The Time of Our lives -Boda Hel&Souta- [Invitados]

El vampiro era, aunque no quisiera aceptarlo, un friki por excelencia: le encantaban los juegos de vídeo, el anime, los clásicos y cualquier tipo de consola, automóvil o aparato electrónico de entretenimiento. Claro que, todos estos productos -y en esencia los que más le gustaban- venían de Asia; jodidos chinos, pensó para sí mientras desempacaba sus cosas y esperaba a que Britney estuviera lista. Por otro lado, Alexander no se iba a tomar el riesgo de poner el peligro a su familia así que llevó a Natalie, Britney, Mae y la pulga a otro hotel aparte de los reservados para invitados. Esto sin embargo le iba a acarrear buenos beneficios al pelinegro ya que el dueño de que aquel hotel se había maravillado con el presupuesto de los hoteles de la cadena Dupont y quería presentarle un nuevo proyecto. Se sonrió a su propia imagen frente al espejo como si se tratase de una divinidad a ser venerada y cuando apenas escuchó aquel típico "Dupont estás loco" se apresuro a vestirse. Tras alistarse bajó al vestíbulo con Britney y Natalie para encontrarse con Mae y Abraham.

El camino al lugar era bastante corto y llegaron en poco tiempo. No había nadie de importancia allí así que envió a la pequeña Natalie con su tía Helene; en cuanto a la vestimenta de la pequeña, Britney se había asegurado de ponerle su vestido a juego con los colores que hacía algún tiempo les habían dicho que las niñas iban a llevar. Natalie estaba rozagante en olores a fresas y rosas gracias a un shampoo de marca que el mismo Alexander se había empeñado en comprar justamente para la ocasión. Elegancia ante todo, le había tenido que recordar a su pareja aunque todo aquello no era más que pura vanidad de su parte -claro está- porque en realidad la niña ya tenía otro shampoo.

Con respecto a la Báthory, se empeñaba en tomarle un montón de fotos a Natalie como si estuviera en la pasarela de Victoria Secret. Alexander suspiró pesadamente mientras caminaba de buenas a primeras a la mesa de pasapalos y miraba aquello tan... tan oriental... y esos platitos para tomar el sake no terminaban de convencerle. No lo habían hecho antes, en la graduación de Hel, y no lo harían ahora. Así que fue a reunirse con los suyos mirando de reojo a la niña malcriada -que ya no era tan niña pero que sin duda seguiría siendo totalmente insoportable- y seguía con la mirada a Britney que iba a saludar a Barbara. La chica no le agradaba en absoluto y ella parecía odiarla a él pero eso no apartaba el hecho de ser hombre y uno muy sexoso. Alexander enarcó una ceja y sonrió casi con descaro al ver, del cuello para bajo, las marcadas curvas de la mestiza Barbara. Entonces volvió su atención a Mae y carraspeó ligeramente, dando a entender que allí no había pasado nada.

Me niego con toda la profundidad de mi alma - grité mientras me aferraba a mi hermoso vestido. Si mamá no venía en este mismo momento, no pensaba salir con tía Helene. Hoy se casaba con tío Souta y tenía que verme hermosita porque arrojaría flores por donde ella caminara *-*, aunque las flores no me gustaban mucho, porque las abejas hacían pipí y popó en ellas. Ella se veía muy bonita, con su vestido largo y suave, por lo que me distraje de mi berrinche un momento para acariciarlo y sonreír. Cuando me casara con Luke, mi vestido sería igual de bonito que este.

Olvidé por qué estaba gritando y me puse a jugar con Ginny - Ginny Ginny, mira! - empecé a girar, mirando como mi vestido tomaba vuelo. Reí divertida y le tome las manos - Anda, gira conmigo, es muy divertido! -No sabía quien era la otra niña, nunca la había visto, pero igual le tomé las manos para que se uniera a nosotras. Esperar se estaba haciendo muy aburrido.

