Happy late birthday • Lexia.

Algo que no le gustaba al lobo eran promesas incumplidas. Las odiaba a muerte. Odiaba que le prometieran algo y luego no lo cumplieran. Por esa misma razón odiaba tanto romper promesas. Si a él no le gustaba la sensación de cuando le rompían una promesa, menos le gustaba la sensación de romper una promesa. Era algo que arrastraba desde que tenía conciencia. A lo largo de su corta, pero difícil vida había sufrido mucho por promesas rotas y por esa misma razón había aprendida el valor de las mismas. Esa noche le cumpliría una promesa a una vieja amiga. Se la debía y la quería hacer feliz. Se conocían desde que eran unos mocosos, literalmente. Su amistad se basaba en discusiones y peleas estúpidas. Aún así se querían mucho o al menos Zharick la quería y apreciaba mucho. Era una de las amigas más cercanas que tenía, por no decir la única. Se conocían tan bien, que a veces era difícil aceptarlo. Nada de eso importaba. Ésa noche le quería dar una grata memoria. Quería hacer cosas alocadas y tirarse como cincuenta fotos. Hacerla reír y gozar. Cosa que él no hacía mucho, porque la mayor parte del tiempo era un adolescente existencial.

Acomodó su cabello y su camisa blanca, antes de colocarse su chaqueta por encima. Tomó las llaves de su auto, dinero y su móvil. Saliendo del apartamento, no había nadie -como siempre-, por lo que no se despidió de nadie. Se montó en su auto y lo encendió, pensando que hubiera sido mejor irse en su motocicleta, no se arriesgaría, porque no sabía si Lexia estaría de acuerdo. Antes de comenzar a manejar, verificó en el asiento de atrás que estuvieran los regalos que le compró, ya que ambos celebrarían sus cumpleaños. Zha nunca había experimentado un cumpleaños y tampoco pudo asistir a los de Lexia. Por lo que ésa noche celebrarían cumpleaños atrasados. Manejó a toda velocidad por las carreteras, como si las calles fueran suyas. No tenía ninguna preocupación, sólo llegar a tiempo. Y exactamente llegó a tiempo. Se bajó de su auto y le dio la vuelta, hasta quedar recostado de la puerta de pasajero. Se cruzó de brazos y espero a que ella saliera, porque de seguro sabía que estaba ahí por el rugido del motor del auto de él.

La rubia tenía apenas unos meses en Londres y se había dedicado al trabajo únicamente, uno que otro día había salido con Ekaterina pero por el simple hecho que casi la llevaba por la fuerza, no era amante del reventón aun y cuando se lo recomendaban todo el tiempo. Esta noche sería diferente a otras, había conseguido que una compañera del trabajo la cubriera para así poder tener la oportunidad de salir con su amigo de la infancia Zha. El plan era celebrar el cumpleaños o los cumpleaños de ambos, todos los que habían pasado desde la última vez que se habían visto. Estaba indecisa con su atuendo pero se decidió por unos jeans, unos zapatos de suelo color negros y una blusa que quedaba a la perfección, algo sencillo pero algo con lo que no tenía que preocuparse que se le viera la ropa interior, si es que bebían. Agito su cabello que había quedado mejor con unos rizos que liso, se aplico un poco de brillo labial y perfume todo eso antes de escuchar que ya la esperaba su amigo. Bajo las escaleras deslizándose, abrió la puerta y sonrió ampliamente, ahí estaba el esperándola recargado en su auto, su tonto amigo. Antes que dijera algo o ella decir algo, le dio un pequeño abrazo y un beso en la mejilla a manera de saludo.

-Sigues igual de feo- Sonrió ampliamente –Vámonos antes de que llegue mi padre y te mate- Estaba segura que su padre no se atrevería pero si podía decirle algo grosero a Zha y mejor prefería evitarlo. Su relación con Zha siempre había sido complicada, se molestaban todo el tiempo, se peleaban, se ofendían y terminaba uno molesto al final del día, pero ella lo quería aunque no lo demostrara, sabía que él se sentía solo aun y cuando su familia era grande, en parte ella se identificaba con eso, tenía una familia igual o más grande pero a veces no se sentía parte de ello, era adoptada. Se cruzo de brazos y se mordió la mejilla interiormente, no estaba nerviosa pero no sabia a donde los llevaría esto, sabia que el estaba loco y que seguro seria una noche en la que haría cosas que jamas pensaba hacer.

