I drove for miles and miles [Stefan]

La ciudad mexicana de Monterrey, no era en si la primera vez que visitaba un lugar como ese, de hecho la primera vez que la habia visitado habia sido hacia unos siete siglos, aunque no tenia para nada buenos recuerdos de esa vez, los antiguos pobladores de esas tierras eran bastante prejuiciosos con respecto a aquellas personas de piel blanca y palida que brillaban con la luz del sol, sin duda todo un problema, algo que seguramente hubiera alertado a esos que se hacian llamar realeza, pero como Volterra estaba tan lejos seguramente eso habia ayudado de mas, ademas el poder de ellos en esos tiempos no era lo que era actualmente, y si actualmente no me preocupraba lo que esos egocentricos italianos decian poder hacer menos me preocupraria siglos antes

Como siempre se lo habia dicho a mi hermano Vladimir, esas eran reglas de los Italianos no nuestras, y como para nosotros no existia Realeza Vampirica pues simplemente no teniamos por que cumplir nada que ninguno de esos tres se les ocurriera imponer, una escusa mas para poder entrar en guerra con ellos una vez mas, habian recuperado el poder, pero eso no significaba que por eso simple detalle ibamos a dejar de pelear

Aun asi como estaba llegando a la ciudad cuando aun habia sol y no deseaba ser visto y señalado por el brillo de mi piel o por el color rojo encendido de mis ojos, me tape de la manera mas coherente posible, específicamente usando la ropa que pudiera cubrir la mayor parte de mi cuerpo, lo logre sin problemas, ademas de usar aquellas gafas que tapaban mis ojos y simplemente la situación de mi cara se soluciono con una crema corporal de las que usan los humanos y que dada la temperatura de la ciudad quedo perfecta para que nadie sospechara, y si alguno lo hacia seguramente la mejor forma de solucionarlo es decir simplemente – Lo siento pero tengo un problema en la piel y por eso el sol me afecta, pero con esta crema todo esta solucionado y puedo hacer mi vida normal – Era preferible eso a simplemente asesinar

Asi pase una parte de mi tiempo pasando por las calles de Monterrey sin el menor problema, por lo menos asi fue hasta que encontre un olor que me sonaba completamente conocido, tanto fue asi que comence a seguir dicho olor hasta que sin mas entre dentro de una tienda y pude descubrir quien era aquella mujer, la habia visto alguna vez hacia tiempo, aunque ahora qque lo pensaba era demasiado extraño que la esposa de Aro estuviera caminando sola por una tienda, a plena luz del sol y sin ninguna guardia que la protegiera. Pero no me acerque en ese momento simplemente me puse en una posición que ella no pudiera verme y esperando que aquella crema corporal fuera lo suficientemente efectiva sobre mi piel como para evitar que mi aroma llegara a ella, esperaba tener la posibilidad de ver que es lo que estaba haciendo ella en ese lugar

Encontré un par de mascadas que me gustaron, las usaría ya mismo de ser posible, así podría cubrir mi cuello también y evitaría que el sol intentará hacer de las suyas en mi piel, no era conveniente, nunca lo era, y por supuesto, fiel a las leyes impuestas por mi marido, yo también estaba convencida de que no llamar la atención era la regla principal, la mas importante, la que tenía mas sentido para poder guardar nuestro secreto y que entonces los vampiros pudiéramos seguir teniendo una vida sin complicaciones, como hasta ahora.

Caminé con gracia y elegancia hasta la caja y entonces pagué en efectivo aquellas prendas. Antes de salir del lugar me aseguré de pasar frente al espejo para pasar una de las mascadas en torno a mi cuello.
Me agradó mi reflejo. Sonreí de medio lado y entonces me decidí a salir, y estuve a punto de hacerlo cuando mi mirada se topo con una figura masculina bastante conocida para mi... y es que a pesar de no verlo frecuentemente, su rostro jamás se borraba de mi memoria, él era mi peor pesadilla, mi mas grande miedo, la mas grande amenaza.

Mis ojos se abrieron demasiado por la sorpresa, aunque nadie podía notarlo porque las gafas de sol seguían cubriéndolos. Por un momento me sentí presa del pánico, un miedo que no solía sentir nunca, un miedo que solo se apoderaba de mi cuando Stefan y Vladimir salían a relucir en mis conversaciones con mi esposo.
Intenté disimular y no llamar la atención de los humanos que ahí se encontraban y caminé rumbo a la salida, a sabiendas de que seguramente él iba a seguirme, pues podía jurar que me estaba observando desde hacía tiempo.

Desde mi posición yo me encontraba pendiente en su totalidad de cada uno de los movimientos que hacia aquella mujer de cabello oscuro que solamente una vez anteriormente había sido capaz de verla, pero según yo mismo tenia entendido éramos muy pocas las personas externas a aquel clan italiano que habían visto alguna vez a las “ancianas” como muchos las hacían llamar, pero que no eran otra cosa mas que las esposas de los lideres, en este caso la que tenia a unos metros de mi no era otra mas que la esposa del mismo Aro. Que bueno que no había decidido ir a ese lugar con mi hermano, por que sabia bien que el apenas hubiera visto la presencia de la esposa de su mas odiado rival y en dos segundos ella ya llevaría un segundo con la cabeza degollada

Cuando ella camino hacia la caja para pagar yo me fui acercando lentamente pero aun a distancia, aunque éramos enemigos mortales yo no tenia nada contra ella, quizás si fuera la esposa de mi odiado Caius ella ya estaría muerta y desmembrada sin importarme el hacerlo frente a todo el mundo, la verdad en cuestiones de esos italianos yo perdía completamente esa compostura y refinamiento que siempre me había caracterizado, pero entonces fue cuando mi mirada se cruzo con la de ella y un tenue olor a miedo se sentía en el aire, ese olor que solo nosotros podíamos captar

Camine mas hacia donde estaba la salida que donde seguramente ella iba a terminar yendo después de pasar por aquella caja, esto no fue para nada erróneo, pues hacia haya fue saliendo poco antes que yo que iba detrás de ella – La reina del clan Italiano tan lejos de su tierra y sin esos esclavos que hacen llamar guardia para protegerte, eso esta muy mal, si no fuera que soy yo y no mi hermano te la pasarías muy mal, pequeña niña - ¿pequeña niña? Uno de esos clásicos comentarios míos que a veces decía haciendo referencia a la corta vida que tenia ella como vampiro en comparación de todos los milenios que yo tenia de vida