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Tu haces mi corazón acelerarse, tu eres mi kriptonita[Gabriel]
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Twilight Moon :: Europa :: Inglaterra
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Tu haces mi corazón acelerarse, tu eres mi kriptonita[Gabriel]
La muchacha llevaba un viaje tranquilo, había logrado conciliar el sueño hacia apenas dos horas y su cuerpo se puso alerta, oyendo ruidos indebidos en una turbina. Automáticamente se despertó alerta y miró a su alrededor desorientada. Pasados unos segundos cayó en cuenta que se encontraba en el vuelo camino a Inglaterra, volviendo de USA a donde la habían mandado para llenar documentos de la CIA. Nadie parecía haber notado las fallas en la turbina y eso la ponía más nerviosa aun. Puede que no sea humana y que sea inmortal, pero no le agradaba la idea de saltar de un avión, aún si podía sostener la respiración por un largo rato y caer tranquilamente al mar para nadar a la orilla.
Soltó un respingo al oír la voz de la azafata anunciar que el avión había tenido una avería y que el vuelo tardaría una hora más en aterrizar. Se acomodó en el asiento y volvió a ponerse los auriculares en las orejas, intentando que las voces de su mente se callaran por un rato con la lista de canciones que incluía desde Green Day hasta The beatles. Al cabo de unas diez tonadas y un rato con la mente viajando por los últimos acontecimientos de su vida, el muchacho que viajaba a su lado, le advirtió que la azafata estaba pidiendo que abrochen sus cinturones y se prepararan para aterrizar. Ella le dedicó una sonrisa de agradecimiento y se sacó los auriculares para luego abrochar el cinturón. Claro que esto no era más que una mera disimulación, ella podía haber nadado desde Inglaterra hasta Argentina y le hubiera llevado no mas de un día llegar. Aun así, su jefe y, ella misma, quería guardar las formas y que la vieran circular por el aeropuerto.
Pasaron unos minutos de aterrizaje fosado y, al tener éxito, todo el avión aplaudió. La muchacha rodó los ojos por la exageración y tomo su bolso, bajando del avión. Caminó sin la intervención de control alguno hasta un parque, cerca de la casa de Gabriel. Se sentó en un banco, como lo hacen los indios, y sacó la guitarra, comenzando a tocar una dulce melodía mientras divagaba.
Gabriel Huntelaar, aquel humano que había conquistado el corazón de la muchacha hibrida, que la aceptaba tal y cual era, le ofrecía su sangre y aceptaba la de la muchacha con gusto. Ese hombre que la seducía con cada respiración que daba, con cada latido y cada parpadeo. Aquel dulce efluvio que le era sumamente engatuzante y aquella mirada, tan dulce y atrevida a la vez. Todo en el la enamoraba, su simpleza y su cariño. La forma en que la amaba cada noche, como la protegía aun cuando ella era quien podía protegerlo. Y ahora, aquel muchacho con el que tropezó hace un tiempo en un parque y logró hacerla sonreír, le había expresado el deseo de hacerla la señora Huntelaar. Alysson aun no podía caer en cuenta de esto, estaba aterrada y feliz al mismo tiempo. Aterrada de un día despertar y que él se haya dado cuenta lo peligroso que era enamorarse de una hibrida, de volver a probar su sangre y casi matarlo como la ultima vez, miedo de perderlo ahora que su alma se había enlazado con la de él.
Soltó un respingo al oír la voz de la azafata anunciar que el avión había tenido una avería y que el vuelo tardaría una hora más en aterrizar. Se acomodó en el asiento y volvió a ponerse los auriculares en las orejas, intentando que las voces de su mente se callaran por un rato con la lista de canciones que incluía desde Green Day hasta The beatles. Al cabo de unas diez tonadas y un rato con la mente viajando por los últimos acontecimientos de su vida, el muchacho que viajaba a su lado, le advirtió que la azafata estaba pidiendo que abrochen sus cinturones y se prepararan para aterrizar. Ella le dedicó una sonrisa de agradecimiento y se sacó los auriculares para luego abrochar el cinturón. Claro que esto no era más que una mera disimulación, ella podía haber nadado desde Inglaterra hasta Argentina y le hubiera llevado no mas de un día llegar. Aun así, su jefe y, ella misma, quería guardar las formas y que la vieran circular por el aeropuerto.
