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One last night in London (Nala R. Ingram) (+18)
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Twilight Moon :: Europa :: Inglaterra
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One last night in London (Nala R. Ingram) (+18)
Recuerdo del primer mensaje :
Sus pasos sonaban en las tranquilas calles de Londres apesar de ser una gran metrópolis no era tan bulliciosa como era New York o San Francisco pero era por mucho la ciudad más bella que el hubiera visto en sus más de cuatrocientos años de vida y no lo decía sólo por ser el nacido del Reino Unido.
Habían pasado pocos días desde que había hablado con esas chicas: Shana y Bárbara un adorable par de mujercitas una vampiro y una mujer Half....niña Half más bien pero de todas formas hubo algo en ellas que lo toco profundamente quizás fue el recuerdo de Alice y Nessy o quizás sólo era que tantos años de neutral al fin lo dejaron ver que sólo se mantenía alejado de los problema porque no había tomado tiempo de buscar algo que defender, más ahora había algo que proteger.
Estaba listo para ir a Volterra habia muchas cosas que hacer y muchas palancas que mover y muy poco tiempo para realizarlo todo más no le importaba mucho el estaba listo. Sus pasos lo llevaron a un viejo club, algo escondido del que escucho hablar una vez. Sonrió, si moriría pronto haría que su última noche en Londres valiera la pena.
Sus pasos lo encaminaron a entrar al lugar y esperar una noche divertida,, después de todo ¿El héroe no se merecía un premio?
Sus pasos sonaban en las tranquilas calles de Londres apesar de ser una gran metrópolis no era tan bulliciosa como era New York o San Francisco pero era por mucho la ciudad más bella que el hubiera visto en sus más de cuatrocientos años de vida y no lo decía sólo por ser el nacido del Reino Unido.
Habían pasado pocos días desde que había hablado con esas chicas: Shana y Bárbara un adorable par de mujercitas una vampiro y una mujer Half....niña Half más bien pero de todas formas hubo algo en ellas que lo toco profundamente quizás fue el recuerdo de Alice y Nessy o quizás sólo era que tantos años de neutral al fin lo dejaron ver que sólo se mantenía alejado de los problema porque no había tomado tiempo de buscar algo que defender, más ahora había algo que proteger.
Estaba listo para ir a Volterra habia muchas cosas que hacer y muchas palancas que mover y muy poco tiempo para realizarlo todo más no le importaba mucho el estaba listo. Sus pasos lo llevaron a un viejo club, algo escondido del que escucho hablar una vez. Sonrió, si moriría pronto haría que su última noche en Londres valiera la pena.
Sus pasos lo encaminaron a entrar al lugar y esperar una noche divertida,, después de todo ¿El héroe no se merecía un premio?
Última edición por Robert Noback el Sáb Dic 08, 2012 2:26 am, editado 1 vez
Robert Noback- Mensajes : 411
Localización : Depende ¿dónde me deseas?
Re: One last night in London (Nala R. Ingram) (+18)
El fuego, como la corriente de un río, recorría su cuerpo desde todas direcciones como un embudo acelerando su corazón y desembocando en su sexo en forma de certeros golpes de látigo. Cada golpe era un aliento robado, por lo que su respiracion era agitada y dificultosa por la densidad del aire colmado del aroma a lujuria, deseo, pasión y sexo que ellos emanaban en cantidades industriales, un aliento que intentaba recuperar pero las embestidas del muchacho se lo prohibían, generando más y más golpes de aquel látigo de fuego bajo su piel.
Las sensaciones que el vampiro le provocaba eran totalmente diferentes a las que otros le habían propinado, siempre tibios y lentos de una manera aburrida y monótona haciendo que difícilmente llegue a un orgasmo real y con todas las letras. En cambio, solo su gélido roce contra los senos de la muchacha la habían excitado lo suficiente para que sus pezones se erectaran y endurecieran.
