¿Debilidad o simplemente negación?-Amarylis Maddox LeFae

Algo en lo cuál las brujas de aura como la suya eran especialistas era en afrontar las cosas como si no les temieran, pero era una especie de valentía diferente a la de las brujas blancas. Las brujas blancas generalmente saben que no tienen miedo, pero que no van a ser capaces de llegar a extremos que impliquen un daño, las brujas negras por el contrario, saben que ellas son capaces de hacer lo necesario. Después de todo, el fin justifica los medios. O al menos ese es uno de los principios que regía a mi tía. Las cosas para un bando o para otro siempre están justificadas en base a su punto de vista, pero creo que me estoy desviando.

Regresando la cinta a dónde le había puesto la pausa, ella me preguntó con una expresión divertida. Sonreí, y cerré el falso grimorio.-No, en realidad buscaba a una bruja que acababa de pasar, pero gracias por preguntar-después le invité a sentarse.-Si te buscaba a ti, pero no me gusta dar respuestas demasiado obvias. Le quita el punto de interés a un asunto o lleva muy rápido a un medio-ya me sentía como mi tía, siempre le daba vueltas a todo. A veces, tengo más cosas suyas que incluso de mi madre, pero suponía que era por el resentimiento hacía mi progenitora. De alguna forma sentía que la odiaba,  pero a la vez no podía decidirme por su culpa o influencia.

-La travesura...suena divertida, pero antes tengo curiosidad, ¿ser descubierta no es una asunto que te preocupe?-le mire llevando mis manos a mi barbilla, sin despegar mis ojos de su rostro. Era de una mandíbula prominente, ojos azules, intenso cabello rojo, casi tan intenso como su aura. Bonitas facciones, endurecidas por lo que el resentimiento crea. Maldición, ahora estoy pensando como mi madre. No estaba ayudándome mucho. En realidad si me preguntaban, siendo sincera me importaba un reverendo rábano si llevaba a cabo lo que su cabeza pensaba. No estaba muy segura, dado que mi don no es del todo fuerte aún, soy una bruja en pleno crecimiento y sigo en pañales en algunas cosas, pero sabía que seguramente si lo llevaba a cabo para algunos sería la última vez que verían la luz reflejarse en sus ojos. También podía percibir que no le importaba eso, era solamente diversión.

Tenía la misma vena que mi tía Marlene, entonces eso era más sencillo de ver si la pensaba como mi tía.

-Aunque quizás debas silenciar a los testigos, o por lo menos deberías posponerla para un momento en que menos personas busquen el calor de la chimenea o el sabor de café barato para sus paladares-irónico, de alguna forma también deseaba salvar inocentes. O al menos, salvar personas sin que se pusiera a cuestionar si eran algo nada más para un propósito. Eso no me gustaba, era la bipolaridad en su máxima expresión.  De nuevo le presté cara, para después deslizar mi mano sobre la superficie de esa mesa que estaba pulida con una cera de limón que sólo se encuentra en una tienda en la ciudad. -Además, también debes considerar la presencia de una de tus hermanas...más si puedes ofenderla-seguramente le valía dos rábanos, pero tampoco iba a hacer algo sin que yo estuviera de acuerdo, más cuando yo estaba aquí en primer lugar. Como le dije, sería una falta de respeto.

Si después de esto, sobrevivo recuérdenme que tengo que matar a mi tía. Maldición, era imposible no darse cuenta que me estaba embrujando desde el momento en que apelaba a mi lado maldoso. Si me preguntan, ¿realmente me importaban las vidas o las personas que en ese momento estaban ahí? La respuesta era, no realmente. A pesar de que mi don podía ver todo, escuchar todo, percibir todo...bueno, en la librería ya que seguía siendo joven en dominar la clarividencia. Me dio una punzada de: "Vamos Courtney, hazlo y que tía Marlene se sienta orgullosa de tu aceptación hacía la magia que ella tanto pregona". Por otro lado, me parecía escuchar la voz de mi madre: "Nuestros dones se nos fueron dados para ayudar a otros, no para perjudicarlos Julie".

Maldición, susurré mentalmente. Podía percibir era persuasiva. Más que la bruja promedio. Ella podía hacernos caer incluso a nosotras. Estaba literalmente, en la olla.

Como sea, me incorporé....no me gustaba que me manipularan. Tengo mi orgullo bien claro y bien puesto en regla. No entra dentro la menor de los Jones Merrow dejarse manipular, aunque éste sea un don. Lo malo es que, tenía siglos que no me enfrentaba cara a cara con una bruja, y menos con una que había pulverizado a su familia. No sabía mucho de linajes de brujas, pero podía ver que era de los Maddox....y los...LeFae. Incluso en el rincón que era Australia, nosotros sabíamos que las LeFae se debían tratar con pinzas, y ella había podido matar a su madre, a su hermana y a su padre sin dudarlo y sin ayuda. Joder....la magia oscura en ella latía y fluía. Pero me valía cinco pimientos, los Jones y los Merrow también tenemos nuestro trato de pinzas.

