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Io non sono un spettro [Liana]
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Twilight Moon :: Europa :: Italia :: Volterra :: Castillo Volturi :: Primera Planta :: Lobby
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Io non sono un spettro [Liana]
La tarde había caído en Volterra y yo a penas y me había percatado de ello; había pasado toda la mañana en el despacho de mi esposo, últimamente estábamos mucho mas cercanos de lo usual y era evidente que yo lo disfrutaba, hacía tanto tiempo que no teníamos momentos así, por lo que me había dado a la tarea de disfrutar tanto como pudiera, pues nunca sabíamos cuando tendríamos que comenzar una batalla y entonces toda la "tranquilidad" de la que gozábamos ahora desaparecería y la angustia volvería a apoderarse de mi nuevamente.
Todo había ido bien, habíamos estado conversando y Aro me había puesto al día con la ultima información sobre los vampiros híbridos y las vampiresas en estado de gestación.
A decir verdad yo no lograba entender mucho sobre el embarazo vampirico, me costaba comprender como era aquello posible y al mismo tiempo me causaba una curiosidad enorme, incluso podía entender las razones de aquellas inmortales que habían decidido procrear un hijo, pues yo misma sabía lo que significaba desear uno y no poder tenerlo... mas sin embargo, no estaba de acuerdo con el comportamiento.
Pude haber compartido las 24 horas de aquél día con mi marido si no hubiese sido porque algunos miembros de la guardia llegaron de su ultima misión con información para mi esposo y sus hermanos, entonces él tuvo que irse apresurado, dejándome en su despacho.
Estuve ahí durante unos 40 minutos, hasta que decidí salir a caminar por los pasillos.
Mis tacones resonaban en el suelo mientras avanzaba y el eco de estos chocaba con las paredes del castillo; mientras caminaba, los guardias a mi paso me miraban extrañados y un tanto ¿asustados?, suponía que la situación debería parecerles un tanto extraña, pues no era común verme por ahí y menos a mi sola, las expresiones en su rostro hacían figurar que habían visto un fantasma, y bueno, yo era tal vez algo parecido, a mi en cambio aquello me causaba algo de gracia, sus caras de sorpresa eran bastante divertidas y yo no tenía por qué darles alguna explicación al respecto, al fin de cuentas, el castillo era mi hogar.
Mi cabello caía ondulado por mis hombros y en ocasiones parecía danzar mientras yo avanzaba con paso firme por los pasillos.
Seguí el camino que llegaba al lobby... tenía curiosidad de conocer a la nueva recepcionista humana que había llegado al castillo, nadie me la había presentado aun, así que decidí hacerlo yo misma, seguramente sería divertido, aunque mientras caminaba, el aroma de otro vampiro llamaba mi atención... la humana no estaba sola.
- Buon pomeriggio - murmuré una vez las tuve frente a frente. La humana me miró con temor, sus ojos grises denotaban sorpresa, pero sobre todo terror, mientras que la vampiresa me miraba un tanto extrañada.
A ella ya la había visto antes, su nombre era Liana, aunque nunca habíamos tenido una conversación, simplemente la había observado una que otra vez en la sala de tronos.
Todo había ido bien, habíamos estado conversando y Aro me había puesto al día con la ultima información sobre los vampiros híbridos y las vampiresas en estado de gestación.
A decir verdad yo no lograba entender mucho sobre el embarazo vampirico, me costaba comprender como era aquello posible y al mismo tiempo me causaba una curiosidad enorme, incluso podía entender las razones de aquellas inmortales que habían decidido procrear un hijo, pues yo misma sabía lo que significaba desear uno y no poder tenerlo... mas sin embargo, no estaba de acuerdo con el comportamiento.
Pude haber compartido las 24 horas de aquél día con mi marido si no hubiese sido porque algunos miembros de la guardia llegaron de su ultima misión con información para mi esposo y sus hermanos, entonces él tuvo que irse apresurado, dejándome en su despacho.
Estuve ahí durante unos 40 minutos, hasta que decidí salir a caminar por los pasillos.
Mis tacones resonaban en el suelo mientras avanzaba y el eco de estos chocaba con las paredes del castillo; mientras caminaba, los guardias a mi paso me miraban extrañados y un tanto ¿asustados?, suponía que la situación debería parecerles un tanto extraña, pues no era común verme por ahí y menos a mi sola, las expresiones en su rostro hacían figurar que habían visto un fantasma, y bueno, yo era tal vez algo parecido, a mi en cambio aquello me causaba algo de gracia, sus caras de sorpresa eran bastante divertidas y yo no tenía por qué darles alguna explicación al respecto, al fin de cuentas, el castillo era mi hogar.
Mi cabello caía ondulado por mis hombros y en ocasiones parecía danzar mientras yo avanzaba con paso firme por los pasillos.
Seguí el camino que llegaba al lobby... tenía curiosidad de conocer a la nueva recepcionista humana que había llegado al castillo, nadie me la había presentado aun, así que decidí hacerlo yo misma, seguramente sería divertido, aunque mientras caminaba, el aroma de otro vampiro llamaba mi atención... la humana no estaba sola.
