Una loba en la nieve (Denisse Marquez)

Como una mujer cualquiera, Mihaela se encontraba sentada con esplendida elegancia en una mesa de dos personas, y aunque sus ojos estaba posados sobre el libro que tenia entre las manos, su atencion estaba bien dividida entre sus sentidos, mayormente el olfato, el cual podia disfrutar el agradable olor a cafe, ese olor que podia enloquecerla e incluso podria considerarse un afrodisíaco para ella (exagerando, claro esta). Paso la pagina del libro distraidamente, sintiendo las miradas de los humanos alli presentes posarse sobre ella constantemente.

Mihaela llamaba la atencion, sus raices Rumanas antiguas eran una virtud ya muerta en los humanos modernos, su piel blanca perfecta contrastando con su cabello oscuro, sus labios rosados y sus ojos color oliva, ademas de que Mihaela derrochaba lujos hasta en el momento de respirar. Vestida con pantalones ajustados color negros y los pies enfundados en elegantes botas de piel negra al igual que el grueso abrigo de piel que traia ella sobre los hombros (obviamente los humanos desconocian que la piel que traia sobre si, habia sido arrancada por ella con sus mismas manos del animal al cual asesino para alimentarse).

Con sus mano derecha tomo la taza de cafe, que recien habia sido traida a su mesa por un hermosa mesera, a la cual no pudo evitar guiñar un ojo con una sonrisa serena, pero distante, como quien dice las "gracias" pero de forma coqueta. Suspiro, apartando el libro de su atencion, llevandose el cafe a los labios y mirando frente a si el hermoso paisaje de los alpes suizos, cosa que casi no habia podido disfrutar, puesto que aun se encontraba de caza, habiendo escuchado rumores de un inmenso lobo blanco que rondaba aquellas montañas....y ella no podia perder una oportunidad de encontrar a Sabine.

Los últimos destellos del crepúsculo brillaban detrás de las blancas montañas, mientras un muy aburrido Denisse veía a su presa recoger algunos implementos de esquiar, resbalando levemente en el suelo congelado de la puerta del café al pié de la montaña. La mujer, de unos 40 y tantos, pasaba trabajo intentando recoger varios pares de esquís a la vez. Era el momento de empezar la cacería.

En pocos segundos estuvo a su lado, y amablemente, recogió un par de cosas del piso.

-Danke schön...

-Möchten Sie mir dich hilfen?

-Oh, Ja!! Bitte...

-Dann, alles gut...

Y así sin más, la víctima había caído. Un poco de conversación de camino al almacen donde guardaban los esquís de alquiler lo hizo saber que era una presa perfecta: Sin hijos, sin enfermedades, soltera y sin ganas de volver a casa. Además, la mujer no se resistía a los encantos llenos de picardía de Denisse. Normalmente, el prefería chicas más jóvenes, pero una mujer con tan perfectas condiciones personales era una buena opción para su cena.

Regresaban a la parte frontal del café, cuando un extraño aroma le llegó a la nariz. Apenas si era un ligero efluvio en el aire, pero podía notar que no era algo que oliese a menudo. Se le hacía desagradable, pero su curiosidad picaba y mientras guiaba a su presa camino a su casa, un hombre salió del café. El movimiento de la puerta fue suficiente para llevar hasta él aquel olor de forma bien marcada: Olía a perro, olía a mujer y olía a peligro.

Se quedó estático en la nieve, ante la mirada sorprendida de la mujer llamada "Janice", con los ojos fijos en el vidrio, antes de sonreír con un poco de sorna y desviar su rumbo, susurrandole algunas palabras sugerentes a la mujer, que se dejaba llevar sonrojada, sin saber lo que le esperaba. Así, Denisse se metió por entre los árboles, y en un punto profundo y espeso del bosque, clavó con fuerza sus largos y fuertes colmillos una y otra vez en el cuerpo de la mujer, saciando su sed, bebiendo hasta dejarla seca, apoyándose contra un árbol, antes de despedazar su cuerpo parte por parte, de forma de hacer parecer que fue el ataque de algún animal.

