The past is your destiny. {Alexander}

Esto de ser el malo, definitivamente era para él. El miedo era una cuestión sencillamente fascinante; terrible para unos, excitante para otros pero indiscutiblemente era fascinante. No solamente lo era saber que era el miedo el producto de la adrenalina sino también saber que causaba tales reacciones. En sus tiempos, le hubiera encantado saberlo; sin embargo, para ese entonces, los conocimientos eran muy básicos. La sonrisa de Alexander se ensanchó casi completamente al observar la reacción de la chica, a la cual más le valía ser discreta o del caso contrario, él mismo se aseguraría de verla muerta. Y no era demasiado difícil para él hacer eso. Alexander debía admitir que aquello le divertía pero estaba comenzando a llamar mucho la atención y aquello no era demasiado bueno. Caminó de nuevo, esta vez en dirección a la enfermera y la levantó con una mano como si fuera ligera cual pluma, sentándola sobre la silla y sonriendo con descaro.
-Grace... ¿alguna vez te dijeron que si quemabas tus dedos, desaparecían tus huellas dactilares?- le preguntó, como si fuera el dato wtf de la semana, agradecido de haberse quemado los dedos accidentalmente antes de ser transformado-. ¿Y sabes que es lo mejor? Que nadie humano es capaz de identificarte.

Alexander miró a Grace y se quedó en silencio, escuchando los alaridos y las súplicas de la fémina curiosa, insignificante pero curiosa. Miró al bulto retorciéndose y sopesó un segundo lo que decía la doppleganger. Negó como si aquello fuera un caso perdido y, antes de que pudiera hacer cualquier cosa, llegó un mensaje de texto a su móvil. Lo revisó rápidamente y suspiró, finalmente decidió que dejaría de jugar para volver a Londres ya que Britney quería verlo. El pelinegro tomó a la mujer por la coronilla de su cabeza con tan solo una mano y en menos de un minuto le aplastó la cabeza a la enfermera contra una pared cercana. No se molestó si quiera en ver a Ice, tan solo sacó un pañuelo de su bolsillo y con la otra mano se la limpió para sacar los restos de materia gris, sangre y hueso que habían quedado en sus manos.
-Al parecer no se puede razonar contigo- dijo, con todo el descaro, mientras veía a Ice, ahora no con burla sino con seriedad-. Te la has ganado, Grace.

Alexander usó ahora su don en ella nuevamente, aunque sin decir nada en absoluto, de modo que no se enterase que estaba siendo controlada por él. Ice estaba ahora obligada a no decir nada del vampiro enfrente de otros humanos. La sonrisa del moreno volvió a su lugar, regocijado en poder y placer aunque ahora sus pensamientos estaban en Londres, al lado de su amada. Pensó en dejar a Ice por su cuenta y que ella viera como explicar la muerte la enferma pero finalmente recordó que no podría. No necesitaba a la chica en la cárcel a falta de sospechosos -ya que no podría decir nada acerca de él-, simplemente necesitaba que ella mantuviera el pico cerrado y acababa de comprobar que ella no era de confianza. Alexander abrió la ventana y rompió los barrotes, arrojando el cuerpo de la fémina muerta hacia afuera. Una pena, si Grace hubiera aceptado desde un principio, ambas estarían libres y gozando de salud. En fin, un humano más, un humano menos, no era de su interés.
-La limpieza queda a tu cuenta- dijo mientras salía también por la ventana y, por último, comentó, como si aquello hubiera sido lo que detonase su rabia-, ¿Quieres un consejo? No seas tan estúpida para mentirle a un vampiro, el flujo de tu propia sangre te delata. Y a mi no me gustan las mentiras, Grace.

Y Alexande Dupont desapareció en la bruma con el cuerpo de la enfermera, que murió bajo extrañas circunstancias aplastada por un camión. Con seguridad, haría que ella supiera de la "muerte oficial", para que entendiera que su poder iba más allá de aquella noche extracurricular.

#Partida culminada.