JUST BLOOD -Harada & Shiraoka-

Como me temía, Souta se salió de todo control y ahora pagaba las consecuencias. No podía jugarse con un tipo como este, al menos yo lo sabía. Cuando se es formado un guerrero con una disciplina tan estricta como la que seguramente le fue inculcada, se podía esperar lo que fuera, en especial una férrea determinación.

En parte eso me emocionaba. Aún cuando no fuera un híbrido, para mi cualquier rival era digno de respeto. Además de que habían pasado muchos años sin haber enfrentado a un shinobi auténtico.

Escuché los rugidos llenos de rabia de mi hermano, ahora enclaustrado. El ninja se encontraba en suelo, justo donde Souta lo había tumbado, probablemente recuperándose de las heridas recibidas. Acaso lo haría de la misma forma en que había superado las municiones UV?

De pronto, los gruñidos de Souta cesaron, seguramente producto de la pérdida de sangre. Quizá por el momento era mejor que permaneciera ahí y me lo dejara a mi.

Al fin se calló Harada. Por un segundo el ninja pensó que derribaría alguna de las paredes de su contención, pero era una certeza que la pérdida de sangre lo hubiera debilitado significativamente.
En cuanto a Kenta, la maldición estaba haciendo lo suyo. Pronto su pecho se sintió ligero y la apariencia pétrea se esfumó, después apretó los dientes al sentir como los huesos que le había fracturado Harada se reponían volviendo a su lugar. También recuperó la movilidad del brazo izquierdo, afectado por el desgarre de algunos tendones gracias a la mordida del maldito monstruo.
Por fortuna no había perdido la cabeza gracias a su don, había sido difícil mantener a raya a Harada, pero funcionó.
Cuando se sintió renovado se puso de pie ejecutando un movimiento de resorte. Shiraoka le estaba esperando. Para tener esa fama de invencible, el samurai emanaba una actitud bastante serena. Eso le hacía saber que más que fama, era una hecho que Shiraoka era un hueso duro de roer. En general, desconfiaba más de un sujeto callado que de un bocazas. Por supuesto, había ocasiones para alardear, como lo había hecho con Harada, a pesar de que le costara varias heridas que al final sabía no le detendrían.
¿Pero y cómo habría de abordar al híbrido mayor?

He escuchado mucho de ti, Shiraoka..... ¿Es todo cierto?
(Shiraoka-san, yoku kiita koto ga arimasuga…… Hontōdesuka?)

Preguntó el ninja en japonés con aire despreocupado.

Me acerqué al pasillo donde se enontraba el shinobi y le miré ponerse de pie de nueva cuenta con un clásico movimiento resorte.

Estaba como si nada hubiera pasado. Sólo unas manchas de sangre daban evidencia de lo que había ocurrido con Souta. Su pecho no presentaba herida de las garras, ni la apariencia petrificada característica del don de mi hermano. Y qué decir del hombro izquierdo? Ni rastro de que un híbrido le hubiera arrancado pedazos de carne, músculos o tendones de esa área. Era sorprendente. Normalmente, como vampiros, nuestra capacidad de sanación no era tan efectiva, mucho menos si perdías tanta sangre como el shinobi lo habia hecho. Tendría que consultar a una bruja después...

Escuchó su pregunta tras su interesante afirmación. Sonreí un poco, suponía que algunos le habrían hablado de mi. Yo mismo había escuchado de "El ninja de los Senki" o "El demonio blanco", pero curiosamente nunca me lo había encontrado hasta ahora. Seguramente prefirió evitarme hasta que fuera necesario, aunque era obvio que me habría estado investigando dado lo ocurrido con Midori y Luke.

—Sore wa anata ga sore o nani o dare kara kiita ka ni yorimasu...*— respondí con la misma despreocupación que el shinobi.

