Why does it always rain on me? [Emma]

La ciudad de Forks se caracteriza por su clima oceánico; tiene una de las más altas precipitaciones en todo el país de Estados Unidos. O eso es lo que me acuerdo de lo poco que estudié en años anteriores. Igual, es debido a esas estúpidas altas precipitaciones que camino bajo la lluvia, empapado y con frío. Pisando los charcos de agua formados en las baldosas flojas de una pequeña plaza. ¿De qué me escapo? No se, pero no quiero volver.

Meto las manos en los bolsillos de mi jean y me encorvo un poco para conservar el calor. Aunque sé que es imposible, ya que sólo llevo puesta una remera azul de Aéropostale sin mangas, unos jeans negros y un par de zapatillas blancas de Nike (Que a decir verdad ya están bastante grises). Observo a mi alrededor y me acerco a un árbol lo bastante alto como para poder salvarme de la lluvia por un momento. Saco el móvil del bolsillo para fijarme en la hora, pero me llevo la sorpresa de que se ha quedado sin batería. Maldigo a mi interior y vuelvo a guardarlo. Me saco la gorra azul de la cabeza, me despeino el cabello y me la vuelvo a poner, pero esta vez con la visera hacia atrás.

Sé que en el canal del pronóstico han anunciado una tormenta para esta tarde; pero soy lo demasiado terco como para creerle a aquel meteorólogo viejo y arrugado. Su cara no parece de confianza, y siempre me he salido con la mía. Además, en Forks siempre ha lloviznado, excepto en verano, que generalmente es una época seca. Nunca he visto -o no me acuerdo- una lluvia tan fuerte como la de hoy. Estoy seguro que hay alguien allá arriba que me odia, y que ha estado esperando a que se me den las ganas de escapar para hacer que truene y relampagueé.

Me siento a las raíces del árbol y siento el olor a humedad que desprende del tronco, las ramas e incluso de las hojas. En la plaza no hay nadie, o por lo menos no a la altura de mi vista periférica. Me quedo resoplando con las piernas cruzadas y cortando el césped del piso, mientras pienso qué voy a hacer hasta que la lluvia pare. Siento el pantalón húmedo, al igual que las medias y los píes.
Dejo el trabajo de arrancar pasto y froto ambas manos después de haberlas calentado con el poco aliento que me queda. Toso y me tapo con el codo, como me ha enseñado mi hermana. Pestañeo varias veces y, aunque sé que estoy por arruinar la espalda de mi remera, me apoyo en el tronco del árbol.

En un principio, niego con la cabeza, pasó la lengua por mis labios y miro para un costado. Esa era mi típica mirada de cuando estaba pensando en algo. Luego de unos minutos, lo miró y le sonrió. - Pues sí, "chico con rulos que tiene el ego por las nubes"...-me quedó callada mirándolo y prosigo-Leonardo DiCaprio es un bombón, tu sólo eres...chocolate en rama. -le saco la lengua.

Debajo de mi piel, puedo notar sus movimientos intranquilos y nerviosos. Su cuerpo temblaba y mi oído en su pecho escuchaba los alocados latidos de su corazón. Reí para mis adentros, lo estaba poniendo nervioso a James Nanther. Esto sí que sería una buena anécdota.

Siento que toma mi mano y sonrío mirándolo a los ojos, levantando mi vista por supuesto. Formuló esa pregunta y se me vinieron todas las malas ideas a la mente-Mira si nos ve alguien del instituto, iría corriendo con el chisme a tus amigos, a las chicas que te idolatran todo el tiempo y ahí me harían la vida imposible... -le dije sin mirarlo-Sin contar con que se entere mi padre de que me escapé de casa y me encontré con un chico que apenas conozco, nos acostamos en el césped y casi nos besamos-vaya, ahora que lo decía, parecía ser todo muy apresurado-No me deja salir nunca más, me encierra en un convento donde no pueda encontrarme nadie, especialmente tu. -Me levanté y me quedé encima suyo, en una posición algo ... "atrevida" , con ambas manos a sus costados para no caerme encima suyo.-Venimos de Inglaterra, estas cosas no suceden.

Lo de "chico con rulos que tiene el ego por las nubes" y "chocolate en rama" me ha dejado tentado de la risa, por lo que me es inevitable no lanzar una carcajada, aún estando tan cerca de ella. Incluso siento como si estuviera a punto de llorar de la risa.
Cuando termino, paso el dorso de mi muñeca por ambos ojos y me hago el ofendido.

—Amorcito, tienes que aprender la diferencia entre rulo y rizo —digo con un tono nasal femenino y me echo a reír de nuevo. Estiro mi mano y tomo un poco de mi cabello entre mis dedos, lo miro y vuelvo a sonreír —. Y por si no lo sabes, el chocolate en rama es uno de los chocolates más preferidos mundialmente —termino de decir seriamente y muevo las cejas de arriba abajo numerosas veces, para hacerle entender de que yo sería el querido mundialmente —. Y Leonardo DiCaprio es un celoso que quiere ser como yo —muevo la cabeza y el cabello en manera de adoración y vuelvo a mirarla sonriente.

¿Cómo es que habíamos acabado haciendo esto? Hace sólo una hora era una desconocida de la que me había burlado, y unos cuantos minutos atrás ni me acordaba de su existencia. ¿Tan rápido había pasado el tiempo? Porque parece que hace más de diez años la he visto allí llorando. Hace diez años que mi teléfono no funciona. Hace diez años que he escapado...

