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The past is your destiny. {Alexander}
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Twilight Moon :: América :: Estados Unidos :: Washington :: Port Angeles
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The past is your destiny. {Alexander}
Mi atuendo estaba listo. Hoy no llevaba nada extravagante, ni tampoco brillante, ni con lentejuelas, ni tan escotado, ni siquiera llevaba demasiado maquilla. Hoy era un día diferente. Supuestamente mi madre siempre había deseado que yo naciera el día veinte y dos de Octubre, pero como ella decía en broma, fui tan rebelde que se me ocurrió nacer el día último del mes. Así que mientras crecía ella me hizo una costumbre, que festejara mi cumpleaños el día que ella deseaba que naciera y el día que a mi me dio la gana nacer. Ella se había ido hace cinco años y yo aun seguía recordándola este día, era mi forma de seguir unida a ella en más maneras. Aunque pensando de una forma, a ella no creo que le gustaría ir a un bar a tomar unas cuantas cosas y fingir ser una chica normal.
Se sentía bien… diferente caminar por las calles de la ciudad siendo una persona normal, siendo yo misma. Sin tener que preocuparme de encontrar a un buen tío, sin tener que mirar seductoramente a las personas o derivados de mí trabajo. Era bueno dejar ese lado para convertirte en la chica sencilla que en el fondo era. Las personas me miraban, ya me había acostumbrado a eso, pero esta vez no tenía necesidad de observarlas. Cuando llegue a un buen bar batalle para entrar, claro, iba “camuflajeada” con ropa normal. Hasta que por fin logre incorporarse le sonreí al guardia caminando por el pasillo hacía la pista. Primero que nada tenía que tomar en cuenta que no sabía que iba hacer, si pasármela sola o buscar con quien divertirme y la verdad primero haría la segunda cosa, quería observar antes de elegir a alguien que llamase mi atención.
El ambiente algo bueno. Pedí un duende verde en la barra antes de sentarme en una mesa cercana a esta. Aun había pocas cosas que me llamaban la atención sinceramente, quizá me iría en busca de otro bar. Pero la verdad no estaba de muchas ganas para ir bar en bar buscando un lugar en el cual podría despejar la mente. Había escogido este y con este me quedaría hasta la hora de regresar a mi dulce cama a dormir. Alce la copa, la bebida verde resaltaba en todo su esplendor y yo me quedaba embobada mirándola. Brinde un segundo antes de llevar el borde del objeto de cristal a mis labios y humectarlos con el licor que había ordenado. No me importaba estar totalmente inconsciente al final de la noche con tal de pasarla bien. Comencé a buscar por el lugar, queriendo o más bien deseando encontrar algo.
Se sentía bien… diferente caminar por las calles de la ciudad siendo una persona normal, siendo yo misma. Sin tener que preocuparme de encontrar a un buen tío, sin tener que mirar seductoramente a las personas o derivados de mí trabajo. Era bueno dejar ese lado para convertirte en la chica sencilla que en el fondo era. Las personas me miraban, ya me había acostumbrado a eso, pero esta vez no tenía necesidad de observarlas. Cuando llegue a un buen bar batalle para entrar, claro, iba “camuflajeada” con ropa normal. Hasta que por fin logre incorporarse le sonreí al guardia caminando por el pasillo hacía la pista. Primero que nada tenía que tomar en cuenta que no sabía que iba hacer, si pasármela sola o buscar con quien divertirme y la verdad primero haría la segunda cosa, quería observar antes de elegir a alguien que llamase mi atención.
El ambiente algo bueno. Pedí un duende verde en la barra antes de sentarme en una mesa cercana a esta. Aun había pocas cosas que me llamaban la atención sinceramente, quizá me iría en busca de otro bar. Pero la verdad no estaba de muchas ganas para ir bar en bar buscando un lugar en el cual podría despejar la mente. Había escogido este y con este me quedaría hasta la hora de regresar a mi dulce cama a dormir. Alce la copa, la bebida verde resaltaba en todo su esplendor y yo me quedaba embobada mirándola. Brinde un segundo antes de llevar el borde del objeto de cristal a mis labios y humectarlos con el licor que había ordenado. No me importaba estar totalmente inconsciente al final de la noche con tal de pasarla bien. Comencé a buscar por el lugar, queriendo o más bien deseando encontrar algo.
Ice D. Pávlov- Mensajes : 469
Re: The past is your destiny. {Alexander}
El pelinegro había estado demasiado tranquilo, incluso para él... y cuando todo parecía ir viento en popa había ocurrido la peor desgracia; o para él era una desgracia lo que estaba ocurriendo con la tal Mayra. Y por si aquello fuera poco, había tenido que... Definitivamente no se podía permitir que aquella panda de incompetentes -que al parecer no sabían acatar las órdenes ni hacer su trabajo- irrumpieran nuevamente de forma abrupta en sus momentos.. íntimos. Con todo, comprendió la gravedad del asunto cuando su informante le participó que había un grupo de traidores que habían huido a Estados Unidos. Ellos tenían las mujeres e hijas de los otros integrantes y habían amenazado con violarlas, incluso matarlas, si ellos no cedían cierta cantidad de dinero. Tenía suficiente con Scotland Yard como para preocuparse por el FBI y quién sabe cuántos más, necesitaban ceder, al menos de momento....
Muchas cosas habían acontecido desde que Alexander pisara el suelo londinense por primera vez, entre ellos el suceso con la agente Mayra; sin embargo lo más relevante habían sido las Bathory, o mejor dicho, esa Bathory en específico había puesto puntos sobre ies que el mismo Alexander desconocía en sí mismo. Siempre se supo un buen amante pero jamás imaginó que su codicia por mantener algo a su lado le llevaría a otra clase de sentimientos, porque sí, él tenía sentimientos muy a su pesar. Quizás no fuera capaz de hablar sobre ellos o mostrarlos a cualquier persona pero estaban ahí y Britney simplemente los había desenterrado. No obstante, cuando se separaba de Britney era, automáticamente, el ser repudiable que siempre había sido... como si jamás hubiese brotado un ápice de bondad en sus venas. Aquello simplemente se le hacía hilarante, como poco irónico e incluso hipócrita de su parte. No, hipócrita no era, porque sus sentimientos hacia ella, la forma en la que se sentía.. todo había sido sincero. Todo, a excepción de algunas cosas, conductas convenientes en cuanto a sus allegados que le ayudarían a mantenerla a su lado sin ninguna clase de inconveniente. Pero esos, desde luego, eran detalles menores, según el mismo Alexander.
Ya el local había sido ocupado por varios integrantes de cada banda, que antes era una sola, Alexander se había empeñado en ir solo pues era menos peligroso para su propia imagen. También habían negociado un lugar abierto, alejado de la ciudad pero los herejes necesitaban garantía y saber que no les atacarían de un momento a otro. Alexander sonrió con sadismo en cuanto percibió el rostro de su Judas y supo de inmediato de quién se trataba, no esperaba nada diferente de un rubito como aquel. Las cosas iban de acuerdo al plan, pronto el bar se había llenado gradualmente con distintas "parejas" que no eran más que un mafioso y una de las rehenes. Se liberaría una por cada paca de billete hasta llegar a la cantidad deseada y al tiempo que esto sucedía se iban a ir retirando, unos por la puerta delantera y otros por la puerta trasera hasta que solamente quedasen Judas y Alexander.
Los ojos rojos del vampiro, cubiertos por lentillas azules, se habían pasado por el local mientras bebía tequila con intensión de calmar sus arrebatos. Y entonces pudo percibir a lo lejos el cuerpo de una mujer, una joven y hermosa pero ahora que la miraba de soslayo pudo advertir que se parecía a alguien. ¿A quién? Dio una ojeada tras recibir un mensaje por su comunicador, faltan al menos 5 mujeres por llegar así que, ¿por qué no distraerse un rato? Alexander se acercó con su porte único, irradiando seguridad en sí mismo y magnificencia. Él era todo cuanto una mujer podía desear, desde luego.. Y aunque ahora estuviera ocupado, nada malo tenía conocer nuevas caras. Sin embargo, cuando pudo ver su rostro por completo una sensación vertiginosa sacudió su cuerpo, si hubiera sido humano incluso empalidecía. Allí estaba ella otra vez.
Muchas cosas habían acontecido desde que Alexander pisara el suelo londinense por primera vez, entre ellos el suceso con la agente Mayra; sin embargo lo más relevante habían sido las Bathory, o mejor dicho, esa Bathory en específico había puesto puntos sobre ies que el mismo Alexander desconocía en sí mismo. Siempre se supo un buen amante pero jamás imaginó que su codicia por mantener algo a su lado le llevaría a otra clase de sentimientos, porque sí, él tenía sentimientos muy a su pesar. Quizás no fuera capaz de hablar sobre ellos o mostrarlos a cualquier persona pero estaban ahí y Britney simplemente los había desenterrado. No obstante, cuando se separaba de Britney era, automáticamente, el ser repudiable que siempre había sido... como si jamás hubiese brotado un ápice de bondad en sus venas. Aquello simplemente se le hacía hilarante, como poco irónico e incluso hipócrita de su parte. No, hipócrita no era, porque sus sentimientos hacia ella, la forma en la que se sentía.. todo había sido sincero. Todo, a excepción de algunas cosas, conductas convenientes en cuanto a sus allegados que le ayudarían a mantenerla a su lado sin ninguna clase de inconveniente. Pero esos, desde luego, eran detalles menores, según el mismo Alexander.
Ya el local había sido ocupado por varios integrantes de cada banda, que antes era una sola, Alexander se había empeñado en ir solo pues era menos peligroso para su propia imagen. También habían negociado un lugar abierto, alejado de la ciudad pero los herejes necesitaban garantía y saber que no les atacarían de un momento a otro. Alexander sonrió con sadismo en cuanto percibió el rostro de su Judas y supo de inmediato de quién se trataba, no esperaba nada diferente de un rubito como aquel. Las cosas iban de acuerdo al plan, pronto el bar se había llenado gradualmente con distintas "parejas" que no eran más que un mafioso y una de las rehenes. Se liberaría una por cada paca de billete hasta llegar a la cantidad deseada y al tiempo que esto sucedía se iban a ir retirando, unos por la puerta delantera y otros por la puerta trasera hasta que solamente quedasen Judas y Alexander.
Los ojos rojos del vampiro, cubiertos por lentillas azules, se habían pasado por el local mientras bebía tequila con intensión de calmar sus arrebatos. Y entonces pudo percibir a lo lejos el cuerpo de una mujer, una joven y hermosa pero ahora que la miraba de soslayo pudo advertir que se parecía a alguien. ¿A quién? Dio una ojeada tras recibir un mensaje por su comunicador, faltan al menos 5 mujeres por llegar así que, ¿por qué no distraerse un rato? Alexander se acercó con su porte único, irradiando seguridad en sí mismo y magnificencia. Él era todo cuanto una mujer podía desear, desde luego.. Y aunque ahora estuviera ocupado, nada malo tenía conocer nuevas caras. Sin embargo, cuando pudo ver su rostro por completo una sensación vertiginosa sacudió su cuerpo, si hubiera sido humano incluso empalidecía. Allí estaba ella otra vez.
Alexander Dupont- †Sweet Bastard†
- Mensajes : 803
Re: The past is your destiny. {Alexander}
Cuando menos me di cuenta en el territorio donde estaba se encontraban puras parejas reunidas, unas cuantas estaban juntas como en cita doble. ¿acaso era noche de romance o algo por el estilo? Pero me di cuenta que no, ya que unas cuantas personas estaban solas. La verdad el aire en este lugar era algo prensado. La gente parecía que estaba a la defensiva y como queriendo acechar algo. La copa sobre mi mesa para dos personas que lamentosamente se tenía que conformar con rellenar una simple y solitaria silla, estaba llegando a su fin. La gente murmuraba que con esta bebida tenías alucinaciones, creabas una atmósfera que no existía y exactamente era lo que quería en ese segundo, aunque en el fondo de mi disfrutara de esto.
Necesitaba esos momentos míos. Los momentos de Grace, ya que Ice era lo contrario a lo que algún día fui. La burbuja de mi subconsciente en la cual me encerraba cuando no quería darme cuenta de la realidad me estaba diciendo que ya me extrañaba que hubiera pasado ya tiempo desde la últimas vez que fue necesitada. Con tanto alboroto en mi vida en lo último que hacía era tener tiempo para mi misma, siempre era dormir, arreglarme y follar.
Estando en quietud me daba cuenta de muchísimas cosas. Como los barmans si coqueteaban con sus clientas, cosa que yo hacía en la barra de un bar de perdido unas cuatro noches a la semana. La gente suele comer mucho de la botana que existe en la barra sin darse cuenta de las cosas que entraron en el platón. En ese momento esta sonando mi canción favorita, never gonna be alone de Nickelback. La sensación de felicidad inundaba por unos segundos mi cuerpo. Era extraño sentirse feliz por cosas tan sencillas detalles de los cuales no te dabas cuenta o no me hubiera dado cuenta si no estuviera en quietud. Cosas tan sencillas.
De la nada sentí un pequeño piquete a mi costado. De esas ocasiones que sientes algo pesado sobre ti como una mirada. Voltee entonces de donde sentía que provenía la mirada. Y efectivamente me encontré con un par de enormes ojos azules, una silueta… buena, piel blanca y cabello bien peinado a su estilo. El chico se acercaba y estaba casi segura que era hacía mi, aunque siempre me podría equivocar y no estaba para hacer el ridículo así que volví a concentrar mi mente y mirada en la copa semi vacía de mi mesa.
Necesitaba esos momentos míos. Los momentos de Grace, ya que Ice era lo contrario a lo que algún día fui. La burbuja de mi subconsciente en la cual me encerraba cuando no quería darme cuenta de la realidad me estaba diciendo que ya me extrañaba que hubiera pasado ya tiempo desde la últimas vez que fue necesitada. Con tanto alboroto en mi vida en lo último que hacía era tener tiempo para mi misma, siempre era dormir, arreglarme y follar.
Estando en quietud me daba cuenta de muchísimas cosas. Como los barmans si coqueteaban con sus clientas, cosa que yo hacía en la barra de un bar de perdido unas cuatro noches a la semana. La gente suele comer mucho de la botana que existe en la barra sin darse cuenta de las cosas que entraron en el platón. En ese momento esta sonando mi canción favorita, never gonna be alone de Nickelback. La sensación de felicidad inundaba por unos segundos mi cuerpo. Era extraño sentirse feliz por cosas tan sencillas detalles de los cuales no te dabas cuenta o no me hubiera dado cuenta si no estuviera en quietud. Cosas tan sencillas.
De la nada sentí un pequeño piquete a mi costado. De esas ocasiones que sientes algo pesado sobre ti como una mirada. Voltee entonces de donde sentía que provenía la mirada. Y efectivamente me encontré con un par de enormes ojos azules, una silueta… buena, piel blanca y cabello bien peinado a su estilo. El chico se acercaba y estaba casi segura que era hacía mi, aunque siempre me podría equivocar y no estaba para hacer el ridículo así que volví a concentrar mi mente y mirada en la copa semi vacía de mi mesa.
Ice D. Pávlov- Mensajes : 469
Re: The past is your destiny. {Alexander}
Gabrielle estaba asomada sobre su alcoba, tras ella estaba Alexander, la llamó con un tono de voz sosegado y ella volteó de inmediato, asombrado al humano con su hermosura. Una hermosura que, sin embargo, no lograba satisfacer a Alexander; con todo no podía dejar de pensar que aquella noche lucía, encantadora. Usaba un corpiño color carmín que dejaba cuello y hombros descubiertos, resaltando su gran "personalidad", junto a una falda dos tonos más claros que el corpiño que finalizaba en un brocado blanco con formas de flor de liz. Siempre le habían gustado, era incluso una pequeña obsesión en Gabrielle, le encantaban las flores.
En circunstancias había pasado tanto tiempo en los campos que resultaba perfumada, en aquella ocasión olía a camelia, un olor agradable para Alexander; quien no dudo en acercarse a ella, ceñirla por la cintura contra su cuerpo y hundirse con ella en un mundo de mil pasiones. Al día siguiente, nada parecía haber cambiado, salvo que aquella tarde sus padres habían muerto y el padre de Gabrielle canceló la boda, sabiendo a Alexander un mal pretendiente.
Alexander no se cuestionó hasta ahora si alguna vez había tenido un hijo, nunca, hasta ahora que veía nuevamente a su tan querida Gabrielle. No dudó en acercarse y tomar asiento al lado de Ice, sin siquiera preguntar, como si hubieran sido conocidos de toda la vida. El pelinegro sacó una caja de cigarrillos, le tendió uno a ella por si quería y tras su respuesta se dispuso uno para él, no sabía si antaño ella hubiese fumado pero las mujeres de hoy eran muy liberales; tanto que algunas llegaban a intimidarle, en el buen sentido, por su apetito sexual implacable.
-Gabrielle, hace tanto que no nos vemos, recuerdo la última vez que estuviste entre mis brazos. Fue una gran experiencia para ti, desde luego, espero que coincidas con mi humilde opinión...- no dudó en decir lo primero que se le vino a la cabeza pero se detuvo de un momento a otro al no esperar la reacción deseada. Desde luego esperaba verla sorprendida por reencontrarse con él luego de más de 200 años, en cambio parecía tener otra clase de emociones.
En circunstancias había pasado tanto tiempo en los campos que resultaba perfumada, en aquella ocasión olía a camelia, un olor agradable para Alexander; quien no dudo en acercarse a ella, ceñirla por la cintura contra su cuerpo y hundirse con ella en un mundo de mil pasiones. Al día siguiente, nada parecía haber cambiado, salvo que aquella tarde sus padres habían muerto y el padre de Gabrielle canceló la boda, sabiendo a Alexander un mal pretendiente.
Alexander no se cuestionó hasta ahora si alguna vez había tenido un hijo, nunca, hasta ahora que veía nuevamente a su tan querida Gabrielle. No dudó en acercarse y tomar asiento al lado de Ice, sin siquiera preguntar, como si hubieran sido conocidos de toda la vida. El pelinegro sacó una caja de cigarrillos, le tendió uno a ella por si quería y tras su respuesta se dispuso uno para él, no sabía si antaño ella hubiese fumado pero las mujeres de hoy eran muy liberales; tanto que algunas llegaban a intimidarle, en el buen sentido, por su apetito sexual implacable.
-Gabrielle, hace tanto que no nos vemos, recuerdo la última vez que estuviste entre mis brazos. Fue una gran experiencia para ti, desde luego, espero que coincidas con mi humilde opinión...- no dudó en decir lo primero que se le vino a la cabeza pero se detuvo de un momento a otro al no esperar la reacción deseada. Desde luego esperaba verla sorprendida por reencontrarse con él luego de más de 200 años, en cambio parecía tener otra clase de emociones.
Alexander Dupont- †Sweet Bastard†
- Mensajes : 803
Re: The past is your destiny. {Alexander}
Time, is going by, so much faster than I,
And I'm starting to regret not
spending all of here with you.
Now I'm, wondering why, I've
kept this bottled inside,
So I'm starting to regret not
telling all of it to you.
And I'm starting to regret not
spending all of here with you.
Now I'm, wondering why, I've
kept this bottled inside,
So I'm starting to regret not
telling all of it to you.
La canción sonaba como fondo, cubría el lugar como la niebla cubre las mañanas nublosas y con sabor a lluvia y humedad. Era como si los déjè vu viniesen hacía mi recamándome cosas que intentaba olvidar con el tiempo, con eso que dicen que el tiempo es el mejor amigo de la mente y de los malos ratos. Por último me dedique a acabar con mi pobre bebida. Ya no quedaba ninguna otra razón para dejarla calentarse otro rato más. Quizá ya era hora que me fuera, después de todo había despejado la mente. No quedaba nada que hacer por estos lugares y menos uno lleno de parejas.
¿Por qué yo no tenía una pareja? Buena pregunta, quizá por el simple hecho de que solo tenía tiempo en las noches para complacer a los hombres, aunque claro no como toda una puta si no como una dama de compañía únicamente. La gente erróneamente me tachaba como algo que yo no era cuando me decían que era una puta, más putas eran esas que gritaban antes de saber porque si no, calla que luego se llena su boca de puro veneno y no se irán a morder la lengua, sería algo catastrófico.
¿Por qué yo no tenía una pareja? Buena pregunta, quizá por el simple hecho de que solo tenía tiempo en las noches para complacer a los hombres, aunque claro no como toda una puta si no como una dama de compañía únicamente. La gente erróneamente me tachaba como algo que yo no era cuando me decían que era una puta, más putas eran esas que gritaban antes de saber porque si no, calla que luego se llena su boca de puro veneno y no se irán a morder la lengua, sería algo catastrófico.
You're never gonna be alone!
From this moment on, if you ever
feel like letting go,
I won't let you fall...
You're never gonna be alone!
I'll hold you 'til the hurt is gone.
From this moment on, if you ever
feel like letting go,
I won't let you fall...
You're never gonna be alone!
I'll hold you 'til the hurt is gone.
Uno de mis sentidos estaba tan a la defensiva, intentando escuchar la melodía de la música y seguirle por completo la letra ya que era algo complicado en un lugar con gente como este por ejemplo. Pero entonces fue cuando me acorde que mi mente había dejado en el fondo un pensamiento. El castaño de ojos de color que estaba observándome o eso creía yo. Escuchaba un caminar detrás de mí e incluso podría sentir la mirada y el aroma de perfume, algo que totalmente me mataba en cualquier sentido.