La sangre de su presa aún goteaba fresca de su mentón, escurriendo desde la comisura de sus labios, mientras él sonreía, saciado, aún con la mente en aquel olor que había notado. Y es que en su vida Denisse jamás se había tropezado con un Hijo de la Luna, ni sabía lo que eran!

Se incorporó, desperezándose, cerrando los ojos mientras recordaba, en medio de una mezcla de desagrado y fascinación.

Mihaela se habia quedado inmovil como una estatua. Cada poro de su cuerpo parecia gritarle, pero aun asi, ella no le huia al peligro. Sabia que cerca de ella debia de encontrarse un vampiro, y sabia muy bien de su regla de no poder el secreto en peligro, por lo tanto, estaba muy bien "camuflajeada" entre los humanos. Termino su taza de cafe y lo vio pasar muy cerca de ella, seguido de una mujer de mayor edad. Lo supo, el resaltaba por encima de los humanos de alli en los alrededores, piel palida y excesiva belleza, y tambien supo que iba a alimentarse.

Mihaela relamio sus labios, tenia hambre, o mejor dicho, tenia un capricho de carne. Solo necesitaba comerla cuando se encontraba transformada, pero le dio envidia verlo llevandosela para matarla.

Se levando con gracia desmesurada y dejo el dinero sobre la mesa, no sin antes lanzarle un coqueto beso a la camarera y alejarse con sigilo. Queria acercarse mas al otro ser de la noche que habia visto, atrevida y arriesgando su pellejo, podia mas su curiosidad que su sentido de preservacion.

Camino sigilosamente siguiendo las huellas de los dos que se habian ido del cafe, esquivando sin darle mucha importancia las ramas de los arboles bajos, hasta que de pronto (sin necesidad de sus sentidos lobunos) a sus fosas nasales llego un olor muy conocido a ella: muerte, sangre....

Aspiro con fuerza el olor, acostumbrado a el y enamorada de ese olor, se recargo de un arbol, sonriendo de medio lado con una expresion divertida esperando que la figura se mostrara a si mismo en algun punto.

Podía recordar perfectamente ese aroma, tanto que casi podía olerlo de nuevo... Un momento!...

Su piel se erizó levemente, y él se encorvó ligeramente hacia adelante, antes de dar un giro completo, quedando de frente a los árboles, mostrando sus largos colmillos(más largos que los de los vampiros de otras razas) en señal de advertencia, junto con un sonido mezcla entre siseo y rugido, que le salió desde el fondo del pecho sin poder evitarlo, quedándose estático luego por un momento, con los sentidos alerta.

No había percatado en su presencia sino al sentir su aroma y escuchar sus pasos y el movimiento de las ramas, y su reacción natural fue la de ponerse a la defensiva contra el posible atacante. La poca luz de una luna a la mitad alumbró la escena entre las ramas de los árboles, y él no se decidía entre si usar su habilidad o no. Su curiosidad se mostró más fuerte, mientras un instinto natural de supervivencia le decía que no bajara la guardia.

Se incorporó de nuevo, enderezando su cuerpo, aunque manteniendo los puños cerrados; y trató de relajar un poco su tensión, ya que al poco, si no se hubiese acabado de alimentar, no hubiese podido evitar el transformarse. Una sonrisa encantadora pero soberbia se marcó en sus labios al decir en alemán:

-Una noche preciosa, no te parece? Y esta es una montaña grande, con mucho espacio para dos. Mucho. Espacio. -la propuesta insinuada de mantener la paz estaba clara, y la sangre de su presa, aún fresca, goteó un par de veces hacia el suelo desde sus manos y mentón, pero él estaba demasiado atento a la extraña como para interesarse por limpiarse.