Pasaron unos minutos de aterrizaje fosado y, al tener éxito, todo el avión aplaudió. La muchacha rodó los ojos por la exageración y tomo su bolso, bajando del avión. Caminó sin la intervención de control alguno hasta un parque, cerca de la casa de Gabriel. Se sentó en un banco, como lo hacen los indios, y sacó la guitarra, comenzando a tocar una dulce melodía mientras divagaba.
Gabriel Huntelaar, aquel humano que había conquistado el corazón de la muchacha hibrida, que la aceptaba tal y cual era, le ofrecía su sangre y aceptaba la de la muchacha con gusto. Ese hombre que la seducía con cada respiración que daba, con cada latido y cada parpadeo. Aquel dulce efluvio que le era sumamente engatuzante y aquella mirada, tan dulce y atrevida a la vez. Todo en el la enamoraba, su simpleza y su cariño. La forma en que la amaba cada noche, como la protegía aun cuando ella era quien podía protegerlo. Y ahora, aquel muchacho con el que tropezó hace un tiempo en un parque y logró hacerla sonreír, le había expresado el deseo de hacerla la señora Huntelaar. Alysson aun no podía caer en cuenta de esto, estaba aterrada y feliz al mismo tiempo. Aterrada de un día despertar y que él se haya dado cuenta lo peligroso que era enamorarse de una hibrida, de volver a probar su sangre y casi matarlo como la ultima vez, miedo de perderlo ahora que su alma se había enlazado con la de él.
Alysson E. Jointer- Mensajes : 64
Re: Tu haces mi corazón acelerarse, tu eres mi kriptonita[Gabriel]
El día entero se lo había pasado en el taller de su casa, revisando una y otra vez varias notas que tenía sobre los cazadores de su padre y de aquel grupo del cual él mismo había formado parte, aquel grupo que siempre cumplía las misiones al pie de la letra, pero por alguna extraña razón nunca mostraba los cuerpos de sus victimas, aquel grupo del cual ya sólo quedaban tres miembros, Gabriel y dos de sus mejores amigos, pero eso no era lo que más lo mantenía ocupado, pues se había mantenido en el taller esos días, para tratar de desviar su mente y así no extrañar tanto a aquella chica que había conocido de un modo un poco violento por así decirlo, pues desde esa tarde en la que chocara con ella, no había dejado de pensar en ella.
Sólo habían pasado unos días desde que se fue a una misión, pero el simple hecho de no verla lo entristecía, pues a pesar de desviar su mente igual la extrañaba y deseaba verla con todas las ganas del mundo, para abrazarla, besarla, pasear con ella, reír con ella. Una sonrisa se escapaba de sus labios justo cuando caía por encima vez en recuerdos con Alysson e inconscientemente de reía sentándose un momento al lado de la armadura en la cual trabajaba, hasta que un extraño pero agudo sonido, llamó su atención sacándolo de sus sueños, para volver a la realidad, era la alarma de su celular, la cual le avisaba que ella estaba por llegar.
Dejó todo como estaba, ni siquiera se inmuto a ordenar, sólo salió corriendo hacia el baño para tomar una ducha, cambiarse lo más rápido que podía, pues tenía en mente sorprenderla con una cena o algo esa tarde, lo había pensado toda la semana, pero claro sus pensamientos y sueños casi siempre lo sacaban de la realidad, al terminar de ducharse y cambiarse, bajó hacia la cocina, para terminar de preparar la cena, era uno de los platos que más le preparaba su madre y el que más le gustaba de todos, pues la última vez que lo había probado preparado por su novia simplemente lo había llevado al mismísimo edén con el sabor, dejó todo listo y preparo la mesa, para luego salir a dar una vuelta y esperar su llamada.