Y entonces apareció de la nada, el extraño ya estaba sentado en una silla delante, más bien la única y solitaria silla. Parpadee un poco. Había colocado una caja de cigarros sobre la mesa ofreciéndome uno pero no lo tome, hoy no tenía ganas de fumar y llenar mis pulmones de esa sustancia adictiva, además solamente quería sentir el licor sobre mi garganta, quemándola como el solamente sabía hacerlo.
“Gabrielle, hace tanto que no nos vemos, recuerdo la última vez que estuviste entre mis brazos. Fue una gran experiencia para ti, desde luego, espero que coincidas con mihumilde opinión...“ había comenzado hablar el chico. ¿Gabrielle? ¿Experiencia, última vez, brazos? Yo no recordaba haberme metido con ese chico, por unas cuantas razones, y primero que nada yo recordaría un rostro como ese, es inolvidable por supuesto y segunda razón algo que totalmente me hace descartar alguna idea de haber estado con el fue la que me llamo por otro nombre. Algo que se quedaba bien grabado en mis clientes siempre era mi nombre, algo que marcarían no solo en su piel, si no en su mente.
Fruncí el ceño, mirándole atentamente. –No se de que habla. Te has equivocado de persona- la verdad hasta hacía dudar la seguridad con la que había llegado a hablarme. Era tan… “tu eres esa persona y te callas” pero obviamente no, nadie me confundiría con nada, yo era única, totalmente.
Y entonces apareció de la nada, el extraño ya estaba sentado en una silla delante, más bien la única y solitaria silla. Parpadee un poco. Había colocado una caja de cigarros sobre la mesa ofreciéndome uno pero no lo tome, hoy no tenía ganas de fumar y llenar mis pulmones de esa sustancia adictiva, además solamente quería sentir el licor sobre mi garganta, quemándola como el solamente sabía hacerlo.
“Gabrielle, hace tanto que no nos vemos, recuerdo la última vez que estuviste entre mis brazos. Fue una gran experiencia para ti, desde luego, espero que coincidas con mihumilde opinión...“ había comenzado hablar el chico. ¿Gabrielle? ¿Experiencia, última vez, brazos? Yo no recordaba haberme metido con ese chico, por unas cuantas razones, y primero que nada yo recordaría un rostro como ese, es inolvidable por supuesto y segunda razón algo que totalmente me hace descartar alguna idea de haber estado con el fue la que me llamo por otro nombre. Algo que se quedaba bien grabado en mis clientes siempre era mi nombre, algo que marcarían no solo en su piel, si no en su mente.
Fruncí el ceño, mirándole atentamente. –No se de que habla. Te has equivocado de persona- la verdad hasta hacía dudar la seguridad con la que había llegado a hablarme. Era tan… “tu eres esa persona y te callas” pero obviamente no, nadie me confundiría con nada, yo era única, totalmente.
Ice D. Pávlov- Mensajes : 469
Re: The past is your destiny. {Alexander}
Una sonrisa divertida se daba lugar en el rostro de Alexander que se mantenía imperturbable a pesar de todo; la música no era de su gusto, estaba rodeado de mafiosos y se sentía repentinamente perezoso en cuanto a la misión. En realidad, lo único que podía ponerlo tenso era tener problemas legales, hacer más escándalo del que habrían hecho los neófitos, incluso la idea le hacía exasperar. Durante segundos pasó por su mente la idea de matarlos a todos en ese momento y eliminar testigos pero aquella no podría, en ninguna forma, ser la solución. Paciencia, se dijo, son sólo humanos.. si saben lo que les conviene no harán nada estúpido. No, desde luego que no lo harían, porque si lo intentasen Alexander usaría su influencia en ellos. Y todo acabaría de un momento a otro, sin más problemas... pero aquella era su arma secreta y no la usaría a menos que fuera completamente necesario. El pelinegro miró a su al rededor, casi con suspicacia, asegurándose de que nadie que él conociese hubiera dejado el local. Todo parecía estar en orden mientras él perdía tiempo con su tan querida Gabrielle.
Repuso en la ropa de la chica, muy adecuada para la época, y reparó en la suya propia, él en cambio iba todo de negro; pantalones negros, camisa negra e incluso una gabardina de cuerpo negra que llegaba hasta sus rodillas. Hasta ahora, no cabía duda que le gustase el negro, incluso en aquellos antiguos tiempos era imposible verlo con la camisa de lino blanco y mangas largas, siempre se había ceñido de los chalecos de época y las alargadas capas de seda. No obstante, cuando comenzó a escrutarla con la mirada, mientras daba caladas al cigarrillo, cayó en cuenta que no era del todo igual. Gabrielle solía tener el cabello un tono más oscuro y facciones más redondas; ¿era cosa suya o la chica en frente de él tenía el rostro inusualemente ovalado? No, habían de ser cosas suyas, después de todo no tenía recuerdos muy claros de ella.
-Gabrielle, si intentas superarme pretendiendo que no me conoces, no creo que dé resultado- comentó burlón, con los ojos casi hipnotizantes puestos sobre los de ella-. Querida, ha pasado tanto tiempo desde que se canceló nuestra boda que simplemente... Entiendo si no me recuerdas, te refrescaré la memoria. Solía ser el hombre más codiciado en toda Francia.
No se atrevió a decir su nombre, en aquellos momentos se había rodeado de un montón de personas que le conocían como "Agony Remains"; aquel era su nombre en código, el que usaba cuando se reunía con esta clase de personas. Agradecía que el local estuviera medianamente lleno y que la mayoría fueran personas que se estaban jugando el rostro en esta misión Kamikaze. El vampiro se sintió repentinamente sofocado entre tantas personas pero no la sensación humana, no, es estaba sofocado por la tensión, los corazones desbocados de su enemigo. Tenía miedo y no había nada que pudieran hacer salvo esperar que el trueque resultara. Entonces, la curiosidad lo asaltó.
-Dime, ¿Quién te convirtió? ¿Fue Mae?- su voz era un murmullo apenas audible al oído humano.
Repuso en la ropa de la chica, muy adecuada para la época, y reparó en la suya propia, él en cambio iba todo de negro; pantalones negros, camisa negra e incluso una gabardina de cuerpo negra que llegaba hasta sus rodillas. Hasta ahora, no cabía duda que le gustase el negro, incluso en aquellos antiguos tiempos era imposible verlo con la camisa de lino blanco y mangas largas, siempre se había ceñido de los chalecos de época y las alargadas capas de seda. No obstante, cuando comenzó a escrutarla con la mirada, mientras daba caladas al cigarrillo, cayó en cuenta que no era del todo igual. Gabrielle solía tener el cabello un tono más oscuro y facciones más redondas; ¿era cosa suya o la chica en frente de él tenía el rostro inusualemente ovalado? No, habían de ser cosas suyas, después de todo no tenía recuerdos muy claros de ella.
-Gabrielle, si intentas superarme pretendiendo que no me conoces, no creo que dé resultado- comentó burlón, con los ojos casi hipnotizantes puestos sobre los de ella-. Querida, ha pasado tanto tiempo desde que se canceló nuestra boda que simplemente... Entiendo si no me recuerdas, te refrescaré la memoria. Solía ser el hombre más codiciado en toda Francia.
No se atrevió a decir su nombre, en aquellos momentos se había rodeado de un montón de personas que le conocían como "Agony Remains"; aquel era su nombre en código, el que usaba cuando se reunía con esta clase de personas. Agradecía que el local estuviera medianamente lleno y que la mayoría fueran personas que se estaban jugando el rostro en esta misión Kamikaze. El vampiro se sintió repentinamente sofocado entre tantas personas pero no la sensación humana, no, es estaba sofocado por la tensión, los corazones desbocados de su enemigo. Tenía miedo y no había nada que pudieran hacer salvo esperar que el trueque resultara. Entonces, la curiosidad lo asaltó.
-Dime, ¿Quién te convirtió? ¿Fue Mae?- su voz era un murmullo apenas audible al oído humano.
Alexander Dupont- †Sweet Bastard†
- Mensajes : 803
Re: The past is your destiny. {Alexander}
Algo estaba mal. Y no el simple hecho de que me hubiera dado cuenta que la gente estaba muy sospecho. O el sentimiento de que el aire era tenso, sino además el muchacho que estaba frente mío. Aquel moreno de ojos claro me había observado, como si estuviera asombrado al verme, aunque tuviera esa seguridad de conocerme. ¿Quién demonios era aquel buen rostro? El aire ahora era combinado, pues bien no solo el alcohol invadía el lugar si no también el aroma de cigarrillo, proveniente de la mano delante de mi. No estaba más que estupefacta, no entendía como alguien como el llegase de esa forma a hablarme con tanto altanería. Quizá simplemente me confundía con una persona; una amiga, una “amiga” o algo por el estilo referente a sus palabras que había pronunciado pasadamente. Pero, ¿cómo era posible que hiciese tal confusión? A menos que fuera uno de esos tipos que van detrás de un buen trasero, lo consiguen y lo olvidan a las horas. Pero aquel chico hablaba tan en pasado, como si hubiese sido hace muchísimo tiempo, pero cuanto podría ser, ¿dos años? ¿tres? No era tan grande, cuando mucho le calculaba unos cinco años más que yo, cuando mucho.
Volvió a llamarme Gabrielle, estaba aferrado a que yo fuese esa tal Gabrielle pero no, definitivamente yo era Ice. Y entonces el chico… un momento. El chico había pronunciado una palabra que hasta en mis más locos sueños era la peor cosa que me podría pasar hoy en día, el peor temor que tenía. “Boda” había dicho boda, esa palabra prohibida e impronunciable. Total y completamente probado, yo definitivamente no podía ser aquella chica. Jamás, jamás, nunca.
Nunca me había pasado eso. Que me confundieran con alguien, pero sin embargo si me habían dicho que me pareciera a alguien, pero no sabía a quien exactamente, tenía bajos recuerdo, era como un libro antiguo, había un rostro que… creo que era parecido al mío. Mi madre no respondió muy bien a mis preguntas ya que ni siquiera ella estaba segura, pero nunca olvidaré aquel rostro, era como temor, inquietud y total pasmo. Era pequeña, aquella época se volvía mucho más borrosa en mis recuerdos al pasar de los años, era ya como un susurro lejano en el viento feroz que cubría cualquier ciudad en una noche de estrellas y luna clara como el mar. La mente traicionaba a las personas de vez en cuanto estabas y otras veces no. Era como tratar de dar una hojeada aquella forma, cosa, estado que controlaba la cordura humana. Sin embargo no había nada, ni siquiera algo utilizable de lo cual sirviera para salir de una situación así, de está situación.
Caí en un pozo. Tarde o temprano. Mire aquellas pupilas. Un escalofrío recorrió mi columna en todo su esplendor, cada vertebral reaccionaba. Mis labios temblaban, las palabras habían sido algo espeluznantes aunque otras más prepotentes. Y luego una palabra fue la que marco todo. “Convirtió” ¿en que? ¿de que hablaba? ¿Acaso el moreno ya estaba demasiado tomado como para tener cordura de su propio razonamiento? Era lo que deseaba pensar. -¿Cómo quiere que recuerde algo que no se de que habla? Yo no soy Gabrielle ya se lo he dicho- mi voz se convirtió fuerte, segura, aunque mis pensamientos vagaran por todo su sendero. –No sé quién es, no sé de quién me habla y ni siquiera se quién es esa Mae.- fruncí el ceño -¿Convirtió? ¿acaso esta borracho?- le miré raro, queriendo encontrar algo explicable para mis cuestiones.
Volvió a llamarme Gabrielle, estaba aferrado a que yo fuese esa tal Gabrielle pero no, definitivamente yo era Ice. Y entonces el chico… un momento. El chico había pronunciado una palabra que hasta en mis más locos sueños era la peor cosa que me podría pasar hoy en día, el peor temor que tenía. “Boda” había dicho boda, esa palabra prohibida e impronunciable. Total y completamente probado, yo definitivamente no podía ser aquella chica. Jamás, jamás, nunca.
Nunca me había pasado eso. Que me confundieran con alguien, pero sin embargo si me habían dicho que me pareciera a alguien, pero no sabía a quien exactamente, tenía bajos recuerdo, era como un libro antiguo, había un rostro que… creo que era parecido al mío. Mi madre no respondió muy bien a mis preguntas ya que ni siquiera ella estaba segura, pero nunca olvidaré aquel rostro, era como temor, inquietud y total pasmo. Era pequeña, aquella época se volvía mucho más borrosa en mis recuerdos al pasar de los años, era ya como un susurro lejano en el viento feroz que cubría cualquier ciudad en una noche de estrellas y luna clara como el mar. La mente traicionaba a las personas de vez en cuanto estabas y otras veces no. Era como tratar de dar una hojeada aquella forma, cosa, estado que controlaba la cordura humana. Sin embargo no había nada, ni siquiera algo utilizable de lo cual sirviera para salir de una situación así, de está situación.
Caí en un pozo. Tarde o temprano. Mire aquellas pupilas. Un escalofrío recorrió mi columna en todo su esplendor, cada vertebral reaccionaba. Mis labios temblaban, las palabras habían sido algo espeluznantes aunque otras más prepotentes. Y luego una palabra fue la que marco todo. “Convirtió” ¿en que? ¿de que hablaba? ¿Acaso el moreno ya estaba demasiado tomado como para tener cordura de su propio razonamiento? Era lo que deseaba pensar. -¿Cómo quiere que recuerde algo que no se de que habla? Yo no soy Gabrielle ya se lo he dicho- mi voz se convirtió fuerte, segura, aunque mis pensamientos vagaran por todo su sendero. –No sé quién es, no sé de quién me habla y ni siquiera se quién es esa Mae.- fruncí el ceño -¿Convirtió? ¿acaso esta borracho?- le miré raro, queriendo encontrar algo explicable para mis cuestiones.
Ice D. Pávlov- Mensajes : 469
Re: The past is your destiny. {Alexander}
Los ojos de Alexander parecieron desviarse un momento al recibir un mensaje. Las cosas debían llamarse a cabo con sumo cuidado en adelante, un movimiento en falso y todos iban a estar en peligro de salir en los diarios del día siguiente, o peor ¡en la televisión! Alexander carraspeó mientras observaba a la fémina, introdujo una mano en el abrigo y sacó una pequeña paca de billetes por debajo de la mesa, una de las parejas se había desplazado hacia ellos. Alexander no quitó su mirada de la mujer y se limitaba a sonreír con eminente descaro pero perfectamente que el hombre había tomado disimuladamente la paca. La pareja se dirigió de inmediato hacia la salida, el rostro de la mujer se veía vació como si no hubiera en él vida alguna pero sus ojos al rozar los del vampiro pedían clemencia. En respuesta el hombre había levantado su envase a modo de brindis; la primera mujer había sido liberada. Los ojos se posaron de nuevo sobre la chica enfrente de él, tal parecía que no estaba dispuesta a ceder a la verdad en las palabras de Alexander. En todo caso, hablaba con tanta seguridad que le crispaba los vellos a Alexander.
-Te parezco un borracho, ¿dulzura?- dijo con una sonrisa ladina pero demasiado controlada, no había manera de decir que aquel hombre estaba siquiera prendido, tenía el aspecto de un hombre que jamás se ha emborrachado. Aún cuando solía hacerlo de joven.
Alexander miró el lugar dónde se suponía debía estar su carótida y le observó en ese punto fijo durante poco más de cuatro minutos hasta que pudo percibir leves movimientos en su piel, muy leves para ser detectado por humanos... ella era humana. Se recostó contra su asiento repentinamente aún más interesado en la fémina que antes, la miró de arriba abajo y no pudo hacer cosa distinta que empezar a pesar que se trataba de una clase de descendiente. Una Doppleganger.
-Umm, ahora que lo dices, sí puede ser; tienes un parecido asombroso con mi antigua prometida... si me disculpas...- Alexander sacó su iPhone y buscó entre los archivos una foto de un antiguo cuadro de Gabrielle Le'Blanc. No dudo en segundos en ponerlo frente a ella-. Como comprenderás, no es nada difícil confundirlas. Comprendo si estás sorprendida, yo también lo estoy y siendo tú incluso creería que tengo una gemela o algo por el estilo.
Desde luego omitió la parte en la cual decía que ella había vivido hacía unos 250 años más o menos y que si ésta chica no era ella, a pesar de su gran parecido -casi idéntico-, entonces no había forma en que Gabrielle estuviera viva. A menos claro que hubiera sido convertida, lo cual era raro porque los únicos vampiros masculinos en aquel tramo de Francia -para la época- eran Frederick y él, nunca supo nada de quién convirtió a Mae. Los vampiros simplemente no iban por ahí convirtiendo a los humanos, a menos que quisiera crear un ejercito de neófitos, pero cuando lo hacían tenían una razón, amor o lo que fuera. De modo que tampoco solían convertir a los del mismo sexo a menos que fueran maricones o lesbianas calientes.
Y súbitamente llegó a sus fauces un olor que podía haber reconocido aunque estuviera a 10 metros de distancia de allí. Sintió aquel elixir a sangre durante menos de un segundo y de pronto parecía haberse fumado un porro con marihuana o LSD, ya veía incluso estrellitas. No, no eran estrellas lo que veía. Eran sus pupilas dilatadas como las de un tiburón que va tras su presa después de percibir su olor, eran sus pupilas que rozaban contra el delgado material de la lentilla, aquello seguramente le hubiera molestado a un humano; sin embargo el era un vampiro, un cazador nato de la oscuridad y nada podía realmente dañar sus ojos. Wow, se sentía interesante estar embriagado con sangre y ver lucecitas azules a través de las lentillas por la entrada incesante de luz, debía repetirlo a menudo, estaba resultando divertido. Un tiburón, eso era Alexander, un tiburón con un hambre implacable. Volteó la cabeza, al parece una mujer se había caído borracha y había comenzado a sangrar, algunas personas habían fijado su vista en aquella chica. Aprovechando esto, Alexander tomó la delantera para su grupo.
-Si me disculpas, mon cherie... acabo de ver a alguien con quién tengo un asunto que tratar- la voz sonaba burlona pero levemente sosegada, casi como si de repente hubiera dejado atrás su altanería para no tener más posibles retrasos. Y sin más que decir, Alexander abandonó la mesa -dejando su trago en ella- para ir en busca de Judas.
-Te parezco un borracho, ¿dulzura?- dijo con una sonrisa ladina pero demasiado controlada, no había manera de decir que aquel hombre estaba siquiera prendido, tenía el aspecto de un hombre que jamás se ha emborrachado. Aún cuando solía hacerlo de joven.
Alexander miró el lugar dónde se suponía debía estar su carótida y le observó en ese punto fijo durante poco más de cuatro minutos hasta que pudo percibir leves movimientos en su piel, muy leves para ser detectado por humanos... ella era humana. Se recostó contra su asiento repentinamente aún más interesado en la fémina que antes, la miró de arriba abajo y no pudo hacer cosa distinta que empezar a pesar que se trataba de una clase de descendiente. Una Doppleganger.
-Umm, ahora que lo dices, sí puede ser; tienes un parecido asombroso con mi antigua prometida... si me disculpas...- Alexander sacó su iPhone y buscó entre los archivos una foto de un antiguo cuadro de Gabrielle Le'Blanc. No dudo en segundos en ponerlo frente a ella-. Como comprenderás, no es nada difícil confundirlas. Comprendo si estás sorprendida, yo también lo estoy y siendo tú incluso creería que tengo una gemela o algo por el estilo.
Desde luego omitió la parte en la cual decía que ella había vivido hacía unos 250 años más o menos y que si ésta chica no era ella, a pesar de su gran parecido -casi idéntico-, entonces no había forma en que Gabrielle estuviera viva. A menos claro que hubiera sido convertida, lo cual era raro porque los únicos vampiros masculinos en aquel tramo de Francia -para la época- eran Frederick y él, nunca supo nada de quién convirtió a Mae. Los vampiros simplemente no iban por ahí convirtiendo a los humanos, a menos que quisiera crear un ejercito de neófitos, pero cuando lo hacían tenían una razón, amor o lo que fuera. De modo que tampoco solían convertir a los del mismo sexo a menos que fueran maricones o lesbianas calientes.
Y súbitamente llegó a sus fauces un olor que podía haber reconocido aunque estuviera a 10 metros de distancia de allí. Sintió aquel elixir a sangre durante menos de un segundo y de pronto parecía haberse fumado un porro con marihuana o LSD, ya veía incluso estrellitas. No, no eran estrellas lo que veía. Eran sus pupilas dilatadas como las de un tiburón que va tras su presa después de percibir su olor, eran sus pupilas que rozaban contra el delgado material de la lentilla, aquello seguramente le hubiera molestado a un humano; sin embargo el era un vampiro, un cazador nato de la oscuridad y nada podía realmente dañar sus ojos. Wow, se sentía interesante estar embriagado con sangre y ver lucecitas azules a través de las lentillas por la entrada incesante de luz, debía repetirlo a menudo, estaba resultando divertido. Un tiburón, eso era Alexander, un tiburón con un hambre implacable. Volteó la cabeza, al parece una mujer se había caído borracha y había comenzado a sangrar, algunas personas habían fijado su vista en aquella chica. Aprovechando esto, Alexander tomó la delantera para su grupo.
-Si me disculpas, mon cherie... acabo de ver a alguien con quién tengo un asunto que tratar- la voz sonaba burlona pero levemente sosegada, casi como si de repente hubiera dejado atrás su altanería para no tener más posibles retrasos. Y sin más que decir, Alexander abandonó la mesa -dejando su trago en ella- para ir en busca de Judas.