Una brisa fría se colaba entre los árboles, dejando notar el delicioso aroma de los humanos en el café a unos cuantos cientos de metros de ellos, haciendo aún más tensa la situación para Denisse, pues los estímulos en situaciones de tensión eran gatillos fáciles para explotar su lado más salvaje e incontrolable.

Respiró entrecortado un momento, notando el efluvio de sangre y perro, mujer y bestia que le llegaba desde la desconocida, y no pudo evitar arrugar un poco la nariz al momento, pero no lo repitió.

-Me llamo Denisse... Y nunca le había notado por aquí. -su cuerpo apenas si se movía, solo su boca, mientras mantenía todos sus sentidos enfocados en aquella... Mujer? No podía evitar los nervios, y en su voz estos se transmitían sumados a un apenas imperceptible tono mezcla de amabilidad, incomodidad y recelo. Algo le desagradaba profundamente de ella, pero al mismo tiempo, el sentido de pensar en una aventura diferente lo mantenía allí. Una batalla no hubiese sido buena idea, por la cercanía de los humanos, pero su cuerpo le pedía que se lanzara contra ella, y a la vez, cierto temor le decía que huyera, alejándose tanto como pudiese.

Para él, la situación estaba "empatada" y se decidió a actuar en base a los comportamientos de su nuevo descubrimiento, sonriendo levemente mientras esperaba.

Mihaela planto los pies en la nieve y se quedo estatica, un ligero escalofrio recorrio su espalda, y ella no supo si había sido causado por una repentina oleada de frio (muy poco probable por la gruesa piel de animal que le cubria) o por sus sentidos y su instinto de supervivencia gritándole al cerebro…Mihaela agudizo sus sentidos y se concentro en el entorno mirando con detenimiento cada minimo movimiento de la naturaleza.

Mihaela en un movimiento tranquilo saco de debajo de la gruesa piel un guantelete de cuero con correas y se lo amarro a la mano izquierda, esa arma la había podido conseguir de un cazador a quien había conocido y al cual había engañado por completo, junto con otras pocas mas, usualmente preferia pasar desapercibida y atacar cuando sabia que habría luna llena, pero luego de haber oído de boca de aquel anciano sobre los vampiros, su sentido de supervivencia prevalecio…no podía darse el lujo de morir antes de llevar a cabo su objetivo.

En ese momento, no tenia ninguna intención de pelear, pero tampoco de ser cazada cuando se encontraba indefensa, siendo apenas una “novata” en cuanto a su infección. Mihaela escucho la voz melodiosa y masculina que llegaba a sus oídos y se mantuvo impasible, pero sus nervios reaccionaron, por lo tanto sus musculos tensos parecieron querer reaccionar por ellos mismos y salir corriendo de ahí a como de lugar.

-Hermosa noche, sin lugar a duda…-hablo casi en un susurro, totalmente convencida que su interlocutor le escucharía- Pero las prefiero cuando la luna esta en su máximo punto…-Miro al cielo, observando la luna medio llena y suspiro- Tiene razón, la montaña es gigantesca…pero también la curiosidad…-Declaro girándose sobre los tobillos.

Mihaela pensó por un momento que hacer en aquel lugar, por alguna razón se sentía presa y depredador al mismo tiempo…la sensación no le gusto en lo absoluto, pero las palabras del sujeto no parecían mostrar intenciones de una batalla, pero su desconfianza no disminuyo.

-Y yo Mihaela y nomada…-contesto al comentario de el- Hubiese sido imposible que notara algo sobre mi…No tengo intenciones de atacar o ser atacada. Pero si de satisfacer ciertas dudas, creo estar en lo correcto con que una de las dos cosas son compartidas por usted ¿o me equivoco?. Espero no haber interrumpido su caceria.

Su cuerpo temblaba levemente, al borde de caer ante sus instintos de preservación, mientras escuchaba a la hermosa mujer contestando. Y el sonido incesante de los humanos en el café y de la naturaleza a su alrededor lo hacían ponerse incluso un poco más nervioso.

