Mirando la luna(Lorena )

Estaba solo en volterra. No tenia amigos mas que Alec y jane que los conocía hace siglos necesitaba, pensar estaba así que con mis ropas nobles y con mis anti-faz mire a la luna queria pensar en quien era el maestro, que me sedujo y luego me mordio para transformarme en lo que soy. Estaba perdido en mis pensamientos cuando siento un enfluvio vulturi pense que era ese hombre que me transformo segia mirando la luna esperando que el vampiro se revelara.

Los días pasaban sin mucha novedad. Desde que los inútiles Rumanos tendieron aquella trampa normal a los Volturi estos se habían dedicado a la caza de híbridos. ¡Qué bien se sentía estar en casa! Aunque ahora volvían a tener otras obligaciones. Cada día el número de cuadrúpedos apestosos se intensificaba al igual que el número de híbridos salvajes parecía no descender demasiado, los vampiros comenzaban a aliarse con estos seres. Alianzas que desde luego suponían una amenaza para la corona y la estabilidad del mundo sobrenatural. Debíamos eliminarlos a todos. -¿Qué te trae por aquí, foráneo?- preguntó desconfiada mientras le escrutaba con la mirada, sus labios se curvaron ligeramente en una espeluznante sonrisita.

Senti el aroma de una vampira. De una vulturi me di media vuelta tome su mano y la bese con ternura ella en el fondo era una dama y sabia que a las damas. Se les trataba con el petalo de una rosa, Una vez que le bese la mano le dije a la chica-Soy alexander amigo de Alec y vine aqui a buscar mi pasado un maestro me transformo y quiero saver que maestro fue.-Me quite la mascara queria que viera mi rostro se que no me esta permitido pero nesecitaba hablar con alguien aunque sea esta vulturi espere su respuesta o su reaccion.

Como todas las noches Lorena estaba de guardia, caminando serenamente en pasos tan silenciosos como la caída de un alfiler sobre su almohadilla pero a pesar de saberse un clan odiado la velocidad de su paso no se vio comprometida en ningún aspecto. De este modo ella se acercó al extraño y su voz fue tan gélida como siempre a pesar de su frágil imagen. Los mirada de Lorena se llenó de furia contenida cuando aquel esperpento oso a tocar con sus cochinas manos las de ella, un gruñido bajo fue proferido desde su garganta aunque mantuvo la calma. -¿Amigo?- soltó ella con diversión mientras se relamía los labios-, ¡Ja! Semejante estupidez. La amistad no existe; no es más que una alianza para los débiles mentales.
No obstante, Lorena no se movió ni un solo centímetro ya que las excusas baratas de aquel mísero inmortal le eran indiferentes pero aquello de la amistad, aquello sí que le había dado gracia.