¿Sería el frío de su piel? ¿la suavidad de su tacto, suave y fuerte al mismo tiempo? ¿La calidez que emanaba a pesar de su fría y eterna condición? ¿La sensualidad de sus palabras tacitas? ¿Sería la sensación de peligro o el presagio de muerte que representaba su acompañante? No lo sabía y, buenas primeras, no le interesaba saberlo, solo le interesaba disfrutar del cuerpo del muchacho y las caricias que el le propinaba haciéndola delirar.
Sus aromas, el propio y el del muchacho, le advertían que estaban ambos próximos al orgasmo y ella estaba a punto de llegar al risco del placer. Los movimientos de la muchacha lo incitaron a la profundidad, manteniéndose un par de segundos más cada vez que él estaba llenándola completamente con la pelvis de el presionada contra su entrepierna jadeando en su oído suavemente.
Cada inspiración quemaba su nariz de una manera poco excitante gracias al aroma a vampiro pero había algo que acompañaba aquel efluvio, algo que lograba excitarla y temer al mismo tiempo. Muerte, su cuerpo emanaba un fuerte aroma a muerte y eso le encantaba.
¿Debía parar? Jamás su mente le permitiría parar tal danza pasional, tal placer provocado, tal carrera al orgasmo, tal corazón desbocado y los orgasmos que estaba segura el le haría alcanzar. Imaginando aquello, rozó la punta del orgasmo soltando un gemido en su oído.
Las sensaciones que el vampiro le provocaba eran totalmente diferentes a las que otros le habían propinado, siempre tibios y lentos de una manera aburrida y monótona haciendo que difícilmente llegue a un orgasmo real y con todas las letras. En cambio, solo su gélido roce contra los senos de la muchacha la habían excitado lo suficiente para que sus pezones se erectaran y endurecieran.
¿Sería el frío de su piel? ¿la suavidad de su tacto, suave y fuerte al mismo tiempo? ¿La calidez que emanaba a pesar de su fría y eterna condición? ¿La sensualidad de sus palabras tacitas? ¿Sería la sensación de peligro o el presagio de muerte que representaba su acompañante? No lo sabía y, buenas primeras, no le interesaba saberlo, solo le interesaba disfrutar del cuerpo del muchacho y las caricias que el le propinaba haciéndola delirar.
Sus aromas, el propio y el del muchacho, le advertían que estaban ambos próximos al orgasmo y ella estaba a punto de llegar al risco del placer. Los movimientos de la muchacha lo incitaron a la profundidad, manteniéndose un par de segundos más cada vez que él estaba llenándola completamente con la pelvis de el presionada contra su entrepierna jadeando en su oído suavemente.
Cada inspiración quemaba su nariz de una manera poco excitante gracias al aroma a vampiro pero había algo que acompañaba aquel efluvio, algo que lograba excitarla y temer al mismo tiempo. Muerte, su cuerpo emanaba un fuerte aroma a muerte y eso le encantaba.
¿Debía parar? Jamás su mente le permitiría parar tal danza pasional, tal placer provocado, tal carrera al orgasmo, tal corazón desbocado y los orgasmos que estaba segura el le haría alcanzar. Imaginando aquello, rozó la punta del orgasmo soltando un gemido en su oído.
Nala R. Ingram- Mensajes : 180
Re: One last night in London (Nala R. Ingram) (+18)
Cada movimiento, cada jadeo ¡Cada jodido segundo era perfecto! No habia nada en esa mujer que no le gritara que huyera, o que la decapitara en el acto. Su pura presencia simbolizaba tapar su nariz por el despreciable aroma que tenia y aun asi le tenia bajo el con sus labios besando y lamiendo su cuello, su menton, sus labios ¡Ah! ¡Sus labios! Esas bellezas que hacen al mismo Miguel Angel ver como un novato sin valor en comparacion, parecian esculpidos por los mismos arcangeles y aun en su hinchazon por los salvajes besos que el le daba no perdian su belleza su perfeccion su inherente lujuria.
¿Como era posible que fuese tan perfecta? Era tan mortal y peligrosa como para odiarla, pero no lo suficiente como para forzarlo. Era tan hermosa, tan sensual, tan bella como para enamorarse de ella, pero no lo suficiente como para olvidar que era una loba ¡Que mujer tan ideal! La muerte de seda, la Parka en un bello vestido atrayendole con su dedo hacia una jadeante y excitante muerte ¡Que deliciosa manera de morir! ¡Que bella forma de arrojarse a los lobos!...O loba.