-La luna puede ser muy hermosa, pero a algunos les afecta más que a otros...-tragó grueso y respiró muy lentamente, tratando de no sentir tanto el aroma a humanos, y con este acto, logró relajarse un poco, sacando muy velozmente un pañuelo del bolsillo superior de su chaqueta de cuero, que utilizó para limpiarse un poco la cara y también para tener algo que distrayese un poco su atención de aquella situación tan tensa, aunque aún sentía sus instintos gritándole por todo lo alto. Le costaba mantener la atención en la conversación mientras luchaba por no ceder ante sus instintos, con la mandíbula ligeramente apretada. Logró captar la última parte de la conversación, y se quedó mirándola fijamente por lo que a él se le hicieron siglos, pero que en realidad fueron solo unos segundos, antes de contestar.

-No se preocupe, ya había terminado...-señaló despreocupado el cuerpo descuatizado de su víctima y luego dió algunos pasos hacia atrás, alejándose un tanto de la joven, más guiado por sus instintos que por su razón, pero aún se quedó en el lugar, con una sonrisa confiada que no cuadraba con su forma de sentirse- Señorita, nada es imposible en este mundo. Excepto quizás evitar situaciones como esta...-Imposible. Por más que lo intentaba, no lograba hacer desaparecer ese sentimiento de incomodidad y esas ganas de atacar o huir que sentía. Sin embargo, al menos estaba logrando manejarlo bastante bien, o eso opinaba él- Las damas primero: Dispare la pregunta.

El sabor de su última presa aún seguía fresco en su boca, y el aroma a hierro, carne y otros estaba impregnado en el ambiente, mientras la luna alumbraba a la lúgubre escena del cuerpo sin vida esparcido en el espacio entre ellos. Él se sentía satisfecho, pero a la vez, era como si el mismo instinto de cazador (o quizás de sádico) que lo llevó a realizar tal acto brutal y sangriento, lo invadiese ante la presencia de aquella mujer. Cómo era posible sentir tanta rabia, nervios, miedo, e incluso un tanto de respeto ante alguien que no habías visto jamás?

Cazar o ser cazado... Será que ese término aplicaba en esta situación? No lo parecía: El olor de esa mujer la hacía totalmente imposible de desear por su parte. Pero su presencia lo hacía querer pelear. Como si desease hacerle lo mismo que había hecho a la humana tan solo minutos antes. Al mismo tiempo, su lógica (maldita lógica) lo ayudaba a mantener ese instinto a raya, diciéndole que era mejor ser amables o largarse. Él prefería la primera. Si las cosas se ponían feas, siempre podía usar su don y simplemente irse con tranquilidad, pero no iba a huir. Quería saber más, y ella tenía las respuestas.

Mihaela movió los dedos dentro del guantelete, asegurándose de que este estuviese bien sujeto a su mano; las garras de aquella arma habían sido extraídas a un hijo de la luna como ella, por el cazador el cual se la obsequio, por lo tanto, serian peligrosas para cualquier vampiro. Quizás ella no era muy experimentada, y quizás no podría considerarse a sí misma un ejemplar muy fuerte, pero sabía cuáles eran sus ventajas: Los Hijos de la luna eran capaces de desgarrar la piel pétrea de os vampiros.

El lobo en su interior estaba atrapado, bajo una superficie de piel y carne humana, y reconoció a su enemigo en la distancia, queriendo escapar para salir a luchar, rasgando desde muy desde adentro; Sin embargo, Mihaela también podría perder la cabeza allí mismo, muy a pesar de sus armas, sin la luna llena ella era solo una humana fuerte, pero sus sentidos no responderían por ella de la misma forma, y no habría una piel gruesa que le protegieran sus arterias de los colmillos de aquella bestia chupasangre.

Por una milésima de segundo miro sus espaldas por encima del hombro, tomando en cuenta la presencia de los humanos muy cerca de ahí, por una parte le aseguraba un tanto de recato por parte del otro sujeto, pero en caso que no le importaba hacer un escándalo, quizás podría utilizarlos de escudo…Si, Mihaela no escatimaba en “gastos”.