- Buon pomeriggio - murmuré una vez las tuve frente a frente. La humana me miró con temor, sus ojos grises denotaban sorpresa, pero sobre todo terror, mientras que la vampiresa me miraba un tanto extrañada.
A ella ya la había visto antes, su nombre era Liana, aunque nunca habíamos tenido una conversación, simplemente la había observado una que otra vez en la sala de tronos.
Sulpicia Volturi- Mensajes : 101
Localización : Castillo Volturi
Re: Io non sono un spettro [Liana]
Un día mas dentro del castillo de los Volturis, como siempre, haciendo guardia en la sala de audiencias de los maestros. Esperando algún incauto vampiro que viniera a pedir algo y acabara descabezado y luego al rato toco la comida. un aperitivo que la gentil Heidi trajo. Los maestros, se levantaron y se fueron.
Donde y que hicieron carecía de mi interes. Supuestamente los que poseían esposas con ellas, y Marcus el único que no la poseía a pasar un tiempo sintiendo la pena por la perdida de su esposa, un día mas de los siglos que la llevaba apenando.
estaba con otros miembros menos importantes de la guardia, de los que su situación aquí variaría mucho o no, dependía de los intereses y situaciones. -Hay que limpiar esto. Tiremos los cuerpos al pozo.-Con mi poder moví la tapa de el foso y la aparte para que los demás pudieran realizar el trabajo de tirar los restos de la alimentación por su oscuro y profundo hueco. Al pasar los minutos, tal vez fuera que la eternidad se me volvía una visión lenta, me canse de esperar a que llegaran al ultimo cuerpo. "¡Que lentos...!" Bufé casi desesperadamente y me acerque para ayudarlo.Deprisa, los maestros volverán y esto anda aun sin acabar. Id a por el ácido alguno, ya. ¡Id!- Mande a uno de los vampiros o dos ni mire quien iba, con que llegaran con el ácido, me daba igual cuantos fueran. ayude con mi poder a levantar los cuerpos y dejarlos soltar sobre el foso, cayendo en un profundo silencio, hasta el fondo.
Cuando Llegaron con el ácido, ya caia el último cuerpo.-Tened cuidado con el ácido echarlo por al agujero y acabemos ya.- Me volví a mi lado de la pared en lo que vigile que hicieran lo pedido. Vi como el liquido que podia destrozar un cuerpo humano en minutos sin dejar ni rastro se derramaba en el hueco, cayendo sobre los cuerpos que había depositados abajo y seguramente empezaría con el contacto a hacer su trabajo. Una vez hecho se guardo los bidones de ácido y yo tape la tapa.
Trabajo acabado, me sentí aliviada y por fin dibuje una sonrisa en mi rostro. Odiaba que las cosas no estuvieran bien, pues sus errores podrian afectarme a mi. Ya hecho todo no quedaba mas... o si... Antes que pudiera decir algo uno de los presentes rasco los restos de sangre hacia la tapa de rejillas para limpiar el suelo de los restos de sangre. Ahora, si que si estaba todo bien.
Poco paso para que un asunto trajera de nuevo a los maestros. Entraron con ellos Alec y Jane, lo que indicó que mi función habia terminado ya. Aro me indico que saliera, y yo con una inclinación de cabeza los despedi a los tres maestros y me salí de la sala a la vez que por un momento me apartaba para que entrara Demetri acompañado de otros guardias y un vampiro que no era de los nuestros. Por fin salí y cerré la puerta detrás de mí. Avance por el pasillo subiendo las escaleras, hasta el pequeño recibidor donde había una mesa y un ascensor que conectaba esta parte a la superior, siendo un modo de acortar el trayecto.
En un rápido vistazo nada mas entrar del pasillo a esa parte abierta vi como la recepcionista miraba con curiosidad al pasillo.-La curiosidad mato al gato.- Le dije con mi voz melodiosa pero fria. Aborrecía a los humanos, solo el humano que serviria de mi comida, era el que más me gustaba, los demás me parecían estúpidos ignorantes o desesperados. En el caso de las secretarias de esta zona del pasillo, me desquiciaban cosa mala por su estupidez y su fe, en que serian mas útiles, que el de ser un postre. No tenían nada de talento, no tenían mas que una cara de avaricia, deseo, envidia y ir monisimamente vestidas. Poniendo ojitos de pena a los maestros, como si eso cambiara la idea de estos sobre su futuro. Suspire y de pronto escuche un ruido de tacones, y del lugar del que procedía, intente saber si eran de Heidi, de Renata... Pero no me sonaba a ninguna guardiana con esa forma de andar, solo...
De uno de los pasillos distintos al que yo habia llegado entro la persona que menos pensaba ver por esta parte del castllo. Sulpicia Volturi, esposa de Aro, estaba hay frente a la secretaria y de mí.
baje la cabeza y le devolví el saludo con una reverencia.-Buona sera, mia signora.- Le conteste al saludo y al no escuchar a la secretaria la miré. Estaba asustada aún por mis palabras, se notaba en su rostro pero a la vez parecía sorprendida de ver a aquella mujer frente a ella. Nunca debía a verlas visto o saber de su existencia, porque solo acostumbraba a ver a los maestros y la guardia. La mire con cara que lo decía todo."Saluda con una reverencia o te arranco las entrañas". Así de sencillo, pareció que al mirarme lo entendió. Titubeando contesto y me imito en una reverencia que parecía torpe. Cerré los ojos un momento un segundo. "Torpe hasta para las reverencias." Abrí los ojos al segundo y mire al frente a mi Señora Sulpicia.-Mi señora, ¿que le trae a estos lados del castillo? ¿Necesita algo? Los maestros estan en una audiencia, si quiere, puede confiar en que si necesita algo mientras acaban yo le puedo servir. - Al revés de antes con la humana, ahora mi voz era de otro tono, melodiosa como de por si, pero con cierto respeto y clamada ademas de pausada.
