Cuestiones de negocios-Amarylis Maddox LeFae

En el último piso de aquel edificio, ella hacía un silencioso llenado de papeles, sólo dejando que el silencio se interrumpiera por los teléfonos que contestaba su secretario y sus cuatro teléfonos móviles. Su delicada y elaborada firma que había cambiado recientemente, estaba ya puesta con pluma fuente en un montón de papeles. Terminaría rápido si sólo los firmara, pero Irene Daleninar sabía que ningún contrato puede irse firmado sin antes leerlo. Sus años de experiencia le decían que era una tendencia de los humanos apelar al sentido de flojera innato de ellos, sin leer los puntos que ellos no deseaban leer. Pero, ella no era humana desde hace mucho tiempo, y por lo mismo no se dejaba engañar por esos insignificantes trucos baratos.

La acompañaban en esa noche una copa de vino tinto, hecha de cristalería veneciana. El vino obviamente, era de sus mejores cosechas. Si deseaba poner a su industria en la vanguardia, ella misma tenía que comprobar su calidad. No era una labor que dejaba a los torpes y poco sensibles paladares humanos. Si a su lengua, no era desagradable...menos lo sería a la lengua de otros. Claro, tenía que depender de los humanos, pero no se mantendría encerrada si deseaba mantener la empresa y mejor aún, crecer en ella. También, estaba al pendiente de sus trabajadores, incluso en ocasiones se aventuraba a ir a cenar con alguno de ellos, para conocerlos mejor. No les pedía una cena exuberante, con lo que ellos comieran bastaba. Era un buen truco, para escuchar a sus empleados, y usar su don para leerlos. Si...el control era la naturaleza de Daleninar, y estaba bastante orgullosa de ello.

Era un día realmente calmado, la lluvia como siempre amenazaba Londres. Ella estaba esperando una cita. No era un gran empresario al que recibiría, tampoco era un empleado al que le informaría que visitaría su casa. No, esta vez tenía otros planes en mente. Tendría el placer de recibir por la recomendación de un vampiro, a una bruja. No era cualquier bruja la que necesitaba, no...ella según su informante, era capaz de todo. Y esa capacidad era la que necesitaba Irene.

El viejo vampiro que competía con ella en los ámbitos mercantiles, había intentado lanzarle un hechizo de la misma naturaleza, claro que no contaba con su amistad con brujas poderosas, capaz de hacerle frente a su maldición...pero nadie buscaba dañar a Irene sin recibir lo mismo a cambio. Nadie.

Entonces, como pago a ese atrevimiento había mandado a traer a la última hija de Maddox y LeFae. Como buena mujer de negocios, le había mandado a investigar primero, antes de contratarla. Había matado a su familia. No era tan moralista para escandalizarse por ello. Su poder le bastaba, el resto no era su problema.

Una de sus limusinas había ido a recogerla, y esperaba llegase pronto. Por que sería una charla de negocios larga, como siempre que ella buscaba controlar. Siempre era así, sólo iba a esperar. Mientras tanto, más papeles eran firmados por su fría mano. Un día común.