Última edición por Alexander Dupont el Miér Abr 04, 2012 1:28 pm, editado 1 vez
Alexander Dupont- †Sweet Bastard†
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Re: The past is your destiny. {Alexander}
Di un respingo. Creí que todas aquellas palabras tan concretas del moreno eran una simple broma o una confusión, -aunque en sí lo fuera- y aun peor que estaba borracho, porque ni cara, ni aroma tenía de aquello. La pantalla del móvil mostraba un rostro muy… no existía ni siquiera palabra alguna para describir la silueta aquella. Aunque muchos dirían que era muy yo. La chica era casi igual a mí, con razón aquel moreno nos había confundido, incluso yo lo haría si fuese una tercera persona. Aquella chica tenía el cabello más tupido que el mío. La silueta de mi rostro era más larga que la de ella, aquella parecía inclusive más gorda. Algo totalmente igual que yo podía notar aun en esa fotografía, eran los ojos. El mismo tono, la misma profundidad, la idéntica forma. Ahora entendía como era que mi madre detallaba mi mirada. La chica y yo podríamos ser perfectamente gemelas monocigóticas. Estaba más que asombrada, eran irreal algo así, ¿acaso podría existir alguien idéntico a mi? Algunas personas decían que en cualquier parte del mundo tienes tu media naranja y no precisamente refiriéndose al amor si no al hecho que existía otra persona igual a ti.
Fruncí el ceño. Cuando por fin le tome suficiente atención a la fotografía. La ropa, el ambiente que se veía a través de aquella lente de la cámara… ¿Cuándo demonios fue eso? La chica poseía un vestido, de aquellos largos por lo que se veía. Tenía un cuello blanco y lo demás resaltaba de otro color era algo así como un marrón, su cabello caía sobre sus hombros delicadamente como si se lo hubiera acomodado a la perfección para aquella toma del tiempo. Las manos estaban juntas frente de ella, con sus dedos entrelazados y una ligera pero calida sonrisa se desprendía de los labios. Otra época. Eso era lo que expresaba la foto, pero hoy en día ya ni se sabía, quizá simplemente estaba llevando mis pensamientos a un extremo, tal ves fue una fiesta de disfraces y el fotógrafo tomaba fotos en aquel tono que tienen las fotos antiguas para que pareciera exactamente eso.
Y fue entonces cuando paso. Dèjá vu. Yo ya había pasado por esto. No exactamente la misma situación pero si una parecida hace unos tantos años… no recordaba si seis u ocho. Una de mis amigas me había enseñado una fotografía de una familia antigua de no se dónde ni recuerdo tampoco que eran. En el pie de la imagen decía el nombre de una chica que no recordaba y su apellido Le… algo y señalaban que estaba con su prometido el joven Du… algo. Solamente me había concentrado en la chica. Pensé que era hermosa, con esa clase, aquel porte… pero ahora comprendía que vi como el reflejo de mi futuro porque jamás especulé que llegaría a ser idéntica a ella.
De la nada el móvil desapareció de mi vista. Pensar que a penas habían sido segundos los que trascurrieron mientras mi mente removía recuerdos. –Pero…- a penas y pude protestar algo cuando el chico se alejo disculpándose. Había dejado su bebida en mi mesa y yo con las palabras en la boca. ¿Quién era ella? ¿Gabrielle? Así le había llamado él. La loca idea de conocerla me había entrado en la cabeza, ahora era yo la que sentía curiosidad por esta situación. Me levanté e intente caminar detrás del chico pero fue cuando algo se me entrepuso en medio y solo me di cuenta por el aroma a perfume de hombre si no le hubiera pasado de largo por supuesto sin dudarlo.
-Hola preciosa- había susurrado aquel chico alto de cabello castaño y medio quebradizo. Alce una ceja porque no decirlo prepotentemente, no tenía intenciones de ser amable ni siquiera me importaba solo tenía una “misión”.
-Lárgate- le dije con ganas, que le quedará bien claro que no quería ni siquiera mirarle; le di la vuelta para alejarme y entonces el me tomo del brazo y me jalo hacía su lado, sentí su respiración en mi oreja.
-Será mejor que cooperes- mis labios se entreabrieron y solamente fui capaz de ver la silueta de aquel moreno alejarse.
Fruncí el ceño. Cuando por fin le tome suficiente atención a la fotografía. La ropa, el ambiente que se veía a través de aquella lente de la cámara… ¿Cuándo demonios fue eso? La chica poseía un vestido, de aquellos largos por lo que se veía. Tenía un cuello blanco y lo demás resaltaba de otro color era algo así como un marrón, su cabello caía sobre sus hombros delicadamente como si se lo hubiera acomodado a la perfección para aquella toma del tiempo. Las manos estaban juntas frente de ella, con sus dedos entrelazados y una ligera pero calida sonrisa se desprendía de los labios. Otra época. Eso era lo que expresaba la foto, pero hoy en día ya ni se sabía, quizá simplemente estaba llevando mis pensamientos a un extremo, tal ves fue una fiesta de disfraces y el fotógrafo tomaba fotos en aquel tono que tienen las fotos antiguas para que pareciera exactamente eso.
Y fue entonces cuando paso. Dèjá vu. Yo ya había pasado por esto. No exactamente la misma situación pero si una parecida hace unos tantos años… no recordaba si seis u ocho. Una de mis amigas me había enseñado una fotografía de una familia antigua de no se dónde ni recuerdo tampoco que eran. En el pie de la imagen decía el nombre de una chica que no recordaba y su apellido Le… algo y señalaban que estaba con su prometido el joven Du… algo. Solamente me había concentrado en la chica. Pensé que era hermosa, con esa clase, aquel porte… pero ahora comprendía que vi como el reflejo de mi futuro porque jamás especulé que llegaría a ser idéntica a ella.
De la nada el móvil desapareció de mi vista. Pensar que a penas habían sido segundos los que trascurrieron mientras mi mente removía recuerdos. –Pero…- a penas y pude protestar algo cuando el chico se alejo disculpándose. Había dejado su bebida en mi mesa y yo con las palabras en la boca. ¿Quién era ella? ¿Gabrielle? Así le había llamado él. La loca idea de conocerla me había entrado en la cabeza, ahora era yo la que sentía curiosidad por esta situación. Me levanté e intente caminar detrás del chico pero fue cuando algo se me entrepuso en medio y solo me di cuenta por el aroma a perfume de hombre si no le hubiera pasado de largo por supuesto sin dudarlo.
-Hola preciosa- había susurrado aquel chico alto de cabello castaño y medio quebradizo. Alce una ceja porque no decirlo prepotentemente, no tenía intenciones de ser amable ni siquiera me importaba solo tenía una “misión”.
-Lárgate- le dije con ganas, que le quedará bien claro que no quería ni siquiera mirarle; le di la vuelta para alejarme y entonces el me tomo del brazo y me jalo hacía su lado, sentí su respiración en mi oreja.
-Será mejor que cooperes- mis labios se entreabrieron y solamente fui capaz de ver la silueta de aquel moreno alejarse.
Ice D. Pávlov- Mensajes : 469
Re: The past is your destiny. {Alexander}
La expresión de la fémina fue lo que hizo que él diera por hecho que ella no tenía idea de que alguna vez existiera un Le'Blanc en su linaje y luego siglos era realmente comprensible. La mujer se había quedado tan abrupta que su expresión daba risa, el pelinegro no pudo evitar sonreír con cierto descaro aún sabiendo que se estaba delatando. Sabía que mostrarle aquella foto era un detonante a su curiosidad humana, que tendría que explicar porqué la chica del recuadro en la foto parecía llevar corpiño como antaño y porqué llevaba un tocado de flores lilas en el cabello; al menos el recuadro pasaba por una fotografía antigua a distancia gracias a haber sido pintada por uno de los grandes en toda Francia y el cuadro original ya estaría hecho polvo en alguna casa de antigüedades en Alemania. Pero el vampiro no podía quedarse a explicar todas aquellas cosas en ese preciso momento, ya luego tendría tiempo si las cosas iban de acuerdo al plan, tenía que terminar con eso antes de que fuera demasiado tarde y entrase algún agente de cuerpo policial disfrazado de civil. Alexander se dirigió hacia el hombre de cabellos rubios con pasos firmes, estando con los oídos atentos a cada simple sonido que se producía al rededor, asegurándose de tener presente al corazón de la humana que le interesaba. Si la perdía ahora, no habría forma de saber porqué aquel parecido con la Le'Blanc.
Cuando Alexander escuchó la voz de la Doppleganger y el susurro de aquel malnacido sus brazos fueron a parar sobre la chaqueta de Judas, le asió contra una pared y gruño iracundo porque uno de los tratos había sido no lastimar a los civiles mientras estuvieran allí. Y al parecer uno que otro no estaba siguiendo las órdenes, susurró retrayendo los labios en actitud amenazante lo que les iba a suceder si no cumplían y aquel humano de nivel inferior no hizo más que reírse. De un momento a otro Alexander vio como los hombres del otro bando cubrían las salidas dejando las mujeres a la deriva y de pronto, un disparo, una bala que se impacta contra el perfecto abdomen del vampiro que para no levantar sospechas se lanza al suelo. Las mujeres gritaron entrando en pánico, unas quedaron paralizadas, las otras se arrojaron al suelo y unas más se orinaron encima del miedo. Los de la pandilla creerían que había muerto y eso era el primer buen motivo para dejar sus movimientos en los bajos mundos, permaneció inmóvil pero con los ojos bien abiertos. Y cuando todo ya parecía demasiado malo, alguien cortó la luz del local.
-Permanezcan todos en calma y nadie saldrá herido- comentó uno de los hombres mientras disparaba al techo, haciéndose notar que estaba armado y no dudaría en matar al primero que causase la más mínima molestia. En eso grito una mujer, un alarido espeluznante, el hombre usó la mira en infrarrojo de su arma y se escuchó otro disparo, todo parecía demasiado silente de repente.
El vampiro se levantó de súbito al ver que era imposible ver para los humanos, sin hacer ruido casi se lanza encima de aquel hombre que se ponía perverso con su doppleganger. Ice seguramente pudo oír el crujido de unos huesos, huesos que no eran de ella sino de aquel aprovechado. Alexander le cubrió la boca a la chica para que no hiciera el menor ruido, camino con ella hasta el baño, abrió la puerta con sumo sigilo y entró con ella cerrando con el pasador.
-¡Silencio!- protestó en un susurro, antes de hacer cualquier cosa mientras iba retirando su mano lentamente-. Si gritas o haces ruido no dudaré en partirte la nuca a ti también. Quiero que llames a los bomberos en este momento y que digas que el local comenzó a incendiarse mientras estabas saliendo. Si dices otra cosa te mataré. ¿De acuerdo?
Alexander miró las paredes del baño y encontró una ventanilla en la parte alta por encima de un cubículo. Tomó a doble de Gabrielle por el brazo y la arrastro hasta allí para sacarla antes de poner las manos a la obra.
Cuando Alexander escuchó la voz de la Doppleganger y el susurro de aquel malnacido sus brazos fueron a parar sobre la chaqueta de Judas, le asió contra una pared y gruño iracundo porque uno de los tratos había sido no lastimar a los civiles mientras estuvieran allí. Y al parecer uno que otro no estaba siguiendo las órdenes, susurró retrayendo los labios en actitud amenazante lo que les iba a suceder si no cumplían y aquel humano de nivel inferior no hizo más que reírse. De un momento a otro Alexander vio como los hombres del otro bando cubrían las salidas dejando las mujeres a la deriva y de pronto, un disparo, una bala que se impacta contra el perfecto abdomen del vampiro que para no levantar sospechas se lanza al suelo. Las mujeres gritaron entrando en pánico, unas quedaron paralizadas, las otras se arrojaron al suelo y unas más se orinaron encima del miedo. Los de la pandilla creerían que había muerto y eso era el primer buen motivo para dejar sus movimientos en los bajos mundos, permaneció inmóvil pero con los ojos bien abiertos. Y cuando todo ya parecía demasiado malo, alguien cortó la luz del local.
-Permanezcan todos en calma y nadie saldrá herido- comentó uno de los hombres mientras disparaba al techo, haciéndose notar que estaba armado y no dudaría en matar al primero que causase la más mínima molestia. En eso grito una mujer, un alarido espeluznante, el hombre usó la mira en infrarrojo de su arma y se escuchó otro disparo, todo parecía demasiado silente de repente.
El vampiro se levantó de súbito al ver que era imposible ver para los humanos, sin hacer ruido casi se lanza encima de aquel hombre que se ponía perverso con su doppleganger. Ice seguramente pudo oír el crujido de unos huesos, huesos que no eran de ella sino de aquel aprovechado. Alexander le cubrió la boca a la chica para que no hiciera el menor ruido, camino con ella hasta el baño, abrió la puerta con sumo sigilo y entró con ella cerrando con el pasador.
-¡Silencio!- protestó en un susurro, antes de hacer cualquier cosa mientras iba retirando su mano lentamente-. Si gritas o haces ruido no dudaré en partirte la nuca a ti también. Quiero que llames a los bomberos en este momento y que digas que el local comenzó a incendiarse mientras estabas saliendo. Si dices otra cosa te mataré. ¿De acuerdo?
Alexander miró las paredes del baño y encontró una ventanilla en la parte alta por encima de un cubículo. Tomó a doble de Gabrielle por el brazo y la arrastro hasta allí para sacarla antes de poner las manos a la obra.
Alexander Dupont- †Sweet Bastard†
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Re: The past is your destiny. {Alexander}
Mi brazo comenzaba adormecerse y todo era causa de aquella presión de extremidades superiores del hombre barbudo que me tenía sujetada. Yo una persona tan terca y poco obediente porque en lo único que podía pensar en este momento era que quería liberarme de esa orquilla. Forcejeaba, le maldecía a su madre, hacía cualquier cosa que estuviera a mi alcance para poderme libra, y la única forma que el encontró para dejarme totalmente quieta sin hacer nada fue que su chaqueta se la descubrió un poco y fue cuando vi aquella armes -tan típica película-. Tan brillante y pequeña. El sonrió de oreja a oreja mostrándome sus dientes amarillos como si estuviera… estaba orgulloso de lo que poseía. Lo volví a maldecid en mi interior con tantas fuerzas que si yo fuera Dios ya estuviera hundiéndose en aquel maldito lugar lleno de brasas y llamaradas. Me sentí incompetente algo que repugnaba con todo mí ser.
Mi mirada volvió aquella espalda ancha, fornida del chico que antes había dirigido palabras hacía mi y me sorprendió ya que estaba con las manos en cada extremo de la chaqueta de otro hombre. Aquel ser le daba un gran aire al que a mi me tenía acorralada. Fruncí en ceño, no entendía que sucedía en este lugar. La gente comenzaba a agitarse, las mujeres a mi alrededor estaban nerviosas, frustradas y una lloraba, un mar de lagrimas. Hombre cubrían las salidas del lugar, el barman ya no estaba, lo veía perfectamente esfumándose por una puerta de salida, pero sin embargo el hombre que estaba en ella lo debajo salir para volver a su postura anterior. Miraba de un lado a otro, con tanta curiosidad y temor recorriéndome, ¿Qué demonios estaba pasando en este sitio? ¿Qué me pasaría a mi? Y todo parecía que se centraba en el moreno y el hombre gordo contra la pared. Pero en el preciso momento que voltee a verlo se escucho un fuerte sonido, un impacto como de dos enormes roca, pero todo el mundo conocía aquel retumbo; una bala. “Cuidado” fue lo que tardamente salio de mi boca y el moreno de ojos de color cayo al suelo. Le habían disparado. Volví a forcejear con el hombre que me tenía sujeta y todas las mujeres a mi alrededor comenzaron a gritar espantadas, moverse como locas y las que no lloraban lo hicieron ya.
“-Permanezcan todos en calma y nadie saldrá herido-“
Fue lo que grito el hombre que me tenía sujeta cuando saco en el mismo instante su arma. La apunto al techo y disparo. Yo me encogí un poco cubriéndome con ambas manos porque en aquel movimiento que había hecho el ser me había soltado de la mano, pero tenía tanto miedo en ese momento como para salir corriendo. ¿Y que tal si me caía algo encima del techo? ¿Qué tal si la bala se regresaba hacía mi? Yo era la más cerca, la única cercas de ella y como toda ley física, lo que sube tiene que bajar y las balas no eran la excepción ya que cuando una bala tiene una buena salida, sumándose la inercia, la velocidad, duplicándola sería el impacto que provocaría y yo estaba en su camino.
Solté un grito de miedo por todo lo que estaba pensando en el momento. Tan solo duro unos segundos cuando volvió el hombre a tomarme del brazo. Todo parecía que paso en segundos porque un crujido se escucho algo muy fuerte había golpeado al hombre porque incluso sentí yo un poco del impacto cuando me soltó. Una mano tapo mi boca ahogando aquel chillido de mis labios. Otra vez me habían sujetado. Quería liberarme, daba patadas, manotazos y lo rasguñaba. Quería que me dejara libre pero para entonces no me había dado cuenta de quien se trataba hasta que llegamos a un baño. El cerró la puerta detrás de nosotros y fue cuando vi al desconocido que me señalaba como otra. “pero… pero… pero” mi mente solo formulaba esa palabra. Yo había visto que le habían disparado, su ropa tenía un pozo y el contorno de sangre pero sin embargo se movía a la perfección, ¿Cómo era eso posible? –A… a… a… ti… te dispararon!- le señale el lugar de la bala con rapidez. Y me mando a callar. Di un paso hacía atrás mientras el me daba ordenes de llamar a los bomberos y me amenazaba con que no me estuviera quieta y callada me mataría. ¡ME MATARIA! Y tenía esa palabra bien remarcada en mi cabeza.
Sin más saque mi móvil que por suerte había dejado en la bolsa superior del short que llevaba ya que mi bolso estaba en la mesa en la cual me había sentado desde un principio. Marque los tres números del departamento de bomberos y fue cuando comencé a darle las indicaciones –Se acaba de incendiar el bar en el que estaba…- intentaba controlar mi voz y mis ojos vidriosos. Me era un tanto imposible cuando miraba hacía el chico. Di la dirección torpemente porque no sabía exactamente donde se encontraba el pequeño bar. El moreno ya estaba junto a un cubícalo debajo de la única ventana en el baño. A penas colgado el móvil me tomo de la mano jalándome hacía aquella salida. Si… sabía que me haría salir por ahí. Tan propia como una película de acción. Tome prisa y no dije nada cuando se escucho que forcejeaban la entrada del baño. Me era difícil subir con los tacones y estaba tan torpe que no sabía como iba a salir. Primero introduje mis pies ya que no quería caer de cabeza y me deslice, agradecía que fuera esbelta. La puerta se abrió, la escuche ya que lo único que quedaba dentro del lugar era de mis hombros a mis dedos. Caí y se me doblaron las rodillas. Los tacones me lastimaron los tobillos e hice una mueca de dolor. Y era la única que estaba en aquel callejón, el chico seguía adentro. -¡Eyyyyyyyyyyyyy!- grite con tantas fuerzas llamándolo, porque ni siquiera tenía otro forma de llamarlo. Mi respiración se agito, el estaba adentro y yo afuera.
Mi mirada volvió aquella espalda ancha, fornida del chico que antes había dirigido palabras hacía mi y me sorprendió ya que estaba con las manos en cada extremo de la chaqueta de otro hombre. Aquel ser le daba un gran aire al que a mi me tenía acorralada. Fruncí en ceño, no entendía que sucedía en este lugar. La gente comenzaba a agitarse, las mujeres a mi alrededor estaban nerviosas, frustradas y una lloraba, un mar de lagrimas. Hombre cubrían las salidas del lugar, el barman ya no estaba, lo veía perfectamente esfumándose por una puerta de salida, pero sin embargo el hombre que estaba en ella lo debajo salir para volver a su postura anterior. Miraba de un lado a otro, con tanta curiosidad y temor recorriéndome, ¿Qué demonios estaba pasando en este sitio? ¿Qué me pasaría a mi? Y todo parecía que se centraba en el moreno y el hombre gordo contra la pared. Pero en el preciso momento que voltee a verlo se escucho un fuerte sonido, un impacto como de dos enormes roca, pero todo el mundo conocía aquel retumbo; una bala. “Cuidado” fue lo que tardamente salio de mi boca y el moreno de ojos de color cayo al suelo. Le habían disparado. Volví a forcejear con el hombre que me tenía sujeta y todas las mujeres a mi alrededor comenzaron a gritar espantadas, moverse como locas y las que no lloraban lo hicieron ya.
“-Permanezcan todos en calma y nadie saldrá herido-“
Fue lo que grito el hombre que me tenía sujeta cuando saco en el mismo instante su arma. La apunto al techo y disparo. Yo me encogí un poco cubriéndome con ambas manos porque en aquel movimiento que había hecho el ser me había soltado de la mano, pero tenía tanto miedo en ese momento como para salir corriendo. ¿Y que tal si me caía algo encima del techo? ¿Qué tal si la bala se regresaba hacía mi? Yo era la más cerca, la única cercas de ella y como toda ley física, lo que sube tiene que bajar y las balas no eran la excepción ya que cuando una bala tiene una buena salida, sumándose la inercia, la velocidad, duplicándola sería el impacto que provocaría y yo estaba en su camino.