Donde y que hicieron carecía de mi interes. Supuestamente los que poseían esposas con ellas, y Marcus el único que no la poseía a pasar un tiempo sintiendo la pena por la perdida de su esposa, un día mas de los siglos que la llevaba apenando.
estaba con otros miembros menos importantes de la guardia, de los que su situación aquí variaría mucho o no, dependía de los intereses y situaciones. -Hay que limpiar esto. Tiremos los cuerpos al pozo.-Con mi poder moví la tapa de el foso y la aparte para que los demás pudieran realizar el trabajo de tirar los restos de la alimentación por su oscuro y profundo hueco. Al pasar los minutos, tal vez fuera que la eternidad se me volvía una visión lenta, me canse de esperar a que llegaran al ultimo cuerpo. "¡Que lentos...!" Bufé casi desesperadamente y me acerque para ayudarlo.Deprisa, los maestros volverán y esto anda aun sin acabar. Id a por el ácido alguno, ya. ¡Id!- Mande a uno de los vampiros o dos ni mire quien iba, con que llegaran con el ácido, me daba igual cuantos fueran. ayude con mi poder a levantar los cuerpos y dejarlos soltar sobre el foso, cayendo en un profundo silencio, hasta el fondo.
Cuando Llegaron con el ácido, ya caia el último cuerpo.-Tened cuidado con el ácido echarlo por al agujero y acabemos ya.- Me volví a mi lado de la pared en lo que vigile que hicieran lo pedido. Vi como el liquido que podia destrozar un cuerpo humano en minutos sin dejar ni rastro se derramaba en el hueco, cayendo sobre los cuerpos que había depositados abajo y seguramente empezaría con el contacto a hacer su trabajo. Una vez hecho se guardo los bidones de ácido y yo tape la tapa.
Trabajo acabado, me sentí aliviada y por fin dibuje una sonrisa en mi rostro. Odiaba que las cosas no estuvieran bien, pues sus errores podrian afectarme a mi. Ya hecho todo no quedaba mas... o si... Antes que pudiera decir algo uno de los presentes rasco los restos de sangre hacia la tapa de rejillas para limpiar el suelo de los restos de sangre. Ahora, si que si estaba todo bien.
Poco paso para que un asunto trajera de nuevo a los maestros. Entraron con ellos Alec y Jane, lo que indicó que mi función habia terminado ya. Aro me indico que saliera, y yo con una inclinación de cabeza los despedi a los tres maestros y me salí de la sala a la vez que por un momento me apartaba para que entrara Demetri acompañado de otros guardias y un vampiro que no era de los nuestros. Por fin salí y cerré la puerta detrás de mí. Avance por el pasillo subiendo las escaleras, hasta el pequeño recibidor donde había una mesa y un ascensor que conectaba esta parte a la superior, siendo un modo de acortar el trayecto.
En un rápido vistazo nada mas entrar del pasillo a esa parte abierta vi como la recepcionista miraba con curiosidad al pasillo.-La curiosidad mato al gato.- Le dije con mi voz melodiosa pero fria. Aborrecía a los humanos, solo el humano que serviria de mi comida, era el que más me gustaba, los demás me parecían estúpidos ignorantes o desesperados. En el caso de las secretarias de esta zona del pasillo, me desquiciaban cosa mala por su estupidez y su fe, en que serian mas útiles, que el de ser un postre. No tenían nada de talento, no tenían mas que una cara de avaricia, deseo, envidia y ir monisimamente vestidas. Poniendo ojitos de pena a los maestros, como si eso cambiara la idea de estos sobre su futuro. Suspire y de pronto escuche un ruido de tacones, y del lugar del que procedía, intente saber si eran de Heidi, de Renata... Pero no me sonaba a ninguna guardiana con esa forma de andar, solo...
De uno de los pasillos distintos al que yo habia llegado entro la persona que menos pensaba ver por esta parte del castllo. Sulpicia Volturi, esposa de Aro, estaba hay frente a la secretaria y de mí.
baje la cabeza y le devolví el saludo con una reverencia.-Buona sera, mia signora.- Le conteste al saludo y al no escuchar a la secretaria la miré. Estaba asustada aún por mis palabras, se notaba en su rostro pero a la vez parecía sorprendida de ver a aquella mujer frente a ella. Nunca debía a verlas visto o saber de su existencia, porque solo acostumbraba a ver a los maestros y la guardia. La mire con cara que lo decía todo."Saluda con una reverencia o te arranco las entrañas". Así de sencillo, pareció que al mirarme lo entendió. Titubeando contesto y me imito en una reverencia que parecía torpe. Cerré los ojos un momento un segundo. "Torpe hasta para las reverencias." Abrí los ojos al segundo y mire al frente a mi Señora Sulpicia.-Mi señora, ¿que le trae a estos lados del castillo? ¿Necesita algo? Los maestros estan en una audiencia, si quiere, puede confiar en que si necesita algo mientras acaban yo le puedo servir. - Al revés de antes con la humana, ahora mi voz era de otro tono, melodiosa como de por si, pero con cierto respeto y clamada ademas de pausada.