De pequeño nunca tuvo muchos amigos, en realiad, no tuvo amigos como quien dice. Entre los problemas de su madre y su padre. Su madre la que se convirtió en vampiro, abandonó a su familia y se fue con otro. Su padre quien parecía tener todo bajo control, pero de una forma u otra siempre terminaba trabajando y yéndose lejos o metiéndose en no tan divertidos problemas que le podían costar la vida. Ésas cosas y otros factores no dejaron que Zharick desarrollara buenas amistades. Con las personas que sí hizo lazos fuertes o al menos una buena amistad fue con su hermana –Kiki– , su hermano, sus niñeras, Lexia y Alexander. Su relación con la rubia era algo complicada. Era un tipo de amor-odio. La quería, porque de verdad la quería y era como su mejor amiga, sin embargo, no podía evitar pelear con ella y molestarla, como si aún tuviesen cinco años. Aunque pareciera que no tenían nada en común. Porque Lexia sí tenía metas en la vida y Zharick a veces ni sabía dónde estaba parado, sí compartían muchas cosas. Y estaban encerrados en el mismo círculo peligroso de vida. Rodeado de vampiros, asesinos locos, híbridos con problemas y brujas con traumas vaginales. Lo más importante que compartían, era ése sentimiento de estar en una familia grande y sentirte extremadamente solo o al menos, fuera de lugar. Por eso y por muchas razones más, su amistad con la fea comenzó siendo tan buena. Además, del inmenso cariño que le tenía. Ella era su princesa, así le decía de pequeño, ya no se lo decía, pero eso no le quitaba el rango de importancia.

Sus orbes azules la recorrieron completamente, una vez ella cruzó la puerta. Una sonrisa apareció en sus labios y antes de que los dos pudieran arruinar el momento con idioteces, la abrazó y le dejó un buen beso en la frente, representando el cariño que le tenía y cuánto la había extrañado, porque no pensaba decírselo en voz alta. — Mira quién habla. — chasqueó la lengua divertido, separándose de la puerta del auto. — Estás igual de plana. — señaló sus senos sin pudor y sonrió, abriéndole la puerta del auto, esperando que se subiera. — Oye, pero te ves bonita. — le guiñó un ojo, antes de cerrar la puerta e irse a montar por su lado. Encendió el auto y la miró. — ¿A dónde quieres ir primero? Podemos hacer de todo e ir a todos lados. — hizo un ligero gesto gracioso con la cabeza y relamió sus labios, arrancando a toda velocidad de ahí. Comenzando a conducir sin preocupaciones.

A veces la rubia pecaba de mojigata o eso le decía Ekaterina, esta vez planeaba que las cosas cambiaran un poco, no tenía ninguna intención de ir por todos lados buscando con quien pasar la noche, pero si planeaba beber y olvidarse de que estaba a unas semanas de morir. Escucho lo que Zha le dijo y alcanzo a darle un golpe en el hombro que mas que afectarlo a él la afecto a ella. El beso que él le planto en la frente la desconcentro un poco para así contestarle a su comentario grosero y antes de que pudiera volver a reaccionar ya iban en el auto hacia el inicio de una noche estupenda. Abrió la guantera del auto husmeando un poco, saco un tríptico de publicidad y lo empezó a ver como si en verdad fuera interesante, intentaba distraerse –Y… ¿Ya tienes novia o sigues dando lastima?- Dejo el tríptico en su lugar y cerro la guantera exagerando de fuerza pero no se inmuto ni un poco. Abría y cerraba el vidrio eléctrico como cualquier niña impaciente ¿Estaba nerviosa? Tal vez, no sabía lo que le esperaba.

Zha había crecido demasiado al igual que ella así que se había ahorrado el comentario que todo el mundo le hacía a ella “Vaya, como has crecido”. Una vez más decidió bajar la ventanilla pero esta vez la dejo debajo, sentía una especie de claustrofobia por todo lo que estaba pasando y que nadie más sabia, aun no le decía a su familia y ni a sus amigos, no quería morir pero por ningún motivo se había planteado la idea de ser un vampiro, no quería ser un monstruo.