En su paseo pasó por una tienda en la cual un pequeño dije llamó su atención, así que se decidió a comprarlo, sin dejar de pensar en ella e imaginando como le quedaría, salió de la tienda con la cajita envuelta en papel de regalo, caminando de regreso a casa, cuando una melodiosa voz llamó su atención en ese momento y al voltearse allí estaba ella una enorme sonrisa se formo en sus labios, decidiendo luego acercarse por detrás de ella sin hacer el menor ruido y así colocar sus manos sobre sus ojos -te extrañe como no tienes idea…- se mantuvo así por unos segundos, hasta que soltó sus ojos y le posó un beso sobre sus labios -bienvenida mi amor- le sonrió ampliamente sentándose luego al lado de ella sin dejar de verla a los ojos, -ten, esto es para tí- pronunciaba en el preciso momento en que le entregaba la cajita envuelta y se acercaba para volver a besarla apasionadamente.
Sólo habían pasado unos días desde que se fue a una misión, pero el simple hecho de no verla lo entristecía, pues a pesar de desviar su mente igual la extrañaba y deseaba verla con todas las ganas del mundo, para abrazarla, besarla, pasear con ella, reír con ella. Una sonrisa se escapaba de sus labios justo cuando caía por encima vez en recuerdos con Alysson e inconscientemente de reía sentándose un momento al lado de la armadura en la cual trabajaba, hasta que un extraño pero agudo sonido, llamó su atención sacándolo de sus sueños, para volver a la realidad, era la alarma de su celular, la cual le avisaba que ella estaba por llegar.
Dejó todo como estaba, ni siquiera se inmuto a ordenar, sólo salió corriendo hacia el baño para tomar una ducha, cambiarse lo más rápido que podía, pues tenía en mente sorprenderla con una cena o algo esa tarde, lo había pensado toda la semana, pero claro sus pensamientos y sueños casi siempre lo sacaban de la realidad, al terminar de ducharse y cambiarse, bajó hacia la cocina, para terminar de preparar la cena, era uno de los platos que más le preparaba su madre y el que más le gustaba de todos, pues la última vez que lo había probado preparado por su novia simplemente lo había llevado al mismísimo edén con el sabor, dejó todo listo y preparo la mesa, para luego salir a dar una vuelta y esperar su llamada.
En su paseo pasó por una tienda en la cual un pequeño dije llamó su atención, así que se decidió a comprarlo, sin dejar de pensar en ella e imaginando como le quedaría, salió de la tienda con la cajita envuelta en papel de regalo, caminando de regreso a casa, cuando una melodiosa voz llamó su atención en ese momento y al voltearse allí estaba ella una enorme sonrisa se formo en sus labios, decidiendo luego acercarse por detrás de ella sin hacer el menor ruido y así colocar sus manos sobre sus ojos -te extrañe como no tienes idea…- se mantuvo así por unos segundos, hasta que soltó sus ojos y le posó un beso sobre sus labios -bienvenida mi amor- le sonrió ampliamente sentándose luego al lado de ella sin dejar de verla a los ojos, -ten, esto es para tí- pronunciaba en el preciso momento en que le entregaba la cajita envuelta y se acercaba para volver a besarla apasionadamente.
- Contenido de la cajita:
Gabriel Huntelaar- Mensajes : 32
Re: Tu haces mi corazón acelerarse, tu eres mi kriptonita[Gabriel]
Miró durante largo rato a los dos pequeños jugando en las atracciones del parque, sin descuidar la dulce melodía que producían sus dedos y sus cuerdas vocales, como se deslizaban por la resbaladilla soltando sonoras carcajadas y cayendo uno detrás del otro. Dos pequeños que no debían pasar de los cinco años,dos pequeñas gotas de agua, castaños y de rasgos claramente ingleses. Ambos se divertían sin importarles el mundo a su alrededor, sin dejar de sonreír y correr para deslizarse nuevamente.
Él padre de los infantes se había distraído oyendo las hermosas melodías que susurraba la dulce voz de Alysson, por lo que tardó en notar que se habían estado peleando. El señor, rápidamente, caminó hacia los gemelos, apartándolos con dulzura aunque con una nota de alarma y luego sonriendo de casi imperceptible cuando estos se escuzaron con que solo era un juego, que eran transformers.