Liana Volturi- Mensajes : 23
Re: Io non sono un spettro [Liana]
Podía escuchar el latido acelerado del corazón de la humana, su rostro me demostraba que ella no tenía ni idea de quien era yo, estaba tan asombrada, parecía no comprender de donde había salido, o qué rayos hacía yo en aquel castillo tan protegido y casi imposible de acceder para los ajenos a nuestro clan.
Ella pareció comprender hasta poco después de intercambiar unas cuantas miradas con Liana, quien parecía traspasarla con los ojos para hacerle entrar en razón y saludarme como era debido.
Aquello me causaba más gracia que molestia, de todas formas podía comprender la sorpresa no solo de la recepcionista, sino también de todos los guardias que me había topado durante mi camino al lobby; era bastante inusual verme a mí, o a mi hermana Athenadora aparecer por aquellos rumbos, sobre todo en completa soledad, sin Corin siguiéndonos la pista o del brazo de nuestros esposos.
Una sonrisa casi imperceptible se formó en mis labios cuando aquella joven me saludó al fin con una reverencia que mostraba su nerviosismo.
Podía sentir el aroma dulce y tentador de su sangre, pero yo tenía milenios de existencia y había podido desarrollar una fuerte resistencia al aroma de la sangre humana, ya no era aquella neófita salvaje que se volvía loca al sentir el ardor en su garganta y buscaba saciar su sed a como diera lugar, y agradecía completamente haber dejado aquella etapa de mi vida atrás, me avergonzaba recordarlo, pero sobre todo, me avergonzaba que Aro lo recordara, seguramente parecía torpe y tonta en aquellos días, pero él, afortunadamente había sido muy paciente y protector conmigo, me había enseñado muchísimas cosas que me habían convertido en la vampiresa que era ahora: elegante, refinada, sabia, inteligente y culta, a la altura de la reina que él se merecía.
La voz melodiosa de Liana me devolvió a la realidad, entonces negué débilmente con la cabeza, mirándola con una sonrisa amistosa en los labios.
-No te preocupes, Liana querida, agradezco tal gesto de amabilidad – junté mis manos mientras la miraba y luego volví mi vista a la joven humana – solo tenía curiosidad de conocer a nuestra nueva recepcionista, Aro me ha hablado de ella, pero no tenía aun el gusto de conocerla – le dediqué una dulce sonrisa, como si la conociera de tiempo, como si fuéramos viejas amigas, tal como Aro lo hacía con sus visitantes, eso se lo había aprendido a mi marido – Soy Sulpicia – me presenté sin tanta formalidad e inmediatamente después tuve la respuesta de la chica, quien me comunicó su nombre de una forma bastante amable y formal.
- Liana – murmuré unos segundos más tarde – no había tenido la oportunidad de darte la bienvenida a nuestra familia, me disculpo por mi falta de amabilidad – mis ojos rojos se clavaron en los suyos y entonces proseguí – pero ya sabes, no tengo muchas oportunidades de salir, así que ahora que la tengo, aprovecho para decirte que eres completamente bienvenida y que espero que tu estadía en nuestro castillo esté siendo de tu total agrado, querida –
Di unos cuantos pasos alrededor del lobby y entonces me senté en uno de los sofás de aquella pequeña pero acogedora sala, recargué mi espalda en el respaldo y coloqué mis manos que estaban entrelazadas justo sobre mis piernas.
Ella pareció comprender hasta poco después de intercambiar unas cuantas miradas con Liana, quien parecía traspasarla con los ojos para hacerle entrar en razón y saludarme como era debido.
Aquello me causaba más gracia que molestia, de todas formas podía comprender la sorpresa no solo de la recepcionista, sino también de todos los guardias que me había topado durante mi camino al lobby; era bastante inusual verme a mí, o a mi hermana Athenadora aparecer por aquellos rumbos, sobre todo en completa soledad, sin Corin siguiéndonos la pista o del brazo de nuestros esposos.
Una sonrisa casi imperceptible se formó en mis labios cuando aquella joven me saludó al fin con una reverencia que mostraba su nerviosismo.
Podía sentir el aroma dulce y tentador de su sangre, pero yo tenía milenios de existencia y había podido desarrollar una fuerte resistencia al aroma de la sangre humana, ya no era aquella neófita salvaje que se volvía loca al sentir el ardor en su garganta y buscaba saciar su sed a como diera lugar, y agradecía completamente haber dejado aquella etapa de mi vida atrás, me avergonzaba recordarlo, pero sobre todo, me avergonzaba que Aro lo recordara, seguramente parecía torpe y tonta en aquellos días, pero él, afortunadamente había sido muy paciente y protector conmigo, me había enseñado muchísimas cosas que me habían convertido en la vampiresa que era ahora: elegante, refinada, sabia, inteligente y culta, a la altura de la reina que él se merecía.
