Nos Volvemos a Encontrar{Damian A. Heathcliff }

Victor Hugo

Aquella noche había cambiado por completo al castaño, el ardor que había experimentado recorrer cada parte de su cuerpo había sido tanto que en sus pensamientos habitaron deseos de morir antes que seguir experimentando semejante dolor, sin embargo ahora las cosas cambiaban, disfrutaba en el depredador que se había convertido, las mujeres casi lo acosaban… es decir, no faltaba quien quisiera irse a la cama con el, su dinero se había duplicado, y ya no tenia que preocuparse por cuando moriría, simplemente eso empezaba a carecer de importancia. Pero no todo era miel sobre hojuelas, desde que había sido convertido acercarse a su hermana era todo un reto, un debate interior sobre el deseo de su sangre y el amor de hermano, pero la sangre de Mikaela hacia que él se saliera absolutamente de su cordura, así que por ahora tenia que alejarse de ella hasta que supiera como controlarlo.


Afortunadamente para el castaño los encuentros con Grace habían disminuido y una parte de el agradecía que ella hubiera encontrado un esposo, así la alejaría un poco de fastidiar. En cambio las cosas con Kirsten empezaban a marchar mucho mejor, ella por fin estaba soltera y podían iniciar una relación, pero pasaría mucho tiempo para que el castaño volviera a decidirse proponerle semejante estupidez, tenia que ser un momento en el que el perdiera la cordura porque de estar cuerdo seria muy complicado que lo volviera hacer.


-Sr. Heathcliff, el auto que solicito esta en el estacionamiento- El castaño hizo una seña con la mano de que lo dejara solo, la suite que había solicitado le permitía ver parte interesante de la ciudad, y con esa vista era casi imposible dejarse llevar por los recuerdos, muchos recuerdos que mas de ser gratos para el eran muy agobiantes, así que antes de seguir pensando decidió salir a tomar un poco de aire, quizás encontraría un poco de diversión en el lugar. Lugar donde vivía la mujer que lo había convertido, la mujer que le había regalado la inmortalidad.


La noche ya estaba avanzada, así que las calles no tardaban mucho en quedar vacías o al menos casi vacías. Su mano izquierda se introdujo en el bolsillo de su pantalón y con la derecha sostenía un cigarro, al mismo tiempo caminaba lentamente, un paso mas o menos humano, podía compararse por la velocidad pero la perfección en que lo hacia era incomparable, cada parte de su cuerpo ahora estaba diseñada para ser perfecta, para que llamara la atención, para que resaltara a kilómetros de distancia. Una oleada de aire fresco llego al castaño, un olor maravilloso que llevaba consigo mezclas de algunos humanos, naturaleza y nada más y nada menos que el olor de Corin, su creadora. Sonrió de lado, una sonrisa muy característica y seductora de él, la que usaba normalmente para llevarse a la cama a cuanta chica se pusiera frente a él.


-Digamos que esta vez no se me dio la gana avisarte- Sonrió de manera cínica y le dio una vez mas una calada al cigarrillo para luego soltar el humo lentamente muy cerca de la cara de la chica a manera de seducción. –A mi todo me sienta bien, no te des mucho el crédito. Y dime ¿Te diviertes por aquí?- El chico miro a ambos lados analizando los alrededores, en la plaza ya solo había dos hombres borrachos poco interesantes para el gusto del chico así que los omitió y volvió la mirada a la hermosa vampiresa que tenia enfrente, y a decir verdad tenia que tener cuidado porque ella no era del tipo de chicas que se pudieran subestimar.