Con todo lo que había pasado, el regreso de mi madre, las revelaciones de Steven y los demás problemas, no había tenido tiempo siquiera de comprar algo decente para la anfitriona así que improvisé y terminé comprándoles un pequeño juego de vajillas con estilo oriental. Con respecto a la despedida de soltera, ni siquiera había preguntado por ella, ahora mismo no quería sufrir ninguna experiencia sexual que pudiese poner en peligro los pocos avances que había logrado gracias al esfuerzo y dedicación que ponía para estar con Drake. Y aún sabiendo que él no intentaba presionarme yo quería seguir mejorando para ser una novia más funcional y práctica. En fin, las cosas parecían marchar bien, no solamente para los demás sino también para mi.
Me miré al espejo terminando los últimos detalles, arreglé las faldas de mi vestido y me cambié el lado del que caía mi trenza negra azabache. No me preocupé demasiado en arreglarme mucho o pareces hermosa ya que la única que debía resaltar en aquella ocasión era Helene. Pronto estuve lista y quedé con Drake para ir juntos al lugar de la ceremonia, sonreí ampliamente a penas verlo, aproximándome a él. Mis brazos se estiraron para rodear su cuello y aproveché los tacones para encontrar sus labios con más facilidad, me sentí encantada de poder tenerlo tan cerca de mi e inconscientemente profundicé el beso para luego recordar mi misión de aquel día. Cuando llegamos al jardín todo lucía absolutamente encantador y no dude en agitar mi mano emocionada para saludar a Barbara, a Britney y a Abraham pues a los demás invitados no lograba reconocerlos .

Alexander percibió la mirada de Mae y torció los ojos en un gesto desinteresado, al fin y al cabo no estaba haciendo nada malo en absoluto más que refrescarse un poco la vista. Algún sabio había dicho una vez que tocar la puerta no era sinónimo de querer entrar, la Báthory Malcriada se veía bien pero no significaba que le gustase o algo por el estilo. El moreno se aproximó a donde se suponía que estaba Helene; en los últimos meses ella se había convertido en su hermana y confidente, una de las únicas personas en las que había podido confiar casi a plenitud, cosa que en él era casi imposible. Alexander, desconfiado y cínico Alexander; era natural en él pensar que cualquiera, en cualquier momento, estaría dispuesto a traicionarle, razón por la cual se cuidaba de su propia sombra. Y sin embargo también anhelaba tener la confianza de Britney, que ella supiera exactamente sus motivos para hacer tal o cual cosa pero aquello resultaba utópico, Alexander era más profundo de lo que aparentaba a simple vista y sus modos eran en situaciones incomprensibles más que para él mismo. Cuando la vio sonrió complacido, orgulloso de su sexy-sister pues en efecto se veía más hermosa que nunca, él jamas se hubiera casado, aquello le parecía absolutamente ridículo, pero no podía por menos desearle la felicidad que se merecía ¡Porque vaya que se la merecía tras tantos desdenes con los Vulturi! Miró a Matthew Baker, a quien había conocido ya hacía un tiempo cuando Drake recién volvía de la tumba de quien había escuchado tantas cosas gracias a la pequeña Helene; luego miró a Heather, la mujer no le agradaba pero estaba dispuesto a llevar la fiesta en paz con tal de que Helene la pasara bien. En un día como cualquier otro ni siquiera se habría molestado en saludar, pero en aquella ocasión llevaba traje, por lo cual debía comportarse como un gentleman. Después de todo, había prometido portarse bien y eso era lo que estaba dispuesto a hacer... siempre que ningún humano insignificante pusiera en peligro la vida de su hija, entonces los mataría a todos sin ninguna clase de remordimiento. Saludó a todos los presentes con un ligero asentimiento de cabeza, no solía hablar demasiado, sin duda prefería actuar antes que hablar y fue entonces cuando una vocecita curiosa llamó su atención. Bajó la mirada, ¡era su pequeña amiguita! Alexander se acuclillo y le extendió los brazos para saludarla con un abrazo.
-Hey kiddo-le dio muchos besos en el rostro a la pequeña Báthory del mismo modo que ella lo hacia con él siempre-. Se ven preciosas- susurró, refiriéndose a las pequeñas niñas, incluso a la Shiraoka, y a su querida Hermana adoptiva. Se puso en pie y se acercó a Helene, le tomo de ambas manos y sonrió mirándole a los ojos-. Esto es ridículo, y con seguridad me voy a arrepentir de decirlo públicamente, pero... Mereces esto, Helene. Así que disfrútalo.
Y entonces marchó, sabiendo que era el momento.