Sin duda, eso haría que la magia se fuera de mi lado blanco....pero luego pensé: "¿Por qué tengo que ser la buena aquí? ¿Acaso Londres me ha civilizado? Me he vengado de muchas brujas o humanos mundanos por menos que desafiarme. Tampoco soy del todo buena. Bien, puedo con ello"

-Debería importarte si me ofendes. Puede que seas poderosa, pero como lo has dicho...también yo lo soy-gruñí, y tuve que contenerme para que las chispas no salieran de mis manos.-Si me preguntas ¿deseo joderles la existencia por diversión? Claro...me encanta sentir el poder que eso le da a mi persona...pero...quizás...eso no me será suficiente-claro que quería, era más sencillo hacer lo que deseamos. Siempre lo dicen tanto mi madre como Marlene, pero...¿me podría detener? ¿O iba a buscar más víctimas?

Mi fuerza no era completa. El hecho de no tener un bando escogido, me hacía extremadamente vulnerable a ella. No era débil, una Jones Merrow jamás sería débil, pero no tener un bando escogido no me permitía usar la fuerza de uno o del otro. Como mencioné, era más sencillo hacer lo que deseas, pero de nuevo mi sentido de protección hacía aquellos que se encontraban en la biblioteca me hizo no desear ceder. Así que por un instante, la fuerza de mi madre se hizo presente. No podía dominarla por completo por que no le he abrazado como mi camino, pero de menos tenía la fuerza suficiente para pelear por ella.

-Me gusta sentir ese poder...pero en este momento, no es ni lo correcto, ni lo apropiado-estuve a punto de reírme de mi misma por semejante hipocresía ¿desde cuándo Courtney Julianne Jones Merrow hace lo correcto? Bueno, siempre existe un momento para cambiar de opinión y hacer la acción del día. Los seres humanos normales no podían ver, no eran conscientes del duelo que se estaba llevando en medio de ese panorama para defender sus vidas.

Lo que era la bendición de la inconsciencia. Probablemente ni siquiera sabían lo que estaba en juego. Esta bruja podría desaparecer sus existencias en lo que pasaban de página y después...después se explicarían el fenómeno con una patética excusa.

Eso me hizo vacilar, no habría testigos, todo podría quedar reducido a nada...nadie jamás sabría que dos brujas habían destruido el lugar...claro, al menos que fuera una bruja y lo sospechara, pero en teoría creo que se entiende mi punto.-¿Qué harás ahora que sabes mi respuesta?-si, la estaba retando, como dije...no soy tan buena como debería. Aunque si soy sincera, nunca he querido hacer lo que debo.

Nos miraban algunos, seguramente pensaban que era una discusión común y corriente. No iba a poder ocultar las cosas más tiempo, esperaba solamente que se fueran algunos de esa biblioteca, para que al menos libraran la posibilidad de ser restos de humano esparcidos por todos lados. A mi tía no le va a gustar ni dos pepinos que yo haya escogido por un momento sacrificarme antes que a los humanos rodéandome

Gritos, el aroma del café derramado, terror y pánico. En medio de la oscuridad sólo el olfato, el tacto y el oído eran los únicos aliados que teníamos los involucrados. Podía escuchar como las personas derribaban mesas, como algunos se escondían de ser golpeados por el lomo de los libros gruesos, o tumbaban las mesas para poder salir o rompían las ventanas. No sé como íbamos a cubrir este duelo sin que el mundo exterior no sospechara nada de la existencia de las brujas.

Maldición, pero dudo que estas personas al ser salvadas de la muerte se preocuparan por el método con lo cuál fue posible.

Aunque nadie se explicaba por que se caían los estantes, me ponía a pensar en los que quedarían debajo de ellos. No, no era ni por encima conveniente, además la imagen de niños o personas aplastadas por libros, impregnando sus páginas de lo que serían sus últimos momentos de vida.

La sola visión casi me provoca...no tiene caso decir que es lo que me provoca. Como pude, hice un contrarresto a su hechizo, por lo menos evitaba que fueran aplastados como nueces por un librero. Muchos no se explicaban por que terminaban volando por los aires o hacía atrás de los libreros.

Había llegado tarde para algunos. Lo sabía.

