Tu eres lo que nunca espere que pasara (Jerome)

El piso estaba lleno de sangre y un humano seguía vivo, se arrastraba por su vida hacia la puerta, la pelirroja permanecía sentada viendo al hombre, como cualquier animal asechando a su presa, como si él pudiera escapar de sus garras, como si pudiera vencer al depredador.  La chica se puso de pie y camino a paso lento pero firme para que el pudiera escuchar que iban tras él, el pobre humano acelero el paso o más bien acelero el arrastre pero antes que pudiera hacer algún otro movimiento ella encajo su tacón en el cuello de él. Una sonrisa se dibujo en su rostro, observo su atuendo y se dio cuenta que no tenía ni una sola mancha de sangre en su ropa. –Perfecto.- Chasqueo los dedos y una vampiresa rusa estaba ahí –Limpia todo, como siempre.- Salió del lugar y empezó a caminar por las calles de Londres buscando algo, no deseaba sangre porque ya había tenido suficiente pero no deseaba estar encerrada en su departamento sin Laurent cerca.

Era viernes en la noche y no pensaba quedarme en el apartamento por muchas razones obvias. En primera, no dormia, asi que algo tenia que hacer para entretenerme. En seguda, solo iba al departamento cuando tenia una chica a la cual cenarme pero no sin un poco de diversión antes, claro, diversión a mi estilo. Tercera...se me habia acabado el dinero para seguir apostando asi que ya era hora que fuera a buscar la próxima victima que llenaria mis bolsillos y como un extra, una que satisfaga la sed que me cargo.

Y ahí andaba yo caminando por las calles de londres en busca de mi nueva victima, presa, o amante, la que se presentara primero. Llevaba mis jeans azul marino y la camiseta polo color blanca que me hacia ver tan sexy, y claro sin olvidarme de mi chamarra de cuero, siempre tan irresistible. Se me ocurrió que quizás si iba al parque encontraria alguna mustia presa fácil pero seria aburrido, asi que me dirigí hacia un antro y decidí esperar afuera a que alguna chica sexy saliera. Oh! como me fascinaba la manera en que se les bajaba la borrachera cuando el susto que les provocaba las invadia, tan divertido. Aquello era lo que me provocaba esa adrenalina que tanto amaba, aquel otro placer que no provenia ni de beber sangre o de follarme a mis victimas. Saqué un cigarrillo y me recargué en la pared a esperar, tranquilo y observador.