Escucho sus palabras, acerca de cómo la odiarían y sonrío. ¿En serio soy tan importante en el colegio? Estoy seguro de que ella exagera. Nadie va a "acosarla" por haberse quedado un rato hablando conmigo. Por favor, ni que fuese una celebridad. Y luego lo de su familia. ¿Que si ella le iba a decir a su padre? Si yo estuviera en su lugar no se lo contaría, sería sólo para meterme en líos. Escucho nuestra historia resumida y a decir verdad tan corta parece patética. Luego lo que dice de Inglaterra y ya está encima mío de nuevo, con ambos brazos a los lados de mi cabeza. Apoyo la misma bien en el suelo, y la hago para atrás, para poder verla mejor. Abro bien los ojos y vuelvo a mover las cejas. Me relamo los labios.

—Entonces es mejor que te acostumbres y empieces a hacer lo que hacemos los americanos —digo casi en un susurro entrecortado.

No entiendo qué es lo que le causa tanta gracia, sólo había hecho unos comentarios que para mí eran verdad y ahora se estaba matando de risa en el suelo. -Para mí, rulo y rizo es lo mismo. Y esos cosos enormes que ocupan toda tu cabeza son rulos, no me contradigas-le dije tomando entre mis dedos un mechón de su cabello y retorciéndolo. -¿Amorcito? Vaya, otro apodo nuevo. Ese me gusta mas.-le guiñé el ojo.

-Pues yo prefiero escuchar el chocolate en barra, como el Wonka por ejemplo-dije haciéndome la importante-Y Leonardo DiCaprio es como mi amor platónico así que te prohíbo que digas algo de él. -dije haciéndome la enojada.

De verdad que me asustaba la idea, más la de mi padre. No pensaba contarle esto, desde luego que no, nunca le había contado nada de mi vida excepto tal vez de mis amigas, pero nunca le había hablado sobre chicos. Y ahora menos, ya que él no sabía que yo me había escapado de casa. Además una vez ya lo había dejado muy en claro, un día en el que había llegado tarde a buscarme al colegio y me había encontrado en mi salón de clases jugando sola con un niño que era mi amigo. "No vas a salir con ningún chico sin que yo lo apruebe, debo pensar que es el indicado para ti. No importa si tienes 10, 15 o 30. Yo soy tu padre y yo decido, sino te mando a un convento." Perfecto.

Me lo quedé mirando fijo, sosteniendo la mirada mientras me hundía en esos asombrosos ojos verdes que tiene. Reparé en que cada vez me iba a acercando más a James... Hasta quedar nuevamente a unos centímetros de su boca. Se relamió los labios y tragué saliva aún más nerviosa.

Me acerqué aún más y le di un beso en la mejilla. No sé por qué lo hice, sólo sé que sonreía como una idiota después de hacerlo. -¿Y qué es lo que hacen los americanos? -le pregunté acercándome aún más, rozando mis labios contra la comisura de los suyos.

—Para gente como tú rulo y rizo es lo mismo —me encojo de hombros. Me hago el ofendido cuando dice lo de los "cosos enormes" que hay en mi cabeza. Vuelvo a reir, pero esta vez mordiéndome el labio inferior para que no suene tan fuerte. Me guiña el ojo y sonrío —. Si él es tu amor platónico entonces ten cuidado con lo que dice sobre mí. Yo me amo a mí mismo —digo con una mueca y tono gracioso, cerrando los ojos sarcásticamente y señalándome con la mano sobre el pecho —y puedo llegar a ofenderme si es que sigues hablándome así —hago otra mueca y pestañeo varias veces mirándola a los ojos.

No hacía nada. Ella. No hacía nada. Solo se queda allí tendida encima mío como si nada, mirándome a los ojos. Puedo notar una sonrisa asomarse en su rostro, pero con aquel carácter que tiene (bastante parecido al mío debo decir) puede que sea cualquier otra cosa; un llanto, un grito de furia. Qué se yo. Nunca entendí a las mujeres y dudo que llegue a hacerlo del todo algún día.

Siento su beso en mi mejilla; bueno, eso es algo que no esperaba. Cuando se separa, puedo notar el rubor en sus mejillas y también lo siento en las mías. Arqueo la comisura de mis labios y me pongo nervioso al tenerla tan cerca. Escucho lo que pregunta y me levanto un poco; acerco mis labios a su oído izquierdo y susurro "esto". Sólo esa palabra, que sólo ella ha escuchado. Cuando vuelvo a mi lugar de antes, cierro los ojos y me acerco lentamente para chocar mis labios con los de ella.

-¿Te amas a ti mismo? Qué raro, pensé que no me lo habías dejado en claro. -dije con un tono irónico que me hizo sonreír a mí misma. -Puedes ofenderte todo lo que quieras, para mí eres solo chocolate en rama Nanther. -le saqué la lengua.

No entendía para nada lo que hacía, por momentos se hacía el desinteresado y su actitud era intimidante y seductora, y por el otro, era un chico coqueteando conmigo en actitud y habla. ¿Por qué lo hacía? Me confundía totalmente. Como ahora, por ejemplo. Estaba yo encima suyo y se quedaba mudo, haciendo gestos nerviosos en su rostro...

