Comebacks are always good [Privado] [Kirsten Dalaras]

Bajo del avión y voy directamente a la fila del equipaje. Cuando veo que el hombre está pronunciando unas palabras, me quito los auriculares y los dejo colgando a ambos lados de mi cuello. Me acomodo la correa de la mochila negra de Wilson que llevo a las espaldas y resoplo acercándome. Cuando escucho mi nombre, levanto la mano y tomo el bolso rojo con ambas manos. Empiezo a cargarlo por todo el aeropuerto y me paro cerca de un pilar. Me apoyo en el mismo y busco mi teléfono en el bolsillo de mi buzo. Escribo rápidamente un mensaje para Shana -que de seguro no sabe nada de que estoy aquí-, y vuelvo a guardarlo. Tomo de vuelta el bolso, esta vez con una mano y salgo de aquel lugar.

El aeropuerto no está nada cerca del hospedaje de Shana, pero aún así decido caminar. El viento corre bruscamente y me despeina los rizos que salen a ambos lados del gorro de lana que llevo puesto. En las épocas de invierno Londres sí se congela, decía mi hermana, y ahora finalmente le creo.
El jean que llevo puesto es largo, razón por la cual arrastro la parte más baja y a la vez la piso con las zapatillas. Hago un leve movimiento de espaldas y la mochila se acomoda nuevamente.

Al llegar a la vereda de la casa, busco el número memorizado y al pararme al frente de la puerta, dejo el bolso en el piso y alzo la mano. Resoplo una vez más y la hago sonar con los nudillos.

Se había acabado finalmente, Kirsten había culminado de forma definitiva su relación con Drake Bathory lo que le convertía en una hermosa mujer codiciada por Damian Heathcliff y en peligro de extinción. Porque ¿para qué negarlo? la competencia era verdaderamente fuerte pero ésto desde luego no le detenía. La perseverancia de la castaña había aumentado considerablemente desde su retorno de los Alpes Suizos. Sentía verdadera pena, no podía creer que las cosas hubieran terminado así después de casi 3 meses porque Drake no solamente había sido su prometido... le dolía en el fondo de su corazón... pero no podía seguir ignorando la soledad. Era demasiado violenta y abrupta.
Tomó aire en un intento de evadir su hilo de pensamientos mientras se cepillaba el cabello frente a la ventana y un curioso olor llego a sus fauces. Era un olor parecido al de Shana pero curiosamente humano y no precisamente el de Mitchel. Siento su garganta arder en ése instante y segundos después el golpeteo contra la puerta de madera. Se asomó por la ventana de la habitación y pudo vislumbrar a un chico rubio, una nueva corriente de aire impactó contra su rostro.... ¿¡Pero que...!? En medio segundo -literalmente- estuvo abajo dispuesta a abrir la puerta con un entusiasmo que ni ella se hubiera imaginado. ¡Tenía que ser James! Al abrir sonrió con cordialidad, cuidando no dejar entrever demasiado sus afilados caninos para no asustarle.
-Hey. ¿Buscando a alguien en específico?- hablo con la gracia natural de los vampiros, con aquella preciosa voz de campañillas, mientras su fragancia exquisita a mar y menta adornaba la instancia. Agradeció haber bebido la sangre suficiente de híbrido -la cual poseía la facultad de regenerar tejidos- para mantener sus ojos de un azul natural y su piel de un pálido rosa-. Soy Kirsten Dalaras.

Sigo pensando en que voy a hacer y qué le voy a decir; hasta incluso he inventado una excusa para que me crea y no me regañe por haber venido. Voy a decirle que alguien me ha pedido que le mandara saludos "personalmente", que me he quedado sin dinero o simplemente decirle la verdad; que la extraño y que no soporto la vida sin ella a mi lado. Sin embargo lo último sería algo egoísta de mi parte, incluso contradictorio ya que "estoy bastante enojado con ella".