Solté un grito de miedo por todo lo que estaba pensando en el momento. Tan solo duro unos segundos cuando volvió el hombre a tomarme del brazo. Todo parecía que paso en segundos porque un crujido se escucho algo muy fuerte había golpeado al hombre porque incluso sentí yo un poco del impacto cuando me soltó. Una mano tapo mi boca ahogando aquel chillido de mis labios. Otra vez me habían sujetado. Quería liberarme, daba patadas, manotazos y lo rasguñaba. Quería que me dejara libre pero para entonces no me había dado cuenta de quien se trataba hasta que llegamos a un baño. El cerró la puerta detrás de nosotros y fue cuando vi al desconocido que me señalaba como otra. “pero… pero… pero” mi mente solo formulaba esa palabra. Yo había visto que le habían disparado, su ropa tenía un pozo y el contorno de sangre pero sin embargo se movía a la perfección, ¿Cómo era eso posible? –A… a… a… ti… te dispararon!- le señale el lugar de la bala con rapidez. Y me mando a callar. Di un paso hacía atrás mientras el me daba ordenes de llamar a los bomberos y me amenazaba con que no me estuviera quieta y callada me mataría. ¡ME MATARIA! Y tenía esa palabra bien remarcada en mi cabeza.
Sin más saque mi móvil que por suerte había dejado en la bolsa superior del short que llevaba ya que mi bolso estaba en la mesa en la cual me había sentado desde un principio. Marque los tres números del departamento de bomberos y fue cuando comencé a darle las indicaciones –Se acaba de incendiar el bar en el que estaba…- intentaba controlar mi voz y mis ojos vidriosos. Me era un tanto imposible cuando miraba hacía el chico. Di la dirección torpemente porque no sabía exactamente donde se encontraba el pequeño bar. El moreno ya estaba junto a un cubícalo debajo de la única ventana en el baño. A penas colgado el móvil me tomo de la mano jalándome hacía aquella salida. Si… sabía que me haría salir por ahí. Tan propia como una película de acción. Tome prisa y no dije nada cuando se escucho que forcejeaban la entrada del baño. Me era difícil subir con los tacones y estaba tan torpe que no sabía como iba a salir. Primero introduje mis pies ya que no quería caer de cabeza y me deslice, agradecía que fuera esbelta. La puerta se abrió, la escuche ya que lo único que quedaba dentro del lugar era de mis hombros a mis dedos. Caí y se me doblaron las rodillas. Los tacones me lastimaron los tobillos e hice una mueca de dolor. Y era la única que estaba en aquel callejón, el chico seguía adentro. -¡Eyyyyyyyyyyyyy!- grite con tantas fuerzas llamándolo, porque ni siquiera tenía otro forma de llamarlo. Mi respiración se agito, el estaba adentro y yo afuera.
Ice D. Pávlov- Mensajes : 469
Re: The past is your destiny. {Alexander}
Cuando se hubo asegurado de que la chica estuviera a salvo volvió a cerrar la ventanilla, alguien forcejeó la puerta hasta abrirla y entrar. La chica gritó de nuevo, Alexander pudo escucharla con claridad pero el ruido realmente no penetraba demasiado en el servicio; los humanos que habían entrado a explorarlo habían creído que venía de la barra o un lugar cercano a la puerta del servicio, otra mujer histérica. Uno de ellos examinó aquella esquina notando que estaba cerrado el único escape y se sonrió autosuficiente, no había nadie en aquel baño... Nadie a excepción del vampiro que había caído desde el techo justo detrás de los otros dos hombres con tal ligereza que ni siquiera se habían dado cuenta de su presencia. La puerta se cerró tras ellos nuevamente. Esperó a que voltearan mientras una sonrisa divertida se apoderaba de sus labios, comenzaba a excitarse con la sola idea de que le creyeran un fantasma o algo por el estilo. Ambos hombres parecieron petrificados y comenzaron a gimotear diciendo que su líder le había asesinado, uno de ellos miró la herida, parecía sangre al principio pero ahora se había convertido en un manchón negro.
-Ah, ¿se refieren a esto? - preguntó perversamente mientras se rasgaba un poco más la camisa y dejaba ver el orificio en su cuerpo y la bala aún allí-. Te diré una linda historia justo antes de que muer...
No pasó más de dos segundos cuando uno de los tipos volvió a disparar, esta vez en el hombro y el disparo aún cuando le hizo retroceder no lo abatió. Alexander giró el rostro de forma mecánica viendo la bala y sin más reparo se abalanzó sobre ambos hombres, los cuales comenzaron gritar por un dolor incontenible pero el vampiro no bebió sangre de ellos; siempre le había gustado la sangre femenina, era más sabrosa, al menos para su gusto. Un minuto después los gritos cesaron por completo se había vuelto demasiado silencioso. ¿Quién imaginaría que más allá de las puertas de un bar se llevaría a cabo tales crueldades? Alexander salió del baño apagando la luz del mismo para que armonizara con los recintos. ¿Dónde estaba el Barman? No lograba localizarlo pero sabía que todos ellos debían morir, sólo viviría la doble de Gabrielle, si no se rehusaba a cooperar, claro estaba.
Alexander podía ser un vampiro desalmado, asesino despiadado y cualquier cosa que se le pudiese ocurrir a un paranoico pero él se había criado en una sociedad donde la palabra que dabas a los demás valía más que mil acciones. Y cuando un Dupont daba su palabra, el Dupont cumplía; Joël -así era su segundo nombre- no iba a tolerar de ningún modo que se le traicionase de aquella forma. No le habían cumplido y aquello le molestaba sobre manera, le enloquecía al punto de lo inalcanzable. La fiera se movió iracunda con una hostilidad en la mirada que hubiera congelado a cualquiera, en segundos algo pareció estamparse contra una superficie en la oscuridad. Uno de los mafiosos subió su arma con mira infrarroja casi de inmediato y observó a su líder con la cabeza estampada contra la puerta, la mirada sin vida. A penas se aproximó un paso y el cuerpo se deslizó abajo. Un grito ahogado, intento escapar a la puerta pero... Dos disparos, sangre, colmillos, la mirada de un demonio había cobrado vida.. Terror. Alexander sonrió con sadismo disfrutando del pánico que se apoderaba de todos, aquello le hacía sentir invencible. Y el cuerpo del hombre con mira infrarroja voló a través del recinto estampándose contra la barra. Un crujido. Se había partido la columna en dos.
Entonces un silencio abrazador envolvió el local. Nadie había dicho nada, nadie había intentado escapar pero todos sabían lo que ocurría. Un peligro inminente que ni siquiera todos ellos, trabajando en equipo, podrían superar se había apoderado de aquel bar y no eran precisamente los criminales quienes constituían una amenaza. Una risotada salió del pecho de Alexander, todos voltearon alarmados pero no podían ver nada en absoluto. Una afrodesendiente quiso hacer el valiente y encender la luz pero el vampiro llegó con esa mujer en medio de dos segundos rompiéndole la muñeca. Le atravesó el pecho con la mano y aplastó su corazón cuando comenzó a gritar de dolor por su mano. Otro peso muerto caído y una cólera imparable. Cuando eras humano era normal abarrotarse de sentimientos pero cuando eras vampiro, eso era otra historia. Las emociones del humano se magnificaban cuando se convertía en vampiro y dejabas atrás la etapa de neofito; cuando algo te dolía podía volverse un calvario de sufrimiento eterno y cuando amabas, amabas para siempre. Y cuando odiabas o te enojabas, una sed de sangre se apoderaba de ti, una cólera que no cesaba hasta llenarte de suficiente sangre para alimentar a todo un aquelarre. La cólera de Alexander.
Aquello se había convertido de un momento a otro en la película de terror con mayor cantidad de premios Oscares. Y premio Nobel a la Paz era sin duda para Alexander Joël Dupont Harley, con su muy amigable forma de resolver sus conflictos internos. En poco menos de 15 minutos ya estaban todos muertos; estampados contra las paredes o abaleados entre sí intentando matar la amenaza. Solamente quedaba uno vivo, el hombre que se había llevado la primera paca de billetes, se había escondido bajo una mesa como el cobarde que era. Alexander se lamió el labio salpicado por sangre mientras caminaba por el local haciendo resonar sus pasos a propósito, rió una vez mas mientras tomaba una botella de bourbon y caminaba rociando todos los cuerpos, las paredes y cualquier lugar con sangre. Sacó su mechero, un zippo añejo que usaba para estas ocasiones, y para fumar de vez en cuando. De repente la estancia se iluminó y el fuego comenzó a devorar todo a su paso. El hombre se recargó aun más contra la pared como si pudiera convertirse en una rata y huir por un huequito en la pared. Alexander se aproximó a paso lento el hombre alzó su arma con el pulso tembloroso y aún cuando parecía que sus cinco disparos no llegaría a ningún lado logró acertar dos. Mientras disparaba el cuerpo del pelinegro daba tumbos hacia atrás pero se recuperaba y continuaba caminando. Ahora tenía dos nuevas heridas, una en el antebrazo y otra en el muslo. Se agacho justo en frente.
-Mi dinero- apenas lo dijo el hombre se abrió la gabardina y le entregó la paca sin titubear-. Ahora suicídate.
-¿Q...Que?
-He dicho que te suicides- repitió, usando su don en él. Para cuando se puso en pie y roció al hombre con alcohol este ya se había puesto el cañón de la pistola en la sien-. Buen chico.
Roció la sangre para que se quemara junto a él y le pegó el mechero al pantalón dejando que se chamuscara como los otros cuerpos. Para cuando volvió al baño terminó de vertir la sustancia inflamable. Se arrancó un trozo de tela de la camisa y le prendió fuego, para cuando dejó caer el trozo te tela ya estaba en el pecho y saliendo por la ventanilla.
-Ah, ¿se refieren a esto? - preguntó perversamente mientras se rasgaba un poco más la camisa y dejaba ver el orificio en su cuerpo y la bala aún allí-. Te diré una linda historia justo antes de que muer...
No pasó más de dos segundos cuando uno de los tipos volvió a disparar, esta vez en el hombro y el disparo aún cuando le hizo retroceder no lo abatió. Alexander giró el rostro de forma mecánica viendo la bala y sin más reparo se abalanzó sobre ambos hombres, los cuales comenzaron gritar por un dolor incontenible pero el vampiro no bebió sangre de ellos; siempre le había gustado la sangre femenina, era más sabrosa, al menos para su gusto. Un minuto después los gritos cesaron por completo se había vuelto demasiado silencioso. ¿Quién imaginaría que más allá de las puertas de un bar se llevaría a cabo tales crueldades? Alexander salió del baño apagando la luz del mismo para que armonizara con los recintos. ¿Dónde estaba el Barman? No lograba localizarlo pero sabía que todos ellos debían morir, sólo viviría la doble de Gabrielle, si no se rehusaba a cooperar, claro estaba.
Alexander podía ser un vampiro desalmado, asesino despiadado y cualquier cosa que se le pudiese ocurrir a un paranoico pero él se había criado en una sociedad donde la palabra que dabas a los demás valía más que mil acciones. Y cuando un Dupont daba su palabra, el Dupont cumplía; Joël -así era su segundo nombre- no iba a tolerar de ningún modo que se le traicionase de aquella forma. No le habían cumplido y aquello le molestaba sobre manera, le enloquecía al punto de lo inalcanzable. La fiera se movió iracunda con una hostilidad en la mirada que hubiera congelado a cualquiera, en segundos algo pareció estamparse contra una superficie en la oscuridad. Uno de los mafiosos subió su arma con mira infrarroja casi de inmediato y observó a su líder con la cabeza estampada contra la puerta, la mirada sin vida. A penas se aproximó un paso y el cuerpo se deslizó abajo. Un grito ahogado, intento escapar a la puerta pero... Dos disparos, sangre, colmillos, la mirada de un demonio había cobrado vida.. Terror. Alexander sonrió con sadismo disfrutando del pánico que se apoderaba de todos, aquello le hacía sentir invencible. Y el cuerpo del hombre con mira infrarroja voló a través del recinto estampándose contra la barra. Un crujido. Se había partido la columna en dos.
Entonces un silencio abrazador envolvió el local. Nadie había dicho nada, nadie había intentado escapar pero todos sabían lo que ocurría. Un peligro inminente que ni siquiera todos ellos, trabajando en equipo, podrían superar se había apoderado de aquel bar y no eran precisamente los criminales quienes constituían una amenaza. Una risotada salió del pecho de Alexander, todos voltearon alarmados pero no podían ver nada en absoluto. Una afrodesendiente quiso hacer el valiente y encender la luz pero el vampiro llegó con esa mujer en medio de dos segundos rompiéndole la muñeca. Le atravesó el pecho con la mano y aplastó su corazón cuando comenzó a gritar de dolor por su mano. Otro peso muerto caído y una cólera imparable. Cuando eras humano era normal abarrotarse de sentimientos pero cuando eras vampiro, eso era otra historia. Las emociones del humano se magnificaban cuando se convertía en vampiro y dejabas atrás la etapa de neofito; cuando algo te dolía podía volverse un calvario de sufrimiento eterno y cuando amabas, amabas para siempre. Y cuando odiabas o te enojabas, una sed de sangre se apoderaba de ti, una cólera que no cesaba hasta llenarte de suficiente sangre para alimentar a todo un aquelarre. La cólera de Alexander.
Aquello se había convertido de un momento a otro en la película de terror con mayor cantidad de premios Oscares. Y premio Nobel a la Paz era sin duda para Alexander Joël Dupont Harley, con su muy amigable forma de resolver sus conflictos internos. En poco menos de 15 minutos ya estaban todos muertos; estampados contra las paredes o abaleados entre sí intentando matar la amenaza. Solamente quedaba uno vivo, el hombre que se había llevado la primera paca de billetes, se había escondido bajo una mesa como el cobarde que era. Alexander se lamió el labio salpicado por sangre mientras caminaba por el local haciendo resonar sus pasos a propósito, rió una vez mas mientras tomaba una botella de bourbon y caminaba rociando todos los cuerpos, las paredes y cualquier lugar con sangre. Sacó su mechero, un zippo añejo que usaba para estas ocasiones, y para fumar de vez en cuando. De repente la estancia se iluminó y el fuego comenzó a devorar todo a su paso. El hombre se recargó aun más contra la pared como si pudiera convertirse en una rata y huir por un huequito en la pared. Alexander se aproximó a paso lento el hombre alzó su arma con el pulso tembloroso y aún cuando parecía que sus cinco disparos no llegaría a ningún lado logró acertar dos. Mientras disparaba el cuerpo del pelinegro daba tumbos hacia atrás pero se recuperaba y continuaba caminando. Ahora tenía dos nuevas heridas, una en el antebrazo y otra en el muslo. Se agacho justo en frente.
-Mi dinero- apenas lo dijo el hombre se abrió la gabardina y le entregó la paca sin titubear-. Ahora suicídate.
-¿Q...Que?
-He dicho que te suicides- repitió, usando su don en él. Para cuando se puso en pie y roció al hombre con alcohol este ya se había puesto el cañón de la pistola en la sien-. Buen chico.
Roció la sangre para que se quemara junto a él y le pegó el mechero al pantalón dejando que se chamuscara como los otros cuerpos. Para cuando volvió al baño terminó de vertir la sustancia inflamable. Se arrancó un trozo de tela de la camisa y le prendió fuego, para cuando dejó caer el trozo te tela ya estaba en el pecho y saliendo por la ventanilla.
Alexander Dupont- †Sweet Bastard†
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Re: The past is your destiny. {Alexander}
Entre a la cuenta de todo esto. Primero que nada y lo más primordial era que demonios estaba pasando allá adentro. El chico pareciera como si me quisiera fuera del edificio porque el no había salido, cerro la ventana detrás de mi salida y estoy segura que no escucho el grito que le dedique. ¿pero era idiota o que? ¿por qué se había quedado en el baño cuando aquellos hombres volverían a entrar y podían dispararle? Eh ahí la segunda cuestión de todo esto. Le habían disparado, sí, disparado y él aun así me “salvo” y me ayudo a escapar sin mostrar alguna cara de dolor o algo parecido. Inclusive se movía como si no hubiera ocurrido nada. Ese chico si que era raro, sensualmente raro. Por que a pesar de todo lo ocurrido allá adentro no cabía duda que le había observado. Si a una se le presenta una oportunidad de mirar a alguien así no la desperdicia así porque así. Independientemente de todo lo que los ojos podían causar a los pensamientos aun no había o no podía haber explicación lógica para lo que había sucedido con la herida del muchacho. Y no creo que le haya simplemente rozado la bala porque claramente se veía que había adentrado en su piel.
Cuando voltee al suelo para recoger mi celular que se me había caído en el impacto con el piso me di cuenta de la tercera cuestión que tenía que dar a luz. Había llamado a los bomberos cuando el me lo dijo pero… ¿Por qué si no había fuego? Ahora resultaba que les había mentido a los bomberos, vendrían diosquis, rastrearían la llamada y me iría mal a mí. Genial lo que me faltaba. Sacudí mi celular por la tierra que tenía, cuando sentí el aroma de algo quemándose. Mire hacía mis alrededores y no notaba nada, absolutamente nada. Quizá si era cierto, el bar se estaba quemando era la única razón que encontraba para el aroma. Me iba a echar a correr, ya que el moreno seguía dentro del edificio y como no ayudarlo después de que el me ayudo a mi. A penas y me iba a echar a correr cuando la ventanilla del baño se abrió de golpe y de ella salió él. Me quede boquiabierta, ¿Cómo le había hecho para salir? ¿había peleado con los hombres? Y me di cuenta que tenía más heridas como de bala. ¿le habían disparado de nuevo? Eso era imposible ya que estaba moviéndose bien y vivo, ¡sobre todo vivo! –Como es posible...- susurré pero era imposible que el me escuchará por el tono tan bajo de mi voz. Me quede boquiabierta.
Cuando voltee al suelo para recoger mi celular que se me había caído en el impacto con el piso me di cuenta de la tercera cuestión que tenía que dar a luz. Había llamado a los bomberos cuando el me lo dijo pero… ¿Por qué si no había fuego? Ahora resultaba que les había mentido a los bomberos, vendrían diosquis, rastrearían la llamada y me iría mal a mí. Genial lo que me faltaba. Sacudí mi celular por la tierra que tenía, cuando sentí el aroma de algo quemándose. Mire hacía mis alrededores y no notaba nada, absolutamente nada. Quizá si era cierto, el bar se estaba quemando era la única razón que encontraba para el aroma. Me iba a echar a correr, ya que el moreno seguía dentro del edificio y como no ayudarlo después de que el me ayudo a mi. A penas y me iba a echar a correr cuando la ventanilla del baño se abrió de golpe y de ella salió él. Me quede boquiabierta, ¿Cómo le había hecho para salir? ¿había peleado con los hombres? Y me di cuenta que tenía más heridas como de bala. ¿le habían disparado de nuevo? Eso era imposible ya que estaba moviéndose bien y vivo, ¡sobre todo vivo! –Como es posible...- susurré pero era imposible que el me escuchará por el tono tan bajo de mi voz. Me quede boquiabierta.
Ice D. Pávlov- Mensajes : 469
Re: The past is your destiny. {Alexander}
El vampiro aterrizó justo al lado, agazapado como si estuviera buscando algo, alguien y cuando la vio el pensó en comida; una jugosa vena que se partía en dos, convertida en una fuente de sangre. Pensó que tenía que matarla a ella también pero el recuerdo de Le'Blanc le azotó con tal fuerza que sus pupilas se contrajeron. Nunca había querido hacer daño a esa mujer y por esa razón simplemente había cancelado el matrimonio, sabiéndose mal esposo para ella. Logró enfocarla y sin dudar se aproximó dos pasos. La adrenalina se disipaba de su cuerpo y las heridas comenzaban a hacer sus efectos, comenzarían a expedir sus fluidos en cuanto se abrieran. Una bala en un muslo ya era bastante malo como para tener que lidiar con una en el estómago y otras dos en el hombro y el antebrazo; cerca del codo. El pelinegro se quitó la gabardina con el dinero y la camisa ya bastante rota, depositándolas en el suelo, para luego rasgarse el pantalón. La sed abrazadora no cesaba y sus colmillos no parecían ceder pero al menos podía pensar con claridad hasta el momento. Le miró a los ojos, no quiso hablar para no asustarla con sus fauces pero uso su don en ella ordenándole que retirase las balas; un don bastante curioso, puesto que la persona no se daba cuenta que estaba siendo manipulada a menos que él mismo se lo dijera en voz alta, una forma de tortura más.
Como lo previsto, comenzó a "sangrar" tras recibir "ayuda" de la fémina. Sacó las pacas de dinero de la gabardina y arrojó las telas ventana adentro para que se consumieran en el fuego. Tomando el dinero se lo distribuyó en los bolsillos del pantalón. En todo el rato, no pronunció palabra, pero sentía que la chica le veía como a un bicho raro. Alexander se acercó lo suficiente a ella, afianzándose a su cintura con fuerza y acercando sus labios al cuello de la Doppleganger, rozándolos con apenas tacto mientras su aliento frío se esparcía por su piel. La nariz del vampiro llego a rozar también, todo aquello estaba pasando demasiado rápido, con tanta violencia que incluso parecía asombrar mismísimo Dupont. Sus labios subieron con experta gracia al oído de la fémina, apenas fue capaz de hablar en un susurro.
-Silencio- dijo con aires de seducción mientras sus mano volvía a cubrir la boca de las fémina.
En segundos sus colmillos habían perforado la piel y extraía el dulce néctar de los inmortales. El corazón desbocado, el incentivo perfecto para que la sangre corriera directo a las fauces del lobo. Y cuando quiso darse cuenta ya se escuchaba una sirena que se aproximaba con eficacia, Alexander se había tomado sus propia ponzoña para no dejar una nueva neófita -aprendiendo de la vez pasaba- y ahora la cargaba en brazos mientras se alejaba con ella lentamente.