Me daba cuenta de que quería parecer confiado, toda vez que no se veía un tipo hablador. Lo noté cuando  enfretaba a Souta. Una vez que el shinobi se enfocaba, era eficiente. Simplemente sabía como sacar de quicio al oponente en el momento adecuado y eso le había funcionado con Souta. Pero dos podían jugar el mismo juego...

—Daredarou? Tabun Helen wa anata ni itta? Soretomo Mayradeshita ka?**— pregunté un tanto divertido mientras subía las mangas de mi camisa.

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*Depende de qué y de quién lo hayas oído ...

** Quién podria ser? Quizás Helen te lo dijo? O fue Mayra?

El ninja sonrió para sí mismo. Era de esperarse que tanto Helene como Mayra le contaran algo de él a Shiraoka pero no solamente ellas podían hacerlo. Sin hacer mucho ruido, Kenta se había infiltrado en el círculo cercano del samurai. Todos sus amigos, familiares  o conocidos habían tenido alguna interacción con él. Todos le conocían y al mismo tiempo no; pues había dado pocos datos de sí mismo. Ni el mismo Noback había podido sacarle una gota de información. Ni siquiera la misma Mayra sabía enteramente su pasado, pero esa era una situación diferente.

Que frustrante saber de alguien y al mismo tiempo no conocerlo. ¿Mucho tiempo sin tratar con un shinobi, Shiraoka?
(Dareka o shiru todōjini kare o shiranai koto wa dorehodo iradatashī kotodeshou. Shinobi o atsukawazu ni hisashiburi, Shiraoka??)

Respondió Kenta asumiendo su guardia listo para lo que seguía. Estaba conciente de que sería un enfrentamiento duro, pero no iba a echarse atrás. Nunca lo había hecho.

Pero bien, vayamos al grano. Si vas a entrar en fase, es el momento.
(Shikashi, mā, yōten o tsukamimashou. Anata ga fēzu ni hairu tsumorinara, soreha jikandesu.)

"Interesante novio te cargas, Mayra", pensé entretenido con las palabras del shinobi. Sin embargo, era cierto, hacía muchos años que no me topaba con un ninja; todavía más cuando mi vida como samurai a disposición del Emperador había terminado. Desde hace tiempo que era un Rōnin, un samurai sin maestro o señor al que servir; mis habilidades estaban para proteger a los míos y a mí mismo, términos no menos honorables en mi opinión.

Ahora me intrigaba averiguar si era cierta la sospecha de Helene acerca de que el ninja podía estar jugando a dos bandos, estando desde el principio del lado de Ryota. No pretendía hacerle un interrogatorio, pero quizá a lo largo del enfrentamiento podría ver algo más que me diera una pista. Para empezar, su aroma no estaba presente en él, eso ya era interesante.

Abrí mi mente dispuesto a captar cualquier pensamiento del shinobi, no estaba seguro de si conocía todos mis dones, pero me dije que no lo haría evidente por ahora. Coloqué mi defensa de puño vacío, dejaría las katanas para en caso necesario.

—No necesito entrar en fase para pelear contigo.— respondí a su sugerencia.

—Por si no lo escuchaste: Yo controlo a la bestia, no la bestia a mi.— afirmé sereno, pero muy seguro de mi; y le hice una seña con los dedos de mi mano extendida al frente de mi guardia para que diera el primer golpe.

No titubeó un segundo cuando le cedí el comienzo de la pelea. Se echó al frente con una combinación rápida de golpes y patadas. Era rápido, tenía fuerza en sus golpes, la sentía  a cada que chocaban contra mi defensa. Sus patadas tampoco se quedaba atrás, eran precisas y de buena técnica.

Esto se sentía más como un 'sparring', cada uno midiendo la fuerza o rapidez del otro. Bueno, él medía la mía, yo sólo estaba defendiendome de cada golpe suyo. Mis brazos interceptaban sus puños, me movía a un lado o a otro, dependiendo del golpe que se aproximara a mi rostro. En otras ocasiones, mi pie derecho rechazaba cualquier patada que lanzara, conectando con su tibia o fémur sin dejarlo avanzar en su ataque.

