Finding my way back home. + Jake S.

Después de haber pasado más o menos dos semanas en Atenas, Grecia. Rachel pensó que ya era tiempo de dejar el hermoso país y seguir su camino. En mente tenía viajar por varios países hasta llegar a Inglaterra, su país natal y enfocar la búsqueda de Robert, su hijo, ahí. Por su cabeza pasaba la idea de que quizás él siempre se quedó en el mismo lugar y ahora que tenía varias pistas, gracias a la "supuesta" fama que tenía su hijo. No sabía si era él con exactitud, esa persona de la cual había escuchado o quizás era otro Robert. Por eso volvería a Inglaterra, para comprobar si era él o no.

Pero, mientras tanto, disfrutaría del país en el que se encontraba, Irlanda. Era un país sumamente bello. Sus países eran inolvidables y a decir verdad, tenía un encanto único. Rachel adoraba la naturaleza del lugar, lo verde que era todo y la calidez que le hacía sentir. Era uno de esos países que te ayudaban a despejar la mente. Y si estuviera viva, de seguro amaría cada suspiro que pudiese tomar. Parecía el país perfecto para vivir, tener un hogar, criar a los hijos y después morir. Cosas bonitas que Rachel aún anhelaba, cosas que sabía que jamás se iban a cumplir. Por lo que sólo las pensaba para ella y las soñaba estando despierta.

Había llegado hace apenas algunas horas al deseado país. Durante la primera hora, lo que hizo fue instalarse en su hotel. Y las otras fue pasear por la ciudad. Fue a algunas tiendas, compro una que otra cosa, paseó por un parque, terminó "cenándose" a un hombre muy mal educado en un callejón. Lo común y corriente para ella. Ya se encontraba de vuelta hacia su hotel. Le hubiera gustado pasear más, pero no tenía muchos ánimos, aparte de que quería mimarse a sí misma. Tenía en plan sumergir en su tina, llena de agua y burbujas, y sólo cerrar los ojos. Quedarse ahí durante horas, hasta aburrirse.

La idea le estaba carcomiendo el cerebro y ya estaba lista para disfrutar de las burbujas. Por lo que aceleró el paso. Haciendo que sus tacones negros sonaran contra el pavimento de la acera, mientras de forma encantadora se movía entre algunas personas que habían por la misma acera.

Sentía varias miradas sobre sí misma, pero ya estaba acostumbrada a ellas. La mayoría de las veces quienes la miraban eran hombres que se quedaban anonadados con su belleza o el buen cuerpo que poseía. Otras veces eran mujeres celosas o envidiosas, que la criticaban sin saber que ella las podía escuchar, lo que volvía la situación un poco más cómica. Aún más, cuando Rachel decidía dedicarles una sonrisa llena de superioridad a las mujeres, terminando de hacerlas enojar o frustrarlas por completo. Pero, realmente, a veces no entendía porque las inseguridades de las mujeres. Ella sabía que era hermosa, pero tampoco es que iba pisoteando a todos con eso. La rubia era bastante humilde en ése aspecto.

De repente sintió una mirada sobre ella, que le hizo detenerse y luego, vino el comentario, de una persona que no estaba cerca de ella, pero con todo y eso le podía escuchar. La mirada y la voz, le hicieron estremecer, girando su cuerpo para encontrarse con efectivamente la persona que había pensado. Una sonrisa se encendió en sus labios y se le quedó mirando por unos segundos. Quedándose verdaderamente sorprendida de que él estuviera en el mismo país que ella. Era una sorpresa que nunca se hubiese esperado. Pero, vamos, ambos siendo unos viajeros, en algún momento se debían encontrar, por mera casualidad o por jugada del destino.

Por unos segundos se quedó parada en su sitio como idiota, y de repente, reaccionó. Ladeó suavemente la cabeza y comenzó a caminar hacia él, cruzando la carretera con cuidado. Se movió de forma ligera, pero no apresurada. Tomándose su tiempo para llegar hasta él, quedando frente a frente. Dejó las bolsas de las cosas que compró en el suelo y acomodó un mechón de su cabello, para entonces mirarle fijamente a los ojos. - Es una verdadera y bonita sorpresa verte aquí, Jake. - comentó de forma suave, esbozando una sonrisa encantadora. - Hace mucho que no te veo. Me alegra saber que estás bien, bueno, deduzco que estás bien. - mordió levemente su labio inferior. Pensando de que de seguro parecía una rubia tonta hablando mucho.

Después de mirarle por un rato, en silencio, se dejó llevar por un pequeño impulso y le abrazó con cariño. Jake y ella tenían un pasado. Uno de lo más bonito. Tenían una buena amistad, habían compartido momentos muy buenos, podían hablar de cualquier cosa. Él la entendía y ella a él. Además, que Jake se había ofrecido a ayudarle a encontrar a su hijo, algo que para ella demostraba que era un hombre excepcional.