¿"Esto"? ¿Qué es... OH DIOS. No. No acaba de hacer lo que yo creo que acaba de hacer....

Siento sus labios contra los míos en una milésima de segundo, no entendía nada y me ganaba la confusión. No le respondí el beso pero tampoco supe qué hacer. No lo iba a dejar perder más tiempo conmigo, así que decidí hacer algo yo misma de una vez por todas. Me acerqué a sus labios nuevamente y lo besé como la gente, mezclando sus labios con los míos, causándole movimiento y queriendo transmitirle que en el poco tiempo en el que nos habíamos hablado, había sentido miles de cosas, miles de sensaciones y miles de futuros recuerdos en los que sólo estaba él.

Mi mano libre se fue hacia su cuello, mi dedo pulgar le hacía círculos en la piel y la mano que aún estaba agarrada a la suya ni se movía, estaba fija en su lugar. Sentía su pecho pegado en el mío subir y bajar debido a nuestra respiración y eso me entusiasmó, así que seguí el beso sin querer separarme.

La respuesta a mi beso no ha sido lo que esperaba. Sinceramente, creía que se iba a separar, bofetearme e irse corriendo del lugar, diciendo cosas como "Eres un estúpido" o "¿Qué es lo que te pasa?". Ya incluso podía imaginarme lo que le iba a decir y qué iba a hacer en mi defensa. O si no también imaginé que se iba a quedar tildada y no iba a hacer nada al respecto. Pero como mi imaginación no tiene límites, ya que se la pasa todo el día volando por los aires, nada es como lo he imaginado. Me responde el beso con uno de su parte. Siento su mano en mi mejilla haciendo delicados movimientos, que al parecer llevan forma de círculo.

Mi mano entrelazada con la de ella se mueve, la suelta y se posa en su espalda, sobre la tela del vestido. La otra hace lo mismo en el lado opuesto, sujetándola con firmeza. Empiezan a moverse de arriba hacia abajo, jugando en toda su espalda y dejando una hilera de rastros como diciendo "James Nanther estuvo aquí". Termino con posarlas delicadamente en sus caderas sin hacer movimiento alguno.

Nuestros labios se unen una y otra vez de una manera armoniosa, como si hubiesen sido creados para estar juntos. Puedo sentir como se amoldan perfectamente creando un sinfín de sensaciones. En un momento dado, con todas mis fuerzas me levanto, quedando sentado con ella encima. Pero sin dejar de besarla. Esta vez mis manos vuelven a recorrer su espalda y la abrazan instintivamente.

Me separo del beso y pego mi frente contra la suya, sintiendo los rizos mojados aplastarse. Respiro entrecortadamente y podría decirse que sonrío. Aún con los ojos cerrados.

Esto era increíble, genial y de vuelta increíble. Yo no solía hacer estas cosas, no solía besar al primer chico que encontraba sólo porque pensaba que era lindo. No, yo venía de las típicas familias inglesas que sólo besan a alguien si ya están en una relación formal. A mi padre lo habían criado así y él se había dedicado a meterme las mismas ideologías en la cabeza, pero al parecer todo ese esfuerzo ahora se estaba yendo por la borda.

Ya no me importaba nada, en este momento me parecía que éramos él y yo solos en el mundo. Mis labios uniéndose suavemente con los de él eran una sensación hermosa, porque encajaban a la perfección como si estuvieran hechos el uno para el otro. En realidad, yo encajaba con él a la perfección a pesar de que nuestras personalidades sean tan iguales y con el ego tan alto que chocaban. Sus caricias en mi espalda me dejan una sensación alegre pero nerviosa que nunca había experimentado antes. Mi mente esta bloqueada, sólo podía pensar en James y en que lo estaba besando de una manera perfecta. Cuando sus manos se detuvieron en mis caderas, pensé en parar el beso pero no lo hice. Apenas podía respirar y sinceramente no me importaba si me ahogaba, sólo quería estar entre sus brazos besándolo.

De pronto estoy sentada encima suyo, porque él se sentó; sin dejar de besarme claro está. Pasó un brazo por atrás de su cuello y mis dedos comienzan a jugar con la tela de la musculosa. La otra mano la apoyo en su pecho, mitad tocando la tela y mitad tocando su piel. Se sentían los latidos de su corazón, enloquecido. Seguramente los míos estaban igual, pero de eso no me preocupé.

Al fin nos separamos, pero no tanto ya que nuestros rostros aún estaban pegados y tomé aire. Abrí apenas lo ojos y vi que sonreía con los ojos cerrados. Mi nariz rozaba la suya, y no podía despegarme de él, de su cuerpo, de su aroma, de sus brazos. No quería salir de ahí.

-¿Asi que esto es lo que hacen los americanos? -susurré en sus labios en tono de coqueteo aún con los ojos cerrados. -Retiro lo dicho, Forks no es tan malo... -sonreí. Le di un pico, apenas una presión de labios cuando sonó mi celular. Suspiré, no pensaba atenderlo, ni siquiera si era mi padre. Pero el teléfono maldito no paraba de sonar, ya rompiendo mi paciencia-Mierda!-exclamé sacando el celular de mi bolsillo, mirando la pantalla que no paraba de titilar con un "Dad calling" ¿Quién se creía para arruinar un momento así? Ah claro, mi padre -¿Hola pa?-contesté en mi voz tranquila y en mi acento de siempre. Miré a James, quien todavía me abrazaba y yo estaba abrazada a él por el cuello, como si mi vida dependiera de ello.