Carraspeo un par de veces hasta ver que la puerta se abre. Me intriga saber qué dirá Shana acerca de mi llegada, y estoy a punto de darle un abrazo a la persona que está ahí parada, hasta que me doy cuenta de que no es ella. En su lugar hay una chica morocha, alta y pálida, poseedora de dos ojos azul intenso y una voz dulce. Escucho lo que dice y asiento levemente ante su pregunta.

—Soy James Nanther —me presento sonriente al escuchar su nombre —, busco a mi hermana Shana ¿Vive aquí? —pregunto. Quizás he llegado a una dirección errónea y estoy estorbando a esta chica.
Luego recuerdo algo que Shana me había contado sobre vivir con alguien, solo que yo me la había imaginado con algún adulto o mayor responsable, y no con una joven que incluso pareciese más chica que ella.

A día llevaba el cabello suelto, la silueta de su esbelto cuerpo envuelto en un vestido de zeda con estampado de cebra y unas curiosas botas blancas hasta la rodilla con el tacón color rosado chicle. Ella sintió como un calor extrañamente familiar subía por su cuerpo y latía pulsante en su pecho, no era precisamente su corazón -que desde hacía varios años había dejado de latir- pero tenía una función semejante. El color teñío sus mejillas por la sangre híbrida aún no procesada y sonrió con cierto disimulo. Nadie imaginaría que detrás de esa sonrisa perfecta, que había costado dos años con aparatos, se escondía un poder atroz. Meses atrás hubiera enloquecido ante la posibilidad de tener a un humano en casa cuando Anthea iba por ahí a sus anchas haciendo daño a todo el que se metiera en su camino pero ahora solamente podía sentir alegría. Por primera vez iba a conocer al hermano de su mejor amiga y hermana del alma, o como a ella le gustaba apodarlo algunas veces cuando hablaban de él, Shanito.
-Sí, sí, vive aquí conmigo y con Seth. Supongo que le conoces- Kirsten se cubrió el rostro de la vergüenza al decir aquello, el cabello cayó por ley de gravedad sobre su rostro mientras intentaba contener una risa pícara-. Lo siento, lo siento me pongo nerviosa con facilidad.
Se mordió el labio inferior mientras le miraba maravillada de arriba a abajo. El hermano de Shana era más mono en persona de lo que jamás había imaginado. No pudo contener su emoción por mucho más tiempo y se abalanzó encima para estrecharle con "fuerza". Bueno, quizás no tanta fuerza, tanta como podía un humano esperar de una mujer con una contextura como el de ella. Un agarre que ella misma había percibido como suave y delicado, después de todo los humanos era como finas y frágiles figuritas. No bastaba más que un toque ligeramente violento para que se desplomaran con la misma rapidez que latían sus corazones. Ella sin embargo estaba de lo más feliz prendada al cuello del muchacho. Él despedía una calidez natural y acogedora, similar a la que ahora ella tenía... nada parecido a las llamas abrazadoras de los licántropos.
-Oh, James, ¡estaba tan ansiosa por conocerte!- se desprendió de su agarre y le invitó a pasar. Antes no le hubiera invitado nada por vergüenza a abrir la nevera y que solamente vieran sangre pero ahora con Seth tenían la nevera siempre repleta de comida-. Seguro estás cansado ¿Quieres algo de comer? ¿Tienes sed?

Observo como repentinamente un color carmesí tiñe sus mejillas y no puedo evitar sonreír ampliamente. De pronto un rayo de sol se asoma por el horizonte y me pega de frente en la cara, obligándome a fruncir el ceño. Siento que las pupilas se me contraen y pestañeo varias veces. Luego asiento al escuchar su comentario y lanzo una risa nerviosa. Su vergüenza está a flor de piel y se le nota en el rostro y por como habla. Trago saliva y contesto:
—Si, bueno, no lo conozco personalmente, pero Shana me habla todos los fines de semana de él —me rasco la nuca y miro al suelo —; parece ser un tipo genial —digo y vuelvo mi vista a ella.