La voz melodiosa de Liana me devolvió a la realidad, entonces negué débilmente con la cabeza, mirándola con una sonrisa amistosa en los labios.
-No te preocupes, Liana querida, agradezco tal gesto de amabilidad – junté mis manos mientras la miraba y luego volví mi vista a la joven humana – solo tenía curiosidad de conocer a nuestra nueva recepcionista, Aro me ha hablado de ella, pero no tenía aun el gusto de conocerla – le dediqué una dulce sonrisa, como si la conociera de tiempo, como si fuéramos viejas amigas, tal como Aro lo hacía con sus visitantes, eso se lo había aprendido a mi marido – Soy Sulpicia – me presenté sin tanta formalidad e inmediatamente después tuve la respuesta de la chica, quien me comunicó su nombre de una forma bastante amable y formal.
- Liana – murmuré unos segundos más tarde – no había tenido la oportunidad de darte la bienvenida a nuestra familia, me disculpo por mi falta de amabilidad – mis ojos rojos se clavaron en los suyos y entonces proseguí – pero ya sabes, no tengo muchas oportunidades de salir, así que ahora que la tengo, aprovecho para decirte que eres completamente bienvenida y que espero que tu estadía en nuestro castillo esté siendo de tu total agrado, querida –
Di unos cuantos pasos alrededor del lobby y entonces me senté en uno de los sofás de aquella pequeña pero acogedora sala, recargué mi espalda en el respaldo y coloqué mis manos que estaban entrelazadas justo sobre mis piernas.
Sulpicia Volturi- Mensajes : 101
Localización : Castillo Volturi
Re: Io non sono un spettro [Liana]
Miré en todo momento con el rabillo de mi visión, a la secretaría, y de que no cometiera el peor error de su vida, porque o yo la estampaba contra la pared o Aro, la despediría de forma especial, es decir, con un cese de trabajo y vida. La mujer debió espabilar, y por fin saludo y contesto de forma bastante acorde con la situación.
Escuche y vi las miradas de Sulpicia, a la secretaría, de pronto entendía que hasta sus formas me eran muy familiares. Eran...Aro, esa cordialidad y postura como la de Aro, de inmutarse ante las visitas o los humanos ineptos. Mi voz atrajo su atención y respondió a las preguntas. "No te preocupes, Liana querida, agradezco tal gesto de amabilidad".-Mi señora, no es un gesto es un privilegio poderla ayudar.-Conteste con una pequeña sonrisa, y mi voz siempre melodiosa, clara y dulce, siempre y cuando no me desquiciara como lo hacían los humanos. Volvió a mirar a la humana, yo imite su gesto mirándola pero más de lado. solo tenía curiosidad de conocer a nuestra nueva recepcionista, Aro me ha hablado de ella, pero no tenía aun el gusto de conocerla Al escuchar aquello, me sorprendí de que Aro hablara de una humana, más de aquella secretaría. ¿Que tenía de interés, para que el gran Vulturi hablara en la paz y tranquilidad de su alcoba y privacidad con su esposa de aquella humana, sin talento.? Pude ver el gesto de la secretaria, alegría, emoción... Tal vez eso la llenara de esperanzas de que Aro quisiera convertirla en vampiro, y por ideas suyas, fuera muy pronto. Me devolvió una mirada de jubila oculta con un "seré vampira..." Casi me dan ganas de matarla, pero no podía, no tenia esa orden, ni escusa para hacerlo. Tal vez un poco de mi don... Por si acaso, lo reservaría para cuando Sulpicia no estuviera. Esta misma, la reina, se presento a la recepcionista que con gran alegría y rapidez, contesto a la mujer que de cabellos azabaches y ojos rojos como la sangre, se erguía frente a ella.
En mi mente solo una palabra vino a mi "Aduladora, falsa". Todos los humanos llegaban a ser así de patéticos, me preguntaba muchas veces, si hasta yo llegue a parecer así mismo, y si lo era, entendía que no quisiera recordarlo.
Escuche una voz dulce y melodiosa, la de Sulpicia nombrando mi nombre y la mire."no había tenido la oportunidad de darte la bienvenida a nuestra familia, me disculpo por mi falta de amabilidad" Su mirada se clavo en la mía. Nuestros ojos rojos rubíes intercambiaron la mirada. No dije en un primer momento nada, espere que acabara, pues vi que aún quería decir algo más. pero ya sabes, no tengo muchas oportunidades de salir, así que ahora que la tengo, aprovecho para decirte que eres completamente bienvenida y que espero que tu estadía en nuestro castillo esté siendo de tu total agrado, queridaafirme con mi cabeza, a sus palabras, y incline la cabeza suavemente cuando me dio la bienvenida. -Gracias mi señora, Se lo agradezco. Es un honor para mí formar parte de este gran Clan, y servir a los Guardias que son como hermanos ya, a los maestros y por supuesto, a sus esposas. Dije, y aunque de pronto me sentí que pareciera falso, era muy realista, formar parte de este lugar había sido como un regalo divino, eran como la realeza de los humanos, pero en el mundo vampiro.-Lamento no haber podido conocer a tan bella señora, antes. Me hablaron de usted, y de Athenadora, más ahora puedo decir que sus descripciones quedan muy cortas. - Verdaderamente no imaginaba que las esposas fueran tan bellas como se comentaba.
