Burlesque (Lilianne J. Alcyone)

Nunca había salido a la ciudad desde que su maestro le había convertido en un vampiro. Todo era tan diferente, tampoco era muy amiga de esos lugares, pero suponía que si su maestro le había indicado que eran templos de sabiduría y además para obtener víctimas, ella tenía que obedecer.

Así que siguiendo la lista que llevaba en el nuevo móvil, entró a un bar que se llamaba Madame Jojo's. Interesante nombre para un burdel, pero ella no podía cuestionar las cosas. Tampoco entendía como le ayudaría un burdel a ser mejor vampiro, pero últimamente se había vuelto más común que no tuviera la menor idea de nada.

Busco la barra por que las películas le decían que en ese sitio se podía encontrar gente y beber algo. Al menos por un lado debía de empezar. Sin embargo, el aroma dulce de la sangre comenzó a hacer estragos en su garganta. Era más suculento que cualquier bebida que tuvieran en la barra, pero su maestro le había dicho sobre la necesidad de ser discreta en ese mundo.

Le llamó la atención un aroma particular, dulce...como el suyo ¡Otro de los suyos! Al menos no se sentía tan sola como se había pensado. Sin embargo, no podía confiar en nadie. Así que sigilosamente, o al menos lo que le pareció sigiloso, observó a la otra vampiresa que era igual o casi igual a ella.

De momento la que al parecer era una vampiresa se veía amable y sonriente. Eso era bueno, dado que el miedo se apoderaba de ella, aunque como su maestro le había indicado, no debía mostrarlo delante de otros vampiros. Era debilidad.

Aunque, siendo una criatura joven en medio de ese mundo que antes era tan discreto para ella, cualquiera con algo de experiencia se daría cuenta de que era lo que estaba pasando. Ella percibía muchas cosas incapaces de comprender por su cabeza. Hace poco, había sentido un aroma nauseabundo a perro mojado en un humano. Sin embargo, después se entero que existían seres inmortales más allá de los vampiros. Si apenas hace poco, una bruja le había hecho el primer tatuaje de su vida para resistir el brillo del sol. Y antes, las brujas, bueno, en la tele eran lindas, pero vaya...eran irreales.

Le sonrío y con toda sinceridad le dijo.-Si...-su timidez de nuevo le hacía estragos.-Nunca había venido a un burdel...-no sabía que estaba haciendo ahí, pero su maestro era su maestro, y una aprendiz no debe cuestionar sus métodos de enseñanza, se repetía mentalmente.-¿Qué tal? Soy Lilianne-de acuerdo, no parecía ni por encima lo más adecuado para decir en un lugar así, pero sinceramente ¿qué era lo más adecuado?