Tenía años que no peleaba con alguien que supiera de técnica, era hasta cierto punto agradable encontrar un oponente digno, pero no debía olvidar qué nos había llevado hasta ahí. Así que siguiendo un par de sus ataques, sólo tuve que echar su puño hacia abajo con una mano y asestar un golpe directo a su quijada con la otra; lo repetí una vez más y rematé con una patada al frente para echarlo atrás.

—Vamos, Arashikage, sé que eres mejor que esto. Haz honor a tu clan.— le dije tras el final del 'round' imitando lo que había hecho con  mi hermano, probando su entereza mental. Hasta el momento no había captado un sólo pensamiento suyo, seguía enfocado, no escuchaba desesperación o caos alguno.

"Kuso ̄ rokudenashi".
(Maldito bastardo)

Murmuró el ninja tras retroceder a causa de la patada del híbrido. No había sido suficiente para tumbarlo, Shiraoka sólo marcaba distancia y todavía se atrevía a provocarlo.
No pasaba nada. Le regresaba la misma que había aplicado a su hermano Harada y además mostraba que Shiraoka, al parecer, le había investigado también. Dudaba que hubiera descubierto gran cosa sobre él. Su clan era demasiado viejo, él mismo lo era, como para encontrar suficientes documentos escritos al respecto.
De su forma de pelear sólo concluía que era tan entrenado como él. Era rápido, aún cuando dudaba de que esa fuera toda su velocidad; era hábil y con conocimiento.
Y a pesar de que su patada no fuera tan fuerte, los golpes que lanzó a su cara si habían sido contundentes. Pegaba con la fuerza de un maldito yunque del tamaño de toda Asia y el Pacífico juntos, pero no se hacía evidente a simple vista. No podía imaginar lo fuerte que se volvía entrado en fase, sería algo descomunal. Por un segundo, eso lo inquietó.
El ninja caminó alrededor del híbrido calculando; se decía a sí mismo que no importaba cuanto tuviera que arriesgarse, saldría de ahí cumpliendo su misión.
Cerró los puños y atacó con una combinación de patadas giratorias muy rápidas, algo más parecido al taekwondo. Tomó impulso para ejecutar un par de patadas dirigidas a su cabeza, si eso fallaba tendría una sorpresa bajo la manga. No iba a parar de hacerle la vida miserable hasta conseguir su sangre.

Sonreí divertido por lo que murmuró. Era obvio que le había molestado mi atrevimiento, y aún así, eso no le provocó ninguna baja de confianza. No sé si lo notaría, pero yo hasta ahora me estaba divirtiendo, me gustan los desafíos.

Además, por primera vez captaba algunos de sus pensamientos. Se preguntaba si lo habría investigado, cosa que hice, aunque no lograra encontrar gran cosa. Tenía razón en aquello de que su clan era muy viejo. Este sujeto podría haber vivido desde antes de la Era Medieval de Japón! Podría tener al menos unos 800 o 900 años de edad. No se trataba de un novato.

Caminé al sentido contrario de sus pasos, rodeándonos mutuamente. Entonces pareció temer por primera vez que su fuerza o sus habilidades, difícil afirmarlo sin conocerlo, podrían no ser suficientes contra mi. Quien sabe, si el sujeto era lo suficientemente habilidoso no podía decir que tenía asegurada la victoria. La fuerza no siempre dicta el resultado de una batalla. Pero no iba a preocuparme por algo que no podía controlar, hasta ese momento solo confiaba en mi y por lo general, eso era más que suficiente. Iba a serlo, pues ahora él mismo se reafirmaba la  determinación de salir victorioso de ahí. Eso estaba por verse.

