Oh, Germany! I've missed you so much. Even tho I don't remember. | Alexander.

Alexander no habría esperado que, de entre todos los vampiros con los que alguna vez él había viajado, fuera Frederick quien se olvidase de él. Podría esperarlo de Mae, incluso Alessandro o de aquel rubiales no tan rubio y por tanto no tan maricón pero que Frederick, su mejor amigo, su hermano del alma le olvidase.... Eso sí que era un golpe duro, no solamente para su ego sino para sus ya maltrechas relaciones. No obstante lo que escuchó le dejó completamente atónito ¿era posible que hubiese perdido la memoria? No, definitivamente alguien se la había quitado pero Alexander no estaba dispuesto a dejar que las cosas que había vivido juntos a lo largo de dos siglos se echara al caño solamente porque el imbécil de Frederick no dejaba de meterse en problemas. El pelinegro no dijo nada durante varios segundos pero miró al castaño con sus gélidos ojos que ahora se inyectaban en algo parecido a la diversión y luego de unos segundos lanzó una risotada. Bueno, debía admitir que no había nada mejor que aquello, ver a su hermano hablando como una mansa paloma sin dobles intenciones, sarcasmos o esas burlas. Y aunque lo extrañaba, era igual de divertido verle hablar como si fuera... como si no fuera Frederick. Alexander negó divertido con la cabeza, conteniendo las risas y se concentró al frente mientras arrancaba el auto en dirección a quién sabe dónde.
—Wow. Siempre supe que en el fondo eras blandengue pero no pensé que tanto —respondió en son de burla—. Tu nombre es Frederick Gaël Bautipse pero adoptaste el apellido Dupont porque odiabas a tus progenitores. Tu creadora era una rubia despampanante, te gusta que te ataquen con estacas de madera, odias brillar y el magenta. Eres del tipo analista y sarcástico.
Dijo aquello como una breve introducción de lo que había sido en vida su mejor amigo antes de que perdiese su memoria. Sea como fuere Alexander encontraría la forma de devolver sus recuerdo. De hecho, estaba bastante seguro de hacerlo con su don, aunque en varias sesiones. Mientras diversos planes se trazaban en su mente fugaz y metódica otro lado de sí estaba esperando una respuesta para evaluar cuando sabía de sí mismo y cuánto podría recuperar. Iba a ser agotador pero al fin y al cabo podría hacerlo. Simplemente las cosas con Alexander eran así, él siempre hacía lo que se proponía.

Dude qué mal te ves, la paja te tiene loco, se dijo Alexander mientras le veía de soslayo al doblar por una de las angostas calles de Alemania. En realidad estaba algo constipado pero no dejó que sus emociones se filtraran a su rostro que permanecía sereno e inescrutable, como si nada pudiera perturbar su frialdad. Alexander era un experto en cuanto a enterrar sentimientos se refería, lo había hecho durante sus siglos como vampiro y podría hacerlo en cualquier momento que así lo deseara. En fin, necesitó de unos minutos antes de que su risa se disipara. Sus manos se deslizaban con experticia sobre las finas capas que recorrían el volante mientras conducía intentando no reír. Bueno, al menos no tenía que explicarle que era un vampiro completamente no homosexual y que no se lo tomara en serio cuando le llamaba marica.
—En ése caso, querido amigo, estamos de suerte. ¿Y sabes por qué? Porque no es necesario una excavación profunda y podré entrenar a tu subconsciente para que acelere el proceso de recuperar la memoria inconsciente que debe estar atrapada en algún lugar de tu subconsciente. Cuando quieras lo hacemos —hablaba ahora tan frío como siempre mientras aparcaba frente a un bar de la cadena que el mismo Frederick conducía, pensando que sería bueno familiarizarlo con su ambiente. Al entrar al bar fue como si ambos se tratasen de eminencias, todos los trabajadores y clientes frecuentes les saludaron de forma amable—. Bueno, muchachos, Frederick acaba de recuperarse de un accidente y tiene amnesia pero parece temporal, háganlo sentir como en casa.
Alexander se sentó en la barra al lado de lo que parecía ser una fogosa pelirroja, miró al barman guiñándole un ojo y el barman sirvió a la chica un bloody mary a cortesía del caballero de al lado. La chica miró a ambos, Alexander y Frederick, y les sonrió encantada por el trato sin siquiera imaginar que uno de ellos se trataba del dueño absoluto. El pelinegro miró a su amigó y esperó que les sirvieran a ambos el trago de siempre para brindar por él.

Lo está haciendo y ni siquiera se ha dado cuenta de ello, se dijo el mayor mientras sentía como el castaño le clavaba su mirada, que semejaba ahora a la de un niño curioso y no la de un hombre sediento por conocer los más mínimos detalles que se presentan ante él. No tardará mucho en ser él mismo, se dijo el vampiro -muy seguro de sí mismo- mientras a su vez analizaba la situación y hacía un rastreo mental de todo aquel que pudiera causar que su hermano se accidentara. Conocía a vampiros vampiros que podrían jugar con la mente, Jerome era uno de ellos y su primer sospechoso aunque ¡vamos! ¿No era ridículo pensar que el maldito rubiales hubiera reiniciado la memoria de Frederick, sabiendo que éste era un Dupont, sin haberse mofado ya de Alexander? No. Jerome quedaba descartado. Esperó paciente su bebida para dejar que la sensación de calidez aplacara el ardor de su garganta. De algún modo, los licores siempre le habían ayudado a mantener el control de su sed, aplacando el dolor que quemaba como las mismísimas llamas del infierno en su garganta. El vampiro casi se atraganta con su propia ponzoña cuando escucha lo del gato y traga violentamente, la media sonrisa que se había dibujado en su rostro para la pelirroja se convirtió en una mueca plana. Refunfuñó.
—¿No podías quedarte sin recordar al gato?— le miró suspicaz mientras agarraba la aceituna de uno de los tragos ajenos y se lo arrojaba a Frederick, pegándoselo por la cabeza—. Marica.
Entonces una nueva sonrisa burlona se dibujó en sus facciones cuando la aceituna rebotó en su frente y saltó al suelo. Extrañaba esto, tenía que admitirlo al menos para sus adentros, aunque no lo diría en voz alta ya que su orgullo no lo soportaría. En fin dio un trago a su bebida mientras se giraba con él, observando en lugar. En una de las mesas había un tipo encapuchado pero de no ser porque su corazón latía incluso hubiera pensado que se trataba de un voltarado aunque parecía igual que buscapleitos que uno cuando asió a la camarera de la mano y le habló de una forma poco amable. Alexander quería reír, porque le daban risa los buscones, sobretodo cuando era humanos miserables pero al mismo tiempo le molestaba aquella actitud de "soy la gran cosa" cuando en realidad no valían un bledo de lo que querían aparentar.
—Me encanta cuando se hacen los machitos, es tan divertido hacerles saber que no lo son— comentó tranquilo, aunque con un deje de malicia y diversión en su voz—. Creo que iré a encargarme de ése. Dame cinco minutos.
Alexander se puso en pie con su elegancia y galantería casual, deslizando sus manos dentro de los bolsillos en actitud pasiva pero ¡oh aquellos que se atrevieran a romper aquella pose caerían en la peor de las desgracias! Ya habría tiempo para su hermano, era hora de salvar a la damisela en peligro.

#Partida terminada por inactividad.