Puedo sentir que se acomoda entre mis piernas para quedar cómoda sobre ellas, y la abrazo con más fuerza, pero sin dejar de ser delicado. Pues su cuerpo comparado con el mío parece una frágil lámina de cristal capaz de estallar y convertirse en miles y miles de cristales más pequeños. Y no es que la idea me asuste, pero no sería lo ideal que me toque ir juntando pedazo por pedazo. Los dedos de mis manos se contraen al mismo tiempo, y mis labios siguen buscando desesperadamente los suyos.

Esto no es algo que yo haría todos los días. Esto no es algo que el James Nanther que conozco haría todos los días. Esto no es algo que el hermanito de Shana haría todos los días. Esto es algo que solo pasaría en un día como este. No me gusta etiquetar cosas ni poner poner nombre a todo; pero si lo haría este sería catalogado como "un día no-normal". ¿Se dan cuenta de las cantidades de cosas no-normales me han pasado hoy?

Siento su mano apoyada en el pecho. Declaro que me da un poco de vergüenza que sintiera los enloquecidos latidos de mi corazón. ¿Cuántas veces había dejado a alguien entrar así como así en mi vida? Una respuesta razonable sería cero; pero hoy, en este preciso momento, puedo sentir que empieza a ser una. Una dichosa persona. La dichosa persona que llevaba como nombre Emma Welsh. ¿La chica de intercambio James? ¿En serio?

Escucho lo que dice y asiento ante su pregunta y afirmación. Siento su leve presión en mis labios y luego la descontrolada música proveniente de su celular. Abro los ojos un poco y sonrío ampliamente al escuchar la palabra que acaba de brotar de sus labios. Luego, como si nada, atiende el teléfono hablando con la misma voz dulce de siempre. Comparada con la voz seductora que acababa de hablar conmigo, esta era más aniñada y tierna. Mientras que la otra juguetona y sensual.

Muerdo mi labio inferior y poso mi mano en su cabeza. La atraigo hacia mí y empiezo a dejar cortos besos en su mejilla derecha, en su oreja y hasta en su cuello. Con la otra mano sigo acariciando su espalda. Sonrío. Se va a meter en problemas si es que su pa se entera de en dónde estaba. Y con quién.

Bueno lo admito, la situación era realmente incómoda. Hablando con mi papá por teléfono al mismo tiempo que estaba sentada encima de un chico al cual acababa de besar descontroladamente. Si mi padre se enteraba, me metería en graves y serios problemas. Por no decir que me metería en un convento hasta los 18 y luego me mandaría a Londres con él. Estaba segura.

"Hola hija ¿dónde estás? Te estuve llamando a casa y no me atendías" dijo preocupado. Tragué saliva-Tuve que hacer unas compras y me perdí en el camino. Pero ya estoy llegando, no te preocupes-mentí rápidamente bajo la mirada atenta de James. Seguí escuchando a mi papá cuando me paralicé por los besos que James me estaba dejando en toda mi piel,-Mmm-se me escapó en voz baja y luego desvié la mirada, seguro que James se divertiría con eso. Me acerqué y le di un beso en la mejilla.

"De acuerdo, hoy tengo una cena importante en Port Angels" comentó como si nada. Suspiré a modo de resignación-¿Una cena? ¿Eso significa que debo ir yo tambien?-Estaba acostumbrada a esas estúpidas cenas de negocios donde sólo hay hombres hablando de política y dinero, mujeres hablando sin parar sobre cualquier estupidez y niños que no eran niños. Con eso me refería a que los niños no corrían ni jugaban por ahí, sólo se sentaban a hablar de estupideces. Odiaba esas reuniones. Pero siempre me obligaban a ir. "No, esta vez no. Puedes quedarte en casa sola, ya eres grande." Abrí los ojos como platos y sonreí.-¿En serio? Ay gracias pa. -"Puedes invitar a una amiga a dormir si quieres, no vuelvo hasta la mañana siguiente"...

¿Amiga? ¿En serio? Yo no tenía amigas aquí. -Bueno, veré lo que hago.-contesté cortante. "Pero nada de chicos o fiestas, ¿entendiste? Deberías cocinarte algo. Eh...Debo irme, te quiero hija. Adios"-Sí papá, nada de chicos. -respondí mirando el césped. -Bueno, yo también te quiero. Adios-y colgué el teléfono, lo guardé en mi bolsillo y miré a James.-¿Podrías tener la consideración de no ponerme nerviosa cuando estoy hablando con la persona que podría matarme? -le saqué la lengua.

Me quedé en silencio unos minutos esperando a que él diga algo. Hasta que se me ocurrió una idea-Eh... Me estaba preguntando... si es que no tienes planes para esta noche... -estaba nerviosa, desde luego, lo miré-Es que estoy sola a la noche porque mi papá se va y... no quiero quedarme sola en Forks, sería la primera noche que lo hago. Además de que no tengo "amigas" a las que invitar a dormir....-le ¿confesé? Si, me había quedado sola a la noche en Londres, pero no en Forks, donde había rumores de lobos y cosas extrañas en la noche.-¿Me harías compañía? Si no es que no tienes otra cosa que hacer claro...

