¿Hombres lobos en París? ¡Eso no se ha visto antes! (?) [Melanie Auditore - Alargor]

París, Francia.

Luna llena... Había pasado y sentía una carga mucho menor en los hombros al saber que ya no debía alimentar los deseos de la bestia por algún tiempo y podía volver a tener total control sobre mis acciones. Ya no era algo que me enloquecía como lo habría hecho hace unos 900 años atrás o tal vez más. Como era de costumbre, estaba en mi bodega sacándole el polvo a los fusiles y tratando de recordar todo lo que había acontecido la noche anterior, pero lo único que recordaba era aquel leve momento donde pude tener control sobre la bestia unos segundos. Recordaba que estaba en algún bosque cercano y que otra manada de mi tipo había aparecido por la ciudad. Casi siempre esos encuentros eran malos para mi, así que supuse que la bestia creyó que sabría que hacer y claro, me aleje de la manada antes de que pudieran saltar sobre mi. Luego, amanecí en el parque cercano a mi bodega, desnudo y cubierto de sangre como siempre.

Entonces alguien entró en mi bodega. – ¡Maldito! Llevas casi un año sin pagar la renta y crees que puedes aparecer como si nada. ¡Más te vale que me pagues ahora mismo! – Gritó el dueño del lugar... Suspiré y lo último que se escuchó fue el ruido sordo del cadáver al golpear contra el suelo. Entonces dejé el revolver con silenciador de un lado para seguir limpiando mi otra arma. No me importaba, nadie entraba ahí y así tenía comida al menos para la semana sin necesidad de cazar. Siempre cambiaban al dueño por lo mismo y como ninguno me conocía hasta que llegaba el momento de pagar la renta, hacía las cosas más fáciles. Sobre todo cuando el tipo era un cretino que llegaba sin más a gritarme.

Tras limpiar el arma fui a comprar unas cervezas para la noche y comencé a deambular por la ciudad. Era lo que acostumbraba hacer. Sabía que habían vampiros y de todo, pero la gran mayoría conocía algo de mi reputación y no se atrevían a atacar, así que podía caminar por la única ciudad donde algo esta legalmente bajo mi nombre. Patrullar las calles también era la forma de reclamar mi territorio cuando volvía de un viaje largo. Además, debía asegurarme de que la manada de ayer no se pusiera a cazar humanos como si fuese una fiesta. Mi reputación no era buena y si eran hijos de la luna, seguramente la responsabilidad caería en mi. Tenía enemigos en esa ciudad, no les tenía miedo, pero nunca me ha gustado ser el iniciador de una guerra sin sentido y mucho menos cuando soy yo quien intenta detenerla.

Nuevamente en París. No era un lugar que apreciara bastante, pero tenía bastantes buenos recuerdos del lugar a lo que su conocimiento respecta.
Habían pasado muchísimos años desde la última vez que había puesto un pie en estas tierras & eso podía notarse por el rostro que puso al ver lo cambiado que estaba el lugar desde aquel entonces. Quitó del rostro aquella expresión estupefacta para encender un cigarrillo & caminar con suma tranquilidad por las calles de la ciudad de la luz & del amor.
Pese a que los tiempos cambiaron para peor, ella se sentía natural, tranquila e incluso humana, aún sabiendo que parte de su humanidad había sido arrebata hace ya tiempo.

En su vago camino, echo una mirada hacia un bar. Conocía el lugar aún sin siquiera conocerlo. Aquel pequeño territorio es donde ella había estudiado escritura siglos atrás. Esbozó una leve pero forzada sonrisa & entró al bar, en donde se encontró ni más ni menos con gente ebria.
Pese a que con los años quedó fascinada con el alcohol, algo que odiaba era la gente que se dejaba controlar por él. Los veía como primates, vulnerables, matándose por otro jarrón de cerveza solo para hacer el ridículo con ellos mismos.
Se sentó en la barra & pidió una copa de Ginebra. Varios hombres se le acercaron, creyendo tener una oportunidad de conquistarla & llevársela a la cama ésta noche, pero ella negó cualquier petición que le fue otorgada. En lo bajo, quería reírse ya que varios de aquellos hombres eran casados, incluso en un momento llegó a preguntarse qué diablos hacían sus mujeres como para que dejar que concurrieran a estos bajos lugares. Ciudad del amor... Sí, claro.