-¿Quieres divertirte? Bien, vamos a divertirnos-le miré y con un hechizo le apunté para que se fuera nalgas para atrás.-Te presento a mi propia idea de diversión, brujita-si, la estaba en teoría enfrentando a un duelo conmigo. Aunque con un aura así, podría si al menos tuviera el bando escogido. Si, era complicado...muy complicado.

Me di de lleno en el trasero. Me golpeé con uno de los estantes, con rudeza, pero me incorporé rápidamente viéndola, mientras me debatía en seguir ayudando o darle una buena...probada de lo que me había hecho. La esquina de un libro me dio en la cabeza, que estuvo a punto de abrirme la cabeza.

En lo que sentí como horas, pero seguramente fueron segundos, pasaron personas sangrantes a mi lado. Algunos...ni siquiera puedo pensar que llevaban muertos en sus brazos. Nunca pensé que una biblioteca que hace unos momentos era un lugar tranquilo para calentarse el trasero en esos días, ahora era la cuna de muchas muertes. El aroma del café se perdía entre el aroma a miedo, de papel, de hierro y sal, como era la misma sangre. Era totalmente caótico.

Me había lastimado el rostro y ensuciado. No podía entender como tan sólo con caerse unos libros, ya se hacía una catástrofe. Ella era feliz causando caos, era su estado natural. Lo hacía como diversión. Eso era mucho más tenebroso que hacerlo por algún deseo oculto. Le gustaba y no sólo eso, el desorden, el desastre era su elemento. Pude ver su expresión, era como música para sus oídos.

Era...como tía Marlene. O peor.

Sin embargo, yo también era caótica, pero a mi forma. La indecisión formaba mi propio caos, pero también era mi fuerza, por que me permitía llevar la balanza a un punto a otro, por que nunca tocaba los extremos. De alguna forma, mi magia era mía, no de un bando. Le miré furiosa, con el enfado bullendo por cada uno de mis poros.  Salvar a otros o pelear, iba a tener que escoger una. Pues bien, los quería salvar pero...no soy una niña buena.

Sin más, me decidí por la última, además así se distraía.-Permíteme devolverte el favor-ahora me asegure de no ser tan blandita y la lancé por los estantes para que también se diera. Mi magia era limitada, no podía usarla al cien por mi indecisión. Ninguno de los dos bandos me respondía como debía, no actuaba con la fuerza de ninguno, actuaba con mi propia fuerza, y aunque nada despreciable, era más sencillo cuando tenías un camino escogido.-No vayas a decir que soy descortés-si, ya estaba yendo al lado sádico, y pude sentir que estaba a punto de emplear...el otro lado de mi moneda.

Por poco mi trasero pasa a ser estofado de bruja. Claro, podía curarme con un ungüento de la quemadura, pero no sabía hasta donde podía haberme quemado. Su energía negativa me golpeó como si me hubiera dado un golpe marca diablo. Bueno, en más de un sentido.

Afortunadamente sólo algunas brazas habían tocado mi piel. Nada que lamentarse, pues afortunadamente llevaba algo para cubrir mis brazos. Me levanté, podía sentir mis manos lastimadas, pero de menos eran útiles. Al parecer muchos habían escapado. Que bien, por que ahora iba a empezar algo que no era conveniente los mortales vieran. Un duelo de brujas es algo imposible de esconder. En especial por la cantidad de encantamientos que se emplean. Me limpié la sangre de la boca.

Pude sentir que su aura estaba fascinada. Por supuesto, ella se había alimentado del dolor y la angustia de los que estaban peleando por su vida, pero yo...como no estaba inclinada hacía esas energías, iba a tener que alimentarme de mi propia esencia. Marca Courtney registrada, con Copyright incluido.

Me levanté, me puse sobre mis pies. El fuego estaba más vivo por que el impacto negativo le había dado, entonces eso incrementaba la fuerza de la llama. Era peligroso estar ahí. Hice el esfuerzo de levantar un hechizo protector. Lo logré, pero estaba agotada. De menos, esperaba sirviera para evitar que más personas pagaran con su vida.

-Eso me alegra mucho saberlo-un hechizo con la magia neutral salió de mis manos, lanzándola por los aires, en lo que yo aprovechaba el golpe que se daba para recuperar fuerzas.-No queremos que digan que una de las nuestras tiene malos modales-si, era sarcástica, si no me importaba que no fuera correcto, yo nunca he hecho lo correcto, sólo actuo en base a mis sentimientos. Si eso me gana la censura de las brujas es una de las cosas que menos me interesa. Ahora me interesaba...bueno, no importa. Lo importante es que tenía que recuperarme del gasto de energía. Y debía ser pronto.