Escucho lo que habla con su padre y sonrío. Doy un último beso en su cuello y apoyo mi boca en su hombro. Parpadeo varias veces y respiro con la nariz, mientras sigo escuchando lo que dice. Lanzo una carcajada y me tapo la boca al instante cuando dice lo de "nada de chicos". ¿En serio su padre es así? Por favor, tiene quince años, tampoco es que va a hacer que muera sola. ¿Invitar a dormir a amigas? Claro, eso se puede. Que las amigas den vuelta la casa, la pinten, le corten el pelo, rompan los muebles, acaben la comida. Pero ningún chico en casa. Joder. ¿Por qué siempre los muchachos somos los tachados de matones, indisciplinados o irrespetuosos? Siempre es la misma historia; en las fiestas, en el colegio, incluso en las salidas de amigos; nosotros quedamos mal y ellas son princesas de cuentos de hadas. Ellas las chicas también pueden ser pervertidas y torpes, y nosotros sí podíamos ser tiernos y adorables.
Hablando de injusticia, el padre de Emma es injusto. No puede pensar así de los amigos de su hija, por lo menos yo no lo haría si es que algún día tengo una.

Cuando dice lo de "¿Podrías tener la consideración de no ponerme nerviosa cuando estoy hablando con la persona que podría matarme?" me acerco de nuevo a sus labios y deposito otro beso corto. Seguido de otro y otro mientras ella hablaba. Sonrío mientras la miro al ver que se queda pensativa y trago saliva. Cuando veo que está por pronunciar algo, paro las orejas y hago todo lo posible por no besarla y escuchar atentamente a lo que dice. Río un poco y me paso una mano por la nariz.

—Cariño tienes que aprender que la agenda de James Nanther siempre —digo con énfasis la última palabra —está ocupada. Por lo que para conseguir un lugar para hoy tendrías que habérmelo pedido hace... —pongo cara de pensativo —tres años —le guiño el ojo y sonrío —. A menos que me hagas cancelar unos buenos planes por otros más buenos —digo y me acerco a sus labios de nuevo, lo suficiente como para besarlos.

Odio que mi padre haga eso, o más que odiar, me molestaba. Yo ya tengo 15 años, soy lo suficientemente grande y madura como para saber lo que está bien y lo que no, se suponía que estar con chicos era algo normal en mi edad y él no quería aceptarlo. Para él siempre sería su pequeña niña, su bebé. Pero el tiempo pasa y él no lo quería aceptar. Desde luego que a mí no me importaba la opinión de mi padre, si me interesara aunque sea un poco, no estaría aquí con James.

Al escuchar que lanzó una carcajada antes de que yo corte la llamada, le pego en el hombro. Fue un golpe suave, el típico golpe de niña que seguro no mata ni a una mosca. Pero ni bien lo miro, me empiezo a reír. Paro la carcajada cuando empieza a darme besos en los labios. Suspiro, era tan...irresistible.

-¿Cariño? Apa.. Ya me estás diciendo cariño, eso es un gran paso-bromo y le doy otro beso, corto pero igual de dulce e intenso como el primero. Paro y lo escucho. Enseguida me hago la enojada, dejo de abrazarlo y me coloco más alejada de él, aún en sus piernas pero más alejada del resto de su cuerpo.

-¿Tres años? De acuerdo, ¿te perderás pasar una noche en la casa de esta belleza-me señalo a mí misma-solos sin que nadie nos interrumpa por salir con alguna de las locas que están atrás tuyo? Como tu quieras Nanther.-le saqué la lengua. Me acomodé mi cabello hacia un lado, dejando la piel de mi cuello aún rojo por sus besos.-Si me secuestran por la noche, será tu culpa.-le saco la lengua nuevamente

Siento su golpe en mi hombro y tengo que morderme los labios fuertemente para no dejar escapar una carcajada. Los apoyo en su hombro, y río en voz baja. Cierro los ojos y siento como éstos se llenan de lágrimas ¿Tan rápido? Bueno, sí. Soy de esas personas que por el más mínimo chiste o broma ya se está partiendo de la risa y convirtiéndose en un mar de lágrimas. Siento mis hombros moverse de arriba a abajo lo que me da más ganas de reírme. Poso mis manos en su espalda, y no abro los ojos hasta que corta. Me separo y veo que ella también ríe. Empieza a darme besos cortos, que yo respondo frunciendo los labios y pestañeando cada vez que entran en contacto.

Escucho lo que dice y con una mano poso un mechón de pelo detrás de su oreja. Sonrío ampliamente y asiento con cara de conformidad hacia ella. ¿Decir cariño es un gran paso? No lo creo; la he llamado chica, amorcito, cariño y hasta creo que nena. No sé por qué las chicas se emocionan tanto con el tema de los apodos o nombres de pila. Es sólo una forma de dirigirse a las personas. Escucho también que dice lo de belleza, y río tanto que espontáneamente me inclino hacia atrás. Siento que la espalda me duele, pero no se compara con las ganas de reír que me da esta chica.

—Antes que nada, deseo informarle que tengo nombre, si no lo he mencionado —digo volviendo a mi posición inicial —. Y es James —hago como un tono fastidioso pero a la vez chistoso —. Además, ¿Sin que nadie interrumpa qué? Estoy seguro que me vas a raptar, llevarme a tu pocilga de hogar y hacer un ritual de vudú londinense o algo por el estilo —hago formas raras con los dedos al frente de su rostro y luego me cruzo de brazos. La miro haciendo cara de niño enojado; frunciendo el ceño y mostrando exageradamente el labio inferior.