Haciendo sonreír a la muchacha también, comenzó a recordar su corta infancia y por consecuente como extrañaba a su madre. Alysson no había tenido una infancia normal, la muchacha crecía en un año lo que un humano en tres años o más aun, aunque había sido feliz. Ella nunca necesitó más que a su madre para vivir y ser feliz, o eso creía. Claro que la figura paterna era importante, incluso en la infancia de un hibrido, pero su madre lo era todo. Era madre, padre y hermana. Le daba todo en el mundo, estuviera a su alcance o no. Le había enseñado lo que era, quien era y las distintas opciones de vida.
Le había demostrado que ella podía ser lo que quisiera, siempre que lo hiciera con pasión y compromiso. La había curado luego de que los cazadores le inyectaran Verbena por primera vez y le había enseñado a defenderse.Esa vampira de ojos dorados había sido su dios, su mundo, hasta que la enana rubia de ojos rubí la asesinó.
Parpadeó y sacó aquel tema de su mente, dejando que la música y los pensamientos sobre su novio la llenaran nuevamente. Sonrió al sentir el aroma dulce a vainilla con esencia humana acercarse, aunque no dejó de tocar y armonizar, dejando que la llene. Sintió las suaves y cálidas manos del hombre que1 tanto había extrañado en sus ojos, oyó el aterciopelado sonido de aquellas dulces palabras rozar su oído para luego sentir los labios ajenos sobre los propios, sonriendo mientras dejaba la guitarra de lado.
-Hola, mi príncipe-Logró pronunciar sin que la lengua le fallara, luego de, lo que se había sentido, tanto tiempo sin verlo o sentirlo e intentando no perderse en sus ojos infinitos. Su corazón comenzó a latir nerviosamente feliz por el hombre a su lado y la dulzura de su voz, sabiendo que eran dedicadas solo a ella.Tomó la cajita que él le tendía, algo sorprendida, abriéndola y viendo maravillada el hermoso collar.-No debiste, es hermoso...Casi como tu-Sonrió al sentir sus labios sobre los de ella nuevamente y rodeó el cuello del muchacho con los brazos, respondiendo el apasionado beso.
Oh dios, como había extrañado el calor y la suavidad de sus labios. Eran, literalmente, el paraíso para la fémina junto con el calor que emanaba su cuerpo. Acarició sus labios con los propios dulcemente, demostrando cuanto lo había extrañado y sumando gradualmente algo de pasión para demostrarle cuanto lo había necesitado. Al separarse, la muchacha estaba sentada en el regazo de su novio, reposando su frente sobre la de el con una sonrisa dulce en los labios-Te extrañé demasiado- Susurró con suavidad, perdiendose en los dulces ojos del humano, sintiendo sus alientos mezclarse y soltar pequeñas chispitas de gratificante electricidad.
Gabriel, la hacia volar increíblemente. A pesar de ser un príncipe, no era para nada lo que uno cree de ellos. Odiaba ser tratado diferente y, una de las cosas más bellas de esta pareja, es su primer encuentro. Un simple choque con una persona puede cambiar tu vida, Alysson se había enamorado sin saber quien era y ahora que lo sabia, no le importaba. Ella lo trataba de forma especial, si, pero no porque fuera el príncipe de Holanda, sino porque lo amaba. La hacia sentir especial con cada palabra pronunciada y con cada latido realizado, con cada mirada, con cada toque y con cada silencio.
Él padre de los infantes se había distraído oyendo las hermosas melodías que susurraba la dulce voz de Alysson, por lo que tardó en notar que se habían estado peleando. El señor, rápidamente, caminó hacia los gemelos, apartándolos con dulzura aunque con una nota de alarma y luego sonriendo de casi imperceptible cuando estos se escuzaron con que solo era un juego, que eran transformers.
Haciendo sonreír a la muchacha también, comenzó a recordar su corta infancia y por consecuente como extrañaba a su madre. Alysson no había tenido una infancia normal, la muchacha crecía en un año lo que un humano en tres años o más aun, aunque había sido feliz. Ella nunca necesitó más que a su madre para vivir y ser feliz, o eso creía. Claro que la figura paterna era importante, incluso en la infancia de un hibrido, pero su madre lo era todo. Era madre, padre y hermana. Le daba todo en el mundo, estuviera a su alcance o no. Le había enseñado lo que era, quien era y las distintas opciones de vida.