Escuche y vi las miradas de Sulpicia, a la secretaría, de pronto entendía que hasta sus formas me eran muy familiares. Eran...Aro, esa cordialidad y postura como la de Aro, de inmutarse ante las visitas o los humanos ineptos. Mi voz atrajo su atención y respondió a las preguntas. "No te preocupes, Liana querida, agradezco tal gesto de amabilidad".-Mi señora, no es un gesto es un privilegio poderla ayudar.-Conteste con una pequeña sonrisa, y mi voz siempre melodiosa, clara y dulce, siempre y cuando no me desquiciara como lo hacían los humanos. Volvió a mirar a la humana, yo imite su gesto mirándola pero más de lado. solo tenía curiosidad de conocer a nuestra nueva recepcionista, Aro me ha hablado de ella, pero no tenía aun el gusto de conocerla Al escuchar aquello, me sorprendí de que Aro hablara de una humana, más de aquella secretaría. ¿Que tenía de interés, para que el gran Vulturi hablara en la paz y tranquilidad de su alcoba y privacidad con su esposa de aquella humana, sin talento.? Pude ver el gesto de la secretaria, alegría, emoción... Tal vez eso la llenara de esperanzas de que Aro quisiera convertirla en vampiro, y por ideas suyas, fuera muy pronto. Me devolvió una mirada de jubila oculta con un "seré vampira..." Casi me dan ganas de matarla, pero no podía, no tenia esa orden, ni escusa para hacerlo. Tal vez un poco de mi don... Por si acaso, lo reservaría para cuando Sulpicia no estuviera. Esta misma, la reina, se presento a la recepcionista que con gran alegría y rapidez, contesto a la mujer que de cabellos azabaches y ojos rojos como la sangre, se erguía frente a ella.
En mi mente solo una palabra vino a mi "Aduladora, falsa". Todos los humanos llegaban a ser así de patéticos, me preguntaba muchas veces, si hasta yo llegue a parecer así mismo, y si lo era, entendía que no quisiera recordarlo.
Escuche una voz dulce y melodiosa, la de Sulpicia nombrando mi nombre y la mire."no había tenido la oportunidad de darte la bienvenida a nuestra familia, me disculpo por mi falta de amabilidad" Su mirada se clavo en la mía. Nuestros ojos rojos rubíes intercambiaron la mirada. No dije en un primer momento nada, espere que acabara, pues vi que aún quería decir algo más. pero ya sabes, no tengo muchas oportunidades de salir, así que ahora que la tengo, aprovecho para decirte que eres completamente bienvenida y que espero que tu estadía en nuestro castillo esté siendo de tu total agrado, queridaafirme con mi cabeza, a sus palabras, y incline la cabeza suavemente cuando me dio la bienvenida. -Gracias mi señora, Se lo agradezco. Es un honor para mí formar parte de este gran Clan, y servir a los Guardias que son como hermanos ya, a los maestros y por supuesto, a sus esposas. Dije, y aunque de pronto me sentí que pareciera falso, era muy realista, formar parte de este lugar había sido como un regalo divino, eran como la realeza de los humanos, pero en el mundo vampiro.-Lamento no haber podido conocer a tan bella señora, antes. Me hablaron de usted, y de Athenadora, más ahora puedo decir que sus descripciones quedan muy cortas. - Verdaderamente no imaginaba que las esposas fueran tan bellas como se comentaba.
Liana Volturi- Mensajes : 23
Re: Io non sono un spettro [Liana]
Sonreí de medio lado al observar la reacción de la humana; ella parecía estar entusiasmada por lo que acababa de pronunciar, seguramente por su cabeza pasaba el formar parte del clan como un ser inmortal y no como una simple recepcionista que podría convertirse en el premio de cualquier miembro de la guardia en cuanto a Aro se le diera la gana.
La verdad era que mi marido no me había hablado precisamente de alguna posibilidad de convertirla en uno de nosotros, parecía no ser tan simple como otros humanos, pero tampoco tenía algo que Aro realmente necesitara, por lo que la observaría un par de meses mas hasta tomar una decisión definitiva... y claro, si había tocado el tema conmigo, no era porque él lo sintiera necesario, era mas bien porque yo había preguntado si la anterior seguía con vida.
De pronto mis pensamientos volvieron a enfocarse en Liana, la nueva joya del clan por su poderoso don; incluso había notado un tanto celosa a Jane debido a ello, no estaba segura de lo que la pequeña rubia sentía al respecto, pero a mi parecer, no se le veía tan contenta con Liana acercándose peligrosamente al titulo de "favorita" de mi marido.
A mi no me preocupaba en lo absoluto, sabía que la favorita de Aro sería siempre yo, de eso no tenía ninguna duda y Jane tampoco debía preocuparse, pues Aro la quería tanto como si fuera su hija, y yo que lo conocía mejor que nadie, podía asegurar que eso no iba a cambiar jamás.