Dio un paso a su derecha, en parte por nervios y en parte para saber que reacción tendría su interlocutor ante el gesto, todo era demasiado tenso e incómodo, como si el aire de pronto se hubiese hecho más pesado y la gravedad insoportable, y se le hacía cada vez más difícil sencillamente quedarse de pie sin lanzarse a tomar acciones imprudentes.

-Muy caballeroso de su parte. ¿Es usted un vampiro?...-Quizas ya ella lo había deducido, pero necesitaba asegurarse de ello- ¿Qué intenciones tiene usted?

El movimiento repentino de la joven lo hizo volver a ponerse en una posición defensiva, aunque no pasó a mayores. Él sabía que se estaba arriesgando a sufrir su pequeño "cambio" si algo alteraba sus sentidos, y respiraba tratando de calmarse ante cada detalle nuevo que notaba. Si ella se acercaba solo un poco, o hacía un movimiento inesperado, sus instintos serían más fuertes que su razón. Este pensamiento lo hizo dar un par de pasos más hacia atras, antes de escucharla.

Se cruzó de brazos, metiendo las manos aún manchadas de la sangre de su víctima en el espacio de sus codos flexionados, apoyándose de espaldas contra un árbol, para tratar de relajarse un poco más mientras contestaba. Su voz se notó un poco más ronca, en un modo apenas imperceptible, y él se la aclaró antes de contestar:

-Ejem... Sí, podría decirse que si lo soy, aunque... Bueno, mis raíces son un poco distintas a la de los vampiros comunes. -La siguiente pregunta le hizo un poco de gracia- Oh, bueno, eso depende: Con usted, honestamente mis intenciones valen poco. Pero en general, solo estoy de paso. Además vivo cerca, así que se podría decir que usted está en "mi territorio", si lo quiere ver de ese modo.

El hacer chistes le funcionaba. Lo ayudaban a mantenerse relajado y a bajar un poco la tensión entre los dos, aunque no sería suficiente ni un show de comedia si su transformación llegaba a suceder, y luego de lo ocurrido en el pasado, no deseaba que sucediese de nuevo. Hizo una bastante rígida y veloz reverencia con la cabeza, antes de proseguir.

-Ahora mi turno, y disculpe lo inapropiado de mi pregunta, pero: Qué es usted?-no le parecía inapropiada en lo absoluto, pero él era así. Y no tenía intención alguna de tomarse confianzas con la joven antes de saberse totalmente fuera de peligro... Cosa que él ignoraba que no iba a suceder jamás.

Mihaela torcio la boca, le costaba mantenerse quieta, era como si algo en su cuerpo picara, escociera. El joven no había mostrado ser un cazador de los de su especie. Pero también parecían imanes opuesto, tan opuestos que quizás un encuentro mas amistoso que aquel seria igual de imposible que abrazar una sombra.

A pesar de que ella también era una cazadora, una asesina de humanos, a pesar de que ella también ensuciaba sus manos y su ropa con sangre…la imagen de aquel vampiro le desagradaba en o mas profundo de ella, quería venganza, pero no sabia a quien estaba vengando…Quizas eran las voces de los lobos antepasados que fueron perseguidos y asesinados por aquellas criaturas despreciables….

Sin embargo Mihaela mantenía consciencia, no sentía lo que muchos hijos de la luna sentía con respecto a su infección, ella no era una defensora de la mentalidad de propagar a los de su especie, ni pondría en peligro su cuello por una lucha sin sentido y sin beneficio para ella con sus enemigos naturales…Su única meta en esa eternidad era la de perseguir a la loba blanca.

Aunque mantenía concentración en el entorno, poca atención le estaba prestando a las palabras innecesarias del sujeto, solo le bastaba con saber que era vampiro, sin importarle cuales fuera o no sus raíces…Aquel tipo no era alguien con quien ella pudiera sencillamente estar de cerca o dejarle pasar por alto.