Lo observo, solamente lo observo. Se quiere reír a carcajadas y no puede, no entiendo por qué pero sólo se que no puede y se está aguantando las tremendas ganas de reírse de mí y de las estupideces que hago. -Ay perdón JAMES-le digo haciendo un exagerado énfasis en su nombre-Me gusta decir tu apellido, tiene más énfasis y así me tienes más respeto...amorcito-le digo así como me dice él, con el mismo tono de egocentrismo y seductor.

-¿Raptarte? Mmm no. Estoy segura de que eso es lo que me vas a hacer tu.-lo acuso-Me vas a violar-le saco la lengua y me pongo enfrente suyo, colocando mi rostro a pocos centímetros de él nuevamente. -Se que no te puedes resistir... -susurro y le sonrió en el oído. Con todas mis fuerzas, lo tumbo hacia el suelo como antes, con mi cuerpo encima del suyo. Le empiezo a dar besos en los labios, en la mejilla, en la mandíbula y terminé en su cuello. Como dejando marcas o huellas que digan que él es de mi propiedad.

Dicho y hecho, me paro y lo dejo ahí tumbado. Le sonrió desde arriba, desde mi posición él parecía tan indefenso. Me cruzo de brazos-Hay muchas cosas que podríamos hacer...Pero no te voy a decir cuáles, así no tiene gracia el juego-empiezo a hablar mirando a mi alrededor, estaba anocheciendo-¿Vendrás conmigo o no? Si me pasa algo y me muero, caerá en tu conciencia por el resto de tu vida.

"Me vas a violar". Río tanto por ese comentario que siento una punzada de dolor en mi abdomen. Poso una mano allí, pero sin parar de reír. A la otra la paso por debajo de mis ojos como si fuera que voy a quitarme una lágrima. Le sonrío y cuando ya estoy calmado asiento. Emito un sonido raro, mezcla de "sip" y "yep", en señal de confirmación.

—Violarte será poco —digo y le guiño un ojo. Escucho lo que dice contra mi oído y de un momento al otro la tengo encima, llenándome de besos. Cierro los ojos mientras poso ambas manos en su espalda. Cada roce de labios contra mi piel me causa una sensación nueva de escalofríos, especialmente en mi cuello.

Siempre he sido cosquilloso. De chico lo registraba como mi desventaja, porque por el mínimo contacto contra mis pies, mi abdomen y mi cuello podría estar doblándome en tres, a causa de aquellas estúpidas cosquillas. Nunca me ha gustado tenerlas; nunca me gustará.

Cuando se para la miro desde abajo. Parece más grande pero a la misma vez femenina. Cruzo los brazos por detrás de mi cabeza y cierro los ojos sonriente. ¿Muchas cosas que hacer? Vaya, parece que ha tenido una noche planeada desde hace siglos. ¿Tanto tiempo se quedará sola en casa? No es que yo no lo haga, sino que... es como raro. La miro pensativo. Me llevo una mano al mentón y hago una pose graciosa.

—El juego puede funcionar como yo quiera —digo analizando sus palabras —. Por ejemplo, empezando por el hecho de que las reglas van a cambiar depende de si voy contigo o no. No es lo mismo un juego para dos que para uno solo —me encojo de hombros y trago saliva —. Y mi conciencia está tan limpia que ahora podría asesinarte y vivir la vida como si nada en realidad hubiese pasado —miento y le guiño un ojo. Claro que mi conciencia no esá limpia. Estoy seguro que nadie la tiene vacía del todo, nadie es santo ni perfecto —. Me encanta ser tan inteligente —digo y suspiro con aire de superioridad, inclinando la cabeza hacia atrás. Estoy seguro que quiere que me pare, pero no voy a hacerlo. No por ahora.

Desde la posición en la que estoy, lo miro desde abajo con un aire de superioridad. Se me forma una sonrisa en el rostro mientras escucho lo que dice, es tan obvio que me tiene ganas como que yo también a él. ¿Por qué no lo admite y ya? Ah, por las mismas razones que yo. -¿Será poco? ¿Entonces cuáles son tus otras ideas? -le pregunto levantando una ceja haciéndome la curiosa, aunque en realidad me moría de la intriga por saber.

Entre esos segundos de silencio y en cuanto él empieza a hablar, aprovecho para arreglarme el cabello. Seguro que sería un desastre universal así que preferiría no mirarme a un espejo o saldría espantada. Me aliso bien los mechones sueltos y agarro una gomita de mi muñeca para atarmelo en una cola de caballo. Me dejo unos mechones libres adelante y vuelvo a mirar a James.

-Pues claro que no, pero podría ponerse interesante si tu vienes.-dije con mi voz seductora nuevamente-No se, tu piénsalo... Estarás totalmente sólo conmigo toda la noche-le guiño el ojo. Una carcajada sale al instante en el que él dice lo de su conciencia limpia-Claro, podrías matar tranquilo a la chica que besaste y te volvió loco hace unos instantes. Admítelo, no podrías seguir viviendo ni un minuto más sin mí-le guiño el ojo otra vez.