Como lo previsto, comenzó a "sangrar" tras recibir "ayuda" de la fémina. Sacó las pacas de dinero de la gabardina y arrojó las telas ventana adentro para que se consumieran en el fuego. Tomando el dinero se lo distribuyó en los bolsillos del pantalón. En todo el rato, no pronunció palabra, pero sentía que la chica le veía como a un bicho raro. Alexander se acercó lo suficiente a ella, afianzándose a su cintura con fuerza y acercando sus labios al cuello de la Doppleganger, rozándolos con apenas tacto mientras su aliento frío se esparcía por su piel. La nariz del vampiro llego a rozar también, todo aquello estaba pasando demasiado rápido, con tanta violencia que incluso parecía asombrar mismísimo Dupont. Sus labios subieron con experta gracia al oído de la fémina, apenas fue capaz de hablar en un susurro.
-Silencio- dijo con aires de seducción mientras sus mano volvía a cubrir la boca de las fémina.
En segundos sus colmillos habían perforado la piel y extraía el dulce néctar de los inmortales. El corazón desbocado, el incentivo perfecto para que la sangre corriera directo a las fauces del lobo. Y cuando quiso darse cuenta ya se escuchaba una sirena que se aproximaba con eficacia, Alexander se había tomado sus propia ponzoña para no dejar una nueva neófita -aprendiendo de la vez pasaba- y ahora la cargaba en brazos mientras se alejaba con ella lentamente.
Alexander Dupont- †Sweet Bastard†
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Re: The past is your destiny. {Alexander}
Di un paso hacia atrás. Estaba comenzando a creer que ese moreno era un fantasma o una persona fuera de lo normal. Nadie, o sea jamás en la existencia del planeta, nadie había sobrevivido a algo así, a tres disparos en distintas partes y mucho menos sin atención medica y aunque la tuviera, dudaba mucho que no se hubiera desangrado antes de que esta llegase a su asistencia. Le mire de arriba abajo en cada instante o cada oportunidad que tenía, me era demasiado alucinarte ver algo así. Se quito la gabardina y saco un puñado de dinero, no podía asegurarlo al cien por ciento pero presentía que era el dinero que antes le había dado a un hombre despistadamente pero me di cuenta. Me quede perpleja mirándole el torso. El chico, era un chico demasiado ¿bueno? ¿bien? ¿no estaba mal? ni como dudarlo, la única prenda que le quedaba era su pantalón y eso que también estaba mochado. El si que era extraño o la situación lo era, o quizá el momento, no sé el punto es que todo esto era demasiado para mi. Primero que me confundiera con alguien mas, después darme cuenta que tenía una excelente razón, que un hombre armado me halla tenido como rehén, saltar por una ventana y ver ahora un edifico en llamas. Esto provocaría varias noches de desvelo si no es que una visita al psicólogo.
De la nada mi cuerpo comenzó a reaccionar por si solo. Era demasiado irreal, así lo sentía yo. Mi mente pensaba otra cosa pero mi cuerpo hacía algo más. Me acerque a él con poca voluntad en mi mente pero mi cuerpo prácticamente fue corriendo. Mis manos empezaron a tocarle su corporación. Se dedicaron a una labor, retirarle las balas que traspasaron su piel. Un momento… ¡quitarle las balas! Si, definitivamente algo extraño pasaba aquí porque yo en mi santo juicio jamás, nunca, ni loca, haría lo que estaba haciendo ahora. Intentaba quitarme, en verdad intentaba, mi mente le decía a mi cuerpo que se alejara pero este tontamente seguía en su labor. No quería mirar las heridas, suficiente era sentir la sangre de él en mis manos. Comencé a oler a quemado muy cercas de nosotros pero sin embargo mis ojos no se despegaban del rostro de aquel chico. Era raro y más rara era yo.
Me estremecí cuando sentí un par de manos extrañas tocándome en la cintura y acercándome a un cuerpo aun mas extraño. La piel me hormigueo cuando su aliento azotó contra mi cuello. Sentí algo caliente, seguramente el aire proveniente de su boca, y luego sentí algo aun mas espeluznante… una punzada, como si me clavaran algo tan profundo que atravesó mi piel. El dolor era distribuido por mi cuerpo. Grite tan ahogadamente que me espanto el grito, me espanto el hecho de que nadie me escuchara y no me ayudaran y mas aun cuando un edifico a mi izquierda se estaba consumiendo por el fuego. Para eso el ya tenía una mano en mi boca y solamente se escuchaban mis inútiles intento de gritos. Era como si me succionara. ¿Qué demonios estaba haciendo aquel chico en mi cuerpo? estaba espantada, de seguro mis ojos mostraban miedo y desorientación. Golpeaba su pecho con mis manos pero mientras los segundos pasaban iban mis golpees disminuyendo hasta llegar a un punto que mis brazos cayeron. Mis energías se agotaban. –Para…- sofocadamente intente decir aunque quien sabe si me escucharía. A lo lejos escuche un sonido, como el de una sirena. ¡Bomberos! Pero yo no podía llamarlos. No sé si fue mi imaginación pero ya no sentía mis pies sosteniéndome, ya no sentía nada, mi cuerpo no me respondía.
De la nada mi cuerpo comenzó a reaccionar por si solo. Era demasiado irreal, así lo sentía yo. Mi mente pensaba otra cosa pero mi cuerpo hacía algo más. Me acerque a él con poca voluntad en mi mente pero mi cuerpo prácticamente fue corriendo. Mis manos empezaron a tocarle su corporación. Se dedicaron a una labor, retirarle las balas que traspasaron su piel. Un momento… ¡quitarle las balas! Si, definitivamente algo extraño pasaba aquí porque yo en mi santo juicio jamás, nunca, ni loca, haría lo que estaba haciendo ahora. Intentaba quitarme, en verdad intentaba, mi mente le decía a mi cuerpo que se alejara pero este tontamente seguía en su labor. No quería mirar las heridas, suficiente era sentir la sangre de él en mis manos. Comencé a oler a quemado muy cercas de nosotros pero sin embargo mis ojos no se despegaban del rostro de aquel chico. Era raro y más rara era yo.
Me estremecí cuando sentí un par de manos extrañas tocándome en la cintura y acercándome a un cuerpo aun mas extraño. La piel me hormigueo cuando su aliento azotó contra mi cuello. Sentí algo caliente, seguramente el aire proveniente de su boca, y luego sentí algo aun mas espeluznante… una punzada, como si me clavaran algo tan profundo que atravesó mi piel. El dolor era distribuido por mi cuerpo. Grite tan ahogadamente que me espanto el grito, me espanto el hecho de que nadie me escuchara y no me ayudaran y mas aun cuando un edifico a mi izquierda se estaba consumiendo por el fuego. Para eso el ya tenía una mano en mi boca y solamente se escuchaban mis inútiles intento de gritos. Era como si me succionara. ¿Qué demonios estaba haciendo aquel chico en mi cuerpo? estaba espantada, de seguro mis ojos mostraban miedo y desorientación. Golpeaba su pecho con mis manos pero mientras los segundos pasaban iban mis golpees disminuyendo hasta llegar a un punto que mis brazos cayeron. Mis energías se agotaban. –Para…- sofocadamente intente decir aunque quien sabe si me escucharía. A lo lejos escuche un sonido, como el de una sirena. ¡Bomberos! Pero yo no podía llamarlos. No sé si fue mi imaginación pero ya no sentía mis pies sosteniéndome, ya no sentía nada, mi cuerpo no me respondía.
Ice D. Pávlov- Mensajes : 469
Re: The past is your destiny. {Alexander}
La chica había perdido el conocimiento no sabía muy bien si por la pérdida de sangre o por el fuerte humo que se había apoderado de las calles. Pero aún cuando no estaba muerta seguramente le costaría una transfusión sanguínea para volver a despertar antes de que su corazón dejase de funcionar debidamente. Minutos después Alexander ya estaba encendiendo el camaro, el cual había aparcado anterior mente a un kilómetro del local, y dedujo que hasta su próxima parada habrían unos 20 minutos. Se aseguró de subir todos los seguros y el techo del convertible antes de ponerse en marcha al Olympic Medical Center. Encendió el reproductor con una mano, comenzó a reproducirse Janie's Got A Gun de Aerosmith, una de sus bandas favoritas, mientras conducía se aseguró de que la chica se encontrara bien mientras observaba por el retrovisor. Aún estaba inconsciente eso era relativamente nuevo. Run away, run away from the pain yeah yeah, tarareaba sin hacer realmente el menor ruido perceptible por un humano, mientras conducía y pronto se encontraba aparcando en el estacionamiento del hospital. Subió las ventana, por cierto ahumadas, y se colocó una muda de ropa que siempre llevaba bajo el asiento delantero, desde luego siendo un vampiro era normal que hubieran, accidentes. Sobretodo cuando de sangre se trataba.
Para el momento en que estuvo vestido ya las heridas de balas habían sanado por completo, gracias a la sabrosa sangre de la chica. Por suerte Alexander había llevado años intentando contenerse, calmar la sed y de algún modo u otro se sabía controlar bastante bien. Con todo, no dejaba de matarlas tras tener sexo con ellas por mera diversión, era una clase de destajador, un asesino serial sin el menor cuidado; solamente que mucho más guapo y masculino que Bufalo Bill, desde luego. Bufalo Bill, resonó ese nombre en los pensamientos del vampiro, si hubiera sido un vampiro seguramente habría desangrado a los híbridos hasta hacerse una piel sensible para poder embarazarse. Rió ante la idea, como si al escritor le hubiera hecho gracia alguna dañar crímenes casi perfectos con una historia tan poco irreal como aquella.
Sacó por fin a la chica de los asientos traseros y se encaminó a los pasillos del Olympic Memorial. Todo era tan colorido que le mareaba, blanco, blanco y más blanco sin contar una que otra puerta de otro color para hacerla notar. Los paramédicos de turno se aproximaron al altote de expresión indiferente y mientras llevaban a la chica a emergencias pedían el testimonio del vampiro. Se había encontrado a la chica en un callejón cerca de un local en llamas, quizás había sido atacada por algo o por alguien y al verla tan indefensa frente al fuego que consumía el local simplemente no pudo dejarla allí. Aquella parecía incluso una bonita excusa, al punto de ser creíble y aquella era una verdad a medias por lo que no hubo ningún remordimiento en decir una mentirita piadosa con la cual ninguno de los dos tendría problemas en el futuro. Si es que ella cooperaba desde luego. Tras una media hora más, parecieron haberla estabilizado y al parecer estaría bien. Alexander pidió que le dejaran pasar a verla antes de irse, así le dejaron y mientras la enfermera dejaba la habitación él se sentaba en una silla cercana a la cama, esperando que abriera los ojos para poder negociar. Esperaba que ella no fuera incompetente y acatara las normas del juego.
Para el momento en que estuvo vestido ya las heridas de balas habían sanado por completo, gracias a la sabrosa sangre de la chica. Por suerte Alexander había llevado años intentando contenerse, calmar la sed y de algún modo u otro se sabía controlar bastante bien. Con todo, no dejaba de matarlas tras tener sexo con ellas por mera diversión, era una clase de destajador, un asesino serial sin el menor cuidado; solamente que mucho más guapo y masculino que Bufalo Bill, desde luego. Bufalo Bill, resonó ese nombre en los pensamientos del vampiro, si hubiera sido un vampiro seguramente habría desangrado a los híbridos hasta hacerse una piel sensible para poder embarazarse. Rió ante la idea, como si al escritor le hubiera hecho gracia alguna dañar crímenes casi perfectos con una historia tan poco irreal como aquella.
Sacó por fin a la chica de los asientos traseros y se encaminó a los pasillos del Olympic Memorial. Todo era tan colorido que le mareaba, blanco, blanco y más blanco sin contar una que otra puerta de otro color para hacerla notar. Los paramédicos de turno se aproximaron al altote de expresión indiferente y mientras llevaban a la chica a emergencias pedían el testimonio del vampiro. Se había encontrado a la chica en un callejón cerca de un local en llamas, quizás había sido atacada por algo o por alguien y al verla tan indefensa frente al fuego que consumía el local simplemente no pudo dejarla allí. Aquella parecía incluso una bonita excusa, al punto de ser creíble y aquella era una verdad a medias por lo que no hubo ningún remordimiento en decir una mentirita piadosa con la cual ninguno de los dos tendría problemas en el futuro. Si es que ella cooperaba desde luego. Tras una media hora más, parecieron haberla estabilizado y al parecer estaría bien. Alexander pidió que le dejaran pasar a verla antes de irse, así le dejaron y mientras la enfermera dejaba la habitación él se sentaba en una silla cercana a la cama, esperando que abriera los ojos para poder negociar. Esperaba que ella no fuera incompetente y acatara las normas del juego.
Alexander Dupont- †Sweet Bastard†
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Re: The past is your destiny. {Alexander}
Narrador.
“Patético. La castaña se había desvanecido mientras el chico se daba gusto bebiendo de la sangre de está. La debilidad le había ganado y como simple humana cayo vencida por la falta de combinación de leucocitos, eritrocitos y plaquetas. Estaba descrito en la historia de la humanidad que los humanos eran los seres mas débiles del planeta. Ellos se daban las altas en todo sin saber de la existencia de demás seres que eran mucho, demasiado, por sobre todas las cosas superiores a ellos. Alexander era un claro ejemplo, o mejor dicho la escena tan conmovedora que estaban formando esos dos polos opuestos. Cínica pero también caballerosamente el vampiro la llevo hacía su camaro, encontrado un kilómetro más allá del local que ardía en las llamas, del cual humo salía hacía el cielo e incluso las llamas ardiente sobre salían por las puertas. Los humanos torpes que no se darían cuenta que el aroma quemado no solo eran por la madera, o cualquier cosa que hubiera en el edificio si no también un ligero toque a cuerpo humano. Pero como dije, los humanos son torpes que ni cuenta se darán y el Dupont se saldrá con la suya de desaparecer toda evidencia, menos una, por el momento. Ice. ¿ahora que planeaba hacer con ella? ¿tirarla a un río para que terminase de morir en el y así desaparecer toda evidencia de aquel encuentro? Pues no. El viejo vampiro tomo un rumbo hacía un hospital. ¿ahora resultaba que la ayudaría? ¿se sentiría culpable? ¡Já! Como si eso fuera posible. Impúdicamente comenzó a cantar.
El chico no cantaba bien. Pero si que sabía escoger música interesante. Tenía buen gusto. La chica no sabía ni que seguramente. Tan tranquilamente estaba debilitada y sin movimiento alguno. El vampiro llego al hospital Olympic memorial. A penas entro por la puerta de emergencias con ella en brazos cuando un grupo de residentes fueron corriendo a su ayuda. Seguramente residentes de cirugía que rogaban que la chica tuviera algo suficientemente grande como para llevarla al quirófano y poder tener esa cirugía aunque no hicieran nada solamente ver y si tienen suerte hacer un pequeño corte y succión. Pero para la mala suerte de ellos la chica solamente estaba lastimada y débil. Lastimada porque no olvidamos el hecho de que fue mordida por un vampiro. Rápidamente la acostaron en una camilla mientras al chico le preguntaban que le pasaba para darse una idea de cómo tratarla.
"Se había encontrado a la chica en un callejón cerca de un local en llamas, quizás había sido atacada por algo o por alguien y al verla tan indefensa frente al fuego que consumía el local simplemente no pudo dejarla allí." Tan creíble el pequeño resumen tan lleno de blasfemias. Después de que atendieron a Grace como en verdad deberían llamarla, por su nombre, Alexander se fue y se sento a un lado de su cama esperando".
Ice.
"Era un campo o más bien un claro. ¿Qué hacía yo en un lugar así? Comencé a correr y de repente olía el mar. Cuando mire a mis alrededores solamente observaba eso, agua salada por todas partes y yo estaba en ella. Grite espantada, ¡estaba por ahogarme! Y no sabía nadar, ¡no sé nadar! Quería que alguien llegase a rescatarme, ayudarme o a cualquier cosa. Entonces me hundí rápidamente. Aguante el aire lo más que pude y cerré los ojos. Era el fin, iba a morir. Pero entonces respire, estaba respirando, ¿abajo del agua? Abrí los ojos y lo que veía sobre mi era el cielo nocturno, las estrellas, las constelaciones y la luna llenado todo el cielo. Una punzada me atravesó y baje lentamente la cabeza. Un cabello oscuro era lo que observaba y después un rostro. Yo conocía aquel rostro. Era el chico del bar. Su boca estaba entre abierta y de ella salía un par de colmillos afilados llenos de sangre al igual que sus labios. Gruño. Mi mano fue hacía donde antes estaba su cabeza y después al frente de mi. Sangre… sangre y mas sangre. Vampiro, pensé y di un paso así atrás. No era real, solo existen en los mitos, leyendas y cuentos de terror. ¡No es real!
Me sentía aturdida y mis ojos comenzaron abrirse, se sentían pesados y en mi mano derecha notaba que estaba fresca. Primero que nada todo era borroso, no podía distinguir nada aunque quisiera y de poco a poco fui viendo claramente. Mucho blanco, se escuchaba el típico sonido de la máquina del corazón. ¿Hospital? ¿estaba en un hospital? ¿como había llegado? Cuando mis ojos se abrieron por completo esperando darle razón a mis dudas. Lo único que vi fue aquel moreno sin nombres. Me quede boquiabierta y jadeante."
“Patético. La castaña se había desvanecido mientras el chico se daba gusto bebiendo de la sangre de está. La debilidad le había ganado y como simple humana cayo vencida por la falta de combinación de leucocitos, eritrocitos y plaquetas. Estaba descrito en la historia de la humanidad que los humanos eran los seres mas débiles del planeta. Ellos se daban las altas en todo sin saber de la existencia de demás seres que eran mucho, demasiado, por sobre todas las cosas superiores a ellos. Alexander era un claro ejemplo, o mejor dicho la escena tan conmovedora que estaban formando esos dos polos opuestos. Cínica pero también caballerosamente el vampiro la llevo hacía su camaro, encontrado un kilómetro más allá del local que ardía en las llamas, del cual humo salía hacía el cielo e incluso las llamas ardiente sobre salían por las puertas. Los humanos torpes que no se darían cuenta que el aroma quemado no solo eran por la madera, o cualquier cosa que hubiera en el edificio si no también un ligero toque a cuerpo humano. Pero como dije, los humanos son torpes que ni cuenta se darán y el Dupont se saldrá con la suya de desaparecer toda evidencia, menos una, por el momento. Ice. ¿ahora que planeaba hacer con ella? ¿tirarla a un río para que terminase de morir en el y así desaparecer toda evidencia de aquel encuentro? Pues no. El viejo vampiro tomo un rumbo hacía un hospital. ¿ahora resultaba que la ayudaría? ¿se sentiría culpable? ¡Já! Como si eso fuera posible. Impúdicamente comenzó a cantar.
Run away, run away from the pain yeah, yeah yeah yeah.
Run away run away from the pain yeah yeah
yeah yeah yeah yeah yeah
Run away, run away, run, run away
Janie´s got a gun
Janie´s got a gun
Her dog day´s just begun
Now everybody is on the run
Run away run away from the pain yeah yeah
yeah yeah yeah yeah yeah
Run away, run away, run, run away
Janie´s got a gun
Janie´s got a gun
Her dog day´s just begun
Now everybody is on the run
El chico no cantaba bien. Pero si que sabía escoger música interesante. Tenía buen gusto. La chica no sabía ni que seguramente. Tan tranquilamente estaba debilitada y sin movimiento alguno. El vampiro llego al hospital Olympic memorial. A penas entro por la puerta de emergencias con ella en brazos cuando un grupo de residentes fueron corriendo a su ayuda. Seguramente residentes de cirugía que rogaban que la chica tuviera algo suficientemente grande como para llevarla al quirófano y poder tener esa cirugía aunque no hicieran nada solamente ver y si tienen suerte hacer un pequeño corte y succión. Pero para la mala suerte de ellos la chica solamente estaba lastimada y débil. Lastimada porque no olvidamos el hecho de que fue mordida por un vampiro. Rápidamente la acostaron en una camilla mientras al chico le preguntaban que le pasaba para darse una idea de cómo tratarla.
"Se había encontrado a la chica en un callejón cerca de un local en llamas, quizás había sido atacada por algo o por alguien y al verla tan indefensa frente al fuego que consumía el local simplemente no pudo dejarla allí." Tan creíble el pequeño resumen tan lleno de blasfemias. Después de que atendieron a Grace como en verdad deberían llamarla, por su nombre, Alexander se fue y se sento a un lado de su cama esperando".
Ice.
"Era un campo o más bien un claro. ¿Qué hacía yo en un lugar así? Comencé a correr y de repente olía el mar. Cuando mire a mis alrededores solamente observaba eso, agua salada por todas partes y yo estaba en ella. Grite espantada, ¡estaba por ahogarme! Y no sabía nadar, ¡no sé nadar! Quería que alguien llegase a rescatarme, ayudarme o a cualquier cosa. Entonces me hundí rápidamente. Aguante el aire lo más que pude y cerré los ojos. Era el fin, iba a morir. Pero entonces respire, estaba respirando, ¿abajo del agua? Abrí los ojos y lo que veía sobre mi era el cielo nocturno, las estrellas, las constelaciones y la luna llenado todo el cielo. Una punzada me atravesó y baje lentamente la cabeza. Un cabello oscuro era lo que observaba y después un rostro. Yo conocía aquel rostro. Era el chico del bar. Su boca estaba entre abierta y de ella salía un par de colmillos afilados llenos de sangre al igual que sus labios. Gruño. Mi mano fue hacía donde antes estaba su cabeza y después al frente de mi. Sangre… sangre y mas sangre. Vampiro, pensé y di un paso así atrás. No era real, solo existen en los mitos, leyendas y cuentos de terror. ¡No es real!