-Oh, mis mas sinceras disculpas, no es nunca mi intención invadir el territorio de nadie, pero al ser nomada…se hace algo difícil…-forzo una sonrisa que se sintió casi como desquebrajar el rostro, y aunque ella estuviese frente a un acérrimo enemigo, seguía siendo la mujer que su padre había criado: educada y femenina…incluso si tenia que luchar, lo haría como una mujer que es,

-¿Qué soy? Es extraño que usted pregunte eso…daba por sentado que ya lo sabia…-movio nerviosa los dedos dentro del guantelete. Si aquel vampiro no sabia quien tenia en frente, entonces quizás podría también ignorar el hecho de la enemistad eterna- Hija de la luna. Asi nos llaman.

Mihaela comenzaba a retractarse de su idea principal de saciar su curiosidad y acercarse a la caceria de aquel sujeto, entonces noto como había puesto en peligro, no solo a ella, sino a todo ser vivo cercano. Una pelea entre dos bestias sobrehumanas normalmente traía consigo mucha sangre. Dio un paso atrás, tratando de ser lo mas cuidadosa posible, apenas moviendo los musculos de su cuerpo….pero nada le preparo para el hecho que, detrás de ella un zorro había elegido un mal momento para salir, tomando por sorpresa a una nerviosa hija de la luna la cual se giro bruscamente gruñendo con fuerza y alzando su falsa garra izquierda.

Escuchó la respuesta de ella, quedándose pensativo. Había oído muchas historias sobre los de la especie de la señorita, ninguna agradable o que diera algún buen motivo para calmarse. Además recordó también haber escuchado en una ocasión que los Vulturi, mismos vampiros que habían cazado a los de su especie, hasta el punto de intentar matarlo a él también, habían dado cacería a los hijos de la luna hasta casi exterminarlos. No era de extrañar que él nunca se hubiese conseguido con uno: No eran comunes en América del Sur, y estaban al borde de la extinción en su lugar de origen, además de que Denisse se había apartado muchísimo del mundo de la noche, alejándose de cuanto aroma no natural sintiese.

Estaba sumido en sus pensamientos, cuando una alerta dió un giro de 360° a la situación:

Ella se había movido hacia atrás, un animalillo pasaba en mal momento por mal lugar, y las cosas se pusieron oscuras.

Su instinto reaccionó ante la amenaza presente de la joven, aunque no iba dirigida a él. Trató de contenerlo con todas sus fuerzas, pero el poco tiempo que pudo hacerlo apenas si fue suficiente para jadear una palabra initeligible en un tono que se volvió muy ronco y gutural (como un rugido) al final.

Su cuerpo tembló violentamente por milésimas de segundo, mientras sus músculos se tensaron, se inflamaron y su cuerpo se volvió más grande de lo que ya era. 2.15m fue la altura final del híbrido, además de una musculatura enorme, que tensó las costuras de sus ropas. Por un segundo se quedó de pie, estático, a las sombras del árbol donde apenas segundos antes había estado apoyado, mientras su piel se tornaba pálida, cómo si hubiese muerto. Entonces abrió los ojos.

De pronto, y a una velocidad vertiginosa, se acucliyó, agazapándose como lo haría un animal antes de adelantarse sacando el pecho, rugiendo con muchísima fuerza, en un sonido profundo que le hizo ensanchar el pecho para salir, mostrando unos colmillos larguísimos, blancos y peligrosos, y entrecerrando los ojos, totalmente negros, brillantes, como dos ópalos brillantes.

De un salto impulsado hacia el frente, la empujó, y el impacto hizo que algo crujiera en ella, tumbándola al suelo, a punto de destrozar lo que para él era una amenaza, un enemigo, un intruso, pero a la vez, un mondadientes... Justo cuando una brisa fuerte sopló hacia ellos, atrayendo el olor de algunas presas y algo más. Humanos. Fuego. Algunas telas. Definitivamente, un campamento. Volvió a rugir con furia contra ella, como dando una advertencia, tomándose luego el impulso necesario y saliendo disparado hacia aquel aroma.