{...}

-El placer es la única cosa sobre la que merece la pena elaborar una teoría -respondió lord Henry separando bien las palabras con su voz melodiosa-. Pero mucho me temo que no me puedo atribuir esa teoría como propia. No me pertenece a mí, pertenece a la Naturaleza. El placer es la prueba de fuego de la Naturaleza. Cuando somos felices siempre somos buenos, pero cuando somos buenos no siempre somos felices.

Y allí se encontraba el moreno sin nada qué hacer en absoluto, miró la fijamente algunos de los adornos a mitad de la mesa que le correspondía. Buscó a Britney con la mirada y también a su hermana, intentando buscar consuelo en ellas para que le hicieran sentir mejor porque no tenía realmente nada qué hacer. Había pasado al rededor de 300 años de su vida siendo un hijo de puta con el 85% de sus conocidos y no fue hasta ahora, sentando cabeza, que se dispuso a mantener un tanto más de decencia. Aunque la decencia en sí se le hiciera completamente inútil, aburrida e hipócrita, no había más placer vital que desinhibirse de toda norma de sociedad y entregarse por completo a los supuestos pecados, que eran en realidad los mayores placeres. Entonces su mirada recorrió la mesa, como queriendo encontrar algo con qué distraerse, nunca había sido de estar en esa clase de reuniones. Y a mitad de la misma encontró una servilletera. ¡Shizuru! Alexander comenzó a sacar al menos veinte servilletas, sabiendo que habrían de sobra para los otros invitados ya que gran parte de ellos no probarían bocado. Y sin reparar en nada más se puso a la labor de doblar los papeles en forma de grulla, aquello era ridículo, absolutamente ridículo, pero estaba a punto de pegarse un tiro. Plegó las servilletas con precisión y rapidez aunque aguzando los sentidos por si surgía algún contratiempo.

Tras llegar lo primero que se me ocurrió fue ir a saludar a Hel, rezongué cuando vi que Alexander estaba ya en camino porque sabía bien que si me acercaba me iba a gruñir, gritar o verme con esa cara suya de las que todos ya eran más o menos conscientes. Fue entonces cuando una me desvié para ir a saludar más de cerca a Zafrina, vaya que lucía hermosa vestida así aunque no era la clase de traje que yo hubiera usado: no, jamás en la vida. Caminé calmadamente entre los invitados para acercarme a la vampiresa morena, cuando una voz reconocible más no muy conocida zumbó en mis oídos. Miré a los lados buscando la dirección por la cual había viajado el sonido y sonreí al saber de quién se trataba. Lo cierto es que no recordaba muy bien su nombre -Julie, Jules, Judie, Jude, alguno de esos debía ser- pero aquella cara era simplemente muy fácil de reconocer, era una de las enfermeras pero no tenía idea de que conociera a Helene. La saludé con un beso en la mejilla como solía hacer siempre y le estreché de medio lado sin tumbar su plato.
-¡Hey! Jude ¿Cierto? ¿O era Jules?- reí de vergüenza porque era muy mala para los nombres. Miré a su al rededor curioseando por si venía con alguien pero finalmente volví la vista hacia ella-. ¿Cómo estás? ¿Vienes sola?
Y de un momento a otro Drake se me había perdido de vista.