En los Alpes- [Heather]

El vuelo descendía lentamente en el Aeropuerto Internacional de Ginebra, mientras ella se desesperezaba en su asiento de primera clase. La vista en la ventana permitía apreciar que el cielo tenía un hermoso aspecto gris plomo, producto del invierno. Aunque ya había estado en la zona de Suiza, siempre era un placer contemplarla de nuevo. Era una zona realmente hermosa, llena de climas variantes entre sí, pero en esos momentos no iban a su parte mediterránea, estaban a punto de dirigirse a una de las zonas con mayor turismo en el mundo, debido a ser poseedora de los paisajes naturales más hermosos, magníficos y encantadores que podían observarse en el mundo. Observar los amplios y encantadores picos de los Alpes Suizos, cubiertos de blanca nieve, era algo conmovedor para ella.

La razón, era por que Heather tomaría unas vacaciones en los Alpes Suizos, en los mejores chalet de invierno, y ella tenía...no, quería vigilarla. Las montañas son hermnosas, pero no es un hecho desconocido que estaban llenas de peligros, y su personalidad no le permitía afrontar ningún riesgo. Observó la ya terminada copa de vino blanco, propio de las llanuras de Suiza, una de las cosas que más le gustaban del país. Claro, era digno de mencionarse el queso, además los alimentos y el oxígeno de la zona le daban a la sangre humana un sabor demasiado particular. Pero, no debía pensar en ello con humanos en el avión, o podría descontrolarse. No le gustaría que por su culpa, Heather llamara la atención de una forma en absoluto apropiada.

Escucho la bienvenida por las bocinas en los cuatro idiomas esperados: alemán, francés, italiano e inglés a la zona de Ginebra. Si, era una suerte haber descendido antes de que empezaran los vientos tormentosos. Fue un acierto llegar desde la zona de Francia, pues el vuelo había sido más corto y mucho más placentero.

El descenso, fue tranquilo y controlado. Se desabrochó el innecesario cinturón y se estiro por convencionalismo humano. Agradeció a las aeromosas sus atenciones al descenso, mientras esperaba a Heather bajar, se aseguro de no tener problemas. Era una total paranoica, pero su experiencia le había enseñado que si se quiere causar daño, el peligro podía estar en cualquier parte.

-Bien, el vehículo que nos llevará al Eastwest ya está esperándonos, sólo tenemos que pasar a las cintas por las maletas, unos cuantos trámites y estaremos en camino- había supervisado la llegada de vehículos seguros, aunque Suiza era el lugar donde se podía confiar en ello. Con su móvil, se encargaba de hacer todo ello.-Espero que te guste el hotel, es pequeño y muy confortable. Permite un ambiente realmente privado.

Flashes. Sus radiaciones me ponían irritable, pero nada que no pudiera controlar. Me preguntaba en ocasiones con cierta malicia, que pasaría si les hiciera estallar la cámara por medio de mi fuerza o usara esa radiación para dejarlos ciegos de por vida. Si, en ocasiones pensamientos sádicos e infantiles azotaban a mi mente, pero me mantenían en una emoción tan ridícula como la diversión maliciosa.

Me coloqué a lado de Heather para evitar que le dieran con esas cámaras, micrófonos o con sus cuerpos. No me preocupaban los humanos, eran demasiado débiles para preocuparme por que pudieran causar daño alguno, pero me preocupaba que se acercaran mucho a ella. Me desesperaba que se pusieran los humanos a saltar como locos sobre su persona y no poderlos lanzar a volar.

Les alejé suavemente de su camino, pues también en sus tabloides hablaban pestes de los guardapespaldas. Suspiré y le guié por el camino, hasta llegar a los autos, donde ya nos esperaban con su equipaje en las cajuelas de los autos de color negro y con la puerta abierta para Heather. Le hice entrar antes que yo e ignoré a los periodistas. No tenían nada que decirme. Así que subí a lado de Heather y de inmediato di la orden de que se nos llevara a nuestro destino. En general, nunca rebelo nuestra localización hasta no estar en el coche y generalmente guiaba yo la comitiva, pero estos eran hombres honorables, y podía confiar en ellos.

-Al parecer no puedes esconderte, Heather- observaba con mis ojos todo el recorrido que yo conocía, e incluso había pedido, por cortesía del GPS que siempre me acompañaba y de las imàgenes satélitales. Si, usaba a un gran equipo para protegerla. Era esencial.

Pensaba en el vino y la nieve, disfrutando del hermoso paisaje nevado que tenía el sitio para ofrecerle a Heather, pues deseaba que tuviera unas excelentes vacaciones, aunque le habían mandado a venir más por proteger a los suyos que por gusto.