Sexo, droga, alcohol y Rock&Roll {Mayra Canasa}

Mi tiempo de vacaciones había acabado y la vuelta al trabajo fue algo costosa. Nunca había tenido vacaciones tan buenas como las de este año.
Me encontraba en mi despacho con unos compañeros barajando varias opciones con respecto a la persecución y arresto de una pareja de traficantes que estaban intentando pasar cocaína por la frontera de Canadá.

He estado en contacto con las autoridades canadienses, tienen ya las descripciones y modus operandi. Ahora sólo queda esperar que caigan en la trampa. Hemos encontrado un zulo donde almacenan la droga que pasan. A partir de ahí salen unos túneles, conectados entre sí, que llegan hasta aquí.

Señalé en el plano que teníamos extendido sobre la mesa.

Después de varias horas de reunión me tomé un descanso y bajé a la cafetería de enfrente. Siempre iba allí así que ya me conocían. Le dediqué una sonrisa al encargado y mientras tomaba mi café me puse a ver un periódico que habían dejado ahí. En primera plana había una noticia de la crisis de Egipto, y por debajo, aparte de otras noticias, una de un concierto. ¡Los redactores no tenían ni idea de cómo colocar las noticias ya! Pensé cuando vi que, al lado de tanta catástrofe, accidentes y malas noticias habían puesto la de un concierto de un tipo que a-saber-quién-era. Bueno, yo no lo conocía, pero por lo visto era un tipo oriental que había llegado a occidente llenando sus conciertos. Alcé la vista y vi que en la cafetería también había un cartel. El concierto era hoy, concretamente ya se estaba celebrando. No le di ninguna importancia y seguí leyendo las noticias de  relevante interés.

Un accidente de un ferry…

Comencé a leer la nota, pero a poco de empezar mi teléfono corporativo sonó. Había habido un asesinato en un concierto, concretamente en el del tipo ese. No hubiera sonado mi teléfono de no haber sido porque el caso tenía que ver con drogas y crimen organizado. Dejé el dinero del café en la mesa y salí corriendo.



La policía ya había llevado el cadáver al depósito y allí fui a recoger los informes y el apta de defunción. Había sido un disparo certero en la cabeza, con trayectoria ligeramente descendente desde la nuca. Había atravesado su garganta. Según el informe, el cadáver portaba varios gramos -puede que hasta 1 o 2 kg- de drogas. Todo parecía indicar un ajuste de cuentas, o el encontronazo “casual” entre dos miembros de bandas rivales.

Los científicos me entregaron una carpeta con todas las pruebas detalladas y apunté el informe policial para cotejar lo ocurrido. Me dirigí con un compañero al lugar donde se había realizado el concierto. El cantante había desaparecido.

Quiero que le hagan volver y preste declaración.

Concluí mirando el lugar del crimen

▬Puede que sí haya visto algo inusual... Verá, pago para que un hombre extremadamente meticuloso y controlador acomode mi agenda con la disquera, los conciertos y otros gajes del oficio. Es mi publicista, Alexander▬ revolví en mi abrigo y le di la tarjeta de presentación del susodicho en nombre de Aries C. A▬. Mi publicista se marchó hace unas horas a Canadá pero como siempre, reunió al Staff días antes del concierto para planear el concierto y hacer un ensayo general. Siempre lo hace.

El artista se mostraba muy cooperante con respecto a la investigación. También había que tener en cuenta que este suceso era un jarro de agua fría para su carrera y le convenía mejorar su imagen ante las autoridades ya que los medios de comunicación se inventarían lo sucedido para buscar el morbo. Pero, aparte de eso, ese chico estaba colaborando de buena manera.

¿L55? ¿Podría ser un 1? 155…

Anoté todas las posibilidades, aunque remarqué las dos que me dijo él: L – I
No suponía un gran dato, así en frío, porque tanto L55, I55 ó 155 podrían ser muchísimas cosas, desde el modelo de un coche o de un Smartphone hasta a código secreto para él.


Después me dispuse a colocar en la hoja todas las descripciones que hacía, atenta para evitar que se me escapase algún detalle. El hombre hizo énfasis en una cicatriz nada común que cruzaba su mejilla. Ese tipo de cicatrices solían estar hechas por cortes con armas blancas en alguna reyerta.

Repetí  la descripción en voz alta de nuevo para asegurarme que estaba bien y continué escuchando lo que decía el joven artista.

Mmhh… Entonces, según dice, el señor McKlein no apareció hasta que Alexander había partido ya a Canadá, ¿cierto? Y otra cosa. ¿El acento sureño…? ¿Podría llegar a concretarme de qué país podría ser? ¿Qué idioma hablaba?

Aunque hablase inglés si no era nativo se podría diferenciar y podríamos descartar por nacionalidades.
Y a pesar de todo ahí había otra cosa extraña. Los de luces solían ser de los primeros en aparecer en el montaje de un espectáculo, después de los tramoyistas que armaban la estructura. Raro era que ese tipo hubiese llegado tarde, y más aún que lo hubiese hecho cuando su jefe se había ido ya. ¿Cómo recibiría las indicaciones? Era probable que no quisiera indicaciones… Unos golpes en la puerta me sacaron de mis pensamientos, y al instante vi a un compañero de la Policía. Me levanté de la silla y escribí el número que había dicho antes de las formas posibles.

