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Hay asesinatos en la ciudad del amor {Libre}
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Twilight Moon :: Europa :: Francia :: Paris
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Hay asesinatos en la ciudad del amor {Libre}
Nunca pensé que viajaría a París de este modo: por trabajo.
Siempre había pensado que ir a la ciudad del amor significaría éso precisamente, ir acompañada de la persona que amabas, seguramente a un viaje romántico o una luna de miel... O si no, un viaje con algunas amigas para recorrer las tiendas con bolsas, tipo Pretty Woman, visitar la Torre Eiffel y visitar el Louvre. Pero no, yo tenía que ir por trabajo. Así que tampoco podía disfrutar de París. No me daría tiempo a ir de turisteo por la zona porque estaba a jornada completa, y por la noche acababa tan cansada que, si no me tocaba hacer turno por la noche, caía rendida en mi cama. Al menos desde la ventana de mi hotel se podían ver algunos símbolos parisinos llenos de luces. Sería una buena foto para llevar. Y tal vez, si conseguía cambiarle el turno a algún compañero o fingir que investigaba por la zona podría darme un corto paseo por ahí. Aunque éso debía ser ya los últimos días, cuando todo estuviera más o menos hilado.
Pensé que otra vez habían sido los malditos neófitos, pero al parecer, no. Había sido el asesinato de un hombre. Las fuentes decían que no sabían nada, y éso era lo que teníamos que investigar, la cortina de humo que se cernía sobre el caso. Algunos decían que había sido un accidente, otros que había sido una pelea... Demasiadas hipótesis para un sólo camino.
Fui a la escena del crimen comiendo un sandwich que nos habían dado en el hotel. Una vez acabé, me lavé las manos y me puse guantes de látex para poder manipular las pruebas sin estropearlas.
Veámos a ver qué sorpresa nos encontramos.
Aún no vería el cuerpo ni la escena en sí, sólo me pasarían datos que ellos tenían y me contarían sus teorías.
Siempre había pensado que ir a la ciudad del amor significaría éso precisamente, ir acompañada de la persona que amabas, seguramente a un viaje romántico o una luna de miel... O si no, un viaje con algunas amigas para recorrer las tiendas con bolsas, tipo Pretty Woman, visitar la Torre Eiffel y visitar el Louvre. Pero no, yo tenía que ir por trabajo. Así que tampoco podía disfrutar de París. No me daría tiempo a ir de turisteo por la zona porque estaba a jornada completa, y por la noche acababa tan cansada que, si no me tocaba hacer turno por la noche, caía rendida en mi cama. Al menos desde la ventana de mi hotel se podían ver algunos símbolos parisinos llenos de luces. Sería una buena foto para llevar. Y tal vez, si conseguía cambiarle el turno a algún compañero o fingir que investigaba por la zona podría darme un corto paseo por ahí. Aunque éso debía ser ya los últimos días, cuando todo estuviera más o menos hilado.
Pensé que otra vez habían sido los malditos neófitos, pero al parecer, no. Había sido el asesinato de un hombre. Las fuentes decían que no sabían nada, y éso era lo que teníamos que investigar, la cortina de humo que se cernía sobre el caso. Algunos decían que había sido un accidente, otros que había sido una pelea... Demasiadas hipótesis para un sólo camino.
Fui a la escena del crimen comiendo un sandwich que nos habían dado en el hotel. Una vez acabé, me lavé las manos y me puse guantes de látex para poder manipular las pruebas sin estropearlas.
Veámos a ver qué sorpresa nos encontramos.
Aún no vería el cuerpo ni la escena en sí, sólo me pasarían datos que ellos tenían y me contarían sus teorías.
Mayra Canasa Ferreira- Mensajes : 175
Localización : Washington D.C - Rio de Janeiro
Re: Hay asesinatos en la ciudad del amor {Libre}
-¡¿Qué quieres decir con que han vendido la propiedad?!
El pelinegro se levantó enfurecido de su escritorio y plantó la mano en un golpe seco contra la madera, ésta retumbó estrepitosamente mientras el mensajero le miraba aterrado. El chico balbuceó unas cuantas estupideces, acerca de lo productivo que sería para la cede Alemana haber vendido aquella parte intacta del terreno, intentando calmar a su jefe pero aquello simplemente le hizo enojar más. Alexander recordó que debía comportarse, no deseaba tener más problemas con la policía -no al menos mientras tuviera a los Voltarados sobre sí-, se arregló la chaqueta y se acomodó sobre el asiento. Humanos, humanos inútiles que no podían simplemente hacer una llamada telefónica antes de darse a la tarea de molestar la vida a los demás. ¡Y lo más increíble de todo era que entre ellos mismos se molestaban! El hombre ya había empalidecido ante la violenta conducta del jefe pero no se atrevió a irse o siquiera inmutarse, entonces Alexander le ordenó que se fuera. Tenía que moverse rápido. Fue a casa para hacer maletas, sabía que iba a durar en París algún tiempo mientras solventaba la situación. Finalmente, llamó a Mae y le dijo que estaría afuera unos días, más no dijo en donde. Alexander tomó el móvil y llamó desde su celular a su nueva secretaria, Helena Müller atendió y habló con aquel no-sé-qué que tanto le había fascinado a Alexander y éste último sonrió victorioso de saber que su secretaria competente, a diferencia de su anterior secretaria incompetente, ya sabía reconocer su número.
-Helena, charme, llama al piloto. Tendré que viajar a Francia. Lo quiero aquí en menos de una hora.
El pelinegro se levantó enfurecido de su escritorio y plantó la mano en un golpe seco contra la madera, ésta retumbó estrepitosamente mientras el mensajero le miraba aterrado. El chico balbuceó unas cuantas estupideces, acerca de lo productivo que sería para la cede Alemana haber vendido aquella parte intacta del terreno, intentando calmar a su jefe pero aquello simplemente le hizo enojar más. Alexander recordó que debía comportarse, no deseaba tener más problemas con la policía -no al menos mientras tuviera a los Voltarados sobre sí-, se arregló la chaqueta y se acomodó sobre el asiento. Humanos, humanos inútiles que no podían simplemente hacer una llamada telefónica antes de darse a la tarea de molestar la vida a los demás. ¡Y lo más increíble de todo era que entre ellos mismos se molestaban! El hombre ya había empalidecido ante la violenta conducta del jefe pero no se atrevió a irse o siquiera inmutarse, entonces Alexander le ordenó que se fuera. Tenía que moverse rápido. Fue a casa para hacer maletas, sabía que iba a durar en París algún tiempo mientras solventaba la situación. Finalmente, llamó a Mae y le dijo que estaría afuera unos días, más no dijo en donde. Alexander tomó el móvil y llamó desde su celular a su nueva secretaria, Helena Müller atendió y habló con aquel no-sé-qué que tanto le había fascinado a Alexander y éste último sonrió victorioso de saber que su secretaria competente, a diferencia de su anterior secretaria incompetente, ya sabía reconocer su número.
-Helena, charme, llama al piloto. Tendré que viajar a Francia. Lo quiero aquí en menos de una hora.
Alexander Dupont- †Sweet Bastard†
- Mensajes : 803
Re: Hay asesinatos en la ciudad del amor {Libre}
Me pasaron los informes, las fotos del cadáver, su historial médico, papeles de todo lo que tenía para sacar el móvil del crimen. Lo revisé todo y se los dejé a un investigador que venía conmigo.
Ahora los veré más a fondo. Quiero pasar a ver el cadáver. ¿Ha llegado el juez?
El hombre dijo que sí, que hacía un rato el juez había ordenado el levantamiento del cadáver y que podíamos investigar ya la escena del crimen.
Me adentré en la casa del hombre, que era doctor, y vi a los criminalistas empezando a investigar. Estaban escudriñando el lugar para sacar el máximo de pruebas posibles.
Busqué a mi compañero y le pedí los informes de nuevo. Revisé todo de nuevo, ahora con más minuciosidad, y me detuve a ver las fotos. Presentaba golpes, tal y como Dickinson, pero estos golpes eran como si hubiera sido quemado, como... explosiones.
Ya no hacía falta investigar más. Había sido quien había matado a Dickinson... Y los que ahora mismo estaban ahí, dejándose las ganas en su trabajo, no podían hacer nada contra quien había hecho ésto.
Dejé los ficheros donde estaban los otros investigadores y salí. Me dijeron que el cadáver había sido llevado a una morgue cercana y allí tenía que ir.
El sr. Chassier era un reconocido médico francés, famoso por tratar a varios jugadores de la selección francesa, como Zidane, e incluso llegó a tratar a varios políticos. Era una eminencia y su muerte había dado la vuelta al mundo en pocas horas. Se habían difundido hipótesis por internet y la eficiencia policial era ahora llevada al paredón.
Tenía que examinar el cadáver y llamar a Shiraoka, sólo él podía ayudarme.
Seguí caminando a prisa por las amplias calles parisinas, mirando el nombre de éstas para no perderme, mientras mi mente estaba aún pensando en teorías y soluaciones.
Ahora los veré más a fondo. Quiero pasar a ver el cadáver. ¿Ha llegado el juez?
El hombre dijo que sí, que hacía un rato el juez había ordenado el levantamiento del cadáver y que podíamos investigar ya la escena del crimen.
Me adentré en la casa del hombre, que era doctor, y vi a los criminalistas empezando a investigar. Estaban escudriñando el lugar para sacar el máximo de pruebas posibles.
Busqué a mi compañero y le pedí los informes de nuevo. Revisé todo de nuevo, ahora con más minuciosidad, y me detuve a ver las fotos. Presentaba golpes, tal y como Dickinson, pero estos golpes eran como si hubiera sido quemado, como... explosiones.
Ya no hacía falta investigar más. Había sido quien había matado a Dickinson... Y los que ahora mismo estaban ahí, dejándose las ganas en su trabajo, no podían hacer nada contra quien había hecho ésto.
Dejé los ficheros donde estaban los otros investigadores y salí. Me dijeron que el cadáver había sido llevado a una morgue cercana y allí tenía que ir.
El sr. Chassier era un reconocido médico francés, famoso por tratar a varios jugadores de la selección francesa, como Zidane, e incluso llegó a tratar a varios políticos. Era una eminencia y su muerte había dado la vuelta al mundo en pocas horas. Se habían difundido hipótesis por internet y la eficiencia policial era ahora llevada al paredón.
Tenía que examinar el cadáver y llamar a Shiraoka, sólo él podía ayudarme.
Seguí caminando a prisa por las amplias calles parisinas, mirando el nombre de éstas para no perderme, mientras mi mente estaba aún pensando en teorías y soluaciones.