Y atacó de nuevo. Esta vez hizo uso de más velocidad en sus patadas, algunas giratorias y otras más altas, dirigidas a mi cabeza. No necesité mucho, sólo fui echándome hacia atrás en pasos cortos para desviar con una mano las primeras patadas; las segundas, sólo tuve que cubrir los flancos de mi cabeza con mis manos y el antebrazo de cada una. Una vez superadas, adelanté mi paso para atrapar uno de sus brazos con ambas manos, levantándole ligeramente y dándole una patada de lado sobre su flanco izquierdo, golpeando sus costillas. Y ésta vez no moderé tanto mi fuerza, así despejaba un poco más sus dudas.

El tipo era duro, se había levantado como sin nada después de haberle quebrado una costillla. Lo sé, como vampiros tenemos más resistencia, pero aún así me había topado con sujetos más quejosos tras haber recibido una simple bofetada. Y este vampiro tenía ese algo que lo protegía con extrema eficacia, era un enorme factor a su favor.

Pero aún así, parece que enardecí sus ánimos, pues posteriormente al ponerse en pie me echó hacia atrás de una rápida patada y lo que presencié luego fue otra muestra de su calidad de guerrero. El shinobi no se daba por vencido ni se apocaba por el oponente que tuviera enfrente, sabía adaptarse; tan así que era la primera vez en años que alguien usaba una técnica de ese tipo en mi. Fue rápida, bien ejecutada y con fuerza. De inmediato me sacó de balance y fui a terminar al suelo, justo como él hacía unos momentos.

Sonreí estando en el piso y elevé mis piernas y las giré, como si de las aspas de un helicóptero se tratase, para alzarme. Di media vuelta para verle de nuevo y fui de inmediato a él con un par de rápidos, pero cortos, golpes que fueron detenidos por su guardia. Cuando le di otro toque a su antebrazo, giré la muñeca para torcer un poco su brazo hacia abajo y al lado contrario. Sabía que buscaría contrarrestarme, así que sujeté el otro brazo subiéndole un poco, me agaché por debajo de sus dos brazos que ya sujetaba rectos al frente, puse su peso detrás, en mi espalda y me doblé con fuerza adelante, jalando  todo su cuerpo por los brazos y tirándolo al piso con fuerza.  El concreto crujió debajo suyo y me precipité hacia él para golpear su rostro con mi puño. Quería jugar rudo? Se lo concedería.

Por los pensamientos del ninja, ahora parecía tener una idea más clara de a qué se enfrentaba, pero lo más curioso de entre su discernimiento era aquella hipótesis sobre Ryota. Nunca en todos esos años de estira y afloje me pasó por la mente que mi progenitor me temiera. Tal vez porque su carácter no era del tipo que transparentase cuanta turbiedad había en su mundo interior y tal vez porque jamás lo demostró. Sigo dudando el si un día admitirá tal cosa.

Era curioso, el shinobi parecía conocerlo bien. Me pregunto cuanto tiempo ha tenido contacto con él, cuál es la naturaleza de su relación. Le miré preguntándome lo anterior, viendo que ahora haría uso de su katana.

A pesar de lo que la mayoría creía en la actualidad, los ninjas como él nunca usaron katanas rectas. Era, de hecho, muy parecida a las mías, pero de tsuka blanca y di cuenta de la cresta de su clan grabada al comienzo de la hoja, el símbolo de los Arashikage. Era de las pocas referencias que pude encontrar sobre él.

Decidí no desenfundar ninguna de las gemelas que portaba en la cintura, probaría su proficiencia primero; además, si lo que quería era mi sangre dudo que planeara darle gran uso a su katana. Era solo su táctica de defensa y el que no mostrara mis armas, no quería decir que no podía ponerlo en su lugar con lo que fuera. Me puse de pie con los puños al frente dispuesto a seguir y preguntándome cuál era su plan.

Sonreí un poco, vislumbrando lo que el ninja planeaba conmigo, aunque tenía que admitir que no dejaba muchos cabos sueltos en cuanto a los pensamientos en su mente. Posiblemente si tenía conocimiento de mi don mental y había restringido su monólogo interno para no dejarme entrever mucho.