- Me alegro escucharlo, querida. - le dediqué una sonrisa amistosa y llena de amabilidad, la miré desde mi asiento y la invité a sentarse en el sofá que se encontraba frente al mio con un gesto de la mano - Mas que un clan, somos una familia, es importante para nosotros que te sientas bien en nuestro hogar -
Los halagos de la vampiresa me hicieron sonreír un poco, complacida por sus palabras. Agaché la mirada un par de segundos sin borrar la sonrisa de mi rostro hasta que volví a mirarla a los ojos.
- Oh, mi querida hermana Athenadora, tan bella y elegante, debe estar en su habitación ahora mismo - no aparté mi mirada de su rostro, sus palabras parecían sinceras - Gracias por los halagos, Liana querida, eres muy dulce -
Miré al pasillo del que había salido yo misma hacía pocos instantes, estaba segura de que en cuanto Aro terminara aquella reunión, saldría rastreando mi aroma, me encontraría y me llevaría de regreso a mi torre; no le gustaba que estuviera en "peligro", y estar fuera de mi torre era un peligro potencial para él.
- No tengo mucho tiempo para conversar, seguramente en cuanto terminen la reunión, Aro vendrá a buscarme, pero deberías pasarte alguna vez por la torre, me gustan las visitas... sobre todo si son inesperadas - sonreí esta vez mostrando mi alegría. Era verdad, las disfrutaba tanto como Aro lo hacía, pues me sacaban de mi rutinaria eternidad.
La verdad era que mi marido no me había hablado precisamente de alguna posibilidad de convertirla en uno de nosotros, parecía no ser tan simple como otros humanos, pero tampoco tenía algo que Aro realmente necesitara, por lo que la observaría un par de meses mas hasta tomar una decisión definitiva... y claro, si había tocado el tema conmigo, no era porque él lo sintiera necesario, era mas bien porque yo había preguntado si la anterior seguía con vida.
De pronto mis pensamientos volvieron a enfocarse en Liana, la nueva joya del clan por su poderoso don; incluso había notado un tanto celosa a Jane debido a ello, no estaba segura de lo que la pequeña rubia sentía al respecto, pero a mi parecer, no se le veía tan contenta con Liana acercándose peligrosamente al titulo de "favorita" de mi marido.
A mi no me preocupaba en lo absoluto, sabía que la favorita de Aro sería siempre yo, de eso no tenía ninguna duda y Jane tampoco debía preocuparse, pues Aro la quería tanto como si fuera su hija, y yo que lo conocía mejor que nadie, podía asegurar que eso no iba a cambiar jamás.
- Me alegro escucharlo, querida. - le dediqué una sonrisa amistosa y llena de amabilidad, la miré desde mi asiento y la invité a sentarse en el sofá que se encontraba frente al mio con un gesto de la mano - Mas que un clan, somos una familia, es importante para nosotros que te sientas bien en nuestro hogar -
Los halagos de la vampiresa me hicieron sonreír un poco, complacida por sus palabras. Agaché la mirada un par de segundos sin borrar la sonrisa de mi rostro hasta que volví a mirarla a los ojos.
- Oh, mi querida hermana Athenadora, tan bella y elegante, debe estar en su habitación ahora mismo - no aparté mi mirada de su rostro, sus palabras parecían sinceras - Gracias por los halagos, Liana querida, eres muy dulce -
Miré al pasillo del que había salido yo misma hacía pocos instantes, estaba segura de que en cuanto Aro terminara aquella reunión, saldría rastreando mi aroma, me encontraría y me llevaría de regreso a mi torre; no le gustaba que estuviera en "peligro", y estar fuera de mi torre era un peligro potencial para él.
- No tengo mucho tiempo para conversar, seguramente en cuanto terminen la reunión, Aro vendrá a buscarme, pero deberías pasarte alguna vez por la torre, me gustan las visitas... sobre todo si son inesperadas - sonreí esta vez mostrando mi alegría. Era verdad, las disfrutaba tanto como Aro lo hacía, pues me sacaban de mi rutinaria eternidad.
Sulpicia Volturi- Mensajes : 101
Localización : Castillo Volturi
Re: Io non sono un spettro [Liana]
Casi olvidaba a la humana, que estaba aún allí, si no fuese por su respiración y su corazón latente, que se escuchaba con mi estupendo oído vampiro.
vi como Sulpicia se sentaba en uno de los asientos y con su mano me indicaba otro frente a ella, en el cual me sente, algo poco humano, con la espalda rígida y las piernas. Cuando me di cuenta de mi posición me coloque algo menos recta, mas encorvada y soltando la rigidez de mis piernas cruzando los tobillos.
Me resultaba un poco raro, ver esto como una familia, pareciamos más una ligera compañía militar, por así decirlo, pero confié en sus palabras, yo lo daba de familia un tanto extraña y peculiar.