Miro a mi alrededor, ya casi era de noche. No llovía y se podían ver los faroles de las calles prendidos. No me gustaba andar de noche por este pueblo inmundo y lo único que quería era que James venga conmigo. Me arrodillé a su lado y me acerqué a su rostro como antes, -Por favor...¿Vendrías conmigo a mi casa a hacerme ...compañía?-en la última palabra le agrego un toque de sensualidad demás. Era obvio que lo que pretendía de su compañía no era sentarnos en el sillón a mirar la tele.

Veo como eleva una ceja y la imito, aumentando la curiosidad de parte de ambos. Sonrío al ver que nos quedamos congelados, ambos con la misma mirada; la ceja alzada y una sonrisa de lado. Río por lo bajo y me quedo pensando en una respuesta a su pregunta. La verdad que, además de por parecer misterioso, me quedo callado porque no sé que contestar. ¿Otras ideas? Pienso, pienso, pienso. No se me ocurre nada. ¿Ver una película? No. ¿Salir a bailar? Tampoco. Bien, supongo que lo más divertido que vamos a hacer en toda la noche va a ser leer la Biblia e invocar espíritus locos en su casa. Buena James, buena.

—Prefiero mantener el misterio —muevo ambas cejas y la miro a los ojos. Observo como se acomoda el cabello y sonrío. Me gusta más cómo le queda así; está desprolija, pero bastante simple y femenina. Le caen mechones a ambos lados de la cara, que si estuviera parado al frente de ella juro que le colocaría detrás de las orejas. Veo que dirige su mirada de nuevo a mí y sonrío como un niño pequeño pidiendo un dulce. Escucho lo que dice.

—Toda una noche no me basta —le guiño un ojo —. ¡Wow! —doy énfasis —Tranquila, tranquila —alzo ambas manos y las muevo de arriba a abajo lentamente —¿Quién dice que me volviste loco? —poso ambas manos de nuevo sobre mi pecho —Y creo que está mal dicho que no podría vivir sin ti, porque ya lo he hecho y no creo que me sea tan difícil —me encojo de hombros —. Además, como tú ya lo dijiste, hay muchas chicas desesperadas por ser alguien en este barrio que me ayudarían a olvidarte de una u otra forma —vuelvo a guiñarle el ojo.

Cuando se agacha al lado mío, espontáneamente mi mano se levanta y empieza a jugar con su cola de caballo, haciéndola moverse de allá para acá y enroscando los dedos en ella. Siento su rostro muy cerca del mío. Trago saliva y escucho atentamente. Asiento cerrando los ojos, y estirando un poco los labios vuelvo a besarla, aunque esta vez es corto y suave.

Me quedo mirándolo fijamente, me permito perderme entre ese rostro mojado rodeado de rulos, entre ese verde brillante de sus grandes ojos y en su sonrisa contagiosa. Todo en él era llamativo, quizás me pasaba a mí sola o quizás era su manera física de ser, pero toda su persona te llamaba a gritos para que lo miraras. Era lo mismo que me pasó el primer día de clases en el instituto de Forks, es decir el primer día que lo vi y pregunté su nombre. Estaba ahí, sin hacer nada, sólo invitándome a mirarlo.

-Wow... Si no te basta una noche, entonces no me quiero imaginar todo lo que me podrías hacer-abró la boca y me la tapo con una mano como en señal de sorpresa-Eres un atrevido, te acusaré con mi pa, le diré que me quieres violar...-le saqué la lengua. Me muevo de un lado a otro, camino a su alrededor con los brazos cruzados. Eso era lo que hacía cuando estaba impaciente y la gente no me cumplía los caprichos, moverme de un lado y hablar como si yo tuviera la razón en todo. Bueno, yo tengo la razón en todo.

Escucho atentamente todo lo que tiene para decirme, aunque desde la primera pregunta que formula ya tengo la respuesta preparada. -¿Quién me lo dijo? Ah no lo se...Quizás fueron los enloquecidos latidos de tu corazón que por cierto, deberías mejorar en eso. Se nota demasiado que cuando hago esto-me puse cerca de su rostro otra vez, acariciando con mis labios cada centímetro de la piel que rodeaba su boca-te vuelvo loco.

Le devuelvo el corto beso. Lo miro a los ojos-No importa, yo se que ninguna lograría hacer que te olvides completamente de mí...cariño-agrego por último y le doy un beso en la mejilla. Me paré y le ofrecí mi mano-Vamos Romeo, no quiero que me secuestren en mitad de la noche...-le sonreí.

Escucho lo que dice acerca de que voy a violarla y río de nuevo. Luego la veo dar vueltas alrededor mío y la sigo con la mirada sonriente. Escucho lo de los latidos de mi corazón y no puedo evitar sonrojarme. No se si "volverme loco" es lo que ella desata en mí, porque aunque no parezca, creo que es mucho más. No ese sentimiento de locura por alguien, sino ese de tener ganas de agarrarlo y nunca dejarlo ir. Algo como... ¿Amistad? Pero más que amistad, estoy seguro que es más que eso. ¡Confusión! Eso es; nada más que una terrible confusión. Estoy confuso; no ir con ella parece lo más seguro y "normal" por hacer, pero el simple significado de la palabra "ir" me parece tentador y aumenta mis ganas de acompañarla.

