Jugando a los caza tumbas (Bonnie, Alice)

Sabía sin conocer el verdadero significado de aquellos sueños que solía tener cada día 24 pasada la media noche hasta el momento en que terminaba la hora de las brujas, pero una cosa era segura: había algo que querían decirme y estaba estrechamente relacionado con las voces que había escuchado en presencia de aquella chica. Recordarla me hizo temblar y cerrar mis ojos con fuerza, evadiéndome de aquella realidad: Britney Báthory iba a morir, o más bien sus fetos llenos de oscuridad la iban a matar. Si cerraba mis ojos y pensaba en ella sangre era lo único que podía ver, y temía por ello mientras una presión en mi pecho se acrecentaba. La mano de Robert se posó en mi pierna y agradecí que notara mi preocupación más segundos después su mano se movía hacía mi el interior de mi muslo (momento en el que agradecía llevar jeans). Tomé aire cansinamente y me contuve que golpearle en la cabeza con mi grimorio, que a cualquier humano le hubiera noqueado inmediatamente. La sola imagen me hizo sonreír y arrancar un beso de su mejilla que fue tan imprevisto para él como para mí por lo que reí divertida, nunca antes había había besado a nadie que no fuera mis compañeros de instituto o mis padres.

Cuando bajamos del avión yo me encontraba muy emocionada, sintiendo un burbujeo que crecía desde mi estómago por mi pecho conforme mis botas grises de gamuza se mezclaban con la niebla nocturna. Nunca antes había viajado a algún lugar fuera de Dublín o Londres y ahora emprendía una especie de misión secreta en busca de una azucenas aunque no tenía la menor idea de porqué los espíritus querían que yo profanase la tumba de alguien. ¿No podía simplemente pasar por la floristería y enviarlas quien sea que quisiera mi cabeza? A todas estas, había olvidado por completo el nombre de mi supuesto enemigo y ahora no había forma de encontrarlo (al menos no por métodos mágicos).

La emoción se disipó por completo a medida que la tarde avanzaba mientras buscábamos aquel lugar que siempre había supuesto tierra santa, profanar la tumba de un espíritu me era tan desagradable como una violación y hasta ahora no podía evitarlo. Cansada de caminar, aturdida por la posesión de Halldora, temerosa por la oscuridad y friolenta, me adueñe del abrigo de cuero que llevaba Robert solamente para recostarme a él mientras caminábamos. No necesitaba leer el aura del vampiro para saber que era un mujeriego de lo peor pero a decir verdad a esas alturas no me importaba demasiado. Cerré mis ojos para descansarlos, abandonándome por completo a mis sentidos elementales...


—No dejes que me caiga.
El cementerio estaba oscuro, terriblemente oscuro, y yo estaba temblando como una gallina con hipotermia. Sentí que si no empleaba toda la fuerza con la que mis manos pudieran aprisionar el brazo de Robert iba a terminar cayéndome allí mismo y claro esto no ayudaría en nada al yeso en mi antebrazo o al vendaje en mi rodilla. Mis piernas temblaron como gelatina cuando comencé a ver tumbas y más tumbas, los sonidos parecían intensificarse cada vez más espeluznante y el olor a moho comenzaba a causarme piquiña en la nariz. Estornudé un par de veces antes de darme cuenta que no sabía por dónde ir.
—Pues... No tengo la menor idea. Si pudiera contactar con el espíritu nuevamente sería todo más sencillo. ¿Tienes luz? Creo que traje conmigo un tablero de Ouija.

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