Le había demostrado que ella podía ser lo que quisiera, siempre que lo hiciera con pasión y compromiso. La había curado luego de que los cazadores le inyectaran Verbena por primera vez y le había enseñado a defenderse.Esa vampira de ojos dorados había sido su dios, su mundo, hasta que la enana rubia de ojos rubí la asesinó.
Parpadeó y sacó aquel tema de su mente, dejando que la música y los pensamientos sobre su novio la llenaran nuevamente. Sonrió al sentir el aroma dulce a vainilla con esencia humana acercarse, aunque no dejó de tocar y armonizar, dejando que la llene. Sintió las suaves y cálidas manos del hombre que1 tanto había extrañado en sus ojos, oyó el aterciopelado sonido de aquellas dulces palabras rozar su oído para luego sentir los labios ajenos sobre los propios, sonriendo mientras dejaba la guitarra de lado.
-Hola, mi príncipe-Logró pronunciar sin que la lengua le fallara, luego de, lo que se había sentido, tanto tiempo sin verlo o sentirlo e intentando no perderse en sus ojos infinitos. Su corazón comenzó a latir nerviosamente feliz por el hombre a su lado y la dulzura de su voz, sabiendo que eran dedicadas solo a ella.Tomó la cajita que él le tendía, algo sorprendida, abriéndola y viendo maravillada el hermoso collar.-No debiste, es hermoso...Casi como tu-Sonrió al sentir sus labios sobre los de ella nuevamente y rodeó el cuello del muchacho con los brazos, respondiendo el apasionado beso.
Oh dios, como había extrañado el calor y la suavidad de sus labios. Eran, literalmente, el paraíso para la fémina junto con el calor que emanaba su cuerpo. Acarició sus labios con los propios dulcemente, demostrando cuanto lo había extrañado y sumando gradualmente algo de pasión para demostrarle cuanto lo había necesitado. Al separarse, la muchacha estaba sentada en el regazo de su novio, reposando su frente sobre la de el con una sonrisa dulce en los labios-Te extrañé demasiado- Susurró con suavidad, perdiendose en los dulces ojos del humano, sintiendo sus alientos mezclarse y soltar pequeñas chispitas de gratificante electricidad.
Gabriel, la hacia volar increíblemente. A pesar de ser un príncipe, no era para nada lo que uno cree de ellos. Odiaba ser tratado diferente y, una de las cosas más bellas de esta pareja, es su primer encuentro. Un simple choque con una persona puede cambiar tu vida, Alysson se había enamorado sin saber quien era y ahora que lo sabia, no le importaba. Ella lo trataba de forma especial, si, pero no porque fuera el príncipe de Holanda, sino porque lo amaba. La hacia sentir especial con cada palabra pronunciada y con cada latido realizado, con cada mirada, con cada toque y con cada silencio.
Alysson E. Jointer- Mensajes : 64
Re: Tu haces mi corazón acelerarse, tu eres mi kriptonita[Gabriel]
Sus labios rozaban suavemente, ambos cuerpos parecían fundirse debido a esa cercanía que tenían, lentamente fue recorriendo su espalda con las manos hasta juntarlas en su cintura sin separar el beso aún, quería quedarse así por mucho tiempo, pues todo el que ella estuvo fuera de Inglaterra le pareció una eternidad, eternidad en la cual había estado lejos de ese ser tan especial que lo llenaba por completo, ese ser que con un abrupto pero cómico encuentro había logrado atrapar su corazón para ella, la amaba y no quería dejar de demostrárselo, sin importar el como siempre lo haría, separaron sus labios pero sus frentes quedaron juntas, logrando oír esas dulces palabras de ella, le robo un beso más sin desaparecer esa sonrisa que llevaba desde que la vio, sonrisa que se hacia eterna por tenerla a su lado.