Sus besos volvieron a sus labios, con un salvajismo casi animal no podia creer como era que esa mujer despertaba su instinto salvaje que el siempre creyo tener perfectamente dominado. Nunca habia sido un hombre de fe, pero la manera en que ella le daba placer, sus movimientos, su cuerpo ¡Su bendito y ardiente cuerpo! Compensaban por mucho lo muerto y frio de su ser envolviendolo en su propio calor corporal, compartiendolo y sintiendose ambos mas humanos que en ningun momento. Si hubo un momento donde deseo ser un humano, fue ese y a la vez, agradecio ser inmortal para poder seguir en ese tiempo y poder hacer suya a semejante diosa de la noche.
Sus piernas temblaban ligeramente, su torax daba ligeros espasmos de placer ¡Que delicia de mujer! Una mueca aparecio en sus labios entre los feroces besos que le daba y se separo para dejarla respirar, sus besos se encaminaron a su menton, a su cuello, a su clavicula terminando en esos bellos y perfectos cenos saboreando con lujuria y pasion esa bella piel tan intima y tan de ella. Su miembro estaba al punto culmine de placer, ninguna mujer en cuatrocientos años le habia satisfecho de semejante forma, ninguna mujer le hizo rozar ese punto tan placentero, tan unico, tan humano.
El punto culmine estaba cerca, lo sentia pero no lo rehuia, no, lo anhelaba, lo deseaba como no habia deseado un orgasmo en cuatro siglos esta mujer le tenia plenamente satisfecho y aunque algo muy dentro de el le decia que no queria que ese pasional momento se termine tampoco deseaba prolongarlo mas, no por desear que ese inmenso placer termine si no por desear sentirse en el pleno placer terminar en una explosion donde cada poro de su cuerpo se dispare de una manera salvaje y pasional en lujuria casi solida, tangible ¡Real!
No habia pausa, no habia descanzo, eran dos amantes, dos enemigos, dos monstruos que debian ser solo mitos. Pero nada de eso importaba ya, no importaban las leyes, no importaban los instintos, no importaba lo que era correcto o lo que no...porque eso se sentia demaciado correcto. Semejante placer podia ser cosa del diablo y si asi era ¡Que venga Lucifer mismo por mi alma! Penso el vampiro pues semejante angel no podia dar su cuerpo sin un pago tan intenso como su misma alma, pero no...no era un angel, no un angel del cielo almenos, era un angel de la muerte....su angel de la muerte.
¿Como era posible que fuese tan perfecta? Era tan mortal y peligrosa como para odiarla, pero no lo suficiente como para forzarlo. Era tan hermosa, tan sensual, tan bella como para enamorarse de ella, pero no lo suficiente como para olvidar que era una loba ¡Que mujer tan ideal! La muerte de seda, la Parka en un bello vestido atrayendole con su dedo hacia una jadeante y excitante muerte ¡Que deliciosa manera de morir! ¡Que bella forma de arrojarse a los lobos!...O loba.
Sus besos volvieron a sus labios, con un salvajismo casi animal no podia creer como era que esa mujer despertaba su instinto salvaje que el siempre creyo tener perfectamente dominado. Nunca habia sido un hombre de fe, pero la manera en que ella le daba placer, sus movimientos, su cuerpo ¡Su bendito y ardiente cuerpo! Compensaban por mucho lo muerto y frio de su ser envolviendolo en su propio calor corporal, compartiendolo y sintiendose ambos mas humanos que en ningun momento. Si hubo un momento donde deseo ser un humano, fue ese y a la vez, agradecio ser inmortal para poder seguir en ese tiempo y poder hacer suya a semejante diosa de la noche.