Por una milésima de segundo el momento se torna incómodo. La miro de arriba a abajo, pensando como sería para Shana convivir con otra persona que no fuera yo. De seguro la pasaban genial, tal como me explicaba. Pero tal vez era solo un espejismo creado a base de una mentira. Ruedo los ojos y borro ese pensamiento de mi cabeza; esta chica parece divertida y segura de sí misma. Vivir con ella parece estar de pelos.
Y es en ese momento en el que me las imagino charlando, cenando o haciendo algo juntas cuando la siento aferrarse a mí en un extraño pero tierno abrazo. Le correspondo posando mis manos en su espalda, con las palmas abiertas y los dedos extendidos. Sus brazos rodean mi cuello, lo que sería bastante incómodo ya que aún llevo puesta la mochila. Escucho su comentario y me sorprendo. ¿En serio estaba ansiosa de conocerme una desconocida? ¿Shana había hablado tanto de mí? Me invita a pasar y asiento. Tomo el bolso rojo con una mano y entro a la casa.

—Con permiso —entro en una sala de estar pequeña pero acogedora. Escucho su pregunta y sonrío —. Tranquila, me ha quedado algo de lo mío —le guiño un ojo como de costumbre y golpeo con una mano la Wilson negra en mi espalda. Deposito el bolso en el piso observando el lugar —¿Shana ha salido?

Tras hacerle pasar le condujo a la sala y le invitó a sentarse en el sofá, el diario que había dejado sobre la mesa de noche lo abrazó contra su pecho mientras la relación de jubilo recorría por entero todas y cada una de sus muertas venas en las que ahora corría sangre. Agradeció el aire acondicionado de la sala que a decir verdad no cubría otra función más que dispersar el olor, cualquiera que fuera, siempre estaba lejos de su nariz. Le tomó por sorpresa que señalara la Wilson, había estado tan entusiasmada por lo que sucedería a continuación que no se había percatado en ningún momento de la bolsa de su acompañante. Sonrió con su dulce naturalidad maternal y se apartó un mechón de cabello que caía sobre su rostro, enrollándolo por detrás de su oreja perforada a lo largo de todo el cartílago. Dos barras de plata pura con incrustaciones de oro 14kilates en cada extremo adornaban la misma. Porqué plata, preguntaban algunos, pero era bastante sencillo. Los metales ferrosos escapaban de sus orejas con bastante facilidad cada vez que hacía uso de su don y con anterioridad había tenido accidentes dolorosos.
-Mmm sí, creo que ha salido esta mañana con Seth, a ver uno de sus partidos...-susurró mientras se tomaba del mentón con expresión pensativa y miraba al techo como si encontrase las respuestas allí aunque luego sonrió orgullosa y culminó su oración-. Es el mariscal de campo. Shana está tonta, no entiende nada de fútbol pero igualmente ha ido a verlo.
Y vamos que estaba tonta luego de haber escuchado la función del mariscal de los labios del propio Seth y todavía no enterarse. Kirsten soltó una suave risa como de ángel, de esas dispuestas a embelesar a cuanto humano las escuchara sin embargo no paso mucho tiempo hasta que la dama decidiera morderse el labio inferior nuevamente. Se volvió un minuto mientras guardaba su diario y la pluma de marca en la pequeña biblioteca donde Shana guardaba sus libros, y aquel que la misma Kirsten le había regalado, Romeo y Julieta.
-¿Cuánto tiempo planeas quedarte James?- preguntó en un tono jovial mientras, de puntitas, empujaba a penas con un dedo su diario en una ranura disponible entre un libro y otro-. Seguramente Shana se pondrá feliz de verte. Hay dos habitaciones libres, por si gustas ocupar alguna.
De haber sabido si James sabía lo de Shana, todo hubiera sido más sencillo, pero ahora mismo no podía permitirse actuar como un vampiro. Sonrió nuevamente pero el sonido de su propio móvil le hizo dar un respingo.
-Dame un momento, iré a contestar.
Kirsten cogió el móvil y le dejó para que se pusiera cómodo mientras ella solucionaba algo con su agente.

#Partida abandonada por inactividad.