JUST BLOOD -Harada & Shiraoka-

El maldito monstruo había aparecido por detrás y el ninja sintió sus garras penetrar un costado de su espalda. Desenvainó su katana en reacción, colisionando el filo contra el de la katana de Shiraoka. Estaban frente a frente.
Le observó con furia y desagrado, aunque tras unos segundos un poco de curiosidad se asomó a sus ojos. El samurai parecía controlar su fase hasta tal grado, que daba una apariencia entre su habitual imagen casi humana y ese monstruo interior que era tan inevitable para otros híbridos tras perder el control. Era un punto medio, casi una expresión de alarde sobre que tan sujetas llevaba las riendas.
Kenta miró un poco de su sangre en el suelo, producto de la herida hecha por el cuasi monstruo, pero tenía que admitir que no le importaba gran cosa, sanaría rápidamente.

No importa que tanto puedas herirme, no vas a librarte de mi.

Echó su katana a un lado, rechazando la del samurai y ejecutó una serie de estocadas con suma velocidad siguiendo el estilo clásico de pelea con katana, muy parecido el kenjutsu que los samurai como Shiraoka solían aprender en su entrenamiento. No obstante el ninja agregaba un poco de su estilo libre aquí y allá, dándole más agresividad a sus ataques.
Tras un rápido intercambio, realizó un giro con velocidad, elevándose un poco en el aire para usar el momentum de su caída y atacar un pinchazo de su katana para hacerlo retroceder, con suerte (¿O no?) le daría un poco de venganza por su primitiva embestida de antes.

Era un tipo verdaderamente duro o posiblemente orgulloso, pero no mostraba ni una mueca de dolor tras el zarpazo que le había proporcionado. Quizá había mucho de verdad en los rumores que había escuchado sobre guerreros como él, que entrenaban para soportar grandes cantidades dolor, al punto que una herida como aquella era un rasguño sin importancia.

No respondí a lo que dijo, sólo me limité a defenderme de sus renovados ataques con la katana. Ambos teníamos técnicas parecidas, aunque yo me había decantado por técnicas usadas en el kung fu para el uso de espadas como las Dao. No creí que fuera necesaria ninguna maniobra más agresiva para contrarrestarlo. El simple giro de mi katana impulsada por el movimiento de mi muñeca fue más que suficiente para rechazar cada estocada. Pero tenía que admitir que me confié, sabía de sobra que el ninja era determinado y tal y como dijo, no iba a deshacerme de él tan fácilmente; así que el corte en la pierna que me provocó ese último pinchazo de su katana era la consecuencia de ello.

—Nada mal...— comenté gratamente sorprendido.

Ahora le demostré que a mi tampoco de importaba mucho el dolor. Así que giré con suma rapidez, desenvainando mi segunda katana y cargué en su contra, siguiendo la ejecución de los giros y lanzando golpes de tajo con ambas katanas. Después pausaba las vueltas y lancé un par de tajadas a su cabeza con las dos hojas; volví a girar, dando espadazos más fuertes, usando el movimiento para darles más impacto. Hice una pausa de nuevo y volví a atajar con ambos filos, pero esta vez a sus piernas.

Tan solo caí al suelo, rodé controladamente y adopté una posición agazapada de cara al ninja, que había adoptado su defensa otra vez.

No había dejado escapar la segunda katana, así que regresé a la carga, avanzando mis piernas al frente mientras apoyaba la mano izquierda en el suelo y giré elevando una de mis piernas para conectar una patada a la cabeza. Viré un par de ocasiones más para buscar derribarle y al mismo tiempo, ponerme en pie y volver al ataque con la katana.

El shinobi ejecutaba su defensa aún con sus dos armas, pero eso no me impedía rechazar una con la katana y la otra sujetando su muñeca. Sin embargo le regresé su propia jugada, cuando al bloquear uno de sus ataques de una patada frontal al antebrazo, su katana salió volando por los suelos. Le propiné otro golpe con el codo sobre el pecho antes de girar mi cuerpo a toda velocidad, ganando un poco de altura y tirarlo al piso con una patada de tornado sobre el hombro.

Miré sus intenciones, tenían lógica. Como todo buen ninja, tenía acceso y conocimiento de otras armas además de las clásicas katanas. Fue todavía más evidente cuando decidió guardar el wakizashi.

No obstante, no pude ver su proceder. Mi primer instinto era que haría uso de los proyectiles inmediatamente, pero en un movimiento bastante astuto me engañó plantando su intención en su mente para tomarme por sorpresa.  Aunque su trampa había funcionado en un principio, pude rechazar gran parte de las navajas que arrojó hasta que logró arrebatarme la katana que me quedaba. Sabía que esto terminaría en el suelo. Se notaba que el shinobi tenía un extenso conocimiento sobre como derribar a sus oponentes.

—Debo admitir que eso fue astuto.— comenté entretenido sujetándole la muñeca porque empuñaba un tanto a unos centímetros de mi cara.

Además de ello, uno de los shuriken que lograron alcanzarme habían ocasionado un corte en mi brazo izquierdo y al verlo éste no estaba sanando; en su lugar, comenzaba a sentir una sensación de ardor.

—Sangre de licántropo?— pregunté al ninja que no se daba por vencido en su deseo de apuñalarme. No era extraño que usaran sangre de licántropos para atacar híbridos, era bien sabido que era veneno para nosotros y viceversa.

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off: Welcome back

Le fastidiaba la actitud de Shiraoka como si todo aquello fuera una maldita broma. Solo le daban más ganas de matarlo, pero tuvo que conformarse con que sintiera el efecto de uno de los shuriken que cortó el costado de uno de sus brazos.

De Hijo de la luna.....

Respondió a su maldita pregunta. La sangre de Hijo de la Luna era más tóxica o efectiva cuando se enfrentaba a híbridos, mas en la penosa situación actual, ese pequeño corte no le haría mucho efecto a un híbrido de su calibre, así que cambió el tanto de mano buscando otro ángulo para hacer daño. Sabía que cierta humana no le perdonaría lo que buscaba hacer, pero Shiraoka era un daño colateral del que prefería deshacerse.

Vaya que me quería muerto! El shinobi claramente se había preparado para su encuentro conmigo; toda vez que se sabía que los Senki usaban todas las artimañas a su disposición para despacharse cuanto híbrido se les cruzara. Pero para mí estaba claro que el ninja no era del todo un Senki. Sabía que su lealtad residía en otro lugar y que aquella rabia hacía los de mi raza se debía a otra cosa.

—Pensé que preferías mi sangre y ahora quieres matarme...— comenté. —Adivino. Tienes cuentas pendientes con otro como yo?— pregunté sosteniendo la otra mano a la que había cambiado el tanto.

Se lo pondría más difícil. Jalé su brazo con el tanto al lado contrario de mi cuello, retirando la amenaza de momento y lo sostuve en mi dirección, al mismo tiempo en que mi pierna derecha rodeó su torso y mi pierna izquierda subía sobre su hombro derecho para formar un candado detrás de su cabeza, inmovilizándolo.