Observó su reloj en la tercera copa de Ginebra. 1:15 de la madrugada. El alcohol no le hacía ningún efecto ya, eso era seguro. Un hombre osado se permitió tomarla de la mano & querer hacerla bailar, pero por reflejos ella respondió con un puñetazo en el rostro del señor.
Este acto finalizó con la expulsión de ella del lugar. Dejó pocos billetes en la barra & se marchó sin protestar. Su bajo perfil esta vez no había resultado de la forma que quería.

Comenzó a limpiarse la sangre perteneciente a su "víctima" de los nudillos cuando se percató de la presencia de otro lobo. Sus sentidos del olfato agudo las llevaron a un hombre de rastas & robusto.

Observó en aquel hombre un aspecto desquiciado, autoritario, desorientado, tal vez descuidado... Los típicos aspectos de un lobuno de mil años. ¿Cómo lo sabe ella? Pasó por esa etapa.
No optó por molestarlo, solo por no invadir nuevamente su perfil bajo, no obstante lo observó detenidamente ya que parecía vigilar el lugar. Le resultaba bastante entretenido darse cuenta de que las tierras que antes eran de nadie, ahora eran pertenecientes de alguien que creía poseerlas. Tal vez poseía algo suyo en ese lugar que lo retenía ahí, pero eso realmente no era incumbencia de esta joven.

Vi a unos agentes más al frente. Venían en grupo y con un paquete en medio. Vestían de negro, traje típico de guardaespaldas. Hace algún tiempo trabajé con esos tipos, pero terminaron traicionándome y atacándome por querer quedarme con el crédito de una misión que realice sin cumplir las reglas de organización, sabiendo que mi contrato siempre dice, mi trabajo; mis reglas. El jefe de los agentes me miro detenidamente, a lo que no hice mucho caso, simplemente respondí con el ceño fruncido. Sacando un revolver de mi bolsillo para hacerlo girar al rededor de mi indice como si nada. Los tipos lo notaron, pero se limitaron a seguir con su camino.

Entonces sentí un olor extrañamente familiar. No era de alguien conocido, pero si de un “hermano”. No solía ser de aquellos que respetaran esa irónica “hermandad de la raza”, pero a veces era hasta cierto punto gracioso usar esa palabra. Seguí caminando hasta la mitad de una plaza, esperando a que pasará algo interesante y aprovechando de descansar unos minutos. Aún sentía el olor del otro licántropo, pero no me puse a seguirlo. No era de esos que gustaban socializar entre hermanos de raza y me gustaba recalcarlo, además no estaba haciendo ningún escándalo.

Varios humanos iban y venían por aquel parque. Estaba en las cercanías de la torre eiffel y había poca vigilancia gracias a esto. Lugar perfecto para ataques de vampiros y hombres lobos. Cualquiera de los dos con algo de hambre no dudaría en atacar ahí.

Un grupo de tres vampiros aparecieron frente a mi, pero tampoco hicieron nada más aparte de pasar de largo. Sonreí ante ese hecho. Era como si ya la gran mayoría hubiese informado a los nuevos sobre mi o simplemente tuve la suerte de cruzarme con vampiros pacifistas. Como sea, agradecí que no intentaran atacarme puesto que tampoco era de esos que odiaba a los vampiros. Odiaba más participar en una guerra de la cual no me pidieron formar parte o informaron si quiera que existía. No era mi responsabilidad participar en esa guerra. Si querían culpar a alguien debía ser a quien me transformó por no haberme informado si quiera de mi “nueva” condición.

Me puse a beber sentado con la espalda apoyada a un tronco. No podía quitar mi mente de la manada de anoche, no era común que recordará algo durante la luna llena, ni mucho menos poder tomar el control, aunque sea temporal. – Seguramente debió haberse tratado de ella... – Dije para mi mismo en voz alta, apretando con fuerza la lata, pero procurando no romperla puesto que quería seguir bebiendo.