Sus piernas temblaban ligeramente, su torax daba ligeros espasmos de placer ¡Que delicia de mujer! Una mueca aparecio en sus labios entre los feroces besos que le daba y se separo para dejarla respirar, sus besos se encaminaron a su menton, a su cuello, a su clavicula terminando en esos bellos y perfectos cenos saboreando con lujuria y pasion esa bella piel tan intima y tan de ella. Su miembro estaba al punto culmine de placer, ninguna mujer en cuatrocientos años le habia satisfecho de semejante forma, ninguna mujer le hizo rozar ese punto tan placentero, tan unico, tan humano.
El punto culmine estaba cerca, lo sentia pero no lo rehuia, no, lo anhelaba, lo deseaba como no habia deseado un orgasmo en cuatro siglos esta mujer le tenia plenamente satisfecho y aunque algo muy dentro de el le decia que no queria que ese pasional momento se termine tampoco deseaba prolongarlo mas, no por desear que ese inmenso placer termine si no por desear sentirse en el pleno placer terminar en una explosion donde cada poro de su cuerpo se dispare de una manera salvaje y pasional en lujuria casi solida, tangible ¡Real!
No habia pausa, no habia descanzo, eran dos amantes, dos enemigos, dos monstruos que debian ser solo mitos. Pero nada de eso importaba ya, no importaban las leyes, no importaban los instintos, no importaba lo que era correcto o lo que no...porque eso se sentia demaciado correcto. Semejante placer podia ser cosa del diablo y si asi era ¡Que venga Lucifer mismo por mi alma! Penso el vampiro pues semejante angel no podia dar su cuerpo sin un pago tan intenso como su misma alma, pero no...no era un angel, no un angel del cielo almenos, era un angel de la muerte....su angel de la muerte.
Robert Noback- Mensajes : 411
Localización : Depende ¿dónde me deseas?
Re: One last night in London (Nala R. Ingram) (+18)
¿Cómo explicar lo que sientes cuando toda palabra existente carece de suficiente valor, potencia, enormidad para describirlo? El deseo, la lujuria, la pasión, la excitación, la locura del tempano de hielo y el infierno combinados en un sentimiento explosivo que recorre su cuerpo entero con una sola meta. Llegar al punto culmine de la excitación como no lo había hecho antes con ningún humano o lobo con el que hubiera estado.
Era un vampiro, joder, pero aquel vampiro estaba haciéndola tocar el cielo con las manos de la forma más literal que había sentido. ¿Su aroma a muerte era la causa? ¿El peligro? ¿La prohibición cultural? ¿Su salvaje instinto gritándole que se detenga pero, al mismo tiempo, que siga sin interrupción? ¿Le importaba? La respuesta a aquella interrogativa era un rotundo no.
¿Qué le importaba a ella cual era la causa que hacía tan perfecto el momento? Claro que no le importaba, mientras pudiera disfrutarlo y hacer a si compañero disfrutarlo tanto como ella porque, ¿Qué era de una noche apasionada si al final de la velada te dabas cuenta que tu acompañante no se había sentido tan al límite como tú?
Sus labios se movían feroces contra los fríos y duros, que en aquellos momentos eran el más perfecto remedio para la temperatura corporal de la loba, labios del vampiro de cabellos de oro. Oh, por favor, que hombre. Aquel vampiro había logrado lo que cientos de hombres y licántropos habían intentado durante cuatro años en tan solo una hora, aquel ser había logrado que Nala se entregase a él. La había analizado, había captado su atención, la había rechazado por unos momentos avivando el desafío, la había vuelto presa en lugar de cazador y al final había logrado llegar a aquel lugar legendario para muchos. Su privado.
Los labios de la muchacha fueron liberados por los ajenos, quienes descubrieron el punto débil de la loba, haciéndola perder el aliento en jadeos de placer. Cada beso, cada mordida y cada roce con su lengua despertaban millones de descargas eléctricas en su piel, quienes se unían a la corriente de fuego que iba en descenso por su vientre. Las manos de la muchacha vagaron por el pecho del vampiro, una cerrándose en torno a su hombro derecho, ayudándose por este para continuar con los movimientos ascendientes y descendientes, mientras que la otra vagó a su nuca hundiendo los dedos en su cabello y atrayéndole más contra sus pechos, dejándolo hacer estragos en su cuepo.