Cuando se acerca no puedo evitar que los "enloquecidos" latidos de mi corazón -como ella los llama- se enciendan y empiecen a cambiar su ritmo habitual. No digo nada, solo trago saliva y pestañeo una que otra vez, perdiéndome en sus ojos y visualizando su interior sólo a través de un par de córneas. Mi respiración se entrecorta mientras siento sus caricias alrededor de mis labios. Trago saliva de nuevo y sigo mirándola. Escucho de nuevo lo de "te vuelvo loco" y asiento para conformarla. Siento su beso en mi mejilla y la veo pararse ofreciéndome la mano. La tomo y cuando me paro lo hago demasiado cerca de ella. Susurro la palabra "nadie" y vuelvo a besarla. Esta vez es un poco más profundo, pero sin dejar de ser tierno y dulce. Cuando me separo pego mi frente a la de ella y recito:

—Más aquí yace nuestro amor, bajo una tarde de primavera, puesto que si esto es un sueño rogáis para no despertar —mantengo los ojos cerrados y sonrío —. No es exactamente primavera —río —, pero es lo que me vino a la mente —estiro un poco los labios y vuelvo a besarla.

Sabía que había algo demasiado raro en esto, quizás era la forma en que él me trataba y de cómo yo había dejado mi timidez atrás con un chico que apenas conocía. Pero aún seguía sin entenderlo del todo, si aún éramos desconocidos ¿por qué sentía que lo quería tener para siempre conmigo? ¿Por qué sentía que él era algo importante que no quería que nadie más tuviera? Ay Dios. Debería dejar de pensar en estas cosas tan cursis.

Lo observo agarrar mi mano y pararse, se sentía tan bien estar los dos solos. De repente me pregunté qué pasaría cuando tengamos que volver al instituto el lunes, ¿me hablaría? ¿Me va a ignorar como siempre? No lo sé. Tampoco me interesa mucho en el momento, sólo sé que lo tengo para mí solita y nadie me lo quitará.

Cuando se pone enfrente mío y me besa, lo abrazo por la cintura y me recuesto en sus brazos. No sé por qué lo hago, pero es una forma de sacar los malos pensamientos y pensar en cosas positivas. Recuerdo que hacía esto con mi madre, antes de que me abandonara. Cada noche que yo tenía pesadillas, yo sólo debía gritar y ella ya estaba a mi lado, lista para darme esos abrazos que me dejaban tranquila. Porque cuando estaba con mi madre, me sentía segura, como si nada malo me pudiera pasar. Y al besar o abrazar a James, la misma sensación volvía a mi cuerpo y a mi mente. Como volver a estar entre los brazos de la tranquilidad después de tanto tiempo.

Sonreí en cuanto pronunció esa vieja frase. Levanté la vista para mirarlo mejor:-¿Me creerías si te digo que esa es mi frase favorita de toda la obra?-sonreí como una idiota. Le devuelvo el beso, luego de unos segundos de silencio lo miro nuevamente y le hago seña con la cabeza para irnos. Y ahí me surge una nueva incógnita ¿debo tomarlo de la mano o caminar separados por centímetros como si fuéramos sólo amigo de toda la vida? No hago nada, sólo me paro y miro fijo a su rostro y luego su mano, tan cerca de la mía.

Este es el momento en el que me retracto de todo lo que he dicho; de haberme burlado, mal juzgado y criticado a Emma todo este tiempo. ¿Cómo no pude verlo? ¿Cómo no pude decir "basta" en frente de todos? ¿Cómo es que no pude... ser diferente? ¡Marcar un punto límite! Eso es lo que tendría que haber hecho. Y no es sólo "ese día", es TODOS los días. ¿Cómo pude ser tan... jodidamente terco y no conocer a esta hermosa chica antes de decir cualquier monada que se me ocurra? Claro, es que eso es lo que implica ser popular en el colegio; o te aman o te odian. La democracia parece tanto una dictadura allí dentro.

Siento sus manos rodearme por la espalda y sus labios besando los míos. A ello le respondo encorvándome un poco para poder llegar a responder justamente el beso. Mi mano derecha (con la que ella me ayudó a levantarme) se posa en su mejilla y la otra en su cadera. Cuando siento que se separa abro un poco los ojos y allí está ella; con todo sus ser mirándome a los ojos. Escucho lo que dice y sonrío. Me acerco a su oído y susurro algo que sólo ella puede escuchar. Algo tan íntimo que no pienso contarle a nadie acerca de esto; ni a mis amigos, ni a mi familia, ni siquiera contárselo a ella en algún futuro. Es este preciso momento. Ahora. Solo nosotros, nadie más. Incluso la lluvia ha desaparecido, la brisa se esfumó y el denso aire merodeando no se siente para nada. En este momento, susurro:

—¿Creerías que es la mía también? —digo. Y no estoy mintiendo; es mi frase preferida. Por algo la tengo siempre en mente y dando vueltas en la cabeza. Es que aquella vez que leí la obra, este pequeño fragmento quedó grabado en mi cerebro desde ese día y para siempre. Y siempre lo digo con la misma voz y siempre lo pienso con el mismo sentimiento.

Observo su movimiento de cabeza y asiento. Luego sigo su mirada, observando nuestras manos casi unidas. Pienso por un momento y trago saliva. Luego sonrío y abro la palma de mi mano, para que la tome. Y cuando lo hace empezamos a caminar. No es que me esté poniendo melancólico ni romántico justo ahora; pero tomado de la mano con ella, podría ir hasta el fin del mundo.