Pero lo importante ahora era defenderme de su habilidad con la katana, así que usé mi velocidad para moverme fuera de su alcance. No era tan difícil prever sus movimientos, sus técnicas eran muy parecidas a las mías, así que con sólo quitar mi cuerpo a un lado o del otro era suficiente para evitar su ataque por los lados; encovarme para evitar las tajadas a mi cabeza o  ejecutar alguna serie de giros al aire para librarme de sus maniobras más complicadas.

En uno de tantas maniobras, tomé una varilla metálica en las manos. Por la forma en que detuvo la katana del ninja, no parecía hecha de cualquier metal, posiblemente el mismo material que nuestras armas y además un extremo se hallaba un tanto afilado, era una lanza perfecta.

Y la usé como tal. Le di apertura a mis brazos para tomarla con firmeza y bloquear los ataques del shinobi. A diferencia de una espada, una lanza te daba la oportunidad de tener más alejado al oponente, aunque eso tampoco era una garantía para no ser atacado. Sin embargo, bien usada, una lanza podía ser tan eficaz como un buen sable.

Bloqueé su katana usando la lanza como una extensión de mis brazos y al hacerlo retroceder, empujé el extremo de la lanza cercano a mi, en tanto  mi otra mano sostenía el resto de la lanza,  para tratar de punzar, ya fuera el cuerpo o inclusive la cabeza; ésto haciéndolo con mucha rapidez, una y otra vez, alternando entre ataques y defensa.

Por fin había usado su don en mi. Sentí esa extraña fuerza, como si fuera un leve empujón hacia atrás retrasándome en lo que hacía. Ganaba tiempo, aún así fueran un segundo o dos, eso le había sido suficiente para entender el ritmo. Lo hizo tan bien que finalmente pudo sujetar el extremo de lanza con la hoja de la katana y tras torcerla una par de veces, logró retenerla contra el piso parándome en seco. Sonreí complacido.

—Aprendes rápido.— comenté notando la confianza que había ganado el shinobi.

Claro, tampoco iba a detenerme indefinidamente. Alcé mi lanza con fuerza y lo golpeé con el momentum que generó la lanza tras girarla alrededor de mi cuello. Di una vuelta más con la lanza girando al unísono pero paralela al movimiento de mi cuerpo y, lo asalté con una buena dosis de fuerza impactando con la lanza sobre su cuerpo para arrojarlo contra la pared a la siguiente habitación de la fábrica abandonada.

Cabe mencionar que mi arma no aguantó el embate y quedó hecha pedazos. Un trozo metálico quedó en una de mis manos, por lo que lo arrojé a un lado dirigiéndome a donde el shinobi había ido a parar.

—No vas a salir de aquí, con mi sangre, a menos de que así lo quiera.— le advertí caminando hacía donde estaba.

Le fue imposible detenerlo para que levantara la 'lanza'. Era como si Shiraoka tuviera una enorme reserva de fuerza bruta que raramente utilizaba. Y la verdad es que, desde un punto de vista práctico, con el conocimiento que tenía para la pelea no le hacía falta con un rival promedio.
Y justo aquello que pensaba sucedió. El ronin le atacó con un golpe de la 'lanza' tras girarla en torno a su cuello. No le fue difícil echarse atrás y darle un pequeño impacto al 'arma' para sacarle de su dirección, pero lo que siguió a eso fue una breve muestra de la fuerza de Shiraoka.
Ejecutó una veloz secuencia de giros y le asaltó con formidable fuerza, usando la lanza como un maldito bat de base ball que lo lanzó, atravesando la pared de concreto, al cuarto de al lado.
Era la primera vez que Kenta sentía un dolor como aquel. Y no era precisamente por haber destruído ese muro con su cuerpo, sino la enorme presión del choque del arma con su pecho. Y Shiraoka ni siquiera había entrado en fase; era como si pudiera canalizar toda la monstruosa energía sin mostrar esa bestia interior.
Kenta se incorporó escuchando su advertencia, con la disposición todavía más férrea en su objetivo.

