Right as rain {Veronica M}

~Who wants to be right as rain? It's better when something is wrong, you get excitement in your bones and everything you do is a game, when night comes and you're on your own you can say I chose to be alone. Who wants to be right as rain? It's harder when you're on top~

Al ser prácticamente el mismo lugar en el que vivía, de hecho a 2 calles del edificio donde se encontraba el departamento en el que vivía no tuve prisa alguna en caminar. Mis pasos me habían llevado hasta el café de forma tranquila, mientras controlaba mi respiración y calmaba la ansiedad que sentía. El sonido de los tacones que llevaba se perdía entre el eco de los autos y las otras personas que pasaban. Pronto me encontré siendo guiada por un mesero que por alguna extraña casualidad de la vida me recordaba a alguien, un alguien de ojos color azul grisáceo y cabello rubio. Sonreí de medio lado mientras me ubicaba en una mesa, casi en la esquina opuesta de la pequeña entrada.

Mis tobillos se cruzaron por debajo de la silla mientras el vestido rosa subía un poco sobre mis piernas, sin mostrar más de lo normal. Mi izquierda giró tan sólo un poco para poder ver la hora, faltaban pocos minutos para que fueran las 5 de la tarde; debe estar por llegar. Con un suave movimiento quité los lentes de sol de mi rostro dejando que éstos se adaptaran a la luz mientras mentalmente agradecía haberme alimentado lo suficientemente bien los últimos días como para no sentir sed en estos momentos. El sólo hecho de imaginarlo me hizo estremecer, justo al tiempo en que escuchaba una suave voz diciendo mi nombre. -Está aquí- Pensé mientras levantaba mi vista encontrándome con un uniforme de colegiala y un rostro que ya conocía muy bien. En ese preciso instante mi mente se abarrotó de recuerdos, de miles de discusiones que había tenido dejandome unos cuantos segundos absorbida en ellos hasta el momento en que mi mente me gritó que era tiempo de volver a la realidad. -Veronica- Dije en forma de saludo haciendo un gesto con la mano invitándola a tomar asiento. No, no besaría su mejilla, eso estaba más allá de mis límites en estos momentos, y más luego de recordar tantas cosas.

Suspiré quedamente y mi vista se quedó fija en su rostro, en su apariencia adolescente. El tiempo transcurrido no hacía que las cosas fueran más fáciles que la última vez, pero al menos esta vez mi idea de vida era intentarlo, intentarlo todo lo que pudiera esperando conseguirlo. Se supone que había cambiado ¿no? -Apostaría mi departamento a que lo último que esperabas era recibir un mensaje de mi parte. Espero no haber interrumpido mucho- Comenté a forma de disculpa, a diferencia de hace unos años, ésta vez si me preocupaba interrumpir las actividades ajenas, o bueno me preocupaba la mayoría del tiempo. -Y... ¿cómo has estado?- Pregunté buscando una forma de romper el hielo; el ambiente se sentía extraño y no podía pedir más luego del pasado vivido. Mi mano se levantó haciendo una seña para llamar al mesero, quien llegó apenas segundos después. -Un café latte de vainilla, por favor- Pedí para luego mirar a Veronica esperando si quería pedir algo.

Mi pie derecho comenzó con un movimiento rítmico, de vaivén, imperceptible para los demás al encontrarse debajo del asiento en el que me encontraba. Me tomé unos segundos en responder a su pregunta mientras ella terminaba de ordenar y el mesero se disponía a traer el pedido. Un ligero encogimiento de hombros además de la fina presión entre mis labios precedieron a mi respuesta. -He tenido épocas mucho mejores, pero ahora no están tan mal... o no habría tomado la decisión de venir hasta aquí- Sonreí de medio lado mientras me preguntaba por dónde sería mejor empezar mientras sentía la mirada de Veronica encima, sí, ella también esperaba que yo comenzara. ¿Qué debía decir? ¿Qué era lo que quería decir? ¿A qué quería llegar con todo esto?