Mayra Canasa Ferreira- Mensajes : 175
Localización : Washington D.C - Rio de Janeiro
Re: Hay asesinatos en la ciudad del amor {Libre}
--Flashback--
-Monsieur De Pointe, por favor, párese derecho e incline su cabeza un poco hacia la derecha... no, no, mantenga la postura de su cuerpo- el pintor era educado, hablaba de forma muy respetuosa y con una paciencia evidente, aunque muy dentro de sí le hubiera gustado renunciar a aquel trabajo. ¿Por qué tenía él que pintar al jovenzuelo caprichoso y mezquino cuando podía pintar a su hermosa hermana? El pintor tomó aire, sacando paciencia no sabiendo muy bien de dónde y, finalmente, se dedicó a seguir pintando. Para entonces, Alexander tendría unos 14 años. Desde temprana edad, supo que le encantaba hacer enojar a los demás, solo por el placer de verles enfurecidos.
--Fin del Flashback--
Hacía tantos años ya que había dejado su hermosa Francia, lugar donde creció, murió como humano y conoció a su hermano. Alexander añoraba a su patria, muy dentro de sí, y no había vuelto al sentirse traidor de la misma. No obstante, en ese preciso momento, tenía una ganas inmensas de preservar su patrimonio; durante años, aquella tierra, la hacienda y la mansión, habían estado a disposición de sus distintas empresas. En la actualidad algún imbécil había vendido la parcela completa sin siquiera consultar y para Alexander era un atentado a su dignidad que alguien vendiese la tierra que le pertenecía. El pelinegro se estremeció cuando el piloto dijo por el micrófono que aterrizarían en la próxima media hora en el angar privado del aeropuerto de París. Tiempo después estaba bajando del avión y subiendo casi inmediatamente a una mercedes ben, las calles de Francia parecían dar todo su esplendor al joven vampiro, que contemplaba fascinado todo a su al rededor. Y de un momento a otro indicó al chofer que se detuviese, Alexander esperó a que aparcara el coche y bajó de éste.
-Agente Canasa- saludó con cordialidad pero con su típico aire burlón y prepotente.
-Monsieur De Pointe, por favor, párese derecho e incline su cabeza un poco hacia la derecha... no, no, mantenga la postura de su cuerpo- el pintor era educado, hablaba de forma muy respetuosa y con una paciencia evidente, aunque muy dentro de sí le hubiera gustado renunciar a aquel trabajo. ¿Por qué tenía él que pintar al jovenzuelo caprichoso y mezquino cuando podía pintar a su hermosa hermana? El pintor tomó aire, sacando paciencia no sabiendo muy bien de dónde y, finalmente, se dedicó a seguir pintando. Para entonces, Alexander tendría unos 14 años. Desde temprana edad, supo que le encantaba hacer enojar a los demás, solo por el placer de verles enfurecidos.
--Fin del Flashback--
Hacía tantos años ya que había dejado su hermosa Francia, lugar donde creció, murió como humano y conoció a su hermano. Alexander añoraba a su patria, muy dentro de sí, y no había vuelto al sentirse traidor de la misma. No obstante, en ese preciso momento, tenía una ganas inmensas de preservar su patrimonio; durante años, aquella tierra, la hacienda y la mansión, habían estado a disposición de sus distintas empresas. En la actualidad algún imbécil había vendido la parcela completa sin siquiera consultar y para Alexander era un atentado a su dignidad que alguien vendiese la tierra que le pertenecía. El pelinegro se estremeció cuando el piloto dijo por el micrófono que aterrizarían en la próxima media hora en el angar privado del aeropuerto de París. Tiempo después estaba bajando del avión y subiendo casi inmediatamente a una mercedes ben, las calles de Francia parecían dar todo su esplendor al joven vampiro, que contemplaba fascinado todo a su al rededor. Y de un momento a otro indicó al chofer que se detuviese, Alexander esperó a que aparcara el coche y bajó de éste.
-Agente Canasa- saludó con cordialidad pero con su típico aire burlón y prepotente.
Alexander Dupont- †Sweet Bastard†
- Mensajes : 803
Re: Hay asesinatos en la ciudad del amor {Libre}
Iba caminando por una larga calle de París a paso rápido, pero sin pararme a pensar en lo que estaba a mi alrededor. No era una gran avenida, y estaba algo desierta. Supuse que a esas horas de la mañana la gente estaría en sus puestos de trabajo y no paseando.
Por las fotos del cuerpo del médico también presentaba heridas similares a las del sr. Dickinson. Menos, pero similares. Y ésto me llevaba a pensar que el crimen lo había cometido la misma gente. Pero siempre teníamos que investigar y no sacar conclusiones precipitadas. Bien sabía por mi trabajo que hasta el último momento no se sabía a ciencia cierta qué pasaba. Había habido ocasiones en las que todas las pruebas apuntaban a alguien y luego era otra persona. Podía pasar en este caso, aunque en mi mente rondaban los nombres que me dijo Shiraoka en el caso de Dickinson. Esperaba que no, pues en ese caso tampoco podríamos hacer nada para remediarlo.
Un automóvil de la marca Mercedes Benz se apoximó a mí y un hombre salió fuera y me distrajo de mis pensamientos.
Al voltearme pude ver que se trataba de uno de esos vampiros. No le había visto mucho pero sí lo suficiente para saber que era un vampiro de los que había visto un par de veces en grupo con Heather y Helene. Este tipo me había llevado un día, aunque no supe exactamente porqué, pero me dijeron que era peligroso permanecer allí.
Buenos días.
Saludé en forma de respuesta al hombre, con tono serio e indiferente. No me gustaba juntarme con los vampiros, aunque ahora parecían seguirme a todas partes, tampoco podía detenerme a hablar con cualquiera que pasase ya que podía ser una trampa. Y po último, no tenía tiempo. Debía reunirme con el juez lo antes posible.
Por las fotos del cuerpo del médico también presentaba heridas similares a las del sr. Dickinson. Menos, pero similares. Y ésto me llevaba a pensar que el crimen lo había cometido la misma gente. Pero siempre teníamos que investigar y no sacar conclusiones precipitadas. Bien sabía por mi trabajo que hasta el último momento no se sabía a ciencia cierta qué pasaba. Había habido ocasiones en las que todas las pruebas apuntaban a alguien y luego era otra persona. Podía pasar en este caso, aunque en mi mente rondaban los nombres que me dijo Shiraoka en el caso de Dickinson. Esperaba que no, pues en ese caso tampoco podríamos hacer nada para remediarlo.
Un automóvil de la marca Mercedes Benz se apoximó a mí y un hombre salió fuera y me distrajo de mis pensamientos.
Al voltearme pude ver que se trataba de uno de esos vampiros. No le había visto mucho pero sí lo suficiente para saber que era un vampiro de los que había visto un par de veces en grupo con Heather y Helene. Este tipo me había llevado un día, aunque no supe exactamente porqué, pero me dijeron que era peligroso permanecer allí.
Buenos días.
Saludé en forma de respuesta al hombre, con tono serio e indiferente. No me gustaba juntarme con los vampiros, aunque ahora parecían seguirme a todas partes, tampoco podía detenerme a hablar con cualquiera que pasase ya que podía ser una trampa. Y po último, no tenía tiempo. Debía reunirme con el juez lo antes posible.
Mayra Canasa Ferreira- Mensajes : 175
Localización : Washington D.C - Rio de Janeiro
Re: Hay asesinatos en la ciudad del amor {Libre}
Alexander no era capaz de entender porqué el híbrido había develado el mundo vampírico a una humana no tan insignificante como aquella pero le causaba una curiosidad inmensa y él siempre había sido curioso. De hecho, ahora mismo no sería un vampiro de no ser por su curiosidad, aquella que con toda la fuerza y voluntad le había halado justo a las fauces del vampiro; donde Mae no solamente se alimentó de él sino que -de algún modo- le había dado la vida que ahora tenía y por eso él le debía. Claro que nunca había hablado con ella al respecto y seguramente jamás lo haría pero ya sabía como se ponía cuando creía tenerlo a él comiendo de sus manos y él no estaba para aguantar aquellas niñerías. El pelinegro miró a los ojos de la humana, posando sus orbes violáceas sobre las de ella, y sonrió con cierto aire de superioridad al escuchar su respuesta tan seca.
-No tan buenos para unos, si sabe a lo que me refiero- sonrió burlón, mostrando parte de su colmillo aunque aquello era tan solo un chiste-. ¿Qué le trae por aquí? Seguramente no ha venido a recibir escupitajos en la cara.
Hacía tantos años que Alexander había estado a merced de otras culturas que había terminado por ver, finalmente, los errores de la suya propia. Francia era un lugar extrañamente hermoso en comparación a América, Alemania o Londres. Él, por su parte, había perfeccionado el arte de hablar en francés sin escupir a los demás, como se decía en la cultura popular. Aquello hacía aún más excitante su habla, se aseguró e hinchado de orgullo recordó a Britney decirle que se excitaba cada vez que le oía hablar en francés. El pelinegro esbozó una sonrisa encantadora como si pudiera ver a través de sus movimientos; de esas sonrisas que solía fingir cada vez que encontraba a un humano miedoso o desconfiado e hizo un ademán a la policía, ofreciéndole llevarla a donde sea que fuera.
-No tiene usted nada que temer, agente Canasa, Takeshi me conoce y la defiende. Con seguridad no me expondría a dejar viuda a mi mujer ni huérfana a mi hija. Ya debería saberlo.
-No tan buenos para unos, si sabe a lo que me refiero- sonrió burlón, mostrando parte de su colmillo aunque aquello era tan solo un chiste-. ¿Qué le trae por aquí? Seguramente no ha venido a recibir escupitajos en la cara.
Hacía tantos años que Alexander había estado a merced de otras culturas que había terminado por ver, finalmente, los errores de la suya propia. Francia era un lugar extrañamente hermoso en comparación a América, Alemania o Londres. Él, por su parte, había perfeccionado el arte de hablar en francés sin escupir a los demás, como se decía en la cultura popular. Aquello hacía aún más excitante su habla, se aseguró e hinchado de orgullo recordó a Britney decirle que se excitaba cada vez que le oía hablar en francés. El pelinegro esbozó una sonrisa encantadora como si pudiera ver a través de sus movimientos; de esas sonrisas que solía fingir cada vez que encontraba a un humano miedoso o desconfiado e hizo un ademán a la policía, ofreciéndole llevarla a donde sea que fuera.
-No tiene usted nada que temer, agente Canasa, Takeshi me conoce y la defiende. Con seguridad no me expondría a dejar viuda a mi mujer ni huérfana a mi hija. Ya debería saberlo.
Alexander Dupont- †Sweet Bastard†
- Mensajes : 803
Re: Hay asesinatos en la ciudad del amor {Libre}
Seguro que no tan buenos para todos, y muy buenos para algunos.
Comenté en respuesta a lo que dijo sin darle demasiada importancia a la actitud burlesca y altanera del hombre, quien preguntó sobre el motivo por el que yo estaba en París.
Estoy aquí por trabajo.
No sabía hasta qué punto ellos tenían trabajo. Según había escuchado a Shiraoka, él lo tenía aunque no presencial. No sabía si los demás tenían alguna función laborarl, pues siempre había pensado que el dinero de los vampiros venía de herencias, engaños y robos. Tampoco me importaba mucho si este vampiro tenía trabajo aquí y por éso estaba en París o no.
