It gets better {Shara Petrova}

Tenía mi casa en Londres, mi chico me había propuesto casamiento y, por si aquello fuera poco, mi vida había dando un gran vuelco. Habían brotado raíces en la tierra más seca y árida, un desierto colmado de las más preciosas fragancias y, en definitiva, la felicidad. Una felicidad de la más pura y jamás imaginable ¡Cuán arrepentida estaba de haberme querido suicidar! Miré por la ventana de la habitación del hotel y sentí un hueco en mi estómago, causado obviamente por mis nervios. A mis 21 años, incluso me había parecido haber vivido una eternidad como vampiro pues yo no había cambiado en absoluto y, en cambio, todos parecían avanzar al rededor de mi. Incluso aunque no lo hicieran realmente; las personas cambiaban, crecían y cierto señorito lo estaba haciendo muy bien. Me refería a Alexander, claramente; aquel chico, el que nunca permanecía con una mujer por más de una noche, ahora tenía una hija y una pareja completamente estable. Al principio no quise creerlo, por celos, pero ahora simplemente me alegraba -por ella desde luego-.

Con todo lo que estaba sucediendo, no podía quedarme quieta, aproveché mis horas libres tras la sesión fotográfica en Los Ángeles para ir a caminar. No era la primera vez que iba y eso solamente lo hacía más interesante, caminé por la ciudad y encontré un centro comercial. En la entrada había una humana repartiendo folletos de viajes y esas cosas, me pareció buena idea echarles un vistazo, quizás encontrase un buen lugar para mi boda.

Era consciente de las miradas ajenas sobre mi piel nívea, mis cabellos lilas y mis ojos rojos. Sí, rojos, porque con las lentillas azules daban un aspecto equívoco que nunca sería posible sin embargo aquello no me deprimió, estaba segura de que, en poco tiempo, mis ojos tonarían de al dorado de Atenhea Kotrakis. Me mordí el labio inferior, regocijándome por dentro pues desde que estaba con Drake, él había sido la cuerda que tirase de mi mientras aprendía a controlarme. Lo mejor de todo era que, en poco tiempo, me había enseñado a mí misma a no enloquecer ante los olores, como decirlo, tentadores. Y claro que también había recibido ayuda de Anthea, mi demonio interior; demonio, porque al parecer era bastante cruel si se lo proponía, todo lo contrario a mi. No, las dos éramos yo, pero Anthea era la antítesis de Althea. Alejé esos pensamientos y finalmente llegué donde la chica, notando que definitivamente no era humana... era.. era ... ¿una híbrida? ¿realmente era una híbrida? ¡Tenía que decirle que no estuviera allí! -Oh, vamos... no puedes ser tan estúpida. No irás a salvar a una impura luego de que casi te matan, mira que no eres tú quien soporta los golpes- exclamó Anthea en mi interior, apreté la mandíbula y la eché de mi consciente. Era mejor cuando no la conocía...
-Am... Folleto... Claro... -tomé el papel, titubeante, y lo miré con algo de nerviosismo-. Creo que... no deberíamos estar aquí... - mi voz era baja y para nada audible por el oído humano.

Estuve a punto de protestar por su forma de cubrir la boca y luego recordé al chico éste, el que iba con Helene; aquel chico se estaba convirtiendo en una bestia aterradora de ojos raros. Muy raros. No me gustó la idea de arriesgarme de ese modo, no es como si la híbrida no pudiera quitarme la cabeza allí mismo así que suspiré mientras negaba. Estaba claro que no iba a decir nada, después de todo ya yo era un blanco fácil para los Volturi, para Jerome... sobretodo para Jerome, sea como fuere, metí el folleto dentro de mi cartera y le hice un gesto para que fuera un poco más discreta ya que habían humanos cerca y si decía cosas indebidas en un tono descuidado podría ocasionar problemas.
-Tranquila... no te voy a delatar.... total, con seguridad eres más fuerte que yo... Los de tu especie, quiero decir...- desde luego, que la experiencia y habilidad de combate de cada uno eran esenciales en esto. Yo no sabía pero al menos Anthea sí. Miré a ambos lados, cerciorándome que no hubieran rastros del enemigo por ahí y susurré nuevamente-. No deberías andar en público, te pueden rastrear fácilmente...
Tomé su mano y comencé a correr con ella lejos de allí, para darnos a la fuga sin que los Vulturi nos vieran.

#Partida abandonada por inactividad.