no por el agotamiento si no por estar sonrojada. Me bajé del escritorio y recogí su camisa la deslizé por mis brazos y luego recogí mis pantaletas, me las puse y lo miré. -Voy por una botella de vino y una bolsa de sangre- me acerqué a el y lo besé una vez mas antes de salir disparada de a biblioteca de mi casa.

Alexander se excitaba más conforme sus penetraciones se volvían placenteras para su mujer, le enloquecía saber que cabrían perfectamente en la cama y no reparó en nada más cuando el olor de sus fluidos impregnaron el aire. Sintió el éxtasis de la llegada recorrer cada centímetro de su piel y ahora que eran uno solo podía sentir tantas cosas, como si el vínculo que los unía se hubiera hecho más fuerte y macizo. Sus colmillos se contrajeron por completo una vez que había drenado y una ligera sensación de felicidad sacudió sus huesos. Aquel era un acto al que estaba tan acostumbrado y que, sin embargo, nunca le había aburrido pero aquella ocasión había sido diferente. Tan diferente que se sentía realizado, veía aquello como una victoria, sonriéndose complacido ante su propia tenacidad. Una vez más, al igual que en todas las otras oportunidades, Alexander Dupont demostraba que era capaz de hacer cualquier cosa que se propusiera; incluso llevar a una mujer a la cama sin matarla en el intento.
-Eres mía- respondió quedo, agitado por el esfuerzo que había supuesto el simple hecho de contenerse-. Brit..
Estuvo a punto de decir que la amaba pero ella se veía ten emocionada por su primera vez que simplemente no pudo detenerla, ya se lo diría luego. Alexander recogió el brasier de Britney dejándolo sobre el escritorio para levantar el pantalón y sacar de los bolsillos la cajetilla de cigarros y un pañuelo que siempre llevaba para aquellos momentos donde no habían servilletas. Tras asearse el pene, porque ni muerto se mancharía la ropa, se puso los boxers rápidamente y encendió un cigarrillo con su zippo. Nada más sensual, al menos para él, que el olor del tabaco mezclado con todos aquellos otros olores que segregaban los cuerpos humanoides. Intentó recostarse contra el escritorio pero a penas lo hizo este cedió desplomándose y no le quedó de otra que sentarse sobre la silla a esperar por Britney.

Habia sido maravilloso, una de las mejores experiencias de mi vida. Antes de irme a al cocina pasé por mi cuarto, entré al baño y me limpié de los residuos, tomé unas pantys limpias y me las puse, volví a colocarme la camisa de Alex, tenia su aroma y me gustaba la sensación de traer su camisa. Sonreí mientras salia del cuarto, ya no sentia dolor alguno habia cesado solo me sentia feliz por ser la mujer de Alex.

Al llegar a la cocina tomé una botella de vino, eran de las mejores que exisitian ya que mamá recibia muchos regalos de promotores, solo por ser una de las mujeres mas importantes en inglaterra. Tomé de paso dos copas y saqué del refrigerador una bolsa de sangre tenia entendido que a Alex le gustaba mesclarlo con el vino.

Cuano llegué a la biblioteca loo miré sentado sobre una silla y el escritorio hecho polvo a sus pies -Que pasó?- comenté con una risita nerviosa. Dejé la botella, las copas y la bolsa de sangre sobre una mesa que habia ahi y me recogí el cabello en una coleta alta. -Quieres?- comenté divertida mientras le servia la copa. Se la llevé y me senté en sus piernas lo abrazé y besé su oreja antes de darsela. -Te amo- le susurré bajito, mi corazón no dejaba de latir tan fuerte que era obvio que podia escucharlo. Me sonrojé y recargué mi mejilla en el hombro de él para quedarme en sus brazos el resto de la noche.