Que yo recuerde, nunca te di esa opción, Shiraoka......

Respondió el ninja viendo por el rabillo del ojo que su meta estaba cerca. Solo necesitaba un último empuje y quizá podría cantar victoria. Aunque debía adimitir que en el fondo, con lo que acababa de presenciar, una pequeña duda nacía como una yerba mala  que hubiera preferido cortar de tajo antes de que hiciera de las suyas. Se dijo a sí mismo que todo aquello serviría para borrar del mapa a los Senki y el viejo dejaría de joderle. Quizá hasta podría librarse de él y a Mayra de las nocivas intenciones que le alberga Murasaki.
Agarró coraje de tan solo pensar en la posibilidad, incluso sintió sus colmillos emerger en una inyección de adrenalina,  y cargó contra el samurai, moviéndose a toda velocidad ejecutando una compleja tirada que muchos conocían como “flying leg scissors”. Ésta consistía aprovechar tu 'momentum' tras correr hacia el oponente, subir por un costado a la espalda, aplicando una tijera con las piernas sobre un brazo o el cuello, y girar en torno 360 grados para proceder a derribarlo. Teniendo en cuenta que Shiraoka era un poco más alto que él, toda esa fuerza empleada en la técnica era adecuada para tirarlo; además, ahora estaba mucho más cercano al final…..  

Noté sus intenciones, toda su voluntad estaba enfocada en lograr su objetivo. Aún cuando de pronto le asaltara la duda, tenía que adimitir que el shinobi era perseverante. Pero lo más interesante, fueron los pensamientos que siguieron.

Así que él hacía esto exprésamente por órdenes de Ryota? Qué asuntos pendientes tenía con los Senki? Por el otro lado, estaba Mayra... Tenía conocimiento de que el ninja tenía una relación con ella, pero sus pensamientos me hicieron intuir que quizá él la conociera de antes... Ryota había intentado deshacerse de Mayra antes, yo mismo tuve que ayudarla, pero en ese entonces, nadie tenía idea de que Ryota contara con alguien como el ninja. Acaso él sabría de lo que pasó con Mayra antes? Sin duda, algunas cuestiones empezaban a vislumbrarse.

Iba a dejarlo continuar. De alguna manera, para el ninja esto era importante. No sabía si tenía que demostrarle algo a mi progenitor o quizá, sus sentimientos hacia Mayra eran más fuertes de lo que pensaba en un principio. Además, si lo que vi era cierto, quizá el shinobi podría ayudarle a deshacerse de Ryota de una vez por todas y también de....

Como fuera, lo dejé avanzar. Se lanzó contra mi con toda rapidez y ejecutó otra tremenda técnica sobre mi. Al caer al suelo, di cuenta de su plan o eso creía... De verdad piensa que eso funcionará? Quizá era mucho el riesgo que iba a tomar, pero por otro lado podría salir ganando mucho más. Y con ello en mente, me puse de pie para que rematara su propósito.

Si, tal como presentí, esa era su táctica. La enorme prensa industrial en aquel punto de la fábrica era su as bajo la manga. Se había preparado, porque se notaba que hacía muy poco habían construído dicha maquinaria. El tipo tenía ingenio, tanto así que Souta lo había previsto, dado cuanto Helene le había contado en el breve cautiverio al que el ninja la sometió, de ahí que después se le ocurrriera un plan. Algo que estaba por verse.

Por lo pronto, me quedé impasible, 'atrapado' en medio de esas enormes planchas metálicas. Escuché los movimientos del shinobi desde ahí, él cual pareció haber recuperado su katana tras haberla perdido en mi último embate. Pero de súbito, la presión de la prensa aumentó, reteniéndome con más fuerza. Era de suponer que aún dudaba de poder retenerme del todo en esa trampa. Nunca estaba de mal ser precavido, se lo concedía.