En el momento en que mencionó lo de los escupitajos hice una mueca de lado con la boca. No había tenido mucho contacto con la gente francesa, no venía de turismo, venía por trabajo. Así que sólo había visto a los del hotel y pocos más.
El hombre hizo ademán de llevarme a donde hiciera falta pero negué mientras levantaba un poco mi brazo derecho, con la palma de la mano hacia él, para recalcar que no hacía falta que me llevase.
Gracias, pero prefiero ir caminando.
Había tres motivos por los que prefería éso:
El primero era que no me daba buenas vibraciones el chico con ese porte altanero y burlesco; el segundo motivo era que no podía fiarme de nadie, ni siquiera de mi círculo más íntimo porque la "adorada" familia de Shiraoka quería matarme por haber descubierto que su padre y su hermano habían matado a Dickinson; el tercer y último motivo era el más simple de todos, y el menos explicativo: me gustaba mucho ir a los sitios caminando, lo prefería a ir en un coche. Y ya si en el coche iba un vampiro sanguinario se reforzaban mis ganas de ir caminando a los lugares.
Se lo agradezco de nuevo, pero iré caminando. ¿Va a algún sitio?
Dije lo último por si necesitaba cualquier tipo de indicación, aunque algo me decía que no le hacía falta.
`Comenté en respuesta a lo que dijo sin darle demasiada importancia a la actitud burlesca y altanera del hombre, quien preguntó sobre el motivo por el que yo estaba en París.
Estoy aquí por trabajo.
No sabía hasta qué punto ellos tenían trabajo. Según había escuchado a Shiraoka, él lo tenía aunque no presencial. No sabía si los demás tenían alguna función laborarl, pues siempre había pensado que el dinero de los vampiros venía de herencias, engaños y robos. Tampoco me importaba mucho si este vampiro tenía trabajo aquí y por éso estaba en París o no.
En el momento en que mencionó lo de los escupitajos hice una mueca de lado con la boca. No había tenido mucho contacto con la gente francesa, no venía de turismo, venía por trabajo. Así que sólo había visto a los del hotel y pocos más.
El hombre hizo ademán de llevarme a donde hiciera falta pero negué mientras levantaba un poco mi brazo derecho, con la palma de la mano hacia él, para recalcar que no hacía falta que me llevase.
Gracias, pero prefiero ir caminando.
Había tres motivos por los que prefería éso:
El primero era que no me daba buenas vibraciones el chico con ese porte altanero y burlesco; el segundo motivo era que no podía fiarme de nadie, ni siquiera de mi círculo más íntimo porque la "adorada" familia de Shiraoka quería matarme por haber descubierto que su padre y su hermano habían matado a Dickinson; el tercer y último motivo era el más simple de todos, y el menos explicativo: me gustaba mucho ir a los sitios caminando, lo prefería a ir en un coche. Y ya si en el coche iba un vampiro sanguinario se reforzaban mis ganas de ir caminando a los lugares.
Se lo agradezco de nuevo, pero iré caminando. ¿Va a algún sitio?
Dije lo último por si necesitaba cualquier tipo de indicación, aunque algo me decía que no le hacía falta.
Mayra Canasa Ferreira- Mensajes : 175
Localización : Washington D.C - Rio de Janeiro
Re: Hay asesinatos en la ciudad del amor {Libre}
Un gruñido bajo quedó atascado en su pecho, así habían sido las cosas desde que estuviera con Britney, y ahora nadie le respetaba. Esto era lo más le molestaba de todo, no, no le molestaba, le irritaba por completo. Más allá de eso, confundía el miedo con respeto y aquello era lo que le terminaba de desquiciar; que de un momento a otro todos hubieran visto un lado en él que solamente sacaba a luz cuando entraba en confianza, tal cual fue con Frederick y con Caely. Alexander entendió que sería imposible intentar molestarla, se tomaba su trabajo con mucha profesionalidad, y darle un tour en coche a la chica policía no estaba en los planes si se ponía en esas. De modo que no tenía de otra más que dejar de lado su naturaleza sarcástica y burlona que de nada le estaba sirviendo desde hacía un tiempo. Su rostro se volvió ahora en una expresión de seriedad, entendiendo que si Mayra estaba aquí era seguramente por algún asunto referido a las muertes extrañas, algo de lo cual la policía estatal parisina no podía controlar. Y, con todo, Mayra tampoco podría.
-Tengo que ir a una corte, hablar con unos abogados y ver si puedo recuperar la tierra que heredé de mis padres ya que algún negligente la vendió sin mi consentimiento- dijo, ahora aparentemente carente de emoción alguna, aunque una mirada nostálgica recorrió por completo aquella calle-. Supongo que no se manejará usted con el idioma, ¿o sí? Permítame acompañarla, puedo serle de ayuda.
-Tengo que ir a una corte, hablar con unos abogados y ver si puedo recuperar la tierra que heredé de mis padres ya que algún negligente la vendió sin mi consentimiento- dijo, ahora aparentemente carente de emoción alguna, aunque una mirada nostálgica recorrió por completo aquella calle-. Supongo que no se manejará usted con el idioma, ¿o sí? Permítame acompañarla, puedo serle de ayuda.
Alexander Dupont- †Sweet Bastard†
- Mensajes : 803
Re: Hay asesinatos en la ciudad del amor {Libre}
La expresión de su rostro cambió, desapareció la buslesca y apareció otra más seria. Parecía como irritado y molesto pero no le di demasiada importancia porque a mi forma de ver ese chico se pasaba molesto y enfadado las 24 horas del día. Supuse que era su estado natural.
Me respondió que iba a hablar con unos abogados para recuperar una tierra heredada que había perdido y asentí un poco como dando a entender que había comprendido lo que había dicho.
Al menos hacía las cosas legalmente y no iba a devorarse vivo a la persona que había perdido su tierra, o que la había comprado, a saber... Ni siquiera sabía las circunstancias que le habían llevado a perderla.
Me propuso ser mi acompañante para ayudarme con el idioma, dando por hecho que yo tenía problemas con él. Y la verdad es que era así. Sabía hablar portugués, español e inglés, pero francés no, sólo sabía las frases básicas para pedir un café y poco más. Pero me entendía bien con el inglés.
Él no podía estar en la escena del crimen, pero pensándolo mejor, podría ser de ayuda... Por intentarlo no se perdía nada.
Está bien, acompáñame. Pero sólo serás traductor y no puedes entrar a los sitios donde no te dejen.
Le recordé, para que no andase por la morgue como perro por su casa y se comportase como era debido.
Me respondió que iba a hablar con unos abogados para recuperar una tierra heredada que había perdido y asentí un poco como dando a entender que había comprendido lo que había dicho.
Al menos hacía las cosas legalmente y no iba a devorarse vivo a la persona que había perdido su tierra, o que la había comprado, a saber... Ni siquiera sabía las circunstancias que le habían llevado a perderla.
Me propuso ser mi acompañante para ayudarme con el idioma, dando por hecho que yo tenía problemas con él. Y la verdad es que era así. Sabía hablar portugués, español e inglés, pero francés no, sólo sabía las frases básicas para pedir un café y poco más. Pero me entendía bien con el inglés.
Él no podía estar en la escena del crimen, pero pensándolo mejor, podría ser de ayuda... Por intentarlo no se perdía nada.
Está bien, acompáñame. Pero sólo serás traductor y no puedes entrar a los sitios donde no te dejen.
Le recordé, para que no andase por la morgue como perro por su casa y se comportase como era debido.
Mayra Canasa Ferreira- Mensajes : 175
Localización : Washington D.C - Rio de Janeiro
Re: Hay asesinatos en la ciudad del amor {Libre}
Alexander dio una rápida mirada a los alrededores, asegurándose de que no hubiera por allí ninguna clase de "conocido" después de todo hubiera sido un problema tener que lidiar con antiguos compañeros caza, de esos que no dejan un humano vivo en cuanto lo ven. Él, en cambio, solía ser bastante más... simpático y llevadero, aún cuando siendo seres inferiores era crucial llevar buenas relaciones con ellos, podían terminar dándote cualquier cantidad de problemas completamente innecesarios. Además sabía bien que a Frederick le encantaba su patria y que por nada del mundo la hubiera abandonado permanentemente, tal como Alexander se lo había propuesto y sin embargo, aquí estaba él. Esperando como un idiota a que el tal Jean Piere le devolviera la llamada y fueran a encontrarse con sus abogados, ya que el muy imbécil se había ido a Burdeos para una reunión familiar inmediatamente tras comprar la propiedad Dupont. ¿Por qué era tan importante para mi, un lugar en el que no había vivido desde hacía ya un centenar y unas cuantas décadas? Ni siquiera él lo sabía pero parecía ser que el inepto planeaba demoler la mansión Dupont, que estaba ya bastante desvencijada, para construir un vivero; y arrasar con parte de la hacienda para construir el estacionamiento. Por suerte, la otra parte de la hacienda estaba colmada de sembradíos que aún estaban en su poder, ya que Alexander estaba estrechamente relacionado con una cadena de supermercados francesa.
-Comprendido- respondió, sonriendo con autosuficiencia, dándole orden al chofer para que se marchara y caminando en la dirección por donde había ido Mayra-. He estado informándome, Mayra. No muchos humanos matan doctores, al fin y al cabo son ellos quienes pueden salvar sus miserables vidas, además de nosotros, claro está. Así que seguramente estás aquí por algo que hizo un vampiro, deduzco. ¿Sabe Takeshi que estás aquí? Bueno, eso no importa, espero que no te ocurra nada.
-Comprendido- respondió, sonriendo con autosuficiencia, dándole orden al chofer para que se marchara y caminando en la dirección por donde había ido Mayra-. He estado informándome, Mayra. No muchos humanos matan doctores, al fin y al cabo son ellos quienes pueden salvar sus miserables vidas, además de nosotros, claro está. Así que seguramente estás aquí por algo que hizo un vampiro, deduzco. ¿Sabe Takeshi que estás aquí? Bueno, eso no importa, espero que no te ocurra nada.
Alexander Dupont- †Sweet Bastard†
- Mensajes : 803
Re: Hay asesinatos en la ciudad del amor {Libre}
El vampiro pareció aceptar las condiciones que le había impuesto. Esperaba que no se las saltase y cumpliera porque era algo importante. Él no debía ir conmigo, pero la excusa de que fuera traductor me servía para intentar sacar algo de información, relevante o no para el caso, sobre los vampiros. Últimamente a cada paso que daba aparecia uno y me estaba empezando a comer la cabeza por el hecho de que antes no parecía haber tantas personas raras.
Esperé un momento a que el coche del tipo se fuera y empezó a andar conmigo, hablando de que los humanos no solían matar a médicos. Los humanos mataban a todo el mundo, ya había visto muchos casos en el Departamento de Homicidos de la CIA en que los humanos acababan incluso con alguien de su propia familia... No era raro que un médico muriese a manos de otro humano. Lo raro es que muriese a manos de un vampiro, un ser fantástico, no real... Supuestamente.