Un suspiro salió de mis labios mezclándose con la brisa que anunciaba la pronta llegada del atardecer. -Hace meses tenía la idea de buscar a mi hermano, pero también entendí que si quería llegar a él primero debía buscarte a ti. Sé que las cosas no acabaron para nada bien la última vez, para nadie, las consecuencias de las decisiones tomadas no eran las esperadas...- Desvié mi mirada hacia la derecha, donde se veían las demás personas caminar con despreocupación, hacia la izquierda donde otras más conversaban animadamente. -Sé que las cosas pudieron ser muy confusas pero hablando con sinceridad, aunque intenté negarmelo muchas veces, desde pequeña siempre me salí con la mía y obtenía todo lo que pedía, todo lo que consideraba mío era eso, sólo mío y de nadie más... en especial cuando se da la ocasión de encontrarte con tu hermano mayor al que hace mucho tiempo no veías- Agradecí la pequeña interrupción del mesero quien traía el pedido hecho hace pocos minutos.

Mi mano se cerró alrededor de la taza, haciendo un movimiento y llevándola hasta mis labios dando un primer sorbo, saboreando la deliciosa fragancia a vainilla que adoraba en una bebida caliente para luego ponerla nuevamente sobre la mesa y mirar fijamente a la chica sentada frente a mi. Tomé aire y hablé con decisión. -Mira, no estoy justificando lo que hice y de hecho tampoco estoy pidiendo perdón por ello, estoy aquí porque quiero manejar las cosas de una forma diferente, sin esa necesidad de dañar a nadie... quiero hacer las cosas bien por mi hermano, porque sé que a él le gustaría que estuviéramos bien y de hecho no me niego a esa posibilidad, pero soy consciente que no será fácil y que ni tú ni yo podemos hacer de cuenta que nada pasó- Hablé de forma clara, tratando de no sonar de forma brusca ni agresiva, sólo siendo sincera, hablando sobre lo que quería. Después de todo lo sucedido, no podía esperar que Veronica me abrazase ni mucho menos. Y todo volvía a la misma situación de siempre, esperar... siempre esperar.

Sabía perfectamente que ella nunca había llegado con la intención de hacer daño a mi anhelada y amada familia de hermanos Roux, lo tenía muy claro luego de las muchas veces que habíamos intentado tener esta conversación en el pasado, que por desgracia, nunca terminaba bien... o no luego de unos pocos días. Mi necesidad de tenerlo todo, delimitar lo que yo creía como "mío" y mis simples intereses en demostrarle al mundo que podía hacer lo que me viniera en gana sin arrepentirme de ello, podía decirse que era una de las causas. Claro, nada de eso era cierto, el arrepentimiento nunca abandonaba un alma luego de haberla visitado. Entonces sus palabras a continuación hicieron que mi estómago se revolviera un poco, mis labios se apretaron y mis ojos se cerraron unos segundos. ¿Qué era lo que sentía? Física y pura envidia. Envidia a no poder ser como ella, a poder perdonar tan fácil y olvidar todo, envidia por no poder hacer de cuenta que nada pasaba.

-Que narcisista te has vuelto con el tiempo, Sarah- Me reprimí mentalmente y luego abrí nuevamente los ojos, dando esta vez un sorbo más largo al cafe latte, dejando que su sabor aliviara el malestar en mi estómago. Sonreí de medio lado y me encogí de hombros. -No me tomes a mal, ya sabes como soy, tal vez sea muy rápido el termino amistad, no es como si pudiera invitarte ahora mismo a ir de compras, ver películas, reír y charlar... pero no lo niego, no pretendo cerrarme, después de todo fui yo quien te buscó y uno de mis mayores intereses en este momento es mi hermano- Sus palabras siguientes me hicieron sonreír sinceramente y sentir alegría de nuevo, alegría acompañada de ansiedad.

-Esa idea me agrada- Un sorbo más y la taza casi se encontraba vacía ya. -¿Qué opinas si me enseñas donde viven y, luego por alguna razón, vas a esperarlo del trabajo? ¿Acompañarlo de regreso a casa? Yo podría esperarlos allí, tú le dices que tienes una sorpresa o algo así...- Le sugerí con un tono de voz un poco más suave del que utilizaba normalmente. Tenía que admitir que sentía miedo. Miedo a ver a mi hermano mayor, miedo a su reacción, miedo al rechazo. En este punto de mi vida no estaba segura de conocer a nadie, porque el paso de los años me habían enseñado lo suficientemente bien que las personas podían cambiar de parecer cuantas veces quisieran sin previo aviso. Esperé su respuesta mientras terminaba mi café y levantaba la mano haciendo una seña al mesero para que se acercase y así poder pagar la cuenta.