Toma, tenemos que investigar esto. Es lo que el susodicho tenía escrito en la mano. Que no se escape nada. ¿Entendido? ¡Nada! Tenemos que llegar al fondo del asunto.

El agente asintió y también continuó con lo que había venido a  decirme. Uno de los focos estaba girado y apuntaba al público.

Quédate aquí con él. –Señalé al cantante con la cabeza y salí corriendo a donde estaba situado el escenario.


Me quedé en el borde del escenario mirando la marca de tiza en el lugar donde Jordan había sido disparado. Miré hacia arriba para comprobar que el foco estaba torcido respecto a los otros, era verdad lo que había dicho el compañero. Sin perder tiempo llamé a un agente que pasaba por ahí y le dije que encendiera los focos… Si podía ser sólo el que no estaba alineado.


Bajé a la zona del aforo y me coloqué lo más cerca posible de la mancha de tiza que mostraba la silueta del joven.

Y la luz tocó donde estaban situadas las piernas de la víctima. ¿Por qué uno de los focos del escenario apuntaba al público? Era una señal para saber a quién disparar, como el beso de la muerte. Pero ahora había otra incógnita. Si McKlein se encargaba de las luces, ¿quién disparó?

Volví a la sala donde se encontraba el cantante sin decir ni una palabra hasta que hube entrado.

Investiga un posible compinche.

Me senté frente al hombre y tomé mi libreta para continuar.

¿Había visto alguna vez más a McKlein? ¿Era trabajador habitual?

Zess evito bajo cualquier precipitado pensamiento reírse por la mueca que había hecho la chica policía. Era evidente que Alexander Dupont y ella no eran muy buenos amigos pero tan sólo un vampiro habría podido sentir el ligero cambio de ritmo que tomaba su corazón cuando pronunciaba el nombre del susodicho. Zess vio partir al policía en busca de nuevas informaciones pero Zess estaba seguro de que no encontrarían nada en el historial de la chica, una humana como cualquier otra nacida New Orleans y coladita por el mismo artista con el cual trabajaba. A estas horas estaría más angustiada por lo que pudo haberle sucedido a Zess que por la escena real del asesinato.

-Desde luego que llamaré si recuerdo algo más, agente.
Zess se mantuvo silente, meditando lo que se le decía. Tomó una honda respiración nuevamente, como para almacenar el olor de la policía sin embargo esta vez capto olores diferentes que no venían de una sangre apetitosa. No, este era el olor de un vampiro macho con quién ya había tenido un encuentro cercano no tan agradable. Zess sabía que si esta mujer estaba marcada por el olor de un vampiro no era precisamente por creerse que estos eran humanos. Había algo que se encendía y apagaba intermitentemente en la mente de Zess, estaba indeciso. ¿Debía arriesgarse? Su vista vampírica le había ayudado a percibir más de lo que estaba diciendo  pero no estaba seguro de si habría de hablar al respecto.

El híbrido miró en torno a sí mismo, comenzaba a ponerse nervioso por la forma en que los periodistas se acumulaban. Esto no sería bueno para sí mismo así que no tuvo otra opción. Se arriesgaría ahora que la chica había guardado su grabadora. Zess se inclinó sobre su silla y puso la mano suavemente sobre su hombro, como indicando que confiara en él, de modo que el Don no le afectara a ella. La miraba directamente a los ojos. Y el Don se expandió a través de la sala, las personas allí acumuladas comenzaron a sentirse extrañas como si de repente hubieran perdido la noción de lo que hacían y poco a poco se fueron alejando, incluso los policías; asegurándose así de que nadie más pudiera escucharlo, ni siquiera otros policías.

-Una cosa más, Mayra. Y quiero que esto quede fuera de todos los registros. No me importa de qué forma ni como lo vincules al asesinato pero pienso que deberías hacerlo. Vi una Mitsubishi azul aparcada, placa MBB18A. El conductor estaba hablando sobre tener el arma lista para el momento en que “ellos llegaran”. Aparcó en la calle 22, probablemente las cámaras de seguridad del banco hayan captado algo más. Es todo lo que puedo decirte.  

Cuando Zess soltó el hombro de Mayra todos los seres humanos en la zona habían abandonado el recinto y el híbrido se disponía a abandonar el lugar.
-Gusto en conocerla, agente. Mándele mis saludos a su pareja y pregúntele qué haría si tuviera hijos suyos- se puso en pie y se encaminó hacia la puerta.
No podía imaginarse a una Mayra humana teniendo niños híbridos y convirtiéndose en vampiros pero a Zess le gustaba pensar que la gente podía ser redimida. ¿Sería el ninja blanco capaz de desangrar a su propia sangre?