Sabe que tengo que seguir trabajando, así que supongo que si no me encuentra sabrá que tuve que salir.
Seguimos caminando un rato más hasta llegar a la morgue del barrio. Era un lugar bastante bonito, de no ser porque estaba indicado con lo que era la finalidad del edificio.
A ver qué nos encontramos. Tú te quedas aquí esperando en la sala de espera, eh.
Recordé al vampiro que no podía entrar en algunos lugares.
Un hombre, el funcionario que trabajaba ahí, me indicó dónde tenía que ir para ver el cadáver del sr. Chassier. Llevaba las fotos para comparar las marcas. Otro señor, el tanatopractor me hizo paso a través de una sala blanca con un par de camillas de metal, como la de los veterinarios. No me gustaba ir a esos sitios, obviamente, pero era mi trabajo así que ya estaba, por desgracia, acostumbrada. Un cadáver tapado con una manta verde estaba en otra camilla, apartado a una zona donde estaban los aparatos quirúrgicos.
El tanatopractor tiró de una especie de puerta metálica y sacó una camilla entera de ahí, con un cadáver, el del sr. Chassier.
Le apartó la manta y pude ver las heridas ocasionadas. Como la otra vez eran mordidas y quemazones, como de una explosión. La teoría que defendían ea que le había explotado algo cuando investigaba... Y éso era lo que estaban investigando en su domicilio.
El hombre comenzó a hablarme en inglés aunque le costaba un poco, así que le dije que se callase un momento que luego lo traduciría el hombre de la sala de espera. Ya que me había acompañado que hiciera algo.
Le dije que en unas horas vendría con el equipo de investigación a buscar más huellas y pistas en el cuerpo y que era primordial su colaboración.
Después de ésto, salimos de ese cuarto.
Esperé un momento a que el coche del tipo se fuera y empezó a andar conmigo, hablando de que los humanos no solían matar a médicos. Los humanos mataban a todo el mundo, ya había visto muchos casos en el Departamento de Homicidos de la CIA en que los humanos acababan incluso con alguien de su propia familia... No era raro que un médico muriese a manos de otro humano. Lo raro es que muriese a manos de un vampiro, un ser fantástico, no real... Supuestamente.
Sabe que tengo que seguir trabajando, así que supongo que si no me encuentra sabrá que tuve que salir.
Seguimos caminando un rato más hasta llegar a la morgue del barrio. Era un lugar bastante bonito, de no ser porque estaba indicado con lo que era la finalidad del edificio.
A ver qué nos encontramos. Tú te quedas aquí esperando en la sala de espera, eh.
Recordé al vampiro que no podía entrar en algunos lugares.
Un hombre, el funcionario que trabajaba ahí, me indicó dónde tenía que ir para ver el cadáver del sr. Chassier. Llevaba las fotos para comparar las marcas. Otro señor, el tanatopractor me hizo paso a través de una sala blanca con un par de camillas de metal, como la de los veterinarios. No me gustaba ir a esos sitios, obviamente, pero era mi trabajo así que ya estaba, por desgracia, acostumbrada. Un cadáver tapado con una manta verde estaba en otra camilla, apartado a una zona donde estaban los aparatos quirúrgicos.
El tanatopractor tiró de una especie de puerta metálica y sacó una camilla entera de ahí, con un cadáver, el del sr. Chassier.
Le apartó la manta y pude ver las heridas ocasionadas. Como la otra vez eran mordidas y quemazones, como de una explosión. La teoría que defendían ea que le había explotado algo cuando investigaba... Y éso era lo que estaban investigando en su domicilio.
El hombre comenzó a hablarme en inglés aunque le costaba un poco, así que le dije que se callase un momento que luego lo traduciría el hombre de la sala de espera. Ya que me había acompañado que hiciera algo.
Le dije que en unas horas vendría con el equipo de investigación a buscar más huellas y pistas en el cuerpo y que era primordial su colaboración.
Después de ésto, salimos de ese cuarto.
Mayra Canasa Ferreira- Mensajes : 175
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Re: Hay asesinatos en la ciudad del amor {Libre}
Alexander no dijo más al darse cuenta de su silencio y suspiró pesadamente, ya que la chica había dado por sanjado el asunto de la muerte del médico aunque tampoco a él le importaba demasiado. Un bocadito más, un bocadito menos, no era de relevancia para él o para su familia así que no importaba demasiado aquello; por otro lado, lo que si le daba curiosidad eran las muertes, los neófitos no mataban a una sola persona en concreto. Si no eran detenidos a tiempo mataban a muchos, acabando con todo a su paso. Criaturas despreciables e inútiles, se recalco mientras sus facciones se volvían en un repudio infinito. El pelinegro escuchó al tipo desde la sala de esperas, era realmente molesto tener que escuchar el inglés desde el acento francés, lo hacía casi inentendible. El vampiro no había respirado ni un solo instante desde que había olido el olor a carne en descomposición. Alexander sin embargo no se vio muy consolado de ver que salían ambos de aquella.. cosa y se obligó a si mismo a respirar con la misma normalidad que lo haría un humano promedio en aquella situación.
Alexander escuchó lo que el tipo tenía que decir, algunas palabras eran conocidas y otras no tanto pues era el lenguaje coloquial, propio de la medicina y cosas de esas. En fin, cuando terminó, una expresión de perplejidad se dibujó en las facciones pálidas y pétreas del vampiro. Como si en su mente estuvieran pasando cualquier cantidad de teorías y conclusiones precipitadas. El pelinegro lo meditó durante segundos, era de esperarse también que hubiera muchos problemas a la hora del analizar el ADN hallado en el cuerpo del doctor; recordaba perfectamente que los mestizos como su esposa y los licántropos no tenían el mismo par de cromosomas que un humanos... o algo por el estilo. Era una historia parecida con los vampiros y, seguramente, también con los híbridos. El vampiro agradeció al nativo por su tiempo y finalmente se despidió de él al tiempo que salía de la morgue como si aquello le fuera de vida o muerte.
-Definitivamente mala idea- se dijo a sí mismo, reprochándose el hecho de respirar, intentando recuperar el aliento. Miró a Mayra con cara de "qué clase de lugar horrendo es ese", Alexander nunca había estado en un lugar como aquel-. Ew, tengo la sensación de oler a muerto... ¿Huelo a muerto?
Alexander Dupont era, seguramente, el vampiro heterosexual más higiénico de todos y en ocasiones llegaba a ser un fresón, tal como Britney decía.
Alexander escuchó lo que el tipo tenía que decir, algunas palabras eran conocidas y otras no tanto pues era el lenguaje coloquial, propio de la medicina y cosas de esas. En fin, cuando terminó, una expresión de perplejidad se dibujó en las facciones pálidas y pétreas del vampiro. Como si en su mente estuvieran pasando cualquier cantidad de teorías y conclusiones precipitadas. El pelinegro lo meditó durante segundos, era de esperarse también que hubiera muchos problemas a la hora del analizar el ADN hallado en el cuerpo del doctor; recordaba perfectamente que los mestizos como su esposa y los licántropos no tenían el mismo par de cromosomas que un humanos... o algo por el estilo. Era una historia parecida con los vampiros y, seguramente, también con los híbridos. El vampiro agradeció al nativo por su tiempo y finalmente se despidió de él al tiempo que salía de la morgue como si aquello le fuera de vida o muerte.
-Definitivamente mala idea- se dijo a sí mismo, reprochándose el hecho de respirar, intentando recuperar el aliento. Miró a Mayra con cara de "qué clase de lugar horrendo es ese", Alexander nunca había estado en un lugar como aquel-. Ew, tengo la sensación de oler a muerto... ¿Huelo a muerto?
Alexander Dupont era, seguramente, el vampiro heterosexual más higiénico de todos y en ocasiones llegaba a ser un fresón, tal como Britney decía.
Alexander Dupont- †Sweet Bastard†
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Re: Hay asesinatos en la ciudad del amor {Libre}
¡Vaya ayuda!, pensé cuando salimos de la morgue. El vampiro ése había ido para nada y menos porque no me había hecho de traductor cuando salimos a la sala de espera. Simplemente se fue, y su única preocupación era si olía o no a muerto. Pero, ¡¿cómo era posible?! ¡Un vampiro preocupado por éso! ¡¡Si eran máquinas de matar!! Yo cada vez entendía menos a estos vampiros con los que me encontraba. ¿Dónde habían quedado los vampiros tipo Drácula? Ésos que se quemaban al sol, que dormían por la noche en ataúdes, que se transformaban en murciélagos o niebla... Ahora no, los había que dormían, que no; el ajo no funcionaba y los crucifijos, menos. ¡Vaya vampiros!
Sí, hueles a muerto.
Dije, en plan serio pero ni siquiera me molesté en olerlo. Eché a andar hacia la calle y me puse las gafas de sol. Este chico no me había traducido nada. Por lo que había podido entender iba a hacer la autopsia, pero que la causa de la muerte era un desangramiento casi completo y quemaduras. Pronto mandaría el informe y los científicos e investigadores determinaríamos las pruebas, las causas y todo lo que rodeaba al asesinato.
No has traducido nada. Era complicado entender lo que decía, pero algo he podido hacer. No han sido los neófitos...
Yo ya sabía a quién atribuirle el asesinato... A los mismos que habían hecho el de Dickinson. ¡Malditos vampiros!
Sí, hueles a muerto.
Dije, en plan serio pero ni siquiera me molesté en olerlo. Eché a andar hacia la calle y me puse las gafas de sol. Este chico no me había traducido nada. Por lo que había podido entender iba a hacer la autopsia, pero que la causa de la muerte era un desangramiento casi completo y quemaduras. Pronto mandaría el informe y los científicos e investigadores determinaríamos las pruebas, las causas y todo lo que rodeaba al asesinato.
No has traducido nada. Era complicado entender lo que decía, pero algo he podido hacer. No han sido los neófitos...
Yo ya sabía a quién atribuirle el asesinato... A los mismos que habían hecho el de Dickinson. ¡Malditos vampiros!
Mayra Canasa Ferreira- Mensajes : 175
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Re: Hay asesinatos en la ciudad del amor {Libre}
Fruncí el ceño ante su actitud, como si fuera muy fácil para un ser como yo -absoluta e irrevocablemente desarrollado-, soportar el olor de un cadaver... o muchos, obligándonos a respirar para no exponer a nuestra especie. Bufé enojado al tiempo que me cruzaba de brazos y echaba a caminar a su lado, rodando los ojos por las cosas que me decía. Aquello era el colmo, qué descaro. Definitivamente el Shiraoka no le había dicho las partes importantes a la chica policía, que al parecer tampoco era capaz de deducir la razón por la cual no podía quedarme mucho tiempo más en aquel lugar.