Me sentía aturdida y mis ojos comenzaron abrirse, se sentían pesados y en mi mano derecha notaba que estaba fresca. Primero que nada todo era borroso, no podía distinguir nada aunque quisiera y de poco a poco fui viendo claramente. Mucho blanco, se escuchaba el típico sonido de la máquina del corazón. ¿Hospital? ¿estaba en un hospital? ¿como había llegado? Cuando mis ojos se abrieron por completo esperando darle razón a mis dudas. Lo único que vi fue aquel moreno sin nombres. Me quede boquiabierta y jadeante."
Off: perdón por el post tan feo. U.U
Ice D. Pávlov- Mensajes : 469
Re: The past is your destiny. {Alexander}
Alexander se cruzó de brazos, casi obstinado de tener que esperar a que la humana recobrara la consciencia, mirando aquel parche en su cuello como si se tratara de algo malo. Algo sumamente malo. Desde luego era una falta de respeto que aquellos humanos inferiores e incompetentes cubrieran la marca tan artística que suponía la de sus colmillos; porque era simplemente imposible no querer tomar una foto a aquel cuello recién mordido y borbotando sangre. No, desde luego que era imposible resistirse a la belleza, el arte que había inmerso en ellos y la sensación de misterio que producían ante cualquier espectador. Les mystères que se tomaban como leyendas, cuentos de hadas, cuentos de terror; esos que despertaban un instinto dormido en los humanos en vez de pretender que nada pasaba, el cual era el pasatiempo favorito de ellos. Quedarse cruzados de brazos mientras otros carnívoros y hematófagos hacían lo que la selección natural no, eliminar lastres humanos, prostitutas e imbéciles. Refunfuñó, si el maldito Volturi no hubiera convertido a su hermana seguramente ningún otro lo hubiera hecho, de modo que quizás Mae fuera un error. Un error al igual que Althea. Para desgracias de muchos, él no lo había sido y disfrutaba como nadie de su inmortalidad, nada que ver con los Cullen y aquellos otros tarados. Lo único que debían hacer era apagarlo, apagaban el remordimiento y ¡PAM! serían felices el resto de la eternidad. Tan felices como él, pensó regocijado.
La mirada tensa y fría del Alexander malhumorado que todos conocían se disipaba conforme los minutos, pronto tomaron una expresión indiferente y aburrida. Él no tenía nada que hacer más que ponerse a contar cerámicas y cuando se dio cuenta ya las había enumerado todas, 1450. O al le parecía haberlas contado todas, quizás hubiera saltado algunas pero no era probable gracias a la dotada vista vampírica. Entonces un jadeo le hizo alzar la vista destacando los azules violáceos de antes, unos orbes profundos e inquietantes, tal como los de Elizabeth Taylor. Sus ojos parecieron cobrar vida nuevamente, una expresión divertida en sus ojos pero unos labios curvados que en realidad solamente demostraban expectativa en su ser. El pelinegro estaba a la expectativa de alguna palabra pero al ver que no parecía reaccionar una sonrisita descarada se dibujó en sus labios antes de hablar.
-Querida, me complace saber que has podido recuperarte...- vaciló pero se acercó lentamente a los pies de la cama, poniendo sus dedos gélidos y pálidos sobre la baranda-. Sería una lástima perder a una doppleganger como tú, obviando que no eres más que una mísera humana. Pero desde luego, una humana con más información de la que debería. No hagas que me arrepienta de salvarte, Ice...
Hablaba en susurros pausados, intentando modular para que captara cada palabra mientras sus odios se concentraban en los cuartos contiguos, los pasillos e incluso las ventilaciones. Tenía el terreno cubierto y solamente ella era capaz de escucharle, eso lo podía asegurar como que se llamaba Alexander Joël. La sonrisa cínica no se borró de sus labios un segundo y ahora se daba media vuelta, dándole la espalda y caminando hasta el umbral de la puerta. Apoyó la mano en el marco de la puerta mientras su mirada se fijaba en la nada, no estaba viendo nada en absoluto, se encontraba absorto en sus cosas, oyendo el fluir de la bolsa de sangre daban a la "desnutrida" dopplerganger por medio de transfusión. Desnutrida, porque no servía de nada si no era capaz de alimentar a otro con su elixir.
-Gabrielle Le'Blanc había sido una mujer de época, ella era risueña como cualquier otra chica pero tenía carácter, un carácter que nadie podía quitarle. Era hija de un noble importante y por eso debía casarse conmigo pero ella no me amaba; desde luego, yo tampoco a ella. No llegamos a casarnos pero intimamos muy bien, cosa que estaba mal vista pero nadie nos descubrió, o seguramente no estarías aquí- dijo aquello, casi como si le supusiera un gran esfuerzo hablar del tema y en realidad así era, porque ambos salían perdiendo por él haber estado de bocazas-. Encantado de conocerte, Grace- había logrado que le dijeran su nombre después de revisar sus documentos-. Alexander, Alexander Dupont.
Alexander Dupont, sonaba sensual al oído.
La mirada tensa y fría del Alexander malhumorado que todos conocían se disipaba conforme los minutos, pronto tomaron una expresión indiferente y aburrida. Él no tenía nada que hacer más que ponerse a contar cerámicas y cuando se dio cuenta ya las había enumerado todas, 1450. O al le parecía haberlas contado todas, quizás hubiera saltado algunas pero no era probable gracias a la dotada vista vampírica. Entonces un jadeo le hizo alzar la vista destacando los azules violáceos de antes, unos orbes profundos e inquietantes, tal como los de Elizabeth Taylor. Sus ojos parecieron cobrar vida nuevamente, una expresión divertida en sus ojos pero unos labios curvados que en realidad solamente demostraban expectativa en su ser. El pelinegro estaba a la expectativa de alguna palabra pero al ver que no parecía reaccionar una sonrisita descarada se dibujó en sus labios antes de hablar.
-Querida, me complace saber que has podido recuperarte...- vaciló pero se acercó lentamente a los pies de la cama, poniendo sus dedos gélidos y pálidos sobre la baranda-. Sería una lástima perder a una doppleganger como tú, obviando que no eres más que una mísera humana. Pero desde luego, una humana con más información de la que debería. No hagas que me arrepienta de salvarte, Ice...
Hablaba en susurros pausados, intentando modular para que captara cada palabra mientras sus odios se concentraban en los cuartos contiguos, los pasillos e incluso las ventilaciones. Tenía el terreno cubierto y solamente ella era capaz de escucharle, eso lo podía asegurar como que se llamaba Alexander Joël. La sonrisa cínica no se borró de sus labios un segundo y ahora se daba media vuelta, dándole la espalda y caminando hasta el umbral de la puerta. Apoyó la mano en el marco de la puerta mientras su mirada se fijaba en la nada, no estaba viendo nada en absoluto, se encontraba absorto en sus cosas, oyendo el fluir de la bolsa de sangre daban a la "desnutrida" dopplerganger por medio de transfusión. Desnutrida, porque no servía de nada si no era capaz de alimentar a otro con su elixir.
-Gabrielle Le'Blanc había sido una mujer de época, ella era risueña como cualquier otra chica pero tenía carácter, un carácter que nadie podía quitarle. Era hija de un noble importante y por eso debía casarse conmigo pero ella no me amaba; desde luego, yo tampoco a ella. No llegamos a casarnos pero intimamos muy bien, cosa que estaba mal vista pero nadie nos descubrió, o seguramente no estarías aquí- dijo aquello, casi como si le supusiera un gran esfuerzo hablar del tema y en realidad así era, porque ambos salían perdiendo por él haber estado de bocazas-. Encantado de conocerte, Grace- había logrado que le dijeran su nombre después de revisar sus documentos-. Alexander, Alexander Dupont.
Alexander Dupont, sonaba sensual al oído.
Alexander Dupont- †Sweet Bastard†
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Re: The past is your destiny. {Alexander}
Ahora podía comprender el termino de porque las personas que despertaban en una habitación de hospital se sentían idas. Primero que nada siempre te pones a pensar lo peor en los casos. Que si estuviste al borde de la muerte o no, que si te paso algo sumamente grave, como llegaste a ese lugar, quien te ayudo y en el peor de los casos, ¡que demonios te habían hecho los doctores! Pero para mi esos no eran mis peores angustias, si no al moreno que tenía enfrente mío con una mirada seria, una expresión incluso malhumorada. Entonces comencé a formular respuestas en mi mente, quizá el fue el que me trajo aquí, el fue el encargado de que recibiera ayuda… pero… ¡bam! El recuerdo llego a mí. El fue el culpable de todo, absolutamente todo esto. Mi cuerpo se tensó al verlo, mis ojos estaban bien centrados en los de él como si no pudiese quitárselos de encima, queriendo ver cada movimiento en falso que hiciera. Mi boca entreabierta no pronunciaba palabras, solamente se queda así. Seguramente tenía una cara estúpida en este momento, podría imaginármelo. Ya no me sentía tan débil si no más bien aturdida, como si hubiese dormido mucho y ahora solamente quisiera pararme. Sobre todo el hecho de que quería librarme y de aquel chico. No es que fuese alguien molesto, si no cuanto estaba él cercas era como si mi cuerpo reaccionase a protegerse ante cualquier movimiento que él hiciera pero como me di cuenta en el bar, era inútil e incluso estúpido querer parar algún movimiento de él. Quería decir algo, pero simplemente no salió nada. El silencio me ahogaba como si fuera algo mala, como si todo dependiera de eso. Pero entonces hablo.
¿Se condescendía que me hubiera recuperado? ¡JA! ¡Como si hubiese pasado la noche en vela, cuidándome! Cuando el se encontraba al borde de la cama, recargando sus manos en el barandal de esta, mi cuerpo se tenso y por mura reacción física me hice más hacía adelante, como si me fuera a tocar y yo huyera de él. Aun tenía aquel amargo dolor y recuerdo de él penetrando la piel de mi cuello. Y estaba más que segura que no fue un simple sueño, ni nada por el estilo. “Doppleganger” ¿dónde había escuchado aquella palabra? Que el chico murmuraba muy seguido desde que me vio. Las palabras exactas de el habían sido claras “Sería una lástima perder a una doppleganger como tú, obviando que no eres más que una mísera humana –gracias, me halagaba tanto que me consideraran una mísera humana- pero desde luego, una humana con más información de la que debería. -¿Información? ¿yo, teniendo información? ¿Qué información podría tener que fuera sumamente importante y que a el le interesara? Fue cuando mis recuerdos vagaron en lo que había pasado… no sé exactamente cuanto tiempo porque no imagino cuanto dure dormida, pero de seguro se trabaja de aquel bar, dónde todo había empezado y estoy casi segura que no todo acabo allá. Quizá se refería a que vi con obviedad que el había lastimado si es que no matado al hombre que me tenía agarrada, o al hombre que lo había lastimado… esperen, ¡el había recibido tres balas y ahora estaba perfectamente bien! ¿Cómo podría ser…? Todo comenzaba a tener orden en mi cabeza, intercambios, muertes, balas, salida, otra salida, fuego, mentiras, y sangre. Era un orden cronológico- no hagas que me arrepienta de salvarte, Ice… -¿salvarme? ¡cuando el me metió en esto! literal y prácticamente.
Aun era incapaz de pronunciar palabra alguna. Solo lo veía y escuchaba, como si fuese algo sumamente importante, como si mi vida dependiera de ella, y él lo hacía verse así, como si todo lo que ahora yo era dependiera de las palabras que el chico cuchicheaba. Me dio la espalda. Quizá esta era la oportunidad, la única que tenía de salir de aquí y librarme, pero aun no podría reaccionar bien, voltee a un lado mío y tenía una bolsa de sangre conectada a mi vena. Transfusión. ¿Por qué? ¿Cuándo perdí sangre? Claro… que tonta. Además tendría que ignorar mi absurdo plan, ya que aquel ser se encontraba en la puerta, la única salida. Y estaba segura que antes de que yo me parara de la cama, ya estaría deteniéndome. ¿Qué era? Que alguien me explicase ¿Qué demonios era?.
Gabrielle Le’Blanc. De nuevo ese nombre. La chica que era igual a mí, o más bien de la chica a la cual yo me parecía. “Seguramente no estarás aquí” fue lo último que formulo en aquella explicación. ¿cómo? Es decir… ¿descendencia? Ahora el quería explicarme que quizá ella era un antecedente mío. Este día se volvía cada vez más extraño, me soltaban tanta información, averiguación de un completo y absoluto extraño que ni siquiera sabía como se llamaba, no tenía conocimiento de él, solamente lo que ya había visto. Mi rostro ahora se encontraba mirando las sábanas blancas de la cama. Cuando entonces escuche “Grace” la nostalgia me invadió ya que mi madre era la única capaz de decirme por mi nombre y sin que yo le reprochara. ¿Cómo era que él sabía mi nombre? ¿cómo conocía tanto de mi? ¿era posible que un extraño, que… la pregunta se quedo en el viento. Alexander Dupont. Se presento; ahora conocía el nombre, sabía con que identificar aquel chico. Mis manos temblaban y en un enorme esfuerzo pronuncie. -¿Qué quieres?- secamente.
¿Se condescendía que me hubiera recuperado? ¡JA! ¡Como si hubiese pasado la noche en vela, cuidándome! Cuando el se encontraba al borde de la cama, recargando sus manos en el barandal de esta, mi cuerpo se tenso y por mura reacción física me hice más hacía adelante, como si me fuera a tocar y yo huyera de él. Aun tenía aquel amargo dolor y recuerdo de él penetrando la piel de mi cuello. Y estaba más que segura que no fue un simple sueño, ni nada por el estilo. “Doppleganger” ¿dónde había escuchado aquella palabra? Que el chico murmuraba muy seguido desde que me vio. Las palabras exactas de el habían sido claras “Sería una lástima perder a una doppleganger como tú, obviando que no eres más que una mísera humana –gracias, me halagaba tanto que me consideraran una mísera humana- pero desde luego, una humana con más información de la que debería. -¿Información? ¿yo, teniendo información? ¿Qué información podría tener que fuera sumamente importante y que a el le interesara? Fue cuando mis recuerdos vagaron en lo que había pasado… no sé exactamente cuanto tiempo porque no imagino cuanto dure dormida, pero de seguro se trabaja de aquel bar, dónde todo había empezado y estoy casi segura que no todo acabo allá. Quizá se refería a que vi con obviedad que el había lastimado si es que no matado al hombre que me tenía agarrada, o al hombre que lo había lastimado… esperen, ¡el había recibido tres balas y ahora estaba perfectamente bien! ¿Cómo podría ser…? Todo comenzaba a tener orden en mi cabeza, intercambios, muertes, balas, salida, otra salida, fuego, mentiras, y sangre. Era un orden cronológico- no hagas que me arrepienta de salvarte, Ice… -¿salvarme? ¡cuando el me metió en esto! literal y prácticamente.
Aun era incapaz de pronunciar palabra alguna. Solo lo veía y escuchaba, como si fuese algo sumamente importante, como si mi vida dependiera de ella, y él lo hacía verse así, como si todo lo que ahora yo era dependiera de las palabras que el chico cuchicheaba. Me dio la espalda. Quizá esta era la oportunidad, la única que tenía de salir de aquí y librarme, pero aun no podría reaccionar bien, voltee a un lado mío y tenía una bolsa de sangre conectada a mi vena. Transfusión. ¿Por qué? ¿Cuándo perdí sangre? Claro… que tonta. Además tendría que ignorar mi absurdo plan, ya que aquel ser se encontraba en la puerta, la única salida. Y estaba segura que antes de que yo me parara de la cama, ya estaría deteniéndome. ¿Qué era? Que alguien me explicase ¿Qué demonios era?.
Gabrielle Le’Blanc. De nuevo ese nombre. La chica que era igual a mí, o más bien de la chica a la cual yo me parecía. “Seguramente no estarás aquí” fue lo último que formulo en aquella explicación. ¿cómo? Es decir… ¿descendencia? Ahora el quería explicarme que quizá ella era un antecedente mío. Este día se volvía cada vez más extraño, me soltaban tanta información, averiguación de un completo y absoluto extraño que ni siquiera sabía como se llamaba, no tenía conocimiento de él, solamente lo que ya había visto. Mi rostro ahora se encontraba mirando las sábanas blancas de la cama. Cuando entonces escuche “Grace” la nostalgia me invadió ya que mi madre era la única capaz de decirme por mi nombre y sin que yo le reprochara. ¿Cómo era que él sabía mi nombre? ¿cómo conocía tanto de mi? ¿era posible que un extraño, que… la pregunta se quedo en el viento. Alexander Dupont. Se presento; ahora conocía el nombre, sabía con que identificar aquel chico. Mis manos temblaban y en un enorme esfuerzo pronuncie. -¿Qué quieres?- secamente.
Ice D. Pávlov- Mensajes : 469
Re: The past is your destiny. {Alexander}
Alexander giró sobre sus pasos y caminó una vez más hacia la baranda, afincándose en ella con fuerza suficiente para hacer que el metal cediera. Los barrotes de metal se abollaron bajo sus dedos como si fueran una lata de Coca Cola, la diferencia era que aquellas barras de metal tenían como mínimo 3 centímetros de espesor. Y aquella pequeña demostración de fuerza no era más que un cuarto de lo que podía lograr, su sonrisa burlona se ensanchó al ver las facciones perplejas de la Doppleganger. Seguramente se preguntaría como era que sabía de ella aunque nunca le hubiese preguntado su nombre pero a decir verdad había sido demasiado fácil. Tras preguntar a la amable enfermera el nombre de la señorita a la cual había salvado solo tuvo que hacer una llamada a su informante para preguntarle acerca de la chica. Grace Pávlov, mejor conocida como Ice, una cortesana con un padre no reconocido; esto del apellido había sido un problema pues había dificultado sobre manera la búsqueda. Por suerte, los recursos de Alexander parecían no agotarse, tenía los mejores Hackers a su disposición; no, de hecho, tenía a cualquier persona que fuese importante a su disposición. Desde luego que, con su don, no era demasiado difícil lograr que las personas le hicieran caso y si sabía como tratar a sus humanos podían llegar a ser muy competentes y leales. Como Chonita, ella sabía la verdad sobre los hermanos y los demás en el clan pero era fiel, sabía a quién dejar entrar y a quién no. En fin, la mujer sabía como moverse en los mundos vampíricos sin ser descubierta, después de todo estaba encantada por Alexander para que no dijera a nada.
-¿Qué quiero?- repitió el pelinegro, como si le fuera completamente imposible detectar el significado de las palabras pero luego pareció reaccionar. Antes de un parpadeo, literalmente, estaba sobre la cama, con su rostro a escasos centímetros de ella-. No hay nada ocultar, Grace; serías imbécil para no darte cuenta de que no soy humano, al menos ya no. Pero no tienes idea de hasta dónde soy capaz de llegar cuando quiero algo. Si te digo "pestañea", te sugiero que lo hagas.
A todo esto, susurraba pausadamente, sabía que no se iba a escapar así que no tenía de que preocuparse. Ni siquiera se había tomado la molestia de sostenerla, hablaba con frivolidad y una tranquilidad tan absoluta que hubiera puesto los pelos de punta a cualquiera. Desde luego, no le costaría más que un movimiento matarla, ella no era Gabrielle tan solo una chica más que despertaba en él cierto interés. El pelinegro se alejó de ella y comenzó a mirar por la ventana que daba al exterior través de sus barrotes; ¿qué era esto?, se preguntó Alexander, ¿Una cárcel?; pero entonces sonrió como si quisiera que la única posibilidad de salida para la joven estuviera técnicamente libre, el vampiro quería jugar a un juego. Si era inteligente no se movería un ápice de la cama, si por el contrario no había entendido aún las normas de juego, entonces eso se podría divertido. El vampiro no le vio de nuevo pero respiró profundamente, sin sentir ardor en su garganta pues ya se había alimentado pero sí tentado a darle un nuevo mordisco. Se controló.
-Y en éste preciso instante, moidmoiselle Pávlov, quiero que reserves para ti misma todo que has vitso. A menos que quieras que te mate, entonces no tardaré más de 57 segundos- la miró y sonrió nuevamente, casi como si estuviera orgulloso de su capacidad para matar humanitos.
Humanitos, como si él nunca hubiera sido uno. Éste era el Alexander de siempre aunque un poco más "condescendiente" al tratarse de alguien que le interesaba. Se llevó una mano al bolsillo trasero del pantalón, sacó una cajetilla de cigarros sin importarle las normas del hospital y sacó dos, le ofreció uno a la fémina mientras se buscaba el zippo. Tras notar su reacción guardó la cajetilla, prendió fuego y luego guardó el encendedor en el mismo lugar donde tenía la cajetilla.
-Si tienes alguna pregunta, cherie, sugiero que la hagas ahora porque no planeo volver a los estados unidos, al menos no por un tiempo.
El empresario se sentó en la silla e hizo un gesto con la mano, como dándole permiso para que hablara, al tiempo que sostenía el cigarro con la otra mano y daba ligeras caladas para, acto seguido, soltar el humo en aritos. Vaya que las cosas estaban aburridas por aquí, deberían pintar mejor los hospitales, hacerlos más coloridos, quién sabe.
Off. Disculpa el post feito.