Mis halagos sinceros debieron ser algo correspondido por la esposa de Aro, pues no se sintió incomoda, ni molesta, simplemente sonrió de una forma hermosa y sincera. " Oh, mi querida hermana Athenadora, tan bella y elegante, debe estar en su habitación ahora mismo "" Gracias por los halagos, Liana querida, eres muy dulce " Hablo de su hermana, incitando en mi la curiosidad ahora, de saber si también Athenadora seria tan bella, como para hacer que Caius, deseara encarcelarla y que nada la pusiera en riesgo, como hacia Aro con su amada Sulpicia. A lo de sus agradecimientos, le sonreí como en una tímida sonrisa.-Mi señora, no hay que agradecer halagos que son verdades.- Y aunque no lo dijera en mis adentros, sonreí porque me hizo recordar que parecía una niña dulce, incluso al hablar mi voz era angelical, todos podían verme como la muñeca de porcelana, pero pocos, sabían que la muñeca de porcelana era un demonio retenido en su disfraz de ángel, pero las palabras de Sulpicia no eran en este tema, era amable con ella y ciertamente así era, eran mi clan y me debía a ella, su hermana y sus esposos, los maestros. - Me halaga a mi con sus palabras, mi señora. Sentí que su mirada se dirigía a otro lado, intuí su objetivo de mira, y pense en la posibilidades que pasaban por su mente, cuando sus labios dejaron escapar, cierta parte de lo que debía estar pensando. "No tengo mucho tiempo para conversar, seguramente en cuanto terminen la reunión, Aro vendrá a buscarme, pero deberías pasarte alguna vez por la torre, me gustan las visitas... sobre todo si son inesperadas" La mire tras mirar de reojo el pasillo hacia la sala donde estaba Aro y los demás maestros y guardias. -Seguramente, como le dije no me extraña que quiera, el maestro este en su torre, protegida. Aunque si por mi es, ahora mismo me pondría delante si estuvierais en peligro, más no creo que a su esposo eso le convenza mucho. Intentare poderla visitar, a su torre, cuando Aro no este con usted y yo tenga hueco en mi deber de guardia.-Su sonrisa era mas alegre ahora que la de antes, mas con ganas, le devolví la sonrisa, y pense en como podría hacer un hueco para cumplir mi promesa, y no molestar por inoportunidad. Pero de pronto pense, que ya me las vería como hacer la visita.Están en medio de una reunión, supongo que como dice pronto terminara.- No parecía que el prisionero que llevaban fuera un estorbo que ocupara mucho del tiempo. Aunque se intentara soltar y huir, seria rápido de sujetar y hacer cumplir el dictamen de Aro y los maestros.[/color]
vi como Sulpicia se sentaba en uno de los asientos y con su mano me indicaba otro frente a ella, en el cual me sente, algo poco humano, con la espalda rígida y las piernas. Cuando me di cuenta de mi posición me coloque algo menos recta, mas encorvada y soltando la rigidez de mis piernas cruzando los tobillos.
Me resultaba un poco raro, ver esto como una familia, pareciamos más una ligera compañía militar, por así decirlo, pero confié en sus palabras, yo lo daba de familia un tanto extraña y peculiar.
Mis halagos sinceros debieron ser algo correspondido por la esposa de Aro, pues no se sintió incomoda, ni molesta, simplemente sonrió de una forma hermosa y sincera. " Oh, mi querida hermana Athenadora, tan bella y elegante, debe estar en su habitación ahora mismo "" Gracias por los halagos, Liana querida, eres muy dulce " Hablo de su hermana, incitando en mi la curiosidad ahora, de saber si también Athenadora seria tan bella, como para hacer que Caius, deseara encarcelarla y que nada la pusiera en riesgo, como hacia Aro con su amada Sulpicia. A lo de sus agradecimientos, le sonreí como en una tímida sonrisa.-Mi señora, no hay que agradecer halagos que son verdades.- Y aunque no lo dijera en mis adentros, sonreí porque me hizo recordar que parecía una niña dulce, incluso al hablar mi voz era angelical, todos podían verme como la muñeca de porcelana, pero pocos, sabían que la muñeca de porcelana era un demonio retenido en su disfraz de ángel, pero las palabras de Sulpicia no eran en este tema, era amable con ella y ciertamente así era, eran mi clan y me debía a ella, su hermana y sus esposos, los maestros. - Me halaga a mi con sus palabras, mi señora. Sentí que su mirada se dirigía a otro lado, intuí su objetivo de mira, y pense en la posibilidades que pasaban por su mente, cuando sus labios dejaron escapar, cierta parte de lo que debía estar pensando. "No tengo mucho tiempo para conversar, seguramente en cuanto terminen la reunión, Aro vendrá a buscarme, pero deberías pasarte alguna vez por la torre, me gustan las visitas... sobre todo si son inesperadas" La mire tras mirar de reojo el pasillo hacia la sala donde estaba Aro y los demás maestros y guardias. -Seguramente, como le dije no me extraña que quiera, el maestro este en su torre, protegida. Aunque si por mi es, ahora mismo me pondría delante si estuvierais en peligro, más no creo que a su esposo eso le convenza mucho. Intentare poderla visitar, a su torre, cuando Aro no este con usted y yo tenga hueco en mi deber de guardia.-Su sonrisa era mas alegre ahora que la de antes, mas con ganas, le devolví la sonrisa, y pense en como podría hacer un hueco para cumplir mi promesa, y no molestar por inoportunidad. Pero de pronto pense, que ya me las vería como hacer la visita.Están en medio de una reunión, supongo que como dice pronto terminara.- No parecía que el prisionero que llevaban fuera un estorbo que ocupara mucho del tiempo. Aunque se intentara soltar y huir, seria rápido de sujetar y hacer cumplir el dictamen de Aro y los maestros.[/color]
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