-Sí, sí, lo que sea; discúlpame por tener mejor olfato que tú. Claro, a ti no te molesta, eres una humana y nada más; con sentidos humanos totalmente subdesarrollados- respondió a secas mientras se echaba aire en el rostro con las manos, a fin de despejarse-. De todas formas solamente dijo lo de siempre.
A partir de ese momento le dio prácticamente una traducción al pie de la letra de todo cuanto había dicho aquel hombre, datos sencillos que podrían detectarse -por un especialista- a simple vista: Aproximado de la hora de muerte, algunos signos de forcejeo, el grado de las quemaduras, algo de los informes, la policía federal y algunos otros tecnicismos cuyo significado Alexander no entendía pero de cuya traducción conocía gracias a sus años de experiencia. Esperaba que ahora, compensado el "incidente", la mujer dejara de actuar como histérica. Y no es que se hubiera alterado a simple vista... pero por sus signos vitales era notable que se había alterado, aunque fuera un poco, por el anterior acontecimiento. Alexander resopló pesadamente, estas mujeres eran todas demasiado sensibles y carecían completamente de paciencia.
-Sí, sí, lo que sea; discúlpame por tener mejor olfato que tú. Claro, a ti no te molesta, eres una humana y nada más; con sentidos humanos totalmente subdesarrollados- respondió a secas mientras se echaba aire en el rostro con las manos, a fin de despejarse-. De todas formas solamente dijo lo de siempre.
A partir de ese momento le dio prácticamente una traducción al pie de la letra de todo cuanto había dicho aquel hombre, datos sencillos que podrían detectarse -por un especialista- a simple vista: Aproximado de la hora de muerte, algunos signos de forcejeo, el grado de las quemaduras, algo de los informes, la policía federal y algunos otros tecnicismos cuyo significado Alexander no entendía pero de cuya traducción conocía gracias a sus años de experiencia. Esperaba que ahora, compensado el "incidente", la mujer dejara de actuar como histérica. Y no es que se hubiera alterado a simple vista... pero por sus signos vitales era notable que se había alterado, aunque fuera un poco, por el anterior acontecimiento. Alexander resopló pesadamente, estas mujeres eran todas demasiado sensibles y carecían completamente de paciencia.
Alexander Dupont- †Sweet Bastard†
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Re: Hay asesinatos en la ciudad del amor {Libre}
Este hombre me exasperaba. Probaba mi calma a límites insospechados y es que su actitud de Cristiano Ronaldo -soy el mejor, el más guapo, el más sexy, y todo lo hago perfectamente- era insoportable a veces. Era pedante. Me estuvo enumerando que tenía sentidos súper-desarrollados, más que los míos, y que él se olía a cadáver. ¡Se iba aireando incluso! Menudo exagerado, pensé al verlo.
Pero, eso sí, el hombre cumplió su parte y tradujo tal y como el forense me había hablado. Hizo una traducción textual de lo que me había explicado y le escuché atenta. Como ya me había imaginado, aún no sabían demasiadas cosas y sólo me había dicho lo que había revelado la autopsia y algunas pruebas evidentes. Le estaba agradecida por haberme conseguido tan buena traducción.
Bien hecho. No esperaba menos, aunque sí creí que no me habías hecho la traducción.
Comenté mientras seguía el camino junto al vampiro, sin mirarle. A pesar de no haber podido entrar conmigo en la sala de las autopsias había podido oir la conversación entre el forense y yo. Era bueno tener vampiros de vez en cuando.
Crucé la calle y pensé en lo que había dicho el forense. No era nada relevante, pero siempre se conseguía algo y tenía ganas de decírselo a los científicos.
Pero, eso sí, el hombre cumplió su parte y tradujo tal y como el forense me había hablado. Hizo una traducción textual de lo que me había explicado y le escuché atenta. Como ya me había imaginado, aún no sabían demasiadas cosas y sólo me había dicho lo que había revelado la autopsia y algunas pruebas evidentes. Le estaba agradecida por haberme conseguido tan buena traducción.
Bien hecho. No esperaba menos, aunque sí creí que no me habías hecho la traducción.
Comenté mientras seguía el camino junto al vampiro, sin mirarle. A pesar de no haber podido entrar conmigo en la sala de las autopsias había podido oir la conversación entre el forense y yo. Era bueno tener vampiros de vez en cuando.
Crucé la calle y pensé en lo que había dicho el forense. No era nada relevante, pero siempre se conseguía algo y tenía ganas de decírselo a los científicos.
Mayra Canasa Ferreira- Mensajes : 175
Localización : Washington D.C - Rio de Janeiro
Re: Hay asesinatos en la ciudad del amor {Libre}
¿Bien hecho? Alexander torció los ojos evitando gruñir mientras caminaban. ¿Pero qué le sucedía a esa mujer? ¡Bien hecho! Nada más faltaba poco para que arrojase una vara y le pidiera que corriese tras ella. Bufó molesto por la osadía de la mujer a felicitarlo como si el fuera un perro. ¡Un jodido perro! Alexander rechinó los dientes iracundo durante varios segundos y finalmente se relajó, sonriendo con su típico aire burlón. No necesitaba molestarse por aquella trivialidad así que dejó que pasase de largo, cerró los ojos y llenó sus fauces con el fresco dulzor de la sangre. Ninguna desde luego era tan apetitosa como la de su mujer, su mujer, se recordó a sí mismo mientras un escalofrío recorría su cuerpo y excitaba cada fibra de su ser. De un momento a otro se sintió hinchado de orgullo pensando que aquella mujer le pertenecía, le pertenecería siempre, nada en el mundo cambiaría aquello. Aquel pensamiento le había relajado pero, sobretodo, le había elevado su ya bastante alto concepto de sí mismo. La sola idea de poseer por siempre a sus mujeres le llenaba del más grande regocijo.
-¿A dónde vas ahora? Si vas a la corte, la última vez que estuve aquí era hacia... Allá...-señala hacia el oeste-. ¿Sabes dónde queda exactamente?
Alexander casi nunca había estado con policías, solamente con Alice Schneider pero ése era un problema que había solucionado ya. El pelinegro sonrió divertido con aquella situación, era como hacer el papel de Dean Winchester en un fandub de muy buena calidad del que nadie se enteraría nunca. Casi pudo reír en voz alta por aquellos pensamientos tan delirantes y alusivos pero sus labios se sellaron por completo en una sonrisa complacida.
-¿A dónde vas ahora? Si vas a la corte, la última vez que estuve aquí era hacia... Allá...-señala hacia el oeste-. ¿Sabes dónde queda exactamente?
Alexander casi nunca había estado con policías, solamente con Alice Schneider pero ése era un problema que había solucionado ya. El pelinegro sonrió divertido con aquella situación, era como hacer el papel de Dean Winchester en un fandub de muy buena calidad del que nadie se enteraría nunca. Casi pudo reír en voz alta por aquellos pensamientos tan delirantes y alusivos pero sus labios se sellaron por completo en una sonrisa complacida.
Alexander Dupont- †Sweet Bastard†
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Re: Hay asesinatos en la ciudad del amor {Libre}
La compañía del vampiro prepotente no me agradaba demasiado, pero por alguna extraña razón me sentía más segura. Y es que, sabiendo que unos vampiros desalmados me querían matar, pasear con este tipo no parecía tan malo. Este chico no me agradaba, pero no porque fuera malvado, que éso no lo sabía. Simplemente me caía mal por esa actitud suya de "soy el mejor en todo lo que hago; la perfección en persona" y ¡no! ¡No se podía ir así por la vida! Pronto encontraría a alguien superior y tendría que agachar las orejas. Pero sin embargo, por muy creído que parecía, con la niña rubia, la hermana de Heather, era un amor.
Y sí, aún me resultaba extraño, pero también extraordinario, ver a los vampiros con sus hijos. Shiraoka y su mujer jugaban con ellos como lo hacían los humanos normales, Heather cuidaba a su hermanita, que incluso estudiaba en un colegio como todas las niñas normales. Me parecía bastante hermoso ver el cariño que tenían por sus hijos, alejándose de la imagen tétrica que teníamos de los vampiros. Y este chico, Alexander, también tenía una hija, y si la trataba como a la pequeña Bathory seguro que sería un buen padre.
Pero con la gente no parecía tan agradable.
Seguimos caminando y me dijo que si iba a la corte tenía que ir por el oeste, donde señalaba con su brazo. Negué y me coloqué unos mechones de pelo detrás de la oreja porque el viento me los había llevado a la cara y molestaban.
No, yo por ahora no voy a la corte, voy de nuevo a la escena del crimen.
Concluí y seguí mi camino a paso lento, con las manos en los bolsillos. No sabía si él vendría, pero si lo hacía podía aprovechar que era un vampiro también, aunque antes debía saber si era de los buenos o de los malos. Pensé que de los primeros porque Shiraoka me había dicho que las masascres eran cosa de neófitos pero que los asesinatos a importantes personalidades eran causados por su padre y su hermano. Y Alexander no entraba en ninguna de las pautas para estar involucrado ahí. Todas las cosas dejan rastro, y el suyo no estaba por ningún lado. No podía estar metido, al menos no de forma directa.
¿Tú eres un vampiro híbrido?
Le pregunté. Pensé que no lo era por su aspecto, pero yo mejor preguntaba porque no estaba segura de saber distinguir bien cada una de las razas que Shiraoka me había explicado en Brasil.
Y sí, aún me resultaba extraño, pero también extraordinario, ver a los vampiros con sus hijos. Shiraoka y su mujer jugaban con ellos como lo hacían los humanos normales, Heather cuidaba a su hermanita, que incluso estudiaba en un colegio como todas las niñas normales. Me parecía bastante hermoso ver el cariño que tenían por sus hijos, alejándose de la imagen tétrica que teníamos de los vampiros. Y este chico, Alexander, también tenía una hija, y si la trataba como a la pequeña Bathory seguro que sería un buen padre.
Pero con la gente no parecía tan agradable.
Seguimos caminando y me dijo que si iba a la corte tenía que ir por el oeste, donde señalaba con su brazo. Negué y me coloqué unos mechones de pelo detrás de la oreja porque el viento me los había llevado a la cara y molestaban.
No, yo por ahora no voy a la corte, voy de nuevo a la escena del crimen.
Concluí y seguí mi camino a paso lento, con las manos en los bolsillos. No sabía si él vendría, pero si lo hacía podía aprovechar que era un vampiro también, aunque antes debía saber si era de los buenos o de los malos. Pensé que de los primeros porque Shiraoka me había dicho que las masascres eran cosa de neófitos pero que los asesinatos a importantes personalidades eran causados por su padre y su hermano. Y Alexander no entraba en ninguna de las pautas para estar involucrado ahí. Todas las cosas dejan rastro, y el suyo no estaba por ningún lado. No podía estar metido, al menos no de forma directa.
¿Tú eres un vampiro híbrido?
Le pregunté. Pensé que no lo era por su aspecto, pero yo mejor preguntaba porque no estaba segura de saber distinguir bien cada una de las razas que Shiraoka me había explicado en Brasil.