Los campistas de aquella lejana montaña intentaron inútilmente defenderse de la bestia que les llegó a sus puertas, disparándole proyectiles que solo lo enfurecían más y que se quitaba como si de mosquitos se tratara; encarándolos uno a uno, drenándoles la vida completamente, destrozando lo que encontraba a su paso, sus cuerpos incuídos. Imparable. Incontrolable. Todo un animal.

Corrió por todo el territorio, rasguñando árboles como marca personal, hasta que el olor de la loba desapareció de su rango y pudo calmarse, destransformándose con las ropa hecha harapos. Su cuerpo temblaba levemente mientras se miraba las manos, que poco a poco retomaban su color habitual. De nuevo había perdido el control.

Mihaela había experimentado cosas impresionantes en su vida, y pensaba de a ratos que ya nada podría causarle miedo alguno en contra de su integridad física, quizás era un exceso de confianza o solo quizás amor por la vida propia, pero siempre se dejab llevar mas por la curiosidad que por el instinto de conservación…al igual que en ese momento.

Pero nada le había preparado mentalmente para ver la transformación de un vampiro. En el momento en que observo como el cuerpo de su interlocutor, ahora enemigo, cambiaba de forma abrupta, su cuerpo temblo y sus sentidos vibraron con precaucion, entonces apretó sus dedos dentro del guantelete de defensa personal, si tenia que usarlo no dudaría en sacar el resto de su repertorio lobuno escondido en su ropa…pero aun asi, en esos momentos era mas humana que nada y se sintió indefensa y rabiosa contra si misma y contra los de la raza del sujeto frente a ella.

Sus reflejos fallaron y de pronto se encontró con la bestia sobre ella, y en tanto la adrenalina se apodero de su cuerpo extendió su mano abierta en contra del cuerpo del tipo, con toda al intención de clavar esas garras en algún punto importante de la anatomía de su rival, pero ni siquiera pudo notar si lo logro o si fallo totalmente porque cuando el peso de la bestia cayo sobre ella su costilla crujió cruelmente al romperse…Era la primera vez en al menos 200 años que un hueso de su cuerpo se rompia, y había olvidado la sensación de dolor, aquella que no estaba seguida del entumecimiento por la transformación de lobo.

Por suerte para ella algo mas atrajo la atención del vampiro y salio casi ilesa luego de recibir un gruñido de parte del otro, no sin antes darle uno ella a cambio también, no es que fuera muy intimidante que un humano le mostrara sus dientes carentes de filo, pero ciertas actitudes de lobo habían quedado prendadas en ella al paso del tiempo, sobre todo en aquella época en la cual vivio en total naturaleza.

Cuando el vampiro se retiro lejos de ella, Mihaela tuvo que armarse de fuerza para levantarse del suelo, sin poder reprimir un gemido de dolor, en parte por el frio que se había colado al estar ahora cubierta de nieve, y además de tener una (o varias) costillas rota en su cuerpo. Suspirando, logro sentarse para poder intentar revisar su cuerpo por si misma…tendría que esperar a la luna lleva para que su cuerpo pudiera sanar de esta herida.

Suspiró algo irritado, mientras una notoria migraña invadía su cabeza. Caminó por un momento sin rumbo, perdido entre las blancas montañas nevadas, sintiendo el frío en la planta de sus pies descalzos y el aire cortandole de lleno en la piel, de nuevo en color humano.

Caminó con calma por al menos un kilómetro, y luego respiró profundo, buscando su camino a casa. Lo encontró al poco rato y, dando una carrera, llegó a la bien decorada casa, entrando por una ventana para evitar que nadie lo viese. Se arrancó la poca tela desgarrada que le quedaba encima y, de muy mal humor, llenó la bañera y se sumergió en esta, listo para dormir lo que restaba del día.

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