No había forma de ahuyentarlo un poco más, no deseaba ahuyentarlo ni un segundo más. El momento culmine había llegado, haciéndola estallar a su alrededor, ahogando un ronco gemido contra su cuello, con el rostro escondido en el mismo y las uñas arañando su piel con necesidad mientras la impotencia surgía en ella al darse cuenta que no podía pronunciar su nombre en aquel gemido ronco y lleno de total satisfacción puesto que no lo sabía. Se detuvo un momento, gimiendo repetidas veces mientras los espasmos de placer hacían su sexo contraerse, oprimiendo su miembro y moviendo su pelvis, antes de volver a moverse en cuestión de segundos, buscando hacerlo llegar con ella.
¿Qué clase de vampiro era ese? Ese ser no era un vampiro, ese ser era su perfecto caballero de la noche. Solo suyo…al menos por aquella noche.
Era un vampiro, joder, pero aquel vampiro estaba haciéndola tocar el cielo con las manos de la forma más literal que había sentido. ¿Su aroma a muerte era la causa? ¿El peligro? ¿La prohibición cultural? ¿Su salvaje instinto gritándole que se detenga pero, al mismo tiempo, que siga sin interrupción? ¿Le importaba? La respuesta a aquella interrogativa era un rotundo no.
¿Qué le importaba a ella cual era la causa que hacía tan perfecto el momento? Claro que no le importaba, mientras pudiera disfrutarlo y hacer a si compañero disfrutarlo tanto como ella porque, ¿Qué era de una noche apasionada si al final de la velada te dabas cuenta que tu acompañante no se había sentido tan al límite como tú?
Sus labios se movían feroces contra los fríos y duros, que en aquellos momentos eran el más perfecto remedio para la temperatura corporal de la loba, labios del vampiro de cabellos de oro. Oh, por favor, que hombre. Aquel vampiro había logrado lo que cientos de hombres y licántropos habían intentado durante cuatro años en tan solo una hora, aquel ser había logrado que Nala se entregase a él. La había analizado, había captado su atención, la había rechazado por unos momentos avivando el desafío, la había vuelto presa en lugar de cazador y al final había logrado llegar a aquel lugar legendario para muchos. Su privado.
Los labios de la muchacha fueron liberados por los ajenos, quienes descubrieron el punto débil de la loba, haciéndola perder el aliento en jadeos de placer. Cada beso, cada mordida y cada roce con su lengua despertaban millones de descargas eléctricas en su piel, quienes se unían a la corriente de fuego que iba en descenso por su vientre. Las manos de la muchacha vagaron por el pecho del vampiro, una cerrándose en torno a su hombro derecho, ayudándose por este para continuar con los movimientos ascendientes y descendientes, mientras que la otra vagó a su nuca hundiendo los dedos en su cabello y atrayéndole más contra sus pechos, dejándolo hacer estragos en su cuepo.
No había forma de ahuyentarlo un poco más, no deseaba ahuyentarlo ni un segundo más. El momento culmine había llegado, haciéndola estallar a su alrededor, ahogando un ronco gemido contra su cuello, con el rostro escondido en el mismo y las uñas arañando su piel con necesidad mientras la impotencia surgía en ella al darse cuenta que no podía pronunciar su nombre en aquel gemido ronco y lleno de total satisfacción puesto que no lo sabía. Se detuvo un momento, gimiendo repetidas veces mientras los espasmos de placer hacían su sexo contraerse, oprimiendo su miembro y moviendo su pelvis, antes de volver a moverse en cuestión de segundos, buscando hacerlo llegar con ella.
¿Qué clase de vampiro era ese? Ese ser no era un vampiro, ese ser era su perfecto caballero de la noche. Solo suyo…al menos por aquella noche.
Nala R. Ingram- Mensajes : 180
Re: One last night in London (Nala R. Ingram) (+18)
# Partida Abandonada.
Nala R. Ingram- Mensajes : 180
Jane Volturi- νσℓтυяι ρяιи¢єѕѕ
- Mensajes : 3604
Localización : Volterra (Italia)
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