moda terra, terra di storia (Sulpicia)

La rubia últimamente tenia mil cosas que pensar y mas que de negocios intentaba descifrar que era lo mejor para su vida eterna, no es que buscara a su alma gemela o algo parecido mas bien intentaba divertirse siempre a donde iba e intentaba darse los gustos que cuando era humana se le habían negado. Por ahora su gusto era viajar a Milán, lo conocía porque el año pasado había tenido que viajar ahí para matar a dos híbridos… y que híbridos, su sangre le había traído muy buenas ganancias, no sabia el motivo por el cual vampiros se volvían adictos a la sangre de hibrido y no pensaba averiguarlo, no le apetecía probar aquella asquerosa sangre.

A este viaje había decidido ir sola, no quería a los dos hombres que siempre la acompañaban, prefería esta vez tomar un viaje solo para ella, un viaje donde pudiera encontrar aparte de diversión algo sobre la historia de ella que no recordaba. Desde hace un par de semanas su investigación acerca de su convertidor la había llevado hasta Milán pero no había querido viajar porque tenia miedo de lo que podía encontrar ahí. Era suficiente tiempo el que había tomado para animarse a viajar y ahora que lo había hecho estaba decidida a llegar al fondo de todo y descubrir porque rayos era que no recordaba nada de lo que había pasado aquella noche y porque rayos la había dejado sola ¿acaso había sido un error?

La noche por fin había llegado y ella quería tomar un poco de aire para pensar para aclarar ideas. Caminaba lentamente con la mente perdida, ya se había alimentado anteriormente así que ignoraba a los pocos humanos que aun quedaban en las calles, lo que por ahora llamaba su atención era el olor de otro vampiro. Era sumamente extraño encontrarse a un ser inmortal y por ahora ella en dos de sus viajes se había encontrado con uno ¿acaso tenia suerte o se trataba de mala suerte? … no lo sabia pero pensaba averiguarlo muy pronto.

Desde su transformación Larissa vivía preguntándose ¿porque la habían transformado a ella?, ¿Porque su convertidor no se había quedado con ella?, e infinidad de preguntas mas que no podía contestar. Cuando había descubierto que jamas podía volver a estar bajo la luz del sol pensaba que se trataba de algún castigo divino o algo por el estilo, fue hasta después de algunos meses que descubrió que la habían transformado en un ser de las sombras, en un vampiro sediento de sangre humana, incapaz de controlarse una vez que iniciaba. En busca de las respuestas de todas o al menos de algunas preguntas había sido su viaje a Milan.

Después de percibir el aroma de otro vampiro decidió que lo mejor era seguir ese aroma y descubrir de quien se trataba, no tardo mucho en estar a algunos metros de ese vampiro. Era una mujer de altura media con cabello castaño casi oscuro y muy hermosa, sus ojos eran color negro pero a pocos minutos se dio cuenta que se trataba de lentes de contacto. No quiso prestarle mucha atención al collar que llevaba en su cuello pero lo hizo, se trataba de una Volturi... "vaya" pensó la rubia pues nunca había estado frente a un Volturi por mas que hubiera escuchado de ellos. Dio un paso hacia ella y se percato que no venia sola, había otros dos a una distancia considerable, había de dos opciones: 1. se trataba de alguien importante o 2. estaban en una misión importante y ella quería averiguar de cual de las dos opciones se trataba.

Era completamente una estupidez viajar hasta Milán en busca de respuestas pues ni sabia por donde empezar, no sabia si ir directo a la dirección que le habían dado o mandar a ciertos contactos para que se informaran sobre el nombre de su creador, no sabia sinceramente pero por ahora lo mas importante era darse cuenta que estaba en un lugar rodeada de humanos y tres vampiros, no cualquier vampiros, supuestamente los vampiros mas sádicos que había en el planeta tierra, aunque ella conocía un par de sádicos que se preguntaba porque era que no tenían el titulo de los mas sádicos. Aquella mujer la saludo en italiano y ella se limito a sonreír un poco, a su vez viendo como los otros dos se acercaban de manera sobreprotectora, como perros cuidando a su amo y fue ahí cuando descubrió que se trataba de una de la realeza, sabia a la perfección que la hermana de Aro estaba muerta así que no seria la mujer de Marcus, entonces se trataba de Athenadora o Sulpicia. Por su trabajo la chica sabia sacar buenas inferencias con los datos que tenia de la persona, animal, cosa o monstruo.

-Buenas- Dijo la chica casi en murmuro, no le apetecía hablar en italiano y sabia a la perfección que al igual que ella aquella mujer sabia hablar *ingles. Larissa siempre se había caracterizado por su hipocresía, pues todos la subestimaban, pensaban que era una blanca palomita porque la mayoría del tiempo se la pasaba fingiendo haciéndose pasar por una inocente y ahora no seria la excepción, hizo una pequeña reverencia a la dama –Mi señora…- sonrió de lado a la vez que veía a los otros dos con cara de burla. Seguía sin entender como podría haber vampiros dispuestos a servirles como perros a otros, era impresionante pero por ahora no le apetecía ponerse a pensar estupideces, estaba frente a tres vampiros con buenos años de experiencia que podrían matarla en un abrir y cerrar de ojos pero había algo a su favor, a ellos no les gustaba ponerse en evidencia y estaban absolutamente rodeados por humanos.