Mayra Canasa Ferreira- Mensajes : 175
Localización : Washington D.C - Rio de Janeiro
Re: Hay asesinatos en la ciudad del amor {Libre}
Tras la respuesta de la fémina él no pareció reaccionar en absoluto y siguió tras ella, lo cierto era que le daba algo de curiosidad cómo era que Takeshi Shiraoka se había involucrado laboralmente con aquella policía. Y en su mente, morbosa como siempre, ya se había estado transportando a escenas pornográficas entre la chica y el asiático. El vampiro negó levemente pero, aunque su imagen mental de Takeshi no fuera nada agradable, su ideal de Canasa desnuda no estaba nada mal, nada mal a decir verdad. Entonces pareció recordar que la policía estaba a penas conociendo todo acerca del mundo vampírico y que por eso las probabilidades de que se hubiera acostado con vampiros antes de eso eran escasas... y que se acostara con ellos en adelante, era más escaso aún. Descartó la idea casi tan inmediatamente como había pasado por su cabeza. Y lo cierto era que tampoco creía capaz al Shiraoka de tener una aventura con ésta mujer tras haber engendrado al pequeño mounstrito híbrido que había conocido con Helene -porque no había probabilidad de que el escuincle ojos-rasgados fuera hijo de ésta-. El pelinegro bostezo perezosamente, por puro capricho ya que no era una necesidad fisiológica, sin dar demasiada importancia a la pregunta de la chica policía mientras seguía caminando; desde luego era normal que un humano inferior no supiese distinguirlos.
-No, yo tengo piel como los bichos y brillo como hada maricona al sol- dijo sin más. Entonces algo vibró en sus pantalones ¡su celular! pero tras revisarlo se decepcionó al saber que el humano insignificante había tenido que retrasar su viaje-. Parece que me vas a tener molestándote unas horas más. A todo esto ¿cómo conociste al Shiraoka?
Alexander notaba que la chica no parecía ceder a malas palabras, y no lo decía por la aventura del día sino por las pequeñas experiencias acumulativas, así que sencillamente se limitó a mantener cierto tipo de cordialidad con ella. El pelinegro quería que apareciera un vampirito de estos que estaban tras la muerte del doctor para divertirse un ratito mientras la chica revisaba la escena del crimen.
-Si el vampiro que hizo ésto todavía está aquí entonces nosotros- las palabras salieron haciendo énfasis al modo de hablar de Horatio Caine y, finalmente, el vampiro sonrió colocándose sus lentes de carey al mejor estilo CSI Miami-, vamos a encontrarlo.
Y mientras caminaba, resonaba en su mente el opening de CSI.
-No, yo tengo piel como los bichos y brillo como hada maricona al sol- dijo sin más. Entonces algo vibró en sus pantalones ¡su celular! pero tras revisarlo se decepcionó al saber que el humano insignificante había tenido que retrasar su viaje-. Parece que me vas a tener molestándote unas horas más. A todo esto ¿cómo conociste al Shiraoka?
Alexander notaba que la chica no parecía ceder a malas palabras, y no lo decía por la aventura del día sino por las pequeñas experiencias acumulativas, así que sencillamente se limitó a mantener cierto tipo de cordialidad con ella. El pelinegro quería que apareciera un vampirito de estos que estaban tras la muerte del doctor para divertirse un ratito mientras la chica revisaba la escena del crimen.
-Si el vampiro que hizo ésto todavía está aquí entonces nosotros- las palabras salieron haciendo énfasis al modo de hablar de Horatio Caine y, finalmente, el vampiro sonrió colocándose sus lentes de carey al mejor estilo CSI Miami-, vamos a encontrarlo.
Y mientras caminaba, resonaba en su mente el opening de CSI.
Última edición por Alexander Dupont el Lun Jun 11, 2012 8:29 pm, editado 1 vez
Alexander Dupont- †Sweet Bastard†
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Re: Hay asesinatos en la ciudad del amor {Libre}
Su comentario de las hadas brillantes hizo que soltara una pequeña risa. Algo había oído de que algunos vampiros brillaban al sol, una cosa bastante contradictoria porque se supone que los brillos, el sol y todo éso está asociado a hadas, princesas... pero no a vampiros. Aunque ya, sin duda, no podía fiarme de nada que creyera yo sobre esos seres chupa-sangre.
Su teléfono vibró y acto seguido me dijo que me molestaría más. Su vuelo o a donde tuviera que ir no estaba dispuesto y se quedaría conmigo... ¡Qué alegría!, pensé con ironía. Aunque ahora, al menos, parecíamos cordiales en nuestro trato.
Me preguntó cómo conocí a Shiraoka y le miré pensando una respuesta adecuada.
En Brasil. Fui de vacaciones y me encontré con él.
Dije simplemente éso, no entré en detalles de cómo conocí a Shiraoka. Había ido a Brasil a ver a mis padres y en uno de los días de playa había ido justamente a la playa donde tiene él su casa, donde vive con su familia. Allí dio la casualidad que estaba Evelyn, la amiga de Shiraoka a quien yo había conocido en la investigación del caso Dickinson. Está trabajando en el British Museum. Al final ella nos presentó y él me explicó cosas sobre los vampiros. Cuando descubrí cosas sobre Dickinson, Shiraoka se ofreció a protegerme porque su hermano y su padre estaban involucrados en el asesinato y podía salir yo mal parada.
Pero todo éso a él no le importaba y la información que le había dado era suficiente.
Después de un momento, y al más puro estilo CSI, Alexander dijo que si el vampiro seguía ahí lo encontraríamos. ¡Qué fácil veía todo!
Si el vampiro estuviese aquí esperaba no encontrarme con él... o ellos.
Su teléfono vibró y acto seguido me dijo que me molestaría más. Su vuelo o a donde tuviera que ir no estaba dispuesto y se quedaría conmigo... ¡Qué alegría!, pensé con ironía. Aunque ahora, al menos, parecíamos cordiales en nuestro trato.
Me preguntó cómo conocí a Shiraoka y le miré pensando una respuesta adecuada.
En Brasil. Fui de vacaciones y me encontré con él.
Dije simplemente éso, no entré en detalles de cómo conocí a Shiraoka. Había ido a Brasil a ver a mis padres y en uno de los días de playa había ido justamente a la playa donde tiene él su casa, donde vive con su familia. Allí dio la casualidad que estaba Evelyn, la amiga de Shiraoka a quien yo había conocido en la investigación del caso Dickinson. Está trabajando en el British Museum. Al final ella nos presentó y él me explicó cosas sobre los vampiros. Cuando descubrí cosas sobre Dickinson, Shiraoka se ofreció a protegerme porque su hermano y su padre estaban involucrados en el asesinato y podía salir yo mal parada.
Pero todo éso a él no le importaba y la información que le había dado era suficiente.
Después de un momento, y al más puro estilo CSI, Alexander dijo que si el vampiro seguía ahí lo encontraríamos. ¡Qué fácil veía todo!
Si el vampiro estuviese aquí esperaba no encontrarme con él... o ellos.
Mayra Canasa Ferreira- Mensajes : 175
Localización : Washington D.C - Rio de Janeiro
Re: Hay asesinatos en la ciudad del amor {Libre}
Un escalofrío recorrió por completo el cuerpo de Alexander ¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que oyera hablar de aquel país tan...? Sea como fuere decidió mantener su cabeza alejada de aquella situación, tan solo imaginarse con aquel sol y rodeado por tantos seres insignificantes -de piel oscura- le hacía sentir asqueado. En algunas ocasiones daba la impresión de que fuera racista o xenófobo, y quizás así fuera, pero más allá de eso había ese pequeño detalle de Alexander... y era que se sentía superior a todos los demás mientras estos no demostraran lo contrario. Todos eran ineptos, incompetentes, idiotas, imbéciles e incluso terriblemente horrorosos en algunas ocasiones. Algunos pasaban pasaban por un filtro pero quedaban estancados en los otros y solamente unos pocos llegaban hasta el final, lo cual era un largo recorrido, así era como trabajaba la simpatía selectiva del moreno. Y así seguiría siendo a menos que pasara un milagro y el vampiro comenzase a tirar flores por doquier. El caso de los negros no era diferente, ya el hecho de ser negros, su forma de actuar y vestir les hacía grotescos a todos aunque no todos fueran de esa forma. No, desde luego no sería diferente. Además, aquellos que alguna vez le sirvieron debían haberse quedado así, sirviendo a sus superiores.
-Oye, chica policía- comentó de un momento a otro sin dejar de caminar a su lado-. Si llegas a resolver el caso, ¿qué harás con ello? Sabes lo que sucederá si nos descubres ¿verdad?- y como queriendo hacer énfasis en sus palabras, se bajo levemente los lentes, dedicándole una de esas miradas que si mataran...
-Oye, chica policía- comentó de un momento a otro sin dejar de caminar a su lado-. Si llegas a resolver el caso, ¿qué harás con ello? Sabes lo que sucederá si nos descubres ¿verdad?- y como queriendo hacer énfasis en sus palabras, se bajo levemente los lentes, dedicándole una de esas miradas que si mataran...
Alexander Dupont- †Sweet Bastard†
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Re: Hay asesinatos en la ciudad del amor {Libre}
Y tuvo que meter el dedo en la herida. De lleno.
Fue a preguntar lo que yo no quería responder, lo más difícil del caso.
Seguí mi paso esperando que en mi mente se forjase una respuesta que mereciera la pena a su pregunta. "Si llegas a resolver el caso, ¿qué harás con ello? Sabes lo que sucederá si nos descubres ¿verdad?", su voz resonaba aún en mi cabeza como si del eco se tratase. ¿Qué podía hacer? Ésto ya se lo había planteado a Takeshi cuando nos encontramos en una de las noches que se quedaba vigilando por si acaso. Y era una pregunta de las que permanecían en mi cabeza cada vez que iba a trabajar. Si dijera algo de lo que sabía nadie me creería. Éso era lo peor, que nadie se tomaría en serio mis palabras, pensarían que es fruto de una enajenación mental a causa del dolor sufrido por la pérdida irreparable de mi marido y mi hijo.
En Washington sabían que tenía que tomar medicamentos para no sumirme en una profunda depresión, pero también sabían que no abusaba de ellos y que mi trabajo siempre era excelente y por ello no podían prescindir de mí. Al principio dudaron si devolverme mi puesto, pero después de ver a ese par de mafiosos checos entre rejas y más de 30 kg. de drogas incautados gracias a una investigación que había realizado me dieron carta blanca para poder regresar a mi puesto de trabajo.
Pero ahora me había pasado algo impensable. Ahora no podía avisar de qué o quiénes eran los que estaban detrás de todo ésto. ¡Vampiros! ¿Cómo iba a llegar a la oficina central de Washington D.C. diciendo que los causantes de las muertes eran vampiros? Me reenviarían al hospital psiquiátrico por loca. Y éso, los humanos. Los vampiros ya me querían matar por saber demasiado así que si se me ocurría desvelar el secreto de su existencia acabarían conmigo hasta los buenos.
