En terreno enemigo -Sulpicia-

7.12 pm
Mi mirada se posaba en la plaza de San Marco, observando a los humanos que por ahí transitaban tan tranquilamente, sin ser conscientes del peligro que corrían cada noche; aunque era bien sabido por todos que los únicos humanos seguros eran los residentes de Volterra, pues teníamos una regla que cumplíamos al pie de la letra: No cazar a los alrededores del castillo para no levantar sospechas.
Era esa la razón por la que teníamos a Heidi, para que fuera ella quien sirviera de carnada y nos trajera una larga fila de turistas que saciarían nuestra sed, de este modo nadie en Italia los extrañaría, al fin y al cabo todos eran extranjeros.

El sol acababa de esconderse, las estrellas comenzaban a inundar el cielo y la luz de la luna comenzaba a iluminar la antigua ciudad.
Me di la vuelta y tomé mi bolso… esa noche iba a salir a caminar como si fuera cualquier mortal. Era mi ciudad, nos pertenecía a nosotros, así que no veía un buen motivo para no disfrutar de ella como lo hacían todos los humanos.

Caminé por los pasillos mientras mis dos guardias personales me seguían los talones. No necesitaba explicarles nada, de todas maneras ellos iban a estar a mis espaldas sin importar cual fuera mi destino, así que solo me limité a recordarles que no los quería demasiado cerca de mi.
Cuando por fin estuve fuera comencé a caminar por la plaza sin prestar demasiada atención a los mortales que pasaban a mi lado… hasta que un extraño aroma me inundo por completo… un aroma para nada agradable. Un lobo.
La piel se me erizó ante la idea de estar cerca de uno de ellos, pero no me alejé, no era de mi agrado mostrar debilidad o temor, por lo que esperé a que se presentara.

Spoiler:

El aroma se intensificaba a medida que los segundos transcurrían, estaba segura de que no faltaría demasiado tiempo para toparme frente a frente con aquel licántropo que se paseaba por las calles de mi ciudad con total despreocupación. Me preguntaba qué era lo que lo traía por aquí, qué deseaba, qué buscaba, qué era lo que necesitaba como para arriesgarse y venir a Volterra a sabiendas de que mi cuñado Caius había mandado a acabar con los de su raza hacía unos cuantos siglos atrás.

Lo vi acercarse, tenía toda la pinta de un humano, pero yo bien sabía que no era un ser tan simple como los mortales que acudían a caminar por la plaza de San Marco aquella noche. Me limité a mirarlo con disimulo. No estaba asustada, primeramente porque nadie podía ser tan idiota como para intentar atacarme en mi propia ciudad, en la cual mi marido y sus hermanos eran los amos y señores, tenían guardias por todos lados para cuidar de nuestra seguridad. Y por otro lado, nunca me había gustado mostrar temor ante ninguna situación, aquello solo dejaba ver tu parte más débil, y eso era algo que no le dejaba conocer a cualquiera.

Se sentó a mi lado y entonces tuve que contener la respiración, pues el aroma que desprendía no me era para nada agradable. Estaba segura de que él pensaba lo mismo de mi olor.
Recargué mi espalda en el respaldo de la banca de madera con suma tranquilidad. Lo miré de reojo, sin inmutarme ante su presencia, y entonces una de mis sonrisas amables, pero no por ello sinceras, apareció en mi rostro.
- buonanotte - respondí a su saludo en italiano y fue entonces cuando lo miré directamente - Si me permite la pregunta, quisiera saber ¿Qué lo trae por Volterra? - mi voz sonó relajada y musical, amable, como de costumbre.