Acarició suavemente su mejilla con el revés de sus dedos, contemplándola unos segundo sin agregar nada, perdiéndose en su profunda y hermosa mirada, que lo hipnotizaba enamorándolo cada vez más, cada segundo más que el anterior -me alegra que te gustase, no sabes lo feliz que me pone tenerte a mi lado otra vez- lo decía como si esos días que ella estuvo de viaje hubieran sido meses o años, a pesar de que solo fueran unos cuantos días, -déjame colocarte esto…- tomo el collar que le acababa de regalar y rodeando su cuello con sus manos se lo fue colocando quedándose viéndola en silencio nuevamente pero esbozando una enorme sonrisa en los labios -haces que luzca aún más reluciente- soltó una corta risita, llevando sus manos hasta las de ella -te amo- agregó antes de ponerse en pie y jalarla con él.
-Bueno esa no es la única sorpresa, preparé algunas cosillas más- rió nuevamente pero esta vez de una forma sospechosa, como si ocultase algo y tan sólo lo hacía para llenarla de intriga, -vamos…- pronuncio en tono suave tomando la maleta de ella, pero al jalarla noto lo pesada que estaba, enarcando una ceja al mirarla -¿acaso te trajiste al culpable aquí?- le bromeaba levantando la maleta y sosteniéndola con una mano por sobre su hombro -esta tarde será muy especial, ya lo verás- entrelazo sus dedos con los de ella emprendiendo el camino hacia casa, -y lo será aún más por que estás aquí- rozó sus labios nuevamente con los ajenos dejándole un corto pero dulce beso, para luego seguir con el camino hasta llegar a la casa, en donde les esperaba la cena ya preparada por él y unas sorpresas más que había ido preparando mentalmente mientras ella estuvo ausente.
Acarició suavemente su mejilla con el revés de sus dedos, contemplándola unos segundo sin agregar nada, perdiéndose en su profunda y hermosa mirada, que lo hipnotizaba enamorándolo cada vez más, cada segundo más que el anterior -me alegra que te gustase, no sabes lo feliz que me pone tenerte a mi lado otra vez- lo decía como si esos días que ella estuvo de viaje hubieran sido meses o años, a pesar de que solo fueran unos cuantos días, -déjame colocarte esto…- tomo el collar que le acababa de regalar y rodeando su cuello con sus manos se lo fue colocando quedándose viéndola en silencio nuevamente pero esbozando una enorme sonrisa en los labios -haces que luzca aún más reluciente- soltó una corta risita, llevando sus manos hasta las de ella -te amo- agregó antes de ponerse en pie y jalarla con él.
-Bueno esa no es la única sorpresa, preparé algunas cosillas más- rió nuevamente pero esta vez de una forma sospechosa, como si ocultase algo y tan sólo lo hacía para llenarla de intriga, -vamos…- pronuncio en tono suave tomando la maleta de ella, pero al jalarla noto lo pesada que estaba, enarcando una ceja al mirarla -¿acaso te trajiste al culpable aquí?- le bromeaba levantando la maleta y sosteniéndola con una mano por sobre su hombro -esta tarde será muy especial, ya lo verás- entrelazo sus dedos con los de ella emprendiendo el camino hacia casa, -y lo será aún más por que estás aquí- rozó sus labios nuevamente con los ajenos dejándole un corto pero dulce beso, para luego seguir con el camino hasta llegar a la casa, en donde les esperaba la cena ya preparada por él y unas sorpresas más que había ido preparando mentalmente mientras ella estuvo ausente.
Gabriel Huntelaar- Mensajes : 32
Re: Tu haces mi corazón acelerarse, tu eres mi kriptonita[Gabriel]
El tacto de sus manos a través de la fina tela de la camiseta que llevaba la muchacha, se sentía celestial, tranquilizador y sumamente curador. Cualquier preocupación que Aly había tenido hasta el momento, desaparecía entumecida gracias a la compañía del humano, dejando una estela apenas de percepción. Sin poder evitar una tonta risita al sentir aquel beso ilícito, robado con total legalidad, abrió levemente los ojos, observando a su novio entre las finas pestañas, y notó la hermosa sonrisa que formaban sus curvados labios, la sonrisa que había tocado su corazón el primer día que lo vio, comenzando a conquistarla sin siquiera comentar más que una disculpa.