-¿Qué quiero?- repitió el pelinegro, como si le fuera completamente imposible detectar el significado de las palabras pero luego pareció reaccionar. Antes de un parpadeo, literalmente, estaba sobre la cama, con su rostro a escasos centímetros de ella-. No hay nada ocultar, Grace; serías imbécil para no darte cuenta de que no soy humano, al menos ya no. Pero no tienes idea de hasta dónde soy capaz de llegar cuando quiero algo. Si te digo "pestañea", te sugiero que lo hagas.
A todo esto, susurraba pausadamente, sabía que no se iba a escapar así que no tenía de que preocuparse. Ni siquiera se había tomado la molestia de sostenerla, hablaba con frivolidad y una tranquilidad tan absoluta que hubiera puesto los pelos de punta a cualquiera. Desde luego, no le costaría más que un movimiento matarla, ella no era Gabrielle tan solo una chica más que despertaba en él cierto interés. El pelinegro se alejó de ella y comenzó a mirar por la ventana que daba al exterior través de sus barrotes; ¿qué era esto?, se preguntó Alexander, ¿Una cárcel?; pero entonces sonrió como si quisiera que la única posibilidad de salida para la joven estuviera técnicamente libre, el vampiro quería jugar a un juego. Si era inteligente no se movería un ápice de la cama, si por el contrario no había entendido aún las normas de juego, entonces eso se podría divertido. El vampiro no le vio de nuevo pero respiró profundamente, sin sentir ardor en su garganta pues ya se había alimentado pero sí tentado a darle un nuevo mordisco. Se controló.
-Y en éste preciso instante, moidmoiselle Pávlov, quiero que reserves para ti misma todo que has vitso. A menos que quieras que te mate, entonces no tardaré más de 57 segundos- la miró y sonrió nuevamente, casi como si estuviera orgulloso de su capacidad para matar humanitos.
Humanitos, como si él nunca hubiera sido uno. Éste era el Alexander de siempre aunque un poco más "condescendiente" al tratarse de alguien que le interesaba. Se llevó una mano al bolsillo trasero del pantalón, sacó una cajetilla de cigarros sin importarle las normas del hospital y sacó dos, le ofreció uno a la fémina mientras se buscaba el zippo. Tras notar su reacción guardó la cajetilla, prendió fuego y luego guardó el encendedor en el mismo lugar donde tenía la cajetilla.
-Si tienes alguna pregunta, cherie, sugiero que la hagas ahora porque no planeo volver a los estados unidos, al menos no por un tiempo.
El empresario se sentó en la silla e hizo un gesto con la mano, como dándole permiso para que hablara, al tiempo que sostenía el cigarro con la otra mano y daba ligeras caladas para, acto seguido, soltar el humo en aritos. Vaya que las cosas estaban aburridas por aquí, deberían pintar mejor los hospitales, hacerlos más coloridos, quién sabe.
Off. Disculpa el post feito.
Alexander Dupont- †Sweet Bastard†
- Mensajes : 803
Re: The past is your destiny. {Alexander}
No sabía si era hierro, acero, o una imitación de algún metal, pero el barrancal plateado cedió antes las manos de él. Pareciera como si muy a penas le tocara, su rostro ni siquiera mostraba expresión de que hiciera esfuerzo al doblar por completo aquellos palos de quien sabe que era. Abrí los ojos, quedando entorpecida. ¿Quién en su sano juicio no se queda así después de ver aquello? El chico era intimidante y mostraba que tenía las armas para serlo y después de todo ya me había lastimado una vez y no quería la segunda, no al menos en la misma noche. Me comenzaba a irritar en un sentido que rechinaba los dientes. La sonrisa burlona era claramente la muestra de que mi expresión era lo que el esperaba, lo que le daba gusto y poder aun mas. Estaba sola en un mísero cuarto de cuatro paredes, una cama, una silla, un sofá y muchísimos aparatos que controlaban mi estado físico. La puerta de la entrada jamás fue la opción para salir de aquí. En estos momentos deseba que la habitación tuviese varias separaciones, para no estar sola con aquel chico… con Alexander. Pero al parecer hoy no era mi día, el destino quería y se aferraba a que él se estuviese conmigo, pero mas que nada creía que el era el que retenía esto, aunque yo también admito que lo haría. La situación en su lado bueno era fascinante, excitante y completamente una en un millón.
Lo único que pronuncie comenzó a rondar por su mente, quizá sabiendo que responder, intentando comprender el significado de ella, pero no había mucho que entender simplemente era un, que quieres, algo debería de querer, nadie se queda en un lugar por nada, nadie lastima y después ayuda a una persona. Nadie se toma el tiempo para acorralarla. Sus labios repitieron me pregunto para sí mismo. Y después… ¡odiaba estas malditas maquinas! Mi respiración se agito, era como si mi cuerpo se engarruñara cuando de la nada su rostro ya estaba a escasos centímetros del mío. La maquina que marcaba el paso de mi corazón delataba la vibración. Su respiración golpeaba sobre mi piel y era fría, un frío procedía de el como si toda esa ola le recorriera. Mis labios entreabiertos y mis ojos queriendo observar algo, quería concentrarme en sus palabras, pero aquellos ojos me carcomían. ¿cómo era que sabía mi nombre? Yo no recordaba habérselo dado en algún momento. Eso no tenía importancia en estos momentos si no aquel conjunto de tres palabras “No soy humano” claro que no, jamás pensé que podría serlo, no al menos uno normal. En el momento que mordió mi cuerpo y bebió de mi sangre me di cuenta que sería una total estúpida si creí que todo era mi imaginación que no había pasado, pero claro que si, porque en mi cuello estaba la evidencia protegida por una capa de gasas. Fue hacía la ventana.
-¿Y si te digo que no me da la gana?- susurré cuando el estaba extendiendo un cigarrillo hacía mi, negándolo. -¿Y si te digo que me vale absolutamente nada lo que tu me estás diciendo ahora? No ere nadie para venir e intentar decir que me mataras…- ¡yo y mi bocota! Tenía que hablar, demonios tenía que hablar, no podría quedarme callada pero marcha atrás ya no más. Pero el me irritaba tanto, me molestaba de los pies hasta la punta de mi cabello más largo. Apreté las manos. Cuando susurro que no volvería pronto, inclusive suspire como si fuera un alivio. -¿Que te parece el por que tienes que ser un chico tan… estúpidamente prepotente?- no sabía si esas eran las palabras correctas quizá si, quizá no, ¡demonios! –La puerta está en esa dirección- mi dedo señalo la única entrada y salida del lugar.
Lo único que pronuncie comenzó a rondar por su mente, quizá sabiendo que responder, intentando comprender el significado de ella, pero no había mucho que entender simplemente era un, que quieres, algo debería de querer, nadie se queda en un lugar por nada, nadie lastima y después ayuda a una persona. Nadie se toma el tiempo para acorralarla. Sus labios repitieron me pregunto para sí mismo. Y después… ¡odiaba estas malditas maquinas! Mi respiración se agito, era como si mi cuerpo se engarruñara cuando de la nada su rostro ya estaba a escasos centímetros del mío. La maquina que marcaba el paso de mi corazón delataba la vibración. Su respiración golpeaba sobre mi piel y era fría, un frío procedía de el como si toda esa ola le recorriera. Mis labios entreabiertos y mis ojos queriendo observar algo, quería concentrarme en sus palabras, pero aquellos ojos me carcomían. ¿cómo era que sabía mi nombre? Yo no recordaba habérselo dado en algún momento. Eso no tenía importancia en estos momentos si no aquel conjunto de tres palabras “No soy humano” claro que no, jamás pensé que podría serlo, no al menos uno normal. En el momento que mordió mi cuerpo y bebió de mi sangre me di cuenta que sería una total estúpida si creí que todo era mi imaginación que no había pasado, pero claro que si, porque en mi cuello estaba la evidencia protegida por una capa de gasas. Fue hacía la ventana.
-¿Y si te digo que no me da la gana?- susurré cuando el estaba extendiendo un cigarrillo hacía mi, negándolo. -¿Y si te digo que me vale absolutamente nada lo que tu me estás diciendo ahora? No ere nadie para venir e intentar decir que me mataras…- ¡yo y mi bocota! Tenía que hablar, demonios tenía que hablar, no podría quedarme callada pero marcha atrás ya no más. Pero el me irritaba tanto, me molestaba de los pies hasta la punta de mi cabello más largo. Apreté las manos. Cuando susurro que no volvería pronto, inclusive suspire como si fuera un alivio. -¿Que te parece el por que tienes que ser un chico tan… estúpidamente prepotente?- no sabía si esas eran las palabras correctas quizá si, quizá no, ¡demonios! –La puerta está en esa dirección- mi dedo señalo la única entrada y salida del lugar.
Off: perdóname por el post.
Ice D. Pávlov- Mensajes : 469
Re: The past is your destiny. {Alexander}
Alexander no hizo intento siguiera de escucharla, no era problema para él la humana pero se acomodó en la silla y esperó a que la humana se tranquilizara antes de volver a hablar. Decidió que la haría ceder bajo cualquier circunstancia sin necesidad de matarla, una vez más su egoísmo le llevaba a no abrir el empaque. Se limitó a enarcar ambas cejas y seguir la dirección de su dedo, vacilante, meditabundo. Le miró como si hubiera sugerido algo que no estaba de ninguna forma en los parámetros de su conducta, no, claro que no. Él no dejaba un desastre sin limpiarlo primero, o al menos no sin asegurarse antes que el desastre no le causaría problemas. Entonces sus labios se abrieron nuevamente como si quisiera responder pero los cerró y caminó hasta la puerta, una enfermera se asomó para preguntar si todo estaba bien. Alexander la tomó por el brazos y la arrastró dentro, cerrando la puerta de la habitación con seguro. La enfermera protestó pero él uso su don en ella para que obedeciera cada una de sus órdenes.
-Entiéndelo Grace soy superior a ti y mientras lo sea, puedo hacer lo que me dé la gana. No me gustaría tener que matar mi única conexión con el pasado. Pero si no estás dispuesta a colaborar primero me salvo a mi que a ti. Es tu decisión...- tomó la mano de la enfermera hipnotizada colocando el cigarro entre sus dedos pulgar e indice. Alexander sonrió-. Seguro a nuestra querida paciente le gustará ver como quemas tu ojo izquierdo con el cigarrillo.
Alexander observó la placa de la enfermera, se llamaba Meredith y estaba de turno. El pelinegro revisó sus bolsillos antes de dar cualquier orden, interponiéndose entre la dama de compañía y la dama de cuidados intensivos. En su billetera encontró algunas tarjetas y fotografías de lo que serían su esposo e hijos. El vampiro miró a la humana e hizo una mueca de "nada mal" mientras volteaba hacia ella la billetera, mostrándole las fotos de un hombre afodescendiente que besaba a Meredith y en sus brazos un niño moreno de piel tostada.
-Meredith Cronwell, nacida en Mississippi; esposa y madre de Jack y Frederick Cronwell- comentó pausadamente mientras jugaba con la identificación en sus manos antes de guardarla, lo meditó casi como si le pareciera un gasto innecesario y finalmente se encogió de hombros-. Les gustará saber que quedó ciega porque Grace no quiso si quiera considerar el trato. Una lástima.
Alexander suspiró, como si sintiera una pena absoluta porque Ice viviría un pequeño lapso de tiempo más mientras que Meredith, Meredith quedaría ciega -al menos de un ojo, a menos que el vampiro se decida quemar su otro- si Grace se rehusaba a ceder ante el trato. Y lo peor de todo era que si Alexander debía convertir o matar a Ice como últimos recursos, Meredith seguiría viva y ciega; con un niño pequeño y un esposo mortificado. En realidad, Meredith no le importaba ni le importaban su hijo ni su esposo. Los humanos eran demasiado condescendientes, se preocupaban por otro como si sus vidas tuvieran importancia alguna para ellos, se ligaban demasiado incluso desconocidos. Grace no sería diferente, no podía serlo y si lo era, entonces no haría diferencia, alguna de las dos moriría.
El pelinegro guardó la billetera de Meredith, se volvió hacia Ice y sonrió complacido. Rió para sus entrañas y subió una mano a nivel del oído de la enfermera aparentemente hipnotizada.
-Aquí está el trato, Grace: Si te busca la policía dirás que estabas saliendo del bar en llamas cuando fuiste atacada por un delincuente encapuchado, recuerdas haber despertado en el hospital junto al benefactor que pagó tu estadía en la clínica, Alexander Dupont. Guardarás completo silencio y no dirás a nadie sobre la existencia de vampiros, así no tendré que matarte... ni convertirte. Yo me voy de Estados Unidos de vuelta a casa y nadie sale herido- entonces su sonrisita burlona se ensanchó al tiempo que chasqueaba sus dedos y Meredith comenzaba a acercar lentamente el cigarro a su ojo, luchando contra su instinto mientras parecía salir del trance y comenzaba a llorar. En segundos, Alexander se posicionó a sus espaldas y le cubrió la boca antes de que pudiera gritar-. Asegúrate de enterrarlo bien, mon cherie.
-Entiéndelo Grace soy superior a ti y mientras lo sea, puedo hacer lo que me dé la gana. No me gustaría tener que matar mi única conexión con el pasado. Pero si no estás dispuesta a colaborar primero me salvo a mi que a ti. Es tu decisión...- tomó la mano de la enfermera hipnotizada colocando el cigarro entre sus dedos pulgar e indice. Alexander sonrió-. Seguro a nuestra querida paciente le gustará ver como quemas tu ojo izquierdo con el cigarrillo.
Alexander observó la placa de la enfermera, se llamaba Meredith y estaba de turno. El pelinegro revisó sus bolsillos antes de dar cualquier orden, interponiéndose entre la dama de compañía y la dama de cuidados intensivos. En su billetera encontró algunas tarjetas y fotografías de lo que serían su esposo e hijos. El vampiro miró a la humana e hizo una mueca de "nada mal" mientras volteaba hacia ella la billetera, mostrándole las fotos de un hombre afodescendiente que besaba a Meredith y en sus brazos un niño moreno de piel tostada.
-Meredith Cronwell, nacida en Mississippi; esposa y madre de Jack y Frederick Cronwell- comentó pausadamente mientras jugaba con la identificación en sus manos antes de guardarla, lo meditó casi como si le pareciera un gasto innecesario y finalmente se encogió de hombros-. Les gustará saber que quedó ciega porque Grace no quiso si quiera considerar el trato. Una lástima.
Alexander suspiró, como si sintiera una pena absoluta porque Ice viviría un pequeño lapso de tiempo más mientras que Meredith, Meredith quedaría ciega -al menos de un ojo, a menos que el vampiro se decida quemar su otro- si Grace se rehusaba a ceder ante el trato. Y lo peor de todo era que si Alexander debía convertir o matar a Ice como últimos recursos, Meredith seguiría viva y ciega; con un niño pequeño y un esposo mortificado. En realidad, Meredith no le importaba ni le importaban su hijo ni su esposo. Los humanos eran demasiado condescendientes, se preocupaban por otro como si sus vidas tuvieran importancia alguna para ellos, se ligaban demasiado incluso desconocidos. Grace no sería diferente, no podía serlo y si lo era, entonces no haría diferencia, alguna de las dos moriría.
El pelinegro guardó la billetera de Meredith, se volvió hacia Ice y sonrió complacido. Rió para sus entrañas y subió una mano a nivel del oído de la enfermera aparentemente hipnotizada.
-Aquí está el trato, Grace: Si te busca la policía dirás que estabas saliendo del bar en llamas cuando fuiste atacada por un delincuente encapuchado, recuerdas haber despertado en el hospital junto al benefactor que pagó tu estadía en la clínica, Alexander Dupont. Guardarás completo silencio y no dirás a nadie sobre la existencia de vampiros, así no tendré que matarte... ni convertirte. Yo me voy de Estados Unidos de vuelta a casa y nadie sale herido- entonces su sonrisita burlona se ensanchó al tiempo que chasqueaba sus dedos y Meredith comenzaba a acercar lentamente el cigarro a su ojo, luchando contra su instinto mientras parecía salir del trance y comenzaba a llorar. En segundos, Alexander se posicionó a sus espaldas y le cubrió la boca antes de que pudiera gritar-. Asegúrate de enterrarlo bien, mon cherie.
Alexander Dupont- †Sweet Bastard†
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Re: The past is your destiny. {Alexander}
Control. Palabra que no muchos conocen. Yo antes presumía que tenía buen control, que no me desesperaba rápidamente con las personas y que era una persona tranquila. No solamente me lo decía a mí misma si no también mi madre cuando antes era pequeña y me llevaba a comprar helado y había una enorme fila y sin embargo yo podía durar horas en esa fila con tal de conseguir mi helado. Ella siempre me miraba y simplemente me preguntaba “¿Cómo lo haces Grace?” yo reía a lo bajo y no contestaba. La verdad es que no tenía una forma o algún secreto simplemente era mi forma de actuar. No veía el caso apurarse cuando al fin de cuentas tendrás lo que querías. Aunque sin embargo cualquier persona por más paciencia que tuviera encontraría alguien que la agotaría. En la vida o más bien en el mundo existen todo tipo de personas. Encontraras a las personas que fueron diseñadas para ser mejores amigos, encontraras los que fueron creados para odiarse desde su nacimiento hacía su muerte, la pareja perfecta, encontraras el ying y yang, o simplemente encontraras a alguien totalmente oscuro que encuentra a su luz personificada o viceversa. Por ejemplo yo, ya había encontrado a la única persona que hasta el día de hoy con mis veinte y un años de edad fue capaz de sacarme de mis casillas en menos de dos horas. O quizá mas ya que no recordaba cuanto tiempo dure inconsciente.
Mis ojos se movían al compás de los pasos de Alexander. Se había acercado hacía la puerta asomándose y después de la nada hizo entrar a una enfermera. La chica era no más alta que yo, cuando mucho 1.65 y era delgada, parecía delicada, su cabellera era castaña con pequeños destellos dorados y su piel era blanca. La chica se veía tan indefensa al lado de aquel ser tan desesperante. Vampiro. ¿Acaso todo eso era posible hoy en día? ¿en realidad era cierto? Es decir… estaba conciente que el había absorbido mi sangre y bebido. Y también podía sentir como era que él hacía que la gente lo viese como un ser prepotente y ni siquiera parpadeaba para eso. ¿acaso todo lo de los cuentos de hadas sobre los vampiros era cierto? O yo estaba tan dormida y metida en mi subconsciente que me hacía ver cosas que en realidad no eran. Carraspeaba por el simple hecho de que el dijera que era superior a mi. Este chico si que tenía bien arriba el ego y su “condición” no ayudaba en mucho para bajárselo. No me quedaba más que escucharlo, poner cara de que prestaba atención a cada palabra que el pronunciaba mientras que mi mente se debatía entre que hacer en estos precisos momentos.
Coloco un cigarrillo encendido sobre los dedos finos y delgados de la chica. ¿Qué demonios iba hacer? Millones de ideas pasaron por mi mente, que le diera un toque, que la chica se quemara y efectivamente, el le estaba ordenando que se quemara ¡el ojo! Un grito ahogado salio de mi, mis manos fueron hacía mi boca para callarme. ¿Cómo era capaz de esto? ¿Quién demonios se creía el para venir y controlar a las personas? Saco del bolso de ella una cartera. Después solamente observaba una fotografía cuando el mencionaba unos nombres que de seguro correspondían a las personas de la foto. Meredith se llamaba la enfermera. Mis ojos se lagrimearon cuando vi a su familia y cuando el me echaba la culpa de lo que le pudiera pasar a la chica solamente porque yo no accedía a su trato. ¿Qué podría hacer? ¿salir corriendo? Jamás fue una opción, porque quizá podía yo correr pero ¿y Meredith? No la iba a dejar aquí, aunque no la conociera por eso no significaba que la dejaría en ese lugar. Aunque estaba pensando seriamente que el se encargaría perfectamente de mi aunque yo me pusiera a correr. ¡que desesperación! Por que me había de tocar a mi parecerme a una chica de hace muchos años que estuvo vinculada con este moreno y después encontrármelo en ese maldito bar y que tuviera que quemarse para que después el bebiera de mi sangre y terminar yo en el hospital para poder darle armas para controlarme. ¡Joder!
Yo sabía a la perfección que no dejaría a la chica lo sabía. Comencé a quitarme la cinta que sostenía el catéter en el cual viajaba el suero. Si corría o no, no quería algo que me aferrara más a esta cama a demás de mi cuerpo débil a medias. Intentaba no prestar atención a sus palabras, a su “trato” solamente quería no sé precisamente. En el fondo no quería que se largue porque sentía una gran curiosidad pero la misma curiosidad era opacada por la desesperación e irritación de la situación. Entonces la chica comenzó a dirigir su mano hacía el ojo con el cigarrillo apuntándolo. ¡Pero que le pasaba! Sin embargo si se le observaba bien la chica era como un títere controlada por hilos, hilos que controlaba el moreno de piel pálida detrás de ella con una sonrisa de satisfacción y superioridad. No sé como demonios lo hice, pero el caso fue ese, lo hice. Me levante de la camilla y podía sentir la frialdad del suelo porque mis pies estaban descalzos, sentía una brisa en mis piernas a causa de la bata color verde jade que me habían puesto. Mis brazos estaban sobre la muñeca de Meredith haciendo fuerzas para detenerla –Lo siento mucho…- le susurré mirándole con mis ojos vidriosos. Después mi mirada se volvió un poco fría o eso era lo que yo quería –Déjala ahora Alexander, ella no tiene culpa de nada. Esto es entre tú y yo- suspire. ¿Por qué los humanos teníamos que ser así? Primero preocuparnos por la gente que ni siquiera conocemos y después pensar. –Deja que se vaya y podrás hacer lo que tú quieras a mí, pero solamente a mí, yo soy la que se niega a aceptar tu trato, yo, no ella- sabía que estaba siendo estúpida al no aceptar pero algo en mi me lo prohibía.