Seguía sin saber qué contestar al vampiro que me seguía y después de pensar y darle vueltas a la cabeza me decidí:
He descubierto muchas cosas y ya mi vida depende de un hilo. Si descubro más se las haré saber a quien tenga que saberlas. Si acaban conmigo, bien. Qué más da unos años antes si yo no soy eterna como vosotros.
Dije en tono raso, aunque al final empecé a variarlo como si me diera igual lo que sucediera. Y en parte, me daba igual. No era que quisiera morir, éso no, ni que no apreciase mi vida, que lo hacía. Pero también sabía que el sacrificio de una persona por saber la verdad y evitar la muerte de miles era lo mejor que se podía hacer en estos casos. Pero éso sí, antes de morir se debía saber la verdad. No quería perder la vida en vano. Y ahora quería llegar al fondo del asunto. Me mantendría lo más aislada posible hasta que descubriera todo lo que quería y quien debía saberlo lo supiera.
Mientras tanto debía confiar en la protección de Shiraoka.
Fue a preguntar lo que yo no quería responder, lo más difícil del caso.
Seguí mi paso esperando que en mi mente se forjase una respuesta que mereciera la pena a su pregunta. "Si llegas a resolver el caso, ¿qué harás con ello? Sabes lo que sucederá si nos descubres ¿verdad?", su voz resonaba aún en mi cabeza como si del eco se tratase. ¿Qué podía hacer? Ésto ya se lo había planteado a Takeshi cuando nos encontramos en una de las noches que se quedaba vigilando por si acaso. Y era una pregunta de las que permanecían en mi cabeza cada vez que iba a trabajar. Si dijera algo de lo que sabía nadie me creería. Éso era lo peor, que nadie se tomaría en serio mis palabras, pensarían que es fruto de una enajenación mental a causa del dolor sufrido por la pérdida irreparable de mi marido y mi hijo.
En Washington sabían que tenía que tomar medicamentos para no sumirme en una profunda depresión, pero también sabían que no abusaba de ellos y que mi trabajo siempre era excelente y por ello no podían prescindir de mí. Al principio dudaron si devolverme mi puesto, pero después de ver a ese par de mafiosos checos entre rejas y más de 30 kg. de drogas incautados gracias a una investigación que había realizado me dieron carta blanca para poder regresar a mi puesto de trabajo.
Pero ahora me había pasado algo impensable. Ahora no podía avisar de qué o quiénes eran los que estaban detrás de todo ésto. ¡Vampiros! ¿Cómo iba a llegar a la oficina central de Washington D.C. diciendo que los causantes de las muertes eran vampiros? Me reenviarían al hospital psiquiátrico por loca. Y éso, los humanos. Los vampiros ya me querían matar por saber demasiado así que si se me ocurría desvelar el secreto de su existencia acabarían conmigo hasta los buenos.
Seguía sin saber qué contestar al vampiro que me seguía y después de pensar y darle vueltas a la cabeza me decidí:
He descubierto muchas cosas y ya mi vida depende de un hilo. Si descubro más se las haré saber a quien tenga que saberlas. Si acaban conmigo, bien. Qué más da unos años antes si yo no soy eterna como vosotros.
Dije en tono raso, aunque al final empecé a variarlo como si me diera igual lo que sucediera. Y en parte, me daba igual. No era que quisiera morir, éso no, ni que no apreciase mi vida, que lo hacía. Pero también sabía que el sacrificio de una persona por saber la verdad y evitar la muerte de miles era lo mejor que se podía hacer en estos casos. Pero éso sí, antes de morir se debía saber la verdad. No quería perder la vida en vano. Y ahora quería llegar al fondo del asunto. Me mantendría lo más aislada posible hasta que descubriera todo lo que quería y quien debía saberlo lo supiera.
Mientras tanto debía confiar en la protección de Shiraoka.
Mayra Canasa Ferreira- Mensajes : 175
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Re: Hay asesinatos en la ciudad del amor {Libre}
-Me conmueve tu optimismo- respondió con cargado sarcasmo y un deje de burla en sus sonrisa prepotente-. Daré por hecho que dejarás a Takeshi encargarse en todo cuanto confiere al culpable, de otra forma se encargarán de cubrirlo todo, Mayra; siempre lo hacemos. A menos claro, que queramos causarle problemas a alguien, llamar la atención, por así decirlo. De modo que si llegas a abrir esa linda boquita tuya, morirás por nada, al igual que tus... ¿Compañeros?... Bueno, eso es indiferente, igual morirán-dijo aquello como si no tuviera el más mínimo respeto por la vida humana y realmente así era; luego una sonrisa maliciosa se apoderó de sus facciones y una mirada cargada de lujuria escrutó de reojo a la fémina-. Aunque pensándolo bien, podrías llegar a ser un delicioso aperitivo. Si no hubieras sido policía y el Shiraoka no te protegiese, te hubiera bañado ya en salsa de rosas.
El moreno se relamió los labios, tan solo de imaginar el sabor de aquel delicioso elixir y comenzó a reír para sí mismo tal cual como lo hacía un psicópata orgulloso de su propio plan malévolo para cometer sus más deseadas fechorías. Sin embargo aquella risa, como de enfermo mental, no se prolongó por mucho tiempo. El vampiro respiró profundo hinchando su ya robusto tórax mientras un sonido gutural, similar a un gruñido, se proyectaba desde su pecho. Se trataba, desde luego, de un ronroneo seductor. A unos metros más allá, frente a una tienda, se podía vislumbrar a una chica de cuerpo menudo, de piel blanca como leche y pequeñas pecas cobrisas; con el cabello ligeramente anaranjado cayendo suelto sobre sus hombros y recogido apenas en un delicado pasador. Entonces la chica prosiguió su camino justamente en dirección paralela y sentido contrario en el que caminaban el vampiro y la Agente Canasa, Alexander agradeció nuevamente su habilidad para tomar buenas decisiones. Ven a mi, preciosa, sabes perfectamente lo que quieres hacer. La chica pelirroja de facciones angelicales, pechos medianamente voluptuosos para su corta edad -de unos 15 o 16 años- y piernas esbeltas siguió caminando hacia ellos. El vampiro descarado no dejó de verla un solo segundo a pesar de la chica policía y cuando esta llegó a unos pocos pasos de ellos, se sonrojó notablemente.
-Eh... eh... Bonjour monsieur Alexander De Pointe- dijo con voz delicada, haciendo énfasis en la forma correcta del apellido Dupont, la chica sacó de su bolsa escolar una libreta y un bolígrafo, la vergüenza no le dejó hablar pero sus manos temblorosas se extendieron hacia el moreno que comprendió al instante. Le dio su autógrafo junto con su número, el que NO usaba para fines ilegales-. ¡Merci!
La chica salió corriendo de allí, con el corazón a mil por hora mientras una sonrisa autosuficiente se dibujaba en los labios del reconocido modelo&administrador.
El moreno se relamió los labios, tan solo de imaginar el sabor de aquel delicioso elixir y comenzó a reír para sí mismo tal cual como lo hacía un psicópata orgulloso de su propio plan malévolo para cometer sus más deseadas fechorías. Sin embargo aquella risa, como de enfermo mental, no se prolongó por mucho tiempo. El vampiro respiró profundo hinchando su ya robusto tórax mientras un sonido gutural, similar a un gruñido, se proyectaba desde su pecho. Se trataba, desde luego, de un ronroneo seductor. A unos metros más allá, frente a una tienda, se podía vislumbrar a una chica de cuerpo menudo, de piel blanca como leche y pequeñas pecas cobrisas; con el cabello ligeramente anaranjado cayendo suelto sobre sus hombros y recogido apenas en un delicado pasador. Entonces la chica prosiguió su camino justamente en dirección paralela y sentido contrario en el que caminaban el vampiro y la Agente Canasa, Alexander agradeció nuevamente su habilidad para tomar buenas decisiones. Ven a mi, preciosa, sabes perfectamente lo que quieres hacer. La chica pelirroja de facciones angelicales, pechos medianamente voluptuosos para su corta edad -de unos 15 o 16 años- y piernas esbeltas siguió caminando hacia ellos. El vampiro descarado no dejó de verla un solo segundo a pesar de la chica policía y cuando esta llegó a unos pocos pasos de ellos, se sonrojó notablemente.
-Eh... eh... Bonjour monsieur Alexander De Pointe- dijo con voz delicada, haciendo énfasis en la forma correcta del apellido Dupont, la chica sacó de su bolsa escolar una libreta y un bolígrafo, la vergüenza no le dejó hablar pero sus manos temblorosas se extendieron hacia el moreno que comprendió al instante. Le dio su autógrafo junto con su número, el que NO usaba para fines ilegales-. ¡Merci!
La chica salió corriendo de allí, con el corazón a mil por hora mientras una sonrisa autosuficiente se dibujaba en los labios del reconocido modelo&administrador.
Última edición por Alexander Dupont el Sáb Jun 23, 2012 10:03 am, editado 1 vez
Alexander Dupont- †Sweet Bastard†
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Re: Hay asesinatos en la ciudad del amor {Libre}
Me giré de golpe para mirarle a la cara cuando estaba hablando, diciendo, según entendí, que Shiraoka se encargaría de todo aunque el criminal fuera otro vampiro y lo encubriría. Comentó que entre ellos hacían éso, o se delataban para vengarse de otros. Eran bastante mezquinos. Los humanos solían encubrirse hasta que se les hacía algo de presión.
Éso lo había tenido que ver en varios interrogatorios, cuando descubrimos a gente pasando droga por las aduanas de Estados Unidos. Suelen ser grupos organizados los que están detrás que obligan a gente a ir al país con drogas y cuesta tirar de la manta para acercarnos a ellos, aunque lo conseguimos bastantes veces, por desgracia, nunca conseguimos a todos los miembros del grupo mafioso.
La gente a la que arrestamos, en cuestión, se niegan a hablar, temen a las mafias, los intentan encubrir, tal vez por tratos que tengan. Todo el mundo sabe que quien falle a una mafia está perdido. Así que no dicen nada hasta que se les presiona un poco... Así muchas veces llegamos al meollo del asunto.
Pero dudo que con los vampiros haya técnicas para que cuenten la verdad si quieren encubrir a alguien.
Y respecto a lo de causarle problemas a alguien, yo no había tenido esos problemas con los humanos. No hacen cosas para causar problemas a otro. Directamente lo matan y punto. Era otra cosa en la que nos diferenciabamos de los vampiros.
No dije nada al respecto, simplemente le mandé una de esas miradas asesinas que a veces con los humanos funcionaban.
¿Ahora me quieres comer como aperitivo?
Dije haciendo una mueca.
Sabía que no me haría nada, porque él mismo lo había dicho: "Shiraoka me protegía". En realidad me daba igual que estuviera cerca o lejos de mí, pero el simple hecho de saber que me estaba protegiendo me hacía sentir más tranquila. Y le había visto luchar ya, así que éso aumentaba mi confianza en él.