Corrí, a escudarme en uno de los libreros que había formado una especie de tríangulo donde podía caber. Me tenía que recuperar, si no los resultados serían caóticos.

Mis heridas no eran tan graves, pero el uso de magia para hacer un escudo me había dejado un tanto menguada. En fin, si llegaba le iba a dar un hechizo que le volteara por completo.

Nunca fui demasiado alta, a pesar de que mi padre está cercano a los dos metros, sin embargo mi madre apenas me alcanza. Es más pequeña que yo, sin embargo, nunca lo había lamentado, si no hasta ahora. Los libros me golpearon en la cabeza, con mayor fuerza y una esquina de un tomo empastado me dio en el centro del cráneo. El dolor fue tanto que por unos instantes cerré mis ojos con fuerza, pues sentía una sensación fría yendo desde el origen del golpe hasta el resto de mi cabeza. Pude incluso escuchar un zumbido incómodo en los oídos. Vaya que era un impacto duro. Comprendía por que habían muerto tantos aplastados…

Espera un segundo…dije que había muertos. Cadáveres, el aroma del cabello, la carne quemada, apenas era superado por el aroma de los libros quemándose, el barniz de la madera arder, en un aroma que era de lo más desagradable, el papel…cientos de libros ardían, y eso no era bueno. Podía escuchar alarmas y sirenas de toda clase, incluso las alarmas a prueba de incendios. Las cenizas, el fuego y el humo nos rodeaban, pero no sería por mucho tiempo. Esas cosas alertaban sobre el uso de extintores…genial…lo había localizado, era cuestión de distraerla para llegar al extintor. Eso fue lo que hice.

-Te faltó mencionar dulce o truco, querida-le mire, avanzando ayudada por mi magia a través de los escombros y los restos. Podía moverme, a pesar de que el monóxido de carbono estaba invadiendo mis pulmones. Me asfixiaba, pero no se acababa aún el pollo que nos teníamos que comer ella y yo.-Mala niña, muy muy mala niña-dije negando con mi dedo índice y la lancé volando al fuego e hice que algunos libros cayeran encima de ella. Eso la distraería y además me la debía. Corrí, hacía el extintor. Al menos había que detener el incendio. Usaba mi magia, pero no podía dejar de estar aterrada y pasmada por la cantidad de cadáveres que se encontraban regados a mi paso, por las prendas de ropa, por los libros que eran destruidos o habían sido destruidos por el fuego.

¿Por qué demonios no habían puesto el extintor más cerca eh? No, tenían que ponerlo hasta el otro lado de la biblioteca en donde estaba Courtney. Muchas gracias, que considerados. Me lancé por él, y para variar...me torcí el maldito tobillo. Estúpida, estúpida, estúpida, me repetí una y otra vez, mientras tocaba el extintor. Estaba ardiendo. Si, si se lo preguntan fue la chorrocientas mil estupidez hecha por mí en menos de dos segundos. Si se preguntan si fui tan marica que grité, obviamente no soy un inmortal y todo me duele. Así que tomé el extintor y empecé a apagar el fuego, esperando mi distracción me diera el mayor tiempo posible.

Esa chica no estaba loca, estaba lo que seguía. No había salvado a muchos, e incluso por un instante me quedé paralizada, como si hubiera comido demasiado o algo por el estilo, con la mirada perdida, sin importarme el horno que era en el lugar. Sentí mis párpados pesados y ardientes, llenos de ceniza del lugar. A lo lejos, pude escuchar un suave llamado de auxilio. Era casi imperceptible, era el llanto de un menor.

Corría como si mi vida dependiera de ello entre aquellos escombros de madera, de ceniza, de papel, de cuero y de otras cosas más tenebrosas a mi paso. Traté de no pensar en ellas con toda mi energía, mientras daba lucha intensa a salvar a esa vida, como si pudiera redimirme del resto, como si con ella pudiera compensar los errores de mi orgullo.

Pensaba ingenuamente que, mientras existiera una vida más, ella no me ganaría; que al final se había salvado alguien más de su crueldad, de su naturaleza. Quizás fuera mezquino de mi parte aferrarme con tal fuerza a una esperanza, quizás lo hacía por una cuestión de orgullo...sin embargo, esa niña o niño iba a vivir hoy, a vivir por quien debido a mi necedad no pudo vivir más.

La saqué del lugar, con ayuda de mis manos. Todo el cuerpo me dolía como si me hubiera pasado una manada de elefantes encima, me quemaba la garganta por el fuego y por el monóxido que no me dejaba respirar, tenía sed y...ganas de vomitar.

Buscaba en todos lados para no encontrármela,casi rezando para no tener contacto con esa chica, pues la salvación de la niña, me había consumido todas las fuerzas.