Mis ojos se movían al compás de los pasos de Alexander. Se había acercado hacía la puerta asomándose y después de la nada hizo entrar a una enfermera. La chica era no más alta que yo, cuando mucho 1.65 y era delgada, parecía delicada, su cabellera era castaña con pequeños destellos dorados y su piel era blanca. La chica se veía tan indefensa al lado de aquel ser tan desesperante. Vampiro. ¿Acaso todo eso era posible hoy en día? ¿en realidad era cierto? Es decir… estaba conciente que el había absorbido mi sangre y bebido. Y también podía sentir como era que él hacía que la gente lo viese como un ser prepotente y ni siquiera parpadeaba para eso. ¿acaso todo lo de los cuentos de hadas sobre los vampiros era cierto? O yo estaba tan dormida y metida en mi subconsciente que me hacía ver cosas que en realidad no eran. Carraspeaba por el simple hecho de que el dijera que era superior a mi. Este chico si que tenía bien arriba el ego y su “condición” no ayudaba en mucho para bajárselo. No me quedaba más que escucharlo, poner cara de que prestaba atención a cada palabra que el pronunciaba mientras que mi mente se debatía entre que hacer en estos precisos momentos.
Coloco un cigarrillo encendido sobre los dedos finos y delgados de la chica. ¿Qué demonios iba hacer? Millones de ideas pasaron por mi mente, que le diera un toque, que la chica se quemara y efectivamente, el le estaba ordenando que se quemara ¡el ojo! Un grito ahogado salio de mi, mis manos fueron hacía mi boca para callarme. ¿Cómo era capaz de esto? ¿Quién demonios se creía el para venir y controlar a las personas? Saco del bolso de ella una cartera. Después solamente observaba una fotografía cuando el mencionaba unos nombres que de seguro correspondían a las personas de la foto. Meredith se llamaba la enfermera. Mis ojos se lagrimearon cuando vi a su familia y cuando el me echaba la culpa de lo que le pudiera pasar a la chica solamente porque yo no accedía a su trato. ¿Qué podría hacer? ¿salir corriendo? Jamás fue una opción, porque quizá podía yo correr pero ¿y Meredith? No la iba a dejar aquí, aunque no la conociera por eso no significaba que la dejaría en ese lugar. Aunque estaba pensando seriamente que el se encargaría perfectamente de mi aunque yo me pusiera a correr. ¡que desesperación! Por que me había de tocar a mi parecerme a una chica de hace muchos años que estuvo vinculada con este moreno y después encontrármelo en ese maldito bar y que tuviera que quemarse para que después el bebiera de mi sangre y terminar yo en el hospital para poder darle armas para controlarme. ¡Joder!
Yo sabía a la perfección que no dejaría a la chica lo sabía. Comencé a quitarme la cinta que sostenía el catéter en el cual viajaba el suero. Si corría o no, no quería algo que me aferrara más a esta cama a demás de mi cuerpo débil a medias. Intentaba no prestar atención a sus palabras, a su “trato” solamente quería no sé precisamente. En el fondo no quería que se largue porque sentía una gran curiosidad pero la misma curiosidad era opacada por la desesperación e irritación de la situación. Entonces la chica comenzó a dirigir su mano hacía el ojo con el cigarrillo apuntándolo. ¡Pero que le pasaba! Sin embargo si se le observaba bien la chica era como un títere controlada por hilos, hilos que controlaba el moreno de piel pálida detrás de ella con una sonrisa de satisfacción y superioridad. No sé como demonios lo hice, pero el caso fue ese, lo hice. Me levante de la camilla y podía sentir la frialdad del suelo porque mis pies estaban descalzos, sentía una brisa en mis piernas a causa de la bata color verde jade que me habían puesto. Mis brazos estaban sobre la muñeca de Meredith haciendo fuerzas para detenerla –Lo siento mucho…- le susurré mirándole con mis ojos vidriosos. Después mi mirada se volvió un poco fría o eso era lo que yo quería –Déjala ahora Alexander, ella no tiene culpa de nada. Esto es entre tú y yo- suspire. ¿Por qué los humanos teníamos que ser así? Primero preocuparnos por la gente que ni siquiera conocemos y después pensar. –Deja que se vaya y podrás hacer lo que tú quieras a mí, pero solamente a mí, yo soy la que se niega a aceptar tu trato, yo, no ella- sabía que estaba siendo estúpida al no aceptar pero algo en mi me lo prohibía.
{Off. por fin te conteste pd. no me mates jaja}
Ice D. Pávlov- Mensajes : 469
Re: The past is your destiny. {Alexander}
Aquella situación era bastante parecida a una aventura que había tenido hacía no mucho tiempo. Durante la segunda guerra mundial cuando, unido a las fuerzas militares, se había apoderado de algunos rehenes para coaccionarlos claro que no sin torturarlos antes. Por aquellos tiempos sí que se había divertido usando toda clase de agujas, cuchillos y ¿por qué no? armas de fuego. Tan solo recordar aquella tarde en Münich en la cual había destajado a la mujer de un americano para sonsacarle la información que el jefe requería. Claro, que, en cualquier modo usar su poder sobre el humano hubiera hecho que las cosas fueran más rápidas pero había que hacer que pareciera real. Desde luego el humano insignificante y débil no cantaría a menos que tuviera algo por lo cual hacerlo; sin embargo, aquello no suponía en absoluto un problema, si Alexander podía divertirse haciéndolo. No había nada sobre la fas de la tierra que le hiciera detenerse de hacer todo lo que se le daba la gana, nada; excepto quizás Britney, que de alguna forma le había capturado en sus redes. Claro que, si ella no se enteraba no había problema en él hiciera lo que tenía que hacer para preservar la especie. Claro, preservar la especie sonaba a la típica excusa que usaban los Volturi para matar a cualquiera que fuese un problema para ellos en cuestión, aunque algo de verdad había en ambos casos. A pesar de que Alexander solamente estuviera cuidando su propio trasero, un instinto que se debatía con su motivación a dejar viva a la doppleganger.
Alexander se regodeó por completo ante el recuerdo tan satisfactorio. Casi pudo revivir el momento. Se encontraban en un cuarto tenumente iluminado por la luz de un bombillo desvencijado, sobre la mesa había un estuche de cuero con armas de todo tipo, de esas que usan las personas sin escrúpulos para despellejar a las vacas y descuellar a los pollos. Y no es que Alexander tuviera mucho de eso. A varios metros de la misma, más o menos a mitad de la habitación, un cuerpo caía holgado sobre una silla de metal. Estaba amordazado a la silla al momento en que Alexander le quitaba de cuajo todas y cada una de sus uñas, la mujer chillaba mientras él, además, la tocaba con deseo. Y entonces, Ryan Donovan, no sabiendo de hasta que punto era capaz de llegar el nazi con el cual se enfrentaba -él pensaba que lo era-, no tuvo de otra que hablar. Cuando escupió todo lo que sabía, Alexander se sonrió victorioso y agarró el primer cuchillo de carnicero que vio, rajándole la cabeza a la mujer mientras la sangre salpicaba por todos lados y el hombre le maldecía. ¿Qué pasó con el americano? es algo que ni siquiera él recuerda pero tampoco le era de importancia.
Cuando todo parecía que iba a ir bien para la humana -que había llegado hasta Meredith sin que éste lo notara- Alexander volvió en sí, de vuelta desde sus más profundos recuerdos. Aquella osadía tan solo le hizo enojar, así que no dudo en gruñir con fiereza mientras la alzaba al aire con su fuerza sobre humana y asestaba a arrojarla sobre la cama. Una vez más dejó ver sus colmillos mientras se movía rápidamente tomándola de la garganta, con tal fuerza que si no la soltaba estaría inconsciente -nuevamente- dentro de poco. Sin embargo la soltó, al borde de la inconsciencia y fue hasta donde estaba Meredith, que se mantenía impávida del miedo. Alexander sonrió con suavidad, entendiendo cuál era el juego de la humana Ice, y sin ninguna clase de remordimiento quemó el mismo el ojo de la mujer. La mujer no tuvo tiempo a chirriar, porque él le había cubierto la boca pero las lágrimas se habían derramado por sus ojos. El pelinegro tiró el cigarrillo, aplastándolo con el pie, mientras soltaba a la mujer y murmuró algo a en su oído por lo que ella quedó en silencio. El vampiro, complacido porque al menos una hubiera obedecido, se relajó y no le importó sentarse nuevamente. Le hizo una seña a la enfermera y esta se acercó, sentándose a su lado.
-¿Sabes? Meredith quiere cooperar, ahora que sabe que yo cumplo mis advertencias. Ella sabe que huele muy bien, seguramente no le importara si tomo unos tragos mientras que te decides si vas a seguir luchando contra ello o vas a aceptar un simple trato. Un Dupont siempre cumple su palabra.
La mujer había vuelto en sí, ya no estaba en absoluto hipnotizada, desde luego que no. Ahora era presa de un miedo absoluto e inmediato, estando medio ciega y encerrada con ese loco que parecía poder doblar metales a su antojo, hacer que cualquier ser le obedeciera, y sobretodo, podía hacer daño a cualquiera sin reparar en consecuencias. Alexander ahora parecía más que relajado mientras tomaba la mano de Meredith y la mordía bebiendo hasta 1/4 de su sangre para luego dejarla y arrojarla al suelo. La enfermera pareció quedar en estado catatónico por segundos antes de comenzar a gritar y retorcerse de dolor. Alexander sabía que eso atraería a las personas así que se puso en pie nuevamente y caminó hasta la puerta apoyándose en ella con pereza.
-Te contaré una historia. Hace muchos años mi hermana me mordió del mismo modo que acabo de morder a esta mujer, duré al menos tres días en ese estado- hace énfasis en el dolor que parece sentir-, desperté como un monstruo sin ninguna clase de control sobre mi. Claro que, podemos esperar a que se convierta en neófita y te mate... o podría absorber el veneno a tiempo, y que esta mujer siga siendo humana. Siga viva para cuidar a su familia, incluso siga viva para tratar su ojo. Todo depende de ti, Grace. Puedo esperar el tiempo que sea necesario, tengo toda la vida, Grace, no olvides eso, vivo desde 1698.
Alexander se regodeó por completo ante el recuerdo tan satisfactorio. Casi pudo revivir el momento. Se encontraban en un cuarto tenumente iluminado por la luz de un bombillo desvencijado, sobre la mesa había un estuche de cuero con armas de todo tipo, de esas que usan las personas sin escrúpulos para despellejar a las vacas y descuellar a los pollos. Y no es que Alexander tuviera mucho de eso. A varios metros de la misma, más o menos a mitad de la habitación, un cuerpo caía holgado sobre una silla de metal. Estaba amordazado a la silla al momento en que Alexander le quitaba de cuajo todas y cada una de sus uñas, la mujer chillaba mientras él, además, la tocaba con deseo. Y entonces, Ryan Donovan, no sabiendo de hasta que punto era capaz de llegar el nazi con el cual se enfrentaba -él pensaba que lo era-, no tuvo de otra que hablar. Cuando escupió todo lo que sabía, Alexander se sonrió victorioso y agarró el primer cuchillo de carnicero que vio, rajándole la cabeza a la mujer mientras la sangre salpicaba por todos lados y el hombre le maldecía. ¿Qué pasó con el americano? es algo que ni siquiera él recuerda pero tampoco le era de importancia.
Cuando todo parecía que iba a ir bien para la humana -que había llegado hasta Meredith sin que éste lo notara- Alexander volvió en sí, de vuelta desde sus más profundos recuerdos. Aquella osadía tan solo le hizo enojar, así que no dudo en gruñir con fiereza mientras la alzaba al aire con su fuerza sobre humana y asestaba a arrojarla sobre la cama. Una vez más dejó ver sus colmillos mientras se movía rápidamente tomándola de la garganta, con tal fuerza que si no la soltaba estaría inconsciente -nuevamente- dentro de poco. Sin embargo la soltó, al borde de la inconsciencia y fue hasta donde estaba Meredith, que se mantenía impávida del miedo. Alexander sonrió con suavidad, entendiendo cuál era el juego de la humana Ice, y sin ninguna clase de remordimiento quemó el mismo el ojo de la mujer. La mujer no tuvo tiempo a chirriar, porque él le había cubierto la boca pero las lágrimas se habían derramado por sus ojos. El pelinegro tiró el cigarrillo, aplastándolo con el pie, mientras soltaba a la mujer y murmuró algo a en su oído por lo que ella quedó en silencio. El vampiro, complacido porque al menos una hubiera obedecido, se relajó y no le importó sentarse nuevamente. Le hizo una seña a la enfermera y esta se acercó, sentándose a su lado.
-¿Sabes? Meredith quiere cooperar, ahora que sabe que yo cumplo mis advertencias. Ella sabe que huele muy bien, seguramente no le importara si tomo unos tragos mientras que te decides si vas a seguir luchando contra ello o vas a aceptar un simple trato. Un Dupont siempre cumple su palabra.
La mujer había vuelto en sí, ya no estaba en absoluto hipnotizada, desde luego que no. Ahora era presa de un miedo absoluto e inmediato, estando medio ciega y encerrada con ese loco que parecía poder doblar metales a su antojo, hacer que cualquier ser le obedeciera, y sobretodo, podía hacer daño a cualquiera sin reparar en consecuencias. Alexander ahora parecía más que relajado mientras tomaba la mano de Meredith y la mordía bebiendo hasta 1/4 de su sangre para luego dejarla y arrojarla al suelo. La enfermera pareció quedar en estado catatónico por segundos antes de comenzar a gritar y retorcerse de dolor. Alexander sabía que eso atraería a las personas así que se puso en pie nuevamente y caminó hasta la puerta apoyándose en ella con pereza.
-Te contaré una historia. Hace muchos años mi hermana me mordió del mismo modo que acabo de morder a esta mujer, duré al menos tres días en ese estado- hace énfasis en el dolor que parece sentir-, desperté como un monstruo sin ninguna clase de control sobre mi. Claro que, podemos esperar a que se convierta en neófita y te mate... o podría absorber el veneno a tiempo, y que esta mujer siga siendo humana. Siga viva para cuidar a su familia, incluso siga viva para tratar su ojo. Todo depende de ti, Grace. Puedo esperar el tiempo que sea necesario, tengo toda la vida, Grace, no olvides eso, vivo desde 1698.
Alexander Dupont- †Sweet Bastard†
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Re: The past is your destiny. {Alexander}
La verdad no sabía que demonios estaba haciendo en este momento. Es de esas veces que crees hacer algo pero en realidad no lo haces, pues ahora fui lo suficientemente idiota para creer que hacía algo y sin embargo lo hice. Con todas las ganas del mundo como si todo lo que yo fuera dependiera de eso. Sabía que estaba de más querer salvar a Meredith pues esto era ridículo, yo no podría lograrlo aunque quisiera. El me había dejado en claro que era superior, y no precisamente como persona ni mente solamente con el físico tenía. Es decir, ¿Cómo combatir con una persona que tiene diez veces mi fuerza? Ni que fuera suicida pero justo en este momento estaba seguro que era lo que aparentaba a la perfección. Entonces el reacciono como si se hubiera ido a su mundo, para cuando hizo esto gruño. Aquel gruñido perforo mis oídos hasta lo mas profundo de estos, todo comenzó a hormiguearme provocando aquella sensación de miedo en mi cuerpo no tan firme. Mis manos inmediatamente llegaron a la que el tenía en mi cuello y después sentía como mis pies ya no tocaban más el piso frío del hospital si no que volvía a estamparme sobre aquella cama. Como si llegara a su profundidad porque casi juraba que los resortes de esta perforaron mi espalda y entonces de nuevo el… llego hacía mi garganta, ni siquiera pude parpadear cuando sus dientes de nuevo perforaban mi piel a poco centímetros del mismo lugar que antes y como hace unos hora mi cuerpo comenzó a debilitarse de poco a poco si de por si ya estaba débil ahora las pocas fuerzas se iban debilitando más. Sin embargo me soltó y con la mirada borrosa note como estaba ya junto con Meredith, entonces un chillido sofocado se escucho. Alexander le estaba quemando el ojo, ¡el le estaba quemando el ojo! Puse mi mano en la boca para no gritar, sentía mis labios rasposos, me faltaba saliva y ganas para provocar aquel sonido.
No era posible, no podría ser, aquella mujer quedaría ciega, tenía una familia un pequeño niño al cual cuidar a cada segundo de su tiempo con el ¿y ahora como lo haría a la perfección con un solo ojo? ¿Cómo se aseguraría que ese niño no se lastimase? Todo era mi culpa, yo y mi estúpida arrogancia y creencia que podría hacer que no le pasará nada. Jamás debí de haberlo enfrentado pero quizá fue la adrenalina de creer que podía hacerlo. Me incorpore en la cama adolorándome la espalda, la cabeza que también me había golpeado además el cuello me ardía y me punzaba por la mordida que me había dado. El chico pelinegro comenzó hablar pero sus palabras vagaron en mi mente solo quedándome con algunas como: “advertencias” “trago” y “siempre cumplo mi palabra” era como si esas palabras carcomerán en mi mente para que quedará claro. Hice una mueca de dolor cuando los mire y entonces vi que la boca del chico estaba sobre la muñeca de ella. -¡Déjala!- grite con las pocas fuerzas que tenía pero el ya la estaba soltándola y aventándola contra el suelo. Ella comenzó a gritar y yo tome una toalla que estaba en uno de los buró aun lado de la cama para colocármela en la herida que el me había hecho nuevamente. Quería ver como explicaría esta nueva perforación. Me levante y mis piernas tambaleaban. Cuando yo a penas llegue a los pies de la cama el ya estaba en la puerta. De nuevo hablo, contándome una “historia” y después cuando hizo énfasis voltee hacía Meredith, era insoportable verla removerse de dolor así que mejor no la volví a ver si no aquel chico. Mi mente comenzó a hacer cuentas. Según el… espera, ¿314? ¿314 años? De seguro había calculado mal. Era improbable o acaso todas aquellas historias de vampiros que podía vivir muchos años era ciertas a tal punto de que en verdad estaba viendo a un vampiro de 314 años de edad.
Trague saliva y me dolió. Muy bien Grace, tendrás que hacerlo a la perfección si quieres que todo salga bien y no halla mas heridos incluyéndote. Mi subconsciente era como si me hablara y entonces intente ponerme recta y mi rostro tomo una nueva expresión acorde a lo siguiente. –Ayúdala- le hable con voz de ruego. –Haré lo que quieras- era difícil pronunciar palabras cuando mi mente simplemente no las iba a obedecer. No tenía ni siquiera la intención de hacer lo que el quería, jamás me había gustado que me controlaran, pero que me ¿amenazaran? ¿Sobornaran? Jamás.
No era posible, no podría ser, aquella mujer quedaría ciega, tenía una familia un pequeño niño al cual cuidar a cada segundo de su tiempo con el ¿y ahora como lo haría a la perfección con un solo ojo? ¿Cómo se aseguraría que ese niño no se lastimase? Todo era mi culpa, yo y mi estúpida arrogancia y creencia que podría hacer que no le pasará nada. Jamás debí de haberlo enfrentado pero quizá fue la adrenalina de creer que podía hacerlo. Me incorpore en la cama adolorándome la espalda, la cabeza que también me había golpeado además el cuello me ardía y me punzaba por la mordida que me había dado. El chico pelinegro comenzó hablar pero sus palabras vagaron en mi mente solo quedándome con algunas como: “advertencias” “trago” y “siempre cumplo mi palabra” era como si esas palabras carcomerán en mi mente para que quedará claro. Hice una mueca de dolor cuando los mire y entonces vi que la boca del chico estaba sobre la muñeca de ella. -¡Déjala!- grite con las pocas fuerzas que tenía pero el ya la estaba soltándola y aventándola contra el suelo. Ella comenzó a gritar y yo tome una toalla que estaba en uno de los buró aun lado de la cama para colocármela en la herida que el me había hecho nuevamente. Quería ver como explicaría esta nueva perforación. Me levante y mis piernas tambaleaban. Cuando yo a penas llegue a los pies de la cama el ya estaba en la puerta. De nuevo hablo, contándome una “historia” y después cuando hizo énfasis voltee hacía Meredith, era insoportable verla removerse de dolor así que mejor no la volví a ver si no aquel chico. Mi mente comenzó a hacer cuentas. Según el… espera, ¿314? ¿314 años? De seguro había calculado mal. Era improbable o acaso todas aquellas historias de vampiros que podía vivir muchos años era ciertas a tal punto de que en verdad estaba viendo a un vampiro de 314 años de edad.
Trague saliva y me dolió. Muy bien Grace, tendrás que hacerlo a la perfección si quieres que todo salga bien y no halla mas heridos incluyéndote. Mi subconsciente era como si me hablara y entonces intente ponerme recta y mi rostro tomo una nueva expresión acorde a lo siguiente. –Ayúdala- le hable con voz de ruego. –Haré lo que quieras- era difícil pronunciar palabras cuando mi mente simplemente no las iba a obedecer. No tenía ni siquiera la intención de hacer lo que el quería, jamás me había gustado que me controlaran, pero que me ¿amenazaran? ¿Sobornaran? Jamás.
Ice D. Pávlov- Mensajes : 469
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