Ciertamente, aquella frase, sonaba como si millares de años hubieran pasado desde que se fue, tan solo siete días atrás, a Estados Unidos y la hubiera extrañado como si todo ese tiempo no hubieran hablado por celular o mensaje como, de hecho, vivieron haciendo hasta dormir. Sin el, Alysson se sentía vacía, aburrida y sola, durante aquellos días solo pudo pensar en él, en su mirada, en su electrizante tacto, en la amorosa pero no menos apasionada manera en que le hacia el amor uniéndose así ambos y formando uno. Su aterciopelada voz le había hecho compañía en sueños, hermosos sueños donde se conocían en una época mucho más antigua y vivían eternamente juntos.
Sonrojada, besó sus labios cuando el muchacho mencionó el brillo del precioso cristal azulado agregando un alago hacia su persona, atento y dulce como siempre. -Y yo a ti, mucho, mucho-Melosea, rozando sus narices dulcemente. Es increíble como Gabriel lograba volverla una mujer dulce, melosa y tierna con solo su cariño, siendo ella una chica bastante cerrada y temerosa a sus sentimientos.
Se pone de pie junto a él y sonríe con curiosidad-¿Más sorpresas?-ríe al oír la “queja” sobre la maleta y le manda a callar, llevándose el dedo índice a los labios con cautela y misterio-Shh, se supone que nadie lo sabe…-le guiña un ojo y ríe, divertida, entrelazando sus dedos sabiendo que no servirá de nada protestar ya que el llevará de igual forma la maleta. Toma la guitarra y se la cruza en la espalda, entrelazando los dedos con los del muchacho.
-Todo momento es especial contigo, amor-Pronuncia con ojos brillantes y besando sus labios también. Camina junto a él a la casa, comentando boberías aburridas del viaje.-Me darás una pistita?-Pregunta curiosa, mordiéndose el labio a la vez que una sonrisa juega en estos, cuando están cerca de una cuadra lejos de la casa, ansiosa por ver que había preparado él dulce hombre que la acompañaba.
Ciertamente, aquella frase, sonaba como si millares de años hubieran pasado desde que se fue, tan solo siete días atrás, a Estados Unidos y la hubiera extrañado como si todo ese tiempo no hubieran hablado por celular o mensaje como, de hecho, vivieron haciendo hasta dormir. Sin el, Alysson se sentía vacía, aburrida y sola, durante aquellos días solo pudo pensar en él, en su mirada, en su electrizante tacto, en la amorosa pero no menos apasionada manera en que le hacia el amor uniéndose así ambos y formando uno. Su aterciopelada voz le había hecho compañía en sueños, hermosos sueños donde se conocían en una época mucho más antigua y vivían eternamente juntos.
Sonrojada, besó sus labios cuando el muchacho mencionó el brillo del precioso cristal azulado agregando un alago hacia su persona, atento y dulce como siempre. -Y yo a ti, mucho, mucho-Melosea, rozando sus narices dulcemente. Es increíble como Gabriel lograba volverla una mujer dulce, melosa y tierna con solo su cariño, siendo ella una chica bastante cerrada y temerosa a sus sentimientos.
Se pone de pie junto a él y sonríe con curiosidad-¿Más sorpresas?-ríe al oír la “queja” sobre la maleta y le manda a callar, llevándose el dedo índice a los labios con cautela y misterio-Shh, se supone que nadie lo sabe…-le guiña un ojo y ríe, divertida, entrelazando sus dedos sabiendo que no servirá de nada protestar ya que el llevará de igual forma la maleta. Toma la guitarra y se la cruza en la espalda, entrelazando los dedos con los del muchacho.
-Todo momento es especial contigo, amor-Pronuncia con ojos brillantes y besando sus labios también. Camina junto a él a la casa, comentando boberías aburridas del viaje.-Me darás una pistita?-Pregunta curiosa, mordiéndose el labio a la vez que una sonrisa juega en estos, cuando están cerca de una cuadra lejos de la casa, ansiosa por ver que había preparado él dulce hombre que la acompañaba.
Alysson E. Jointer- Mensajes : 64
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