Su risa parecía la de un enfermo mental. Apoyé la mano derecha sobre el brazo izquierdo y le miré con cara rara.
Deberías mirarte éso...
Comenté dudando de su sano estado mental.
De repente, una chica pelirroja y muy joven se acercó a nosotros con una libreta para que Alexander le firmase un autógrafo. Me quedé boquiabierta porque la chica parecía haber visto a su estrella favorita, parecía una fan loca por encontrarse por la calle a su artista preferido. ¿Acaso era actor? ¿O cantante? Yo no le conocía más allá de lo que habíamos hablado ahora y tampoco me sonaba haberlo visto por la televisión o en el cine. ¿Qué pasaba? ¿Por qué esa jovencita le había pedido un autógrafo como si de un artista se tratara?
Vaya, parece que tienes una groupie...
Comenté con una sonrisa ladina cuando la joven chica se hubo alejado ya.
Éso lo había tenido que ver en varios interrogatorios, cuando descubrimos a gente pasando droga por las aduanas de Estados Unidos. Suelen ser grupos organizados los que están detrás que obligan a gente a ir al país con drogas y cuesta tirar de la manta para acercarnos a ellos, aunque lo conseguimos bastantes veces, por desgracia, nunca conseguimos a todos los miembros del grupo mafioso.
La gente a la que arrestamos, en cuestión, se niegan a hablar, temen a las mafias, los intentan encubrir, tal vez por tratos que tengan. Todo el mundo sabe que quien falle a una mafia está perdido. Así que no dicen nada hasta que se les presiona un poco... Así muchas veces llegamos al meollo del asunto.
Pero dudo que con los vampiros haya técnicas para que cuenten la verdad si quieren encubrir a alguien.
Y respecto a lo de causarle problemas a alguien, yo no había tenido esos problemas con los humanos. No hacen cosas para causar problemas a otro. Directamente lo matan y punto. Era otra cosa en la que nos diferenciabamos de los vampiros.
No dije nada al respecto, simplemente le mandé una de esas miradas asesinas que a veces con los humanos funcionaban.
¿Ahora me quieres comer como aperitivo?
Dije haciendo una mueca.
Sabía que no me haría nada, porque él mismo lo había dicho: "Shiraoka me protegía". En realidad me daba igual que estuviera cerca o lejos de mí, pero el simple hecho de saber que me estaba protegiendo me hacía sentir más tranquila. Y le había visto luchar ya, así que éso aumentaba mi confianza en él.
Su risa parecía la de un enfermo mental. Apoyé la mano derecha sobre el brazo izquierdo y le miré con cara rara.
Deberías mirarte éso...
Comenté dudando de su sano estado mental.
De repente, una chica pelirroja y muy joven se acercó a nosotros con una libreta para que Alexander le firmase un autógrafo. Me quedé boquiabierta porque la chica parecía haber visto a su estrella favorita, parecía una fan loca por encontrarse por la calle a su artista preferido. ¿Acaso era actor? ¿O cantante? Yo no le conocía más allá de lo que habíamos hablado ahora y tampoco me sonaba haberlo visto por la televisión o en el cine. ¿Qué pasaba? ¿Por qué esa jovencita le había pedido un autógrafo como si de un artista se tratara?
Vaya, parece que tienes una groupie...
Comenté con una sonrisa ladina cuando la joven chica se hubo alejado ya.
Off: Perdón, Alexander, estuve esta semana ausente, ya vuelvo a encauzar nuestro rol
Mayra Canasa Ferreira- Mensajes : 175
Localización : Washington D.C - Rio de Janeiro
Re: Hay asesinatos en la ciudad del amor {Libre}
Alexander vio a la chica yéndose y muchas cosas pasaron por su mente pero la primera fue la más obvia de todas: si ella no le buscaba por sí misma, él se iba a encargar de rastrearla. Después de todo ya tenía pendido su aroma, delicioso, tentador y peligroso, estaba en celo, como solía decir cuando era el ciclo vital de las féminas lo que le arrastraba a él hasta ellas y no su sola belleza. Miró su espalda durante algunos segundos, el contorno de su frágil cuerpo, sus caderas anchas y sus muslos apenas visibles por culpa de aquella falda y las largas medias. No pudo siquiera evitar excitarse de pensar en lo hermosa que se vería en sus aposentos; enredada entre las sábanas de seda, sobre almohadas de plumas con funda de raso y aquel característico aroma tan suyo que quedaba adherido a la piel de las mujeres con las cuales pasaba una espléndida noche. Claro que aquella imagen mental solamente se vería afectada por una cosa, un detalle pequeñito pero importantísimo: a aquellas mejillas les faltaría color y su cuerpo casi tan hermoso como el suyo propio, en estado putrefacto, no se conservaría del todo. No obstante, Alexander guardaba un secreto: secreto del que nadie sabría nunca porque era técnicamente imposible para cualquier vampiro o humano encontrar el lugar donde guardaba su más preciado tesoro. Un tesoro rojo como el fuego y no amarillo como el oro. Y entonces una voz conocida cortó tajante sus ensoñaciones, aquella misma voz que antes le había reprochado por reír como lo que era: un loco.
-Ah... Sí, eso es algo normal cuando modelas en trajes de baño y administras cadenas hoteleras en todo el globo- respondió con indiferencia para luego sonreír con malicia y lanzar uno de sus filosos sarcasmos-. Es una lástima que sea ella el aperitivo de esta noche, si hasta parecía... encantadora.
Y una vez más el descaro del Dupont ganaba, sabiendo que en aquel preciso momento y, seguramente, en muchos más era él quien tenía el control de la situación: desde luego no había nada que la chica policía, por importante que fuera en el mundo humano, pudiera hacer para detener lo que el destino había escrito. Y si llegase a intentarlo, con seguridad, no podría llegar muy lejos sin que Alexander le dejase caer de trasero al piso. Que se escondía detrás de su raza y sus nuevas capacidades, llegaron a decirle algunos, pero lo cierto era que nada estaba más lejos de la realidad. Cualquiera que conociese a Alexander sabría que incluso aunque fuera un humano nuevamente, se atrevería a todo. Absolutamente a todo cuanto su cuerpo le permitiera.
-Ah... Sí, eso es algo normal cuando modelas en trajes de baño y administras cadenas hoteleras en todo el globo- respondió con indiferencia para luego sonreír con malicia y lanzar uno de sus filosos sarcasmos-. Es una lástima que sea ella el aperitivo de esta noche, si hasta parecía... encantadora.
Y una vez más el descaro del Dupont ganaba, sabiendo que en aquel preciso momento y, seguramente, en muchos más era él quien tenía el control de la situación: desde luego no había nada que la chica policía, por importante que fuera en el mundo humano, pudiera hacer para detener lo que el destino había escrito. Y si llegase a intentarlo, con seguridad, no podría llegar muy lejos sin que Alexander le dejase caer de trasero al piso. Que se escondía detrás de su raza y sus nuevas capacidades, llegaron a decirle algunos, pero lo cierto era que nada estaba más lejos de la realidad. Cualquiera que conociese a Alexander sabría que incluso aunque fuera un humano nuevamente, se atrevería a todo. Absolutamente a todo cuanto su cuerpo le permitiera.
Alexander Dupont- †Sweet Bastard†
- Mensajes : 803
Re: Hay asesinatos en la ciudad del amor {Libre}
Parecía ensimismado viendo alejarse a la joven estudiante pelirroja. Le miré de reojo y pensé que estaba teniendo pensamientos lascivos con la muchacha. Y viendo su cara no parecía mal encaminada. Este hombre parecía girar en torno al sexo y cosas así.
Cuando mencioné que la chica podía ser una groupie él dijo, sin darle importancia, que era normal si alguien posaba en trajes de baño y dirigía una cadena hotelera. ¿Trajes de baño? En mi rostro se formó una expresión rara, entre desconcierto y algo de risa. No sé, algo burlesco. En serio, ¿trajes de baño? ¿Un vampiro? Era cuanto menos irónico. Un vampiro posando en trajes de baño cuando se suponía que la luz solar no era lo suyo. ¿Para qué anunciar algo de verano cuando no pueden disfrutar de esa estación? ¡¡Qué vampiros tan extraños!!
Mmm... Trajes de baño
Me limité a repetir lo que en mi mente resonaba como un eco.
Pero, ¿te la vas a comer?
Pregunté, aunque ya sabía la respuesta. Era un vampiro... Iba a dejarla seca como los casos de los que me había tenido que hacer cargo. Cuerpos vacíos, sin sangre, con todos los órganos secándose ante la falta de ese líquido. ¿Alguien había visto un cuerpo sin sangre? Pues a la gente que le diera asco la sangre, que se marease al verla, tenía que decirles que ver un cuerpo sin ella era más asqueroso todavía. Tan inusual que, o tenías un estómago de hierro, o acabarías echando hasta la primera papilla.
Por suerte para mí había visto demasiadas cosas cuando estuve investigando a narcos mexicanos y a mafias del este. Y ésto era parecido... Aunque más inusual.
Puede parecer una pregunta estúpida, pero, ¿no tenéis alguna otra alternativa que no sea la sangre? Quiero decir, ¿sangre animal? O comida de otro tipo. He leído que algunos vampiros comen carne fresca, también. ¿Es cierto?
Cuando mencioné que la chica podía ser una groupie él dijo, sin darle importancia, que era normal si alguien posaba en trajes de baño y dirigía una cadena hotelera. ¿Trajes de baño? En mi rostro se formó una expresión rara, entre desconcierto y algo de risa. No sé, algo burlesco. En serio, ¿trajes de baño? ¿Un vampiro? Era cuanto menos irónico. Un vampiro posando en trajes de baño cuando se suponía que la luz solar no era lo suyo. ¿Para qué anunciar algo de verano cuando no pueden disfrutar de esa estación? ¡¡Qué vampiros tan extraños!!
Mmm... Trajes de baño
Me limité a repetir lo que en mi mente resonaba como un eco.
Pero, ¿te la vas a comer?
Pregunté, aunque ya sabía la respuesta. Era un vampiro... Iba a dejarla seca como los casos de los que me había tenido que hacer cargo. Cuerpos vacíos, sin sangre, con todos los órganos secándose ante la falta de ese líquido. ¿Alguien había visto un cuerpo sin sangre? Pues a la gente que le diera asco la sangre, que se marease al verla, tenía que decirles que ver un cuerpo sin ella era más asqueroso todavía. Tan inusual que, o tenías un estómago de hierro, o acabarías echando hasta la primera papilla.
Por suerte para mí había visto demasiadas cosas cuando estuve investigando a narcos mexicanos y a mafias del este. Y ésto era parecido... Aunque más inusual.
Puede parecer una pregunta estúpida, pero, ¿no tenéis alguna otra alternativa que no sea la sangre? Quiero decir, ¿sangre animal? O comida de otro tipo. He leído que algunos vampiros comen carne fresca, también. ¿Es cierto?
Mayra Canasa Ferreira- Mensajes : 175
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