Pero aún podía mover las manos, en menos grado la cabeza, no hablemos del torso, porque era lo que más toleraba la compresión. Sus pasos se movían en torno a la prensa. Supuse que se preparaba para terminar su misión, que era drenar mi sangre.

Sin embargo, tal como le advertí antes, no la tendría sin mi consentimiento. Respiré con calma y cerré los ojos por un instante, esperando el momento propicio para zanjar esto de una vez.

Sonreí un poco por los pensamientos del shinobi, en especial por aquello de sus viejos hábitos, si no sabría yo de eso...

Curiosamente, a pesar de lo que muchos pensaban, el shinobi era más noble de lo que parecía. Ahora intuía que mucho de su forma de actuar tendría raíz en mi progenitor. Ryota tenía un talento especial para sacar lo peor en otros.

Pero bien, era hora de salir de aquel aprieto, literal. Mientras el shinobi se preparaba para drenarme, apoyé la mano izquierda sobre la plancha metálica que me oprimía y entré en fase, empezando a empujarla sin mucha dificultad.

—Kore ga watashi o tomerudarou to anata wa dore dake omoimasu ka?* — Pregunté en mi voz gutural, terminando de mover la enorme placa de metal.

—Watashi ga hoshikunainara anata wa watashi no chi o nomanaidarou to anata ni iimashita.**— le advertí nuevamente sosteniendo la placa, para después proceder a destruirla con mi puño derecho, además de gran parte de la habitación donde nos encontrábamos.

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*Cuánto más crees que esto va a detenerme?
**Te dije que no tomarás mi sangre si yo no lo quiero.

Kuso......
(Mierda....)

Murmuró el ninja para sí mismo al escuchar el sonido metálico de la prensa. Giró su cabeza a un lado, mirando por sobre su hombro  como Shiraoka movía la enorme placa de metal como si se tratara de papel. Al escuchar su voz supo que tenía problemas, había entrado en fase.
Y si eso le parecía poco, el híbrido dio muestra de su fuerza al destruir la placa de un puñetazo directo.
Kenta no tuvo más remedio que lanzarse fuera del lugar y rodar por el suelo, ya que los restos de la placa destruyeron una de las paredes y derrumbó casi todo el techo.
El ninja se puso de pie de inmediato, viendo como se disipaba la nube de polvo que el derrumbe había provocado. La duda ahora era por donde le llegaría el maldito monstruo. Llevó su mano tras su cabeza, desenvainando su katana de forma gradual, observando a su alrededor, buscando predecir cualquier  movimiento del samurai.

El shinobi reaccionó con presteza y se arrojó fuera de la habitación que acababa de destruir. La prensa que había usado para atraparme había quedado inservible, pero me dije que no estaba de más destrozar los controles de una vez por todas.

No esperé a que la nube de polvo se disipara, estando en fase me sentía eufórico, sediento de sangre y de lucha, aún cuando tenía control sobre lo que hacía. Aprovecharía ese furor, así que me di a la carga contra el ninja, que ya esperaba mi contraataque; sin embargo, aparecí con suma rapidez detrás suyo y alcancé un lado de su espalda, desgarrándole de un zarpazo.

A estas alturas, sabía que el shinobi reaccionaría de inmediato, ya tenía comprobada su calidad de guerrero, y lo hizo blandiendo la katana blanca que ya sacaba de su saya en el instante que le di alcance. Me eché hacia atrás controlando mi estado, para que la corpulencia que ganaba en fase no estorbara tanto para usar una de mis armas.

Sonreí complacido de sentir esa adrenalina que solo la batalla te proporciona. Y aún más de dar la cara y   colocar mi guardia y el filo de mi katana ante un rival por demás digno.