Girls night {Audrey LaFreve}

Habían pedido que posara para la cámara una vez más, esta vez me habían llevado a un carísimo Hotel de Hollywood. La habitación estaba llena de luces pero solamente un trípode. Sentí mi piel ceder bajo el corset vinotinto que me estaban colocando, miré mi reflejo y me di cuenta de que soy realmente hermosa. Todo éste tiempo había sentido un rencor inhumano hacia las personas que se veían felices con sus parejas cuando era yo la que había estado alejando de mi a todo el mundo pero había decidido que ya no más. Enterraría el pasado nuevamente, ya no habría nada más por lo que luchar más que conseguir mi propia felicidad. Terminaron de colocarme el corset y retoqué un poco mi cabello antes de salir del pequeño cubículo en que me habían dejado. Por fin me dieron la señal, me conduje hasta la cama revestida en seda y satén, esperando instrucciones... y fue cuando me enteré que esta vez no trabajaría sola.

Las paredes habían sido pintadas de un color durazno pastel, casi rayando el blanco, y el suelo había sido tapizado en un tono un poco más oscuro. La habitación constaba de un ventanal, más bien una vidriera movible, que daba a una pequeña terraza con vista a la gran manzana; las demás ventanas de la habitación poseían arcos ojivales. No era muy difícil saber qué nos había traído hasta aquí; aunque era bastante vanguardista esto de combinar viejos movimientos con la estructura moderna. Aunque en medio de todo, tenía su encanto. Ya que el hotel en cuestión tenía cierto aire a la típica arquitectura gótica, por esa razón el enfoque iba dirigido a ese lugar en especial. Harían una reseña, por lo que tenía entendido, para dar a conocer el nuevo aspecto tras una remodelación que había tardado al rededor de 3 meses. Ya que estábamos, porque ahora éramos dos, trabajando para mi revista, era de lo más normal que ya yo hubiera hablado con el fotógrafo. De hecho, le gustaba hacer tomas bastante sugestivas; jugaba con la luz, la sensualidad y la armonía. Y si le conocía tan bien como creía, seguramente haría que posáramos tanto en la cama como en las barandas de la terraza dando un ligero aspecto lésbico; aunque demasiado sutil para ser captado por un heterosexual promedio.
-Mi nombre es Althea Dalaras- me presenté ante la chica con marcado acento griego-. Espero te sientas a gusto trabajando conmigo.
Tenía esperanza de que la chica supiera al menos qué tipo de revista era esta aunque no era demasiado de esperar después de todo para eso estábamos: para demostrar confianza, belleza y sensualidad. Mujeres sin un ápice de temor hacia las cámaras y a que un centenar de hombres observaran sus curvas. O al menos yo no le temía a eso. Sin embargo